Fue a ligarse las trompas y le pidieron la firma de un hombre para autorizar la operación

Luciana Grandon consultó a su médico y se encontró con que le pedían como requisito la firma de su cónyuge, aún siendo soltera. Ahora logró que modifiquen el formulario

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A sus 40 años y con dos hijos -de 7 y 14 años- Luciana Grandón, una periodista y docente de Puerto Madryn, decidió que ya no quería tener otro hijo. Tras haber tenido serias complicaciones de salud en sus dos embarazos, que culminaron con cesáreas de urgencia, resolvió que lo mejor era someterse a una ligadura de trompas de falopio.

Se trata de una intervención quirúrgica que, al bloquear el canal que comunica el útero con el ovario, interrumpe la fecundación. Es uno de los métodos anticonceptivos irreversibles más utilizados en el mundo. Luciana fue entonces al consultorio de su ginecólogo de confianza, que la había acompañado en uno de sus embarazos, y recibió de él un formulario de la obra social, donde debía firmar para dar su consentimiento.

Sin embargo, al final de la hoja,  entre el espacio para la firma del médico y la suya se podía leer claramente uno que rezaba "firma cónyuge". "El médico me había dicho 'bajá y después traémelo firmado que ya me voy' y cuando estoy bajando las escaleras lo voy leyendo y me encuentro con eso", cuenta por teléfono Luciana a Infobae. "Tenemos confianza, entonces vuelvo y le digo '¿qué es esto?' y me dijo que tenía razón, que estaba mal porque la ley no decía eso. 'Bueno, pero entonces por qué circula', le dije yo. Estaba sacada", indica.

El primer consentimiento que debía
El primer consentimiento que debía firmar Luciana

El documento cita en su encabezado la ley 4950 de Chubut de "Autorización a la aplicación de métodos de contracepción quirúrgica voluntaria", que precisamente en ningún momento menciona la obligatoriedad del consentimiento del cónyuge o de un "varón responsable".

En tanto, la ley nacional 26.130, promulgada en 2006, que establece el "Régimen para las intervenciones de contracepción quirúrgica", dice específicamente que "no se requiere consentimiento del cónyuge o conviviente ni autorización judicial", exceptuando el caso de una persona declarada "judicialmente incapaz".

"Lo primero que pensé es que yo estoy informada, pero ¿a cuántas mujeres les han cortado el derecho por pedirles esa firma?", dice Luciana. Ante esa situación, el médico le aconsejó que entregara el formulario sólo con su firma y la de ella.

"Cuando vuelvo solamente con mi firma, la del médico y el espacio vacío el chico que me atendió me dice 'esto está incompleto'", cuenta. "Ahí me re enojé. Le expliqué y él me decía 'yo te entiendo pero si esto lo mando a Trelew lo van a rebotar sin la firma del cónyuge".

Entonces, las compañeras de Luciana, que forma parte de un colectivo feminista en Madryn, se sumaron a su reclamo e hicieron una suerte de escrache a través de redes sociales a la clínica. Sin embargo, como dice ella, "Madryn es chico" y la directora de la clínica era la madre de una gran amiga suya, que se molestó al ver la repercusión de la denuncia. "No quería perjudicar a nadie, solamente quería dejar en claro un derecho".

Mientras tanto, le escribió a la obra social para pedir que lo cambien. En su carta explicaba con detalles lo que había pasado e indicaba que ni la ley provincial ni la nacional pedían el consentimiento de un cónyuge para ese tratamiento. "Sugerí que revisaran lo que estaban haciendo circular", dice Luciana. Además, su estado civil es Soltera, entonces, se pregunta: "¿Qué pasa si una mujer no tiene un hombre que la respalde?". 

La primera consulta con el médico fue en junio del año pasado; el trámite, la carta y el escrache virtual fueron en octubre, y en diciembre logró lo que buscaba y el formulario fue modificado. Luciana insiste además, en que cualquier mujer que tome esa decisión debería saber cuáles son sus derechos como paciente y cómo es la operación a la que se va a someter, que es irreversible. "Me encontré googleando cómo era la intervención porque no me la habían explicado bien", cuenta. "No puede ser".

"El nuevo consentimiento que me dieron después no sólo estaba modificado, sino que estaba tipeado a cero", celebra Luciana, que a fines del año pasado se operó sin problemas. "Además de sacar el requerimiento de la firma de un hombre también incluyeron el párrafo de las normativas vigentes, la ley provincial y la nacional, para la que no sepa cuál es su derecho lo pueda leer. Me pareció muy bueno".

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