El drama de la adopción tardía: "No podés tener seis meses a un chico y luego decirle 'no te queremos más'"

"Joel", la nueva película de Carlos Sorín, encara el tema de la adopción tardía desde la dificultad que ocasiona criar a un chico de 8 años. "Ser madre o padre de un niño de esa edad puede ocasionar un conflicto enorme", dijo el director

"Llamaron del Juzgado de Menores. Tienen un nene. ¿Te acordás que en la entrevista habíamos dicho que tenga 4 ó 5 años? Tiene ocho", le dice Cecilia (Victoria Almeida) a Diego (Diego Gentile) en la primera escena de Joel, la nueva película del director de cine argentino Carlos Sorín.

Ambos son pareja, no tienen hijos y viven en Tolhuin, un pequeño pueblo de Tierra del Fuego, a raíz del trabajo de él como Técnico Forestal. "Si querés lo repensamos", agrega ella. "No podés tener seis meses a un chico en tu casa y luego decirle 'bueno, no te queremos más'", responde él. "Pero no es como un recién nacido, tiene 8 años", concluye la mujer.

La película que se estrenará en todos los cines del país el 7 de junio desnuda una problemática que va más allá de la dificultad para adoptar a un niño: es la crianza, el día a día, la responsabilidad de ser padres y la realidad de golpe, la práctica superando a lo pensado.

Joel narra la dificultad que ocasiona criar a un niño adoptado y reinsertarlo en la sociedad

"Yo quería hacer una película con una mujer como protagonista. Ese fue un imperativo. El tema central es una mujer que no puede tener hijos, tiene una guarda preadoptiva durante seis meses y en función de cómo pasen las cosas puede iniciar la adopción definitiva. Ser madre o padre de un chico de 8 años es un tema de un conflicto enorme, que es el centro de la película", dijo Sorín a Infobae.

"Tuve muchas entrevistas y debí informarme. Todo lo que está en la película surge de un trabajo previo de investigación. Eso me llevó cerca de un año. La crianza de Joel es el conflicto central, visto desde el punto de ella, que está mucho más involucrada. La idea de adoptar, de ser madre, es de ella", agregó el cineasta.

Sorín encara el tema de la adopción tardía, la discriminación en el ámbito educativo y la reinserción social desde la historia de Joel, un niño de 8 años que llega a la vida de una pareja que tendrá la guarda preadoptiva del menor durante seis meses, para luego decidir si quiere o no adoptarlo definitivamente.

Carlos Sorín estrenará su nueva película el próximo 7 de junio

En Argentina la adopción es una institución jurídica, la cual tiene como objetivo proteger el derecho de niñas, niños y adolescentes que no logran completar sus necesidades afectivas y materiales con sus familias de origen. La búsqueda de una que sí le procure los cuidados tendientes no tiene como fin convertir en padre o madre a los individuos, sino garantizar la vida y el desarrollo de los más pequeños.

Según la información difundida por el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (RUAGA), con datos de mayo de 2018, en el país hay 5.465 legajos vigentes de personas o parejas que desean adoptar.

Al igual que plantea la película, el deseo de la gran mayoría de postulantes es adoptar un recién nacido, un bebé pequeño de pocos meses o en un niño en la primera infancia, que aún no haya empezado la escolaridad. Los datos hablan por sí solos: únicamente el 15% de las personas o parejas anotadas en los registros de adopción aceptaría a un niño de 8 años o más. Se traduce en 820 postulantes, mientras sólo 44 (0,8%) recibiría a uno que tenga 12 años o más.

"La adopción es formar una familia con un niño o un adolescente y no únicamente con un bebé. Es una problemática que sucede en todo el país, por eso se realizaron cambios en la postulación para que puedan adoptarse chicos grandes y hermanos", explicó a Infobae Karina Leguizamón, presidenta del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires.

La principal razón, según explicaron desde RUAGA, radica en la posibilidad de que "en ese rango de edades el niño aún es una criatura que se puede 'modelar'", sin estar influenciado por su pasado. Es decir, un vacío entre el antes y el después. Al tratarse de un niño mayor a los 8 años de edad, la situación es diferente: "muchas personas rechazan esa posibilidad porque creen que, a esa edad, la persona a adoptar dejó de ser una criatura y su pasado ya influyó en su formación. No de manera positiva", agregaron.

Beatriz Janin, licenciada en psicología, explica en su artículo Adopciones tardías: "En todo niño o niña adoptado, hay una discontinuidad entre las primeras marcas, los olores iniciales, los sabores, los sonidos, las sensaciones táctiles. Esto es más notorio cuando la adopción se realiza en un lugar lejano al que va a ser después su hábitat. Pero cuando transcurrió un tiempo, cuando no sólo hubo un corte inicial sino que muchas vivencias fueron dejando huellas, cuando los olores y los sabores fueron armando vías de placer y de rechazo y después hay un corte y de pronto son otros rostros, otros olores y a veces hasta otro idioma… ¿Cómo articular los placeres erógenos con la representación de sí y del otro? Lo originario queda sin posibilidades de traducción".

Sorín estuvo más de un año estudiando la adopción en la Argentina para escribir el guión

Luego agrega: "En los casos de niños y niñas que vivieron un tiempo con su familia de origen o en una institución algo pierde continuidad y no puede ser por ende traducido. Los otros no pueden poner palabras a lo que queda como desconocido, innombrable, y el niño o niña no puede articular en una continuidad sus primeras vivencias con las posteriores. Muchas veces se trata de dos cortes: de la madre biológica a la institución o a la familia de acogimiento y de ahí a la familia adoptiva. En estos cambios, muchas veces hay modificaciones en los modos de llamarlo, de nombrarlo".

La adopción en la Argentina

Cuando la Justicia declara la adoptabilidad de un niño o adolescente, solicita al RUAGA el envío de información sobre los postulantes inscriptos, detallando -si corresponde-ciertas características que esos postulantes deben poseer (en función de las necesidades que observa en ese niño o grupo de hermanos en particular)

Puede adoptar un matrimonio, ambos integrantes de una unión convivencial o una única persona soltera, viuda o divorciada. Aquellos que viven en CABA, por ejemplo, deben inscribirse en el RUAGA de la Ciudad.

"La reforma del procedimiento fue simple. Logramos que las personas, previo a la inscripción, asista a talleres abiertos donde se habla de la adopción y lo que es para nosotros formar una familia adoptiva. Son tres talleres que permite entender qué es la adopción y así pueden pensarlo con tranquilidad", explicó Leguizamón.

En Argentina, la mayoría de los postulantes solicita niños menores a 8 años para adoptar

El juez analiza los legajos enviados, y luego escoge a las personas o parejas que podrán transformarse en la familia de ese o esos niños con una guarda pre adoptiva que durará seis meses.

"La sensación de desamparo se torna insoportable. Aunque parezca increíble, hay niños y niñas que son reiteradamente devueltos, como si fueran paquetes que nadie quiere. La desubjetivación que esto implica, el rechazo reiterado, que los lleva a funcionamientos en los que reiteran la búsqueda de rechazo, abren otros interrogantes", concluyó Janin.

La elección de Joel

El principal temor de Sorín fue la elección del niño. "Se resolvió mágicamente. Tenía que ser del pueblo porque la legislación acepta que el niño trabaje pero no puede perder un día de clases. Entonces tenía que ser del lugar en el que estábamos filmando. Hicimos un casting y vi 100 chicos en video. Elegí tres pero ninguno me convenció", explicó el director.

Luego de conocer a los tres seleccionados, se fue con más dudas de las que llegó. "Me fui a tomar un café a una panadería y cuando pagué vi a un nenito que me miró y dije: 'es este'. Tenía una mirada salvaje pero tierna. Mientras pagué le saqué algunas fotos para analizarlo mejor. Era él. Sus ojos, su mirada. Cuando levanté la vista no estaba más. Salí, nevaba y lo vi a 100 metros corriendo y lo perdí", continuó Sorín.

Joel Noguera tiene 9 años y vive en el lugar en el que se filmó la película

"Volví con la foto a la panadería y me contaron que era Joel (la película se iba a llamar José) Se acercaba a los clientes para ver si le regalaban facturas. Lo busqué por todo el pueblo hasta que llegué a su casa. Salió un muchacho grande y me dijo que era su hermano. Pedí hablar con su mamá. Era una casa muy humilde. Dio la casualidad que su mamá estaba trabajando, en una hostería, la misma en donde yo estaba parando".

"Cuando hablé con él lo noté distante, de mirada y vida dura. Misionero. Estaba convencido que era él. Era la intuición. Comenzamos a filmar y cuando hice la primera toma lo vi bien. Pedí una segunda y noté que a él no le gustaba repetir. Quería hacer una tercera y mandé a mi asistente para que le diga. Él lo miró, levantó el dedo y le respondió: 'la última, eh'. Ahí me di cuenta no había dudas, el personaje debía ser Joel", concluyó Sorín.

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