En la mañana del sábado 2 de junio se supo que Pelusa, la elefanta de 52 años nacida en cautiverio y que llegó a los 2 años a la ciudad de las diagonales, se había caído. Amaneció tendida en el piso y las primeras versiones decían que se había enganchado con un perímetro de alambres, otras que cayó por las dolencias que la aquejaba sus patas traseras desde 2014. La voz oficial contaba que se había echado a descansar luego de dos años de estar de pie y tomaban eso como buena señal.
El paso de las horas demostraron lo contrario. El país, y buena parte del mundo del animalismo, permaneció atento a los partes médicos que desde la fanpage del municipio informaban sobre su salud. En la madrugada del lunes 4 Scott Blais, director del Santuario al que iba a ser trasladada, avisó que Pelusa estaba pasando sus momentos finales.
En la noche de ese día, Juan José Diorio, director del zoo dijo que la situación era "irreversible" y que harían lo necesario para evitar su sufrimiento. Pelusa fue sedada con autorización judicial y murió cerca de las 23:00. La decisión fue tomada por el equipo que cuidaba junto a representantes de la justicia.
La conmoción pública se desató apenas se supo que había muerto y que la muerte le llegó estando pronta a partir. Ese dato más los detalles respecto a la caída y la eutanasia generaron conmoción y las redes fueron el lugar para despedir a la elefanta nacida en cautiverio en 1966 en Hamburgo, Alemania; y hasta los famosos expresaron su indignación .
Algunas de las imágenes que comenzaron a circular daban cuenta de las consecuencias del encierro que padecía, la zoocosis. Porque peor que el lamentable final de Pelusa fue el medio siglo que vivió en cautiverio luego de ser arrancada de su madre, en 1968.
Y una de las actitudes que daban cuenta de la zoocosis eran los movimientos que hacía producto del estrés y que para el público representaba un "baile". Vale resaltar que los elefantes son mamíferos altamente sociales que viven en manada y que las hembras no se separan de su madre en toda la vida. Pelusa no pudo hacer nada de eso, ni emitía sonidos de elefante, quizás no sabía que era una porque tampoco pudo ver a otro de su especie.
Tras su muerte las autoridades del zoológico de La Plata decidieron cerrar por tiempo indefinido a la vez que avisaron que en el lugar donde vivió y fue enterrada construirán un altar para recordar que los animales no deben vivir en cautiverio.
Pensando en las muerte de los osos polares Winner y Arturo, —entre otros— en la situación de Mara, una de las 9 elefantes que quedan en el país, y de la oranguntana Sandra en el Ecoparque de CABA; en las liberaciones de Cecilia y la de los 7 exóticos del zoo de Cólon, y otras tantas, es hora de volver la vista a los derechos de los miles de animales aún cautivos en Argentina. ¿Son necesarios los zoológicos? ¿Qué pasa con los intereses de quienes viven y mueren allí?
Una coalición integrada por conservacionistas se opone a que los animales de los zoos sean trasladados a santuarios
Mientras Pelusa peleaba por su vida en el zoológico de La Plata salía a la luz un texto titulado "El verdadero cuidado de la naturaleza versus la propaganda de una falsa liberación" en el cual miembros de Temaikén, Fundación Vida Silvestre, Azara, entre otros, exponían su rechazo a la liberación que no pudo ser.
"Las instituciones zoológicas resultan imprescindibles. Ellas
configuran los espacios donde el público puede tener un contacto cercano con una gran diversidad de especies de fauna y flora, de modo que a través de la experiencia directa las personas toman conciencia sobre los problemas ambientales. Sin embargo, como caso insólito y contrario a las tendencias internacionales, los funcionarios políticos argentinos, se encuentran
empeñados en deshacerse de los animales", acusa la primera parte del comunicado.
Continúa: "Es lamentable que, en lugar de aprovechar las potencialidades que ellos brindan, intentan a toda costa exportar nuestros animales a otros países (…) En otras palabras, nuestros funcionarios se arrogan el derecho de privar a los visitantes y futuras generaciones de poder elegir: visitar o no los zoológicos y conocer especies tanto autóctonas como exóticas que la mayoría de la ciudadanía no podrá apreciar en sus ambientes naturales".
El texto que también lleva las firmas de Fundación Biodiversidad, WCS, Aves Argentinas y el Colegio de Veterinarios, entre otros, pone en duda la calidad y veracidad de los santuarios elegidos para llevar a los animales que viven en pésimas condiciones en los pequeños recintos de los zoológicos.
Desde el conservacionismo dicen que los zoológicos son “imprescindibles”
El texto añade que "es imposible fomentar el cuidado de la naturaleza si elegimos expulsar a los animales de los zoológicos porque son exóticos, viejos, enfermos o porque no tienen el espacio adecuado" pese a que en el pedido de reconversión de estos predios se avisó que, justamente, los animales que no puedan ser trasladados por edad o cualquier cuestión de salud se quedaría en el recinto, pero sería sacado de la vista del público para que al menos viva tranquilo.
Asimismo, esta coalición sostiene su postura en el conservacionismo de las especies aunque a cada individuo le cueste su libertad y todo lo que le es natural. Además sostiene que hay que generar "las condiciones adecuadas para su bienestar, su valoración y aprovechamiento educativo, científico y
conservacionista".
En el extenso documento no llaman a la clase política a hacer lo necesario para que en suelo argentino haya santuarios de animales adonde puedan ser llevados sin extensos viajes.
“En Argentina no hay centros de rehabilitación de fauna, prácticamente, y los zoológicos que tenemos se niegan a hacerlo”, aseguró un guardaparques y miembro de SinZoo.
La idea de nuevos sistemas como Ecoparques o Bioparques no es más que la otra cara de la moneda, cara maquillada pero con animales igualmente cautivos.
En contraposición a lo manifestado por la coalición (conformada también por la Sociedad de Medicina Veterinaria, Fundación Ambiente y Recursos Naturales, Fundación Hábitat & Desarrollo, SAREM y Amigos del Oso Polar Arturo) el guardaparques y miembro del grupo animalista SinZoo, Andrei M. Coypus, se refirió a la actualidad de los recintos donde los animales viven en cautiverio.
"Los zoológicos son un paradigma del pasado que lo único que enseña es el sufrimiento animal. En todo caso tenemos que utilizar esos espacios y esos profesionales para ayudar a la fauna no para supuestamente generar concientización mostrado animales sufriendo. Eso de traer animales exóticos ¡ya está! No se sostiene", argumentó.
Andrei Coypus: “Los pobres animales no tienen que pagar con su vida para que salga dinero que pague su conservación”.
En ese sentido subrayó que la idea del zoológico "quedó caduca porque nace con la idea de conquistar la naturaleza y mostrar al resto de la sociedad los productos de esas conquistas que son los animales secuestrados, como un trofeo".
Al referirse a la sintiencia de los animales y la zoocosis que el cautiverio les genera apuntó: "Quienes están a favor de los zoológicos consideran que los animales en cautiverio no padecen de la misma manera en que lo podría padecer el ser humano. La realidad es que hay un montón de investigaciones que sostienen que los animales silvestres, al igual que todos, la pasan muy mal en cautiverio. Al ser silvestre se acentúa más porque están fuera de su hábitat natural, el animal muchas veces está solo y contraen la zoocosis —la enfermedad del cautiverio— que es irreversible e inevitable a largo plazo".
Finalmente, aseguró que los zoológicos no cumplen la tarea de conservación: "No hay centros de rehabilitación de fauna, prácticamente, y los zoológicos que tenemos se niegan a hacerlo. Si nos llega a un animal que se le secuestró a un cazador no tiene donde mandarlo. Desde el lado del animalismo no puedo dejar que se diga, como dicen los conservacionistas, que se defiende al animal que no tiene por qué sufrir para que nosotros defendamos a su especie con la plata que él mismo genera a costa de su encierro y siendo exhibido a la gente. Los pobres animales no tienen que pagar con su vida para que salga dinero que pague su propia conservación. ¡No! Hagamos conservación con dinero que viene de ayudar animales y no exhibirlos no hacerlos sufrir".
En Argentina actualmente hay diez zoológicos —entre ellos el de CABA y Mendoza en proceso de convertirse en Ecoparque y un Bioparque— además de los dos acuarios de Mar del Plata y San Clemente del Tuyú.
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