Días atrás, Ana Correa, conocida experta en prensa y comunicación política y una de las organizadoras de Ni una menos, publicó un artículo en la revista online La agenda. La nota se llamaba Quiero terminar con esto y desde el mismo momento en que se publicó, inició un recorrido poderoso, emocional y hasta didáctico por las redes sociales, en medio del debate por la legalización del aborto. El texto -conmovedor, inapelable- reproducía la experiencia personal de Ana hace más de diez años, cuando le informaron que el embarazo que estaba cursando era inviable por una malformación genética del feto. No había forma de que el bebé tuviera vida fuera de la panza y había un hijo de dos años en la familia, por lo que la decisión entonces fue interrumpir el embarazo. En un país en donde el aborto aún es delito y el Protocolo para el Aborto no punible -que contempla los casos en los que hay violación o peligro para la vida de la madre o el bebé-, no se pone en práctica en la mayoría de los distritos, para una mujer decidir un aborto es ingresar en un laberinto de terror, un negocio turbio para pocos y un dolor y un miedo infinitos.
Ana Correa pasó por Infobae para contar su historia y para dar las razones las que considera imprescindible contar con una ley de aborto en Argentina.
— Ana vos escribiste un artículo tuvo muchísima repercusión. En el textor recordabas un momento durísimo de tu vida que tiene que ver con la discusión que se está llevando adelante ahora en relación con la legalización del aborto. Contános qué fue lo que contaste, y por qué.
— Bueno, yo escribí una experiencia personal que pasé a partir de recibir un diagnóstico de que tenía un embarazo no viable. No viable quiere decir que no resiste vida fuera del útero materno. Yo ya tenía un hijo de 2 años, tenía muchas ganas de tener otro hijo, quedo embarazada y, más o menos, como hacemos muchas mujeres los primeros tres meses no lo cuento por las dudas, y cerca de la semana 12 el obstetra ve algo raro en la ecografía, me manda a hacer una punción, que es un estudio invasivo para analizar genéticamente cómo estaba el bebé, y ahí encuentran que tiene Síndrome de Edwards, que es una trisomía en el par 18 de los cromosomas que genera problemas al embrión y, si se desarrolla, después al feto, lo que lo hace incompatible con la vida extra uterina.
-¿Cómo reaccionaste?
-A partir de ahí yo tomo la decisión. En ese momento es como que entro en shock y no puedo ni llorar, digo "tengo que hacer algo" y digo que quiero interrumpir el embarazo porque no soy capaz de ver que un bebé esté creciendo, sufriendo y que se muera al nacer. El genetista que me da el diagnóstico fue muy contenedor, primero me dijo "te pido por favor que llores porque es muy terrible lo que te está pasando y por otro lado alguien te tiene que ayudar". Llamo, mi obstetra estaba de vacaciones, llamo al que lo reemplazaba y me manda a un consultorio de la avenida Santa Fe. Voy al consultorio y el médico que me atiende resultó ser una persona muy religiosa, muy practicante de la religión católica, y me dice que ha tenido otras pacientes con el mismo diagnóstico, que él lo que sugiere es que avance con el embarazo, que les ha recomendado que incluso es bueno cuando nace poder tenerlo aunque sea un ratito… muerto. No me convence para nada la idea y ahí empieza un poco la desesperación. También me habla de un fibroma que yo tenía, que es una especie de tumor benigno, pero que era grande, 12 centímetros. Me pregunta si yo sabía esto y le digo que sí. Me dice que tenga cuidado con eso. Después me acuerdo de que vienen a mi casa amigos. Yo siempre me dediqué a la comunicación política y siempre conocí un montón de gente y venía gente a ayudarme, me traían papelitos, direcciones, qué sé yo, pero todo tratando que fuera dentro de la legalidad, porque el bebé no era viable se trataba de un embarazo de riesgo por tener un fibroma.
— ¿De qué año estamos hablando?
— Estamos hablando del 2007, es antes del fallo "F. A. L."
— Es decir que un caso como el tuyo por ese fallo hoy estaría contemplado dentro de la ley.
— A ver, sí, estaría contemplado dentro de la ley. El fallo "F. A. L." de 2012 le da instrucciones a los distritos para que adopten un protocolo de aborto no punible, lo que baja es un precedente. Pero la mayoría de los distritos de la Argentina no adoptaron el protocolo del fallo "F. A. L.". Además, como la regla es la ilegalidad, hoy de todas maneras volvería a pasar lo mismo. Eso es lo que a veces algunos, muy pocos comentarios que recibí en las redes sociales me decían: "Ay, pero ese caso está contemplado". Está contemplado, lo cual no quiere decir que se cumpla.
— Volvemos a ese momento. Sabés que tenés un embarazo no viable. Y lo que tenés hasta ese momento entonces es como la recomendación de un médico que te dice lo mejor es que llegues igual a término. Y vos decidís que no, que querés terminar con el embarazo, sabiendo que es ilegal.
— Sí. Bueno, entonces a partir de ahí algunos me dicen por qué no viajas a Estados Unidos, por qué no viajas a Uruguay. Y empiezan a llamar a gente, bueno, me pasan el dato de un hospital público del Conurbano donde hay todo un grupo de médicos que accede a hacer abortos en los casos contemplados por la ley. Me comunico con una de las médicas y me dice "igual necesitas traer una autorización judicial porque los médicos están recibiendo muchas denuncias". Y yo cada vez estaba más desesperada, pasaban los días, en el medio fue mi cumpleaños, y me recomiendan un médico que es una especie de eminencia en la avenida Pueyrredón. Lo voy a ver y el médico me hace la ecografía y con muchísima crueldad me hace notar que tengo un fibroma muy grande, y me dice, "¿vos sabías que era una nena?" Yo no sabía, la verdad que nadie me lo quiso decir porque no iba a sobrevivir y yo no había preguntado. Y me dijo, además, que tenía hidrocefalia, que tenía problemas cardíacos y que estaba sufriendo mucho. Y me dice entonces que tiene un método por el cual se inyecta algo en el útero que hace que el embrión deje de vivir. Y pasa sus honorarios, altísimos, en dólares. Yo por un lado lo odiaba. Por otro lado…
— Era la solución.
—Necesitaba terminar con todo eso. Pero me cayó muy mal el médico, me pareció que… Más allá que, digamos, de que quizás hubiera podido reunir el dinero. Yo no me acuerdo bien cuánto era.
— Pero, digamos, ahí empieza la etapa negocio.
— Sí. Y seguía con su crueldad, porque me decía que me recomendaba hacerlo con él porque con cualquier otro método con el fibroma que tenía "podemos terminar lamentando que además tu hijo quede huérfano". Mi hijo de 2 años… Me voy totalmente en shock y decido ir a otro consultorio.
— ¿Cuántos días pasaron entre una cosa y la otra?
— No sé, en total habrán pasado diez días. Porque yo no paraba de moverme. El día de mi cumpleaños cayó domingo, nos fuimos con mi marido de ese momento y con mi hijo a una de esas cabañas en Capilla del Señor, como para alejarme de todos y fue una especie de tortura. Una cosa importante es que tuve la suerte de que quien era mi marido entonces – ya no lo es porque nos separamos hace 8 años – me acompañara en todo ese proceso. El también la pasó muy mal. Pero la nota yo la escribí desde lo que vive una mujer en casos así… Entonces, decía, le pido a otro médico una recomendación, vamos a un consultorio en Vicente López. Y cuando entro, la recepcionista me atiende, miraba para todos lados, me pregunta con quién vine, bueno, todo lo que sucede en la clandestinidad. Y yo en un momento voy al baño, veo que está sucio, que hay sangre, y digo no, no, me quiero ir. Y me voy. Yo lo que sentía era, viste que a veces pasa en la vida real pero también pasa mucho en las películas de esos que se caen en un pozo y están días tratándolos de sacar. Y aunque la gente que te quiere, todos, te quieren ayudar, vos estás ahí abajo, y por más que se reúnan alrededor tuyo y todos quieren salvarte vos estás en ese pozo. Bueno, ese pozo profundo del que no salís es la clandestinidad. Mientras dura todo esto, vos estás en el pozo sola. Porque la que pasaste a estar al margen de la legalidad, la que solamente va a tener acceso a algo por fuera de la ley, sos vos. Por más que estés rodeada de un montón de cosas. Hasta que bueno, después te rescatan.
— O no.
— O no, o no llegan a rescatarte. Pero bueno, ésta era la sensación.
— ¿Después del consultorio de Vicente López, Ana?
— Después vamos a un control nuevo con el genetista. Y la verdad que ahí tuve suerte, era gente muy humana. Y me dice en un momento una del equipo, ¿me dejás que te controle? Porque la verdad que la cosa estaba bastante mal. Y ahí se dan cuenta de que el feto ya no tenía actividad cardíaca, que ya lo había perdido. Con lo cual, yo pensaba que el monstruo que antes me dijo que tenía que hacerlo solo con él, que vio todo con ese sistema de imágenes, también se debe haber dado cuenta de que era cuestión de días. Fue muy triste pero yo dije bueno, listo, ahora llegó el momento. Mi obstetra, que se había puesto tan mal, vuelve antes de sus vacaciones y me dice "mirá, yo no te puedo atender en el sanatorio porque no me van a dejar porque sigue siendo una práctica abortiva".
— ¿Teniendo un bebé sin actividad cardíaca también se consideraba eso?
— Sí. Y hoy también se considera así. Hasta que vos no empezás a tener sangrado… No te lo pueden acelerar. Salvo que sea más grande y ahí sí te lo aceleran para que se desencadene un parto. Pero una intervención quirúrgica no. En los otros casos sí, si estás de 6 meses y se muere el bebé, sí.
— Entiendo.
— Bueno, entonces en ese momento recién es la primera vez que yo lo oía nombrar, me habla del misoprostol, que en realidad está indicado para cuestiones gástricas y se empezaba a usar para abortos porque lo que hace es generarte contracciones. Y me dice tomate el misoprostol, recién cuando empieces a tener una hemorragia podés venir y tenés que tener hemorragia suficiente como para que te atiendan pero no tanta como para que te desangres, por lo del fibroma. Bueno, entonces yo hago eso. Esa es la única parte que no di detalles en la nota porque es muy fuerte. El otro día una obstetra me confirmaba que el misoprostol te genera mucho más dolor que las contracciones normales. Fue muy doloroso porque terminé perdiendo el embarazo en mi casa. Y bueno, termina de pasar todo, yo ya no entendía nada, no aguantaba más, me fui a la guardia. Cuando llego me dicen "mirá, estás perdiendo demasiada sangre" y llaman de urgencia a mi obstetra. Cuando llega, traen el alivio más grande que era la anestesia. O sea yo quería…
— Dejar de tener dolor.
— Dejar de tener dolor. Si bien todo ese tiempo no había llorado, nada, quería terminar con el dolor. Y bueno, cuando salgo de la anestesia me da un beso y me dice "tranquila que ya todo pasó". Lo cierto es que a los tres meses vuelvo a quedar embarazada. Ahí ya empiezo con unos ataques de pánico. Quedo embarazada de mi hija más chica, Malena. Fue todo el embarazo con muchísimo miedo y los ataques de pánico que seguían creciendo. Y el obstetra todo el tiempo cuidando que… no se desencadenara el parto porque de nuevo iba a pasar lo mismo. Entonces por eso decidió que naciera un mes antes, a las 35 semanas decidió hacer una cesárea. Pero, que esto tampoco lo cuento en la nota, vos después verás qué hacés, nace mi hija y a las dos horas empiezo con una hemorragia muy fuerte. Vienen los médicos, el médico de piso llama a todos y empieza a gritar "se nos va". Entonces yo en ese momento pensaba "al final el médico malvado tenía razón, yo me iba a morir". Después de eso, los ataques de pánico crecieron, cada vez fueron peores. Realmente estuve muy mal. Y yo creo que pude salri por la fuerza que me dieron mis hijos. O sea, yo agradezco muchísimo a todos los que me rodearon en ese momento, pero de verdad creo que saqué fuerzas por mis hijos y tuve la suerte de encontrar un muy buen profesional, un muy buen terapeuta, que me ayudó a trabajar lo que ellos dijeron síndrome de estrés post traumático. Que no fue por el aborto, fue por todo lo que tuve que pasar en el medio.
— ¿En algún momento vos te arrepentís de haber querido interrumpir ese embarazo?
— Para nada. Para nada porque, digamos, hay muchas cuestiones, yo realmente pensé que no lo iba a poder soportar. La verdad es que no iba a poder soportar que creciera igual, y después cuando me dijeron que estaba sufriendo… O sea, me parecía una cosa perversa. Que un bebé naciera para sufrir y morir en el instante. Al mismo tiempo, yo tenía un hijo de 2 años del que me tenía que ocupar. Digamos, que necesitaba que su madre estuviera presente. No haciendo un duelo eterno por algo que ya sabíamos que iba a terminar mal.
— ¿Y por qué decidiste hablar, por qué te parece tan importante que se conozca lo que te pasó ?
— Porque me habían dicho que podía ser sanador escribirlo. ¿Pero por qué publicarlo? Lo dudé un montón. Y cuando vi que uno de los médicos que me atendió era uno de los que fue a hablar al Congreso en contra de la legalización en nombre de los pro vida, me decidí. En el medio la escuchaba a Claudia Piñeiro diciendo lo importante que es que no nos saquen la palabra vida. Y siento que mi caso fue tremendo, pero no fue tan tremendo porque yo sobreviví. Acá hay muchas mujeres que no sobrevivieron. Ana María Acevedo era una chica que no tuvo acceso a un tratamiento contra el cáncer y murieron ella y su bebé porque no le quisieron practicar un aborto. Esos son los casos tremendos. Pero yo sentía, incluso en los peores momentos que me daba fuerzas pensar que algún día yo iba a contarlo porque nadie tiene que pasar por esto. Y como se está discutiendo la ley yo dije bueno… A mí no me gusta la exposición, yo soy súper bajo perfil, me dedico a la comunicación de otros. Y además soy muy sensible y entonces estas cosas a mí me cuesta un montón contarlas, hablar de mí. Pero dije bueno, acá se está jugando la vida de mujeres. Con el tema del misoprostol por ejemplo, hoy las pibas, las más jóvenes, si quieren acceden al misoprostol, se consigue. Pero si se lo autoadministran y justo tienen un quiste, un fibroma o un embarazo ectópico, se mueren. O sea, si el aborto es legal estaremos salvando las vidas de esas chicas, que pueden ser tu hija, mi hija, nuestras sobrinas, nuestras conocidas, las personas que vemos por la calle. Entonces dije "bueno, voy a poner el cuerpo pero esta vez para algo que sirva".
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