Ya ni el olvido se acuerda de él. Se metió en la vida política argentina por la ventana de la irracionalidad, del descaro, del crimen.
Según quien lo describa, fue consejero, secretario privado, alcahuete, tipo de los mandados, valet, un don nadie o la sombra detrás del poder, en el exilio español de Juan Domingo Perón, al que llegó a través de su tercera esposa, María Estela Martínez, "Isabel".
Con el retorno definitivo de Perón al país, José López Rega, que murió hace veintinueve años, se convirtió primero en ministro todopoderoso del gabinete del breve gobierno de 49 días de Héctor Cámpora, y luego del propio Perón y de su viuda.
Fue ministro de Bienestar Social de esos tres gobiernos y encaró el armado, sostuvo el funcionamiento y encubrió a la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), la banda parapolicial de ultraderecha que asoló el país en aquellos años, 1973 a 1976, en dudosa respuesta al embate de la guerrilla peronista de izquierda, Montoneros, y de la guerrilla trotskista del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
Fue incluso más que el jefe y protector de aquella banda armada integrada por miembros de la Policía Federal, en actividad o expulsados, y luego por miembros de las fuerzas armadas que ya tenían decidido el golpe que derrocaría a la viuda de Perón y la instauración del terrorismo de Estado; López Rega fue presidente de la Nación en las sombras, durante los vacilantes 20 meses de gobierno de Isabel Perón, signado por su incapacidad y debilidad, por el tremendo deterioro económico y por la violenta presión militar que primero vio en López Rega a un aliado y, luego, le soltó la mano y lo obligó a dejar el país para poder acorralar a gusto a la entonces presidente.
Según quien lo nombrara, López Rega era "Lopecito", como lo llamaba Perón para despreciarlo un poco, o "El Brujo", entre los apodos reproducibles que le endilgaron sus enemigos.
López Rega tenía debilidad por la astrología, el esoterismo, el espiritismo, la magia y el poder de los diferentes zodíacos: Multicolor, Vegetal, Musical y el Sistema Abreviado de Astrología en los que está dividido su trabajo "Astrología esotérica / Secretos Develados", editado en 1962, cuando todavía no se había acercado a Perón y formaba parte, como "Hermano Daniel", de la Logia Anael, que integraron varias figuras del peronismo y a la que representaba en la Argentina Julio César Urien, un hombre de extrema derecha, ultranacionalista, que fue juez del fuero civil.
López Rega afirmaba que el movimiento de los astros, antes que la política, era el factor preponderante en los cambios sociales. Y que era según cómo se alinearan esos astros, cómo influyeran los colores zodiacales, las horas planetarias y el conocimiento vibratorio de las energías que nos rodean, que se daría lo que en aquellos años 70, con ligereza y algo de inconsciencia, se llamaba "revolución".
Por entonces llegó a decirle al periodista y escritor Tomás Eloy Martínez que en realidad Perón había muerto en 1966 o 1967 y que él era quien lo mantenía con vida para que volviera a ser presidente.
Cómo fue que una personalidad de tales características, un hombre que soñaba con cantar "Rigoletto" y se convirtió en jefe de escuadrones de la muerte, llegó a ser el hombre fuerte del país no es inexplicable, pero sí es difícil de explicar.
Es evidente que López Rega no pudo escalar la pirámide del poder sin la anuencia de Perón y de su mujer, sin el aplauso del justicialismo que lo toleró primero y lo soportó después, y sin el consenso de un amplio sector de la sociedad, políticos, empresarios, sacerdotes, militares, intelectuales, que coincidían en que sus ideas y sus métodos podían hacer frente a la enorme crisis que asolaba al país.
Había nacido como José López el 17 de octubre de 1916, fecha que veintinueve años más tarde sería simbólica para el peronismo, en una casa de la calle Tamborini al 3700, en el barrio de Saavedra.
Hasta donde se sabe, cursó hasta cuarto grado en la escuela José Félix de Azara y no se conocen de él más estudios. Aunque siempre se negó a hablar de su infancia, cuando fue ministro se inventó una que fijó su nacimiento en el barrio de Belgrano y una improbable asistencia a un no menos improbable colegio inglés, el English Higher Grade School. No hay registros de su dominio del idioma de Shakespeare.
Quiso ser tenor, fue policía. Estudió algo de canto, pero no hay antecedentes que certifiquen en dónde o con quién, como tampoco hay prueba alguna de que, como afirmó, intentó educar la voz de Aurelia "Potota" Tizón, la primera esposa de Perón. Ese dato le sirvió para afirmar que había conocido al general, que entonces era capitán, en 1937.
En 1942 se casó en la Santísima Trinidad, de Saavedra, con Flora Josefa Maceda, con quien tuvo una hija, Norma López Rega, quien se casó con Raúl Lastiri y, a su muerte, con el periodista Jorge Conti.
Fue Lastiri, yerno de López Rega, quien ocupó la presidencia provisional de la Argentina después de que Perón barriera con Cámpora, y luego de una maniobra de circo que mandó al entonces presidente del Senado, Alejandro Díaz Bialet, a un viaje de urgencia y sin sentido.
Trabajó como peón en la fábrica textil Sedalán; se asoció a la Escuela Científica Basilio y fue cantor aficionado: algunas fuentes fijan su debut profesional en el club "El Tábano" de Saavedra, en 1943, en los bailes de barrio que animaban orquestas típicas.
Ya en la Policía Federal, fue agente callejero y consigna en Tribunales, luego numerario de la Seccional 23 con destino en la residencia presidencial de Las Heras y Austria, donde funciona hoy el Instituto Nacional Juan Domingo Perón de Estudios e Investigaciones Históricas, Sociales y Políticas, y donde, en julio de 1952 murió Eva Perón.
López Rega se jactó de haber sido su secretario, lo que no está probado; ni siquiera hay una mención de su nombre a lo largo de toda la actividad social desarrollada por Evita.
Sí hay una foto en lo que se ve a López Rega en el estribo de un auto de la custodia presidencial, lo que le dejó afirmar que había sido custodio de Perón. Se retiró de la Federal el 2 de abril de 1962, pocos días después del derrocamiento de Arturo Frondizi, y luego viajó a Brasil donde mantuvo contactos enraizados en la macumba, el umbanda y el candomblé.
Varias versiones, abundan en su vida misteriosa, pretenden dejar en claro cómo fue que logró acercarse a Isabel Perón y a Perón.
Una afirma que fue el mayor Héctor Vicente quien lo envió a España como miembro de la Logia Anael. Otra señala al entonces mayor Bernardo Alberte, asesinado horas después del golpe militar de marzo de 1976, quien lo acercó a Isabel, tal vez como custodio, cuando la tercera esposa de Perón viajó a la Argentina en 1965 para acotar y anular el proyecto del sindicalista metalúrgico Augusto Vandor, asesinado en 1969, de construir un "peronismo sin Perón". Otra versión pone a José Cresto, "Gran Maestro" de la Logia Anael, como el hombre que presentó a Isabel y a López Rega.
En Madrid, y ya instalado en el chalet 17 de Octubre del barrio de Puerta de Hierro, en el 6 de la calle Navalmanzano, y junto a Isabel y a Perón, ejerció una notable influencia sobre ambos.
Es difícil sugerir siquiera quién manejó a quién, si Perón a "Lopecito" o si "El Brujo" a Perón. Muchos íntimos del general, como el hombre de negocios Jorge Antonio, elegían encontrarse con Perón a solas y en la entonces tradicional cafetería Nebraska de la Gran Vía, antes que sentirse, o saberse, vigilado por López Rega. El propio Perón solía sacar a sus invitados al jardín de la residencia, para hablar lejos de oídos, o micrófonos, vigilantes.
Existe la sospecha de que López Rega fue informante de la CIA. Hasta hoy, ningún documento, ningún testimonio, pudo probarlo. Tampoco hay evidencias, aunque sí indicios susurrados por fuentes que hoy están muertas, de que "Lopecito" haya sido informante del entonces embajador de Estados Unidos en Madrid, Robert Hill, un hombre que había iniciado su carrera en el gobierno estadounidense como espía de la OSS, precursora de la CIA.
Hill sí conoció a Perón y a López Rega en Madrid. En 1973, en vísperas del gobierno peronista, Richard Nixon nombró a Hill embajador en Buenos Aires y fue con ese diplomático que López Rega firmó uno de los primeros convenios del continente para reprimir el narcotráfico.
Como ministro de Bienestar Social, se hizo nombrar comisario general de la Policía Federal en un gigantesco salto en el escalafón que lo llevó de cabo a la máxima jerarquía.
Como enviado especial del gobierno, López Rega viajó a la Libia de Muhammar Kadhafi en enero de 1974 y volvió a hacerlo en diciembre de ese año, ya muerto Perón y cuando la Triple A iniciaba su accionar en la Argentina. Con Khadafi, López Rega firmó un intercambio comercial de petróleo libio por granos argentinos.
Una investigación de legisladores de la entonces Juventud Peronista, denunció que la misión a Libia había pagado el petróleo de ese país a casi el doble del precio del mercado, que el supuesto intercambio comercial era un negociado y que López Rega había recibido comisiones que oscilaban entre los 10 y los 30 millones de dólares.
También le imputan a López Rega la compra en Libia de armas largas destinadas a la Triple A. Parte de ese arsenal fue hallado en los sótanos de Bienestar Social, luego del golpe militar de 1976.
Frente al cadáver de Perón, el 1 de julio de 1974, López Rega aferró los pulgares, los pies, los brazos de aquel cuerpo inerte al que llamaba "Faraón" y al que ordenaba volver a la vida: una fantochada que avergonzó a los médicos que habían luchado con la salud debilitada de Perón y con su última crisis cardíaca.
La gran ambición de López Rega, heredar a Perón junto a la frágil Isabel ya en sus manos, empezó a cobrar cuerpo.
Un año después, el país estaba en bancarrota. En 1975 la economía estaba en manos de un ingeniero, Celestino Rodrigo, un adherente al esoterismo y ladero de López Rega.
El 4 de junio, en el primero de los golpes económicos al bolsillo de los argentinos, en el primero de los grandes ajustes y en la primera hiperinflación, Rodrigo devaluó el peso el cien por ciento, aumentó las tarifas entre 170 y 200 por ciento, aumentó la nafta el 172 por ciento y la electricidad entre el 50 y el 75 por ciento; el dólar, que costaba 10 pesos, pasó a costar 26. Todo en un día.
Se conoció como "El Rodrigazo" y marcó el principio del fin del reinado de López Rega.
El sindicalismo ortodoxo peronista marchó en protesta a la Casa de Gobierno con una consigna impensable, e impensada, días antes: "Isabel, coraje, al Brujo dale el raje". Pero si de algo carecía Isabel era de coraje. A la presión sindical se le unió la militar.
López Rega estaba en la mira de Emilio Massera, que tenía un informe del edecán naval de Isabel que decía que López Rega había cacheteado a la Presidente en la Rosada.
La poderosa custodia de López Rega, que hasta entonces había hecho ostentación de armas y de impunidad, fue desarmada en una tarde en la quinta presidencial de Olivos por el jefe de Granaderos, coronel Jorge Sosa Molina. El 19 de julio de 1975, con un tubo de plástico en las manos en el que, dijo a gritos con su voz de falsete, llevaba su nombramiento como embajador plenipotenciario de la Argentina, López Rega huyó al exterior.
Desde entonces su destino fue un enigma. Vivió un tiempo en España hasta que, con el golpe militar de 1976, creció el peligro de su detención y extradición. Le perdieron el rastro, u olvidaron seguirlo, hasta que fue detectado en Villeneuve, Suiza, a principios de los años 80.
En 1978, cuando en Italia estalló el escándalo de la logia masónica Propaganda 2 que lideraba el "venerable" Licio Gelli, apareció el nombre de López Rega en el listado de adherentes, junto a otras figuras de la política, la economía y la cultura de la Argentina, entre ellas el entonces almirante Massera, viejo enemigo de "Lopecito". Gelli había sido condecorado por Perón con la más alta distinción del país, cuando López Rega era ministro.
En 1982 López Rega fue localizado en el Caribe. Había comprado un penthouse en la Isla Gran Bahama y alternaba estadías allí y en Miami, en el 2210 NE de la calle 36, en Fort Lauderdale.
Allí vivía con María Elena Cisneros, una mujer aficionada al piano a quien López Rega había financiado cuatro o cinco LP's desbordantes de arpegios.
En 1986, buscado por el gobierno de Raúl Alfonsín, se sintió acorralado y decidió entregarse a la justicia de Estados Unidos.
El FBI lo detuvo en Miami y el juez Samuel Smargon concedió su extradición, acusado de fraude, conspiración, malversación, falsificación y robo. De los crímenes de la Triple A, ni una palabra.
Volvió al país esposado, custodiado, con su salud deteriorada y con una virtud que hasta entonces le era desconocida: el silencio.
En los casi tres años en los que estuvo en prisión, López Rega calló cuanto sabía de la formación y los operativos de la Triple A, antecesora del terrorismo de Estado, y de la generosa contribución civil con la que contó aquella banda paramilitar y parapolicial.
López Rega murió a los 72 años, el 9 de junio de 1989.
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