El Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT) es el primer tratado internacional de salud pública. Con 181 firmas, es uno de los acuerdos con más adhesiones del mundo, pero Argentina está entre el 6% de los países miembros de la Organización Mundial de la Salud que nunca lo ratificó. En el país fuma el 25% de la población y mueren 123 personas por día por enfermedades vinculadas al tabaquismo.
La explicación es relativamente sencilla: Argentina nunca ratificó el CMCT por falta de voluntad política debido a la firme oposición de las provincias tabacaleras, que exportan el 80% de su producción. Pero la raíz no es otra que un mito: la falsa idea de que el convenio no es compatible con las economías regionales.
"Es una mala interpretación, porque lejos de esa postura, el convenio exige que los Estados protejan a los productores", explicó a Infobae la codirectora ejecutiva de la sede local de la Fundación Interamericana del Corazón, Marita Pizarro.
En efecto, los principales productores mundiales de tabaco, como China, India y Brasil, han ratificado el convenio. Es más: en Brasil la producción de tabaco se subsidia, al igual que Argentina. Y nada cambió desde la ratificación.
Proyecto
En diciembre del año pasado perdió estado parlamentario un proyecto para ratificar el convenio impulsado por los senadores Julio Cobos y Juan Manuel Abal Medina, de Cambiemos y el Frente para la Victoria, respectivamente. La iniciativa fue girada a las comisiones de Relaciones Exteriores y Salud. La primera de ellas era y sigue siendo presidida por el ex vicepresidente, que paradójicamente nunca lo puso en discusión. Todas las fuentes consultadas coinciden en que hubo una gran presión del lobby tabacalero para que no se trate.
Ante ese vacío, la senadora rionegrina Silvina García Larraburu reimpulsó el proyecto, que volvió a ser girado a las mismas comisiones, donde sigue esperando. Entre los activistas hay pocas esperanzas de que prospere. Incluso ayer algunos especulaban con que el Ministerio de Salud había suspendido el acto por el Día Mundial Sin Tabaco por la falta de apoyo político.
Políticas concretas
Al tabaco se lo combate con políticas públicas. Por eso la industria tabacalera ha apoyado históricamente las campañas de concientización: porque sencillamente son las menos eficaces. Entre esas políticas de probado efecto hay dos que se destacan: la prohibición absoluta de publicidad y el aumento de precio.
En Argentina, sin embargo, hay cuatro provincias que todavía no ratificaron los ambientes 100% libres de humo, que es una discusión vieja, de los 90, ya superada en el mundo. Las cuatro provincias son productoras de tabaco: Jujuy, Salta, Catamarca y Corrientes. En su momento, la industria tabacalera había alegado que los hoteles se iban a quedar sin turistas y que los restaurantes se iban a vaciar. Los pronósticos catastróficos no ocurrieron.
Algo similar pasó con las prohibición de la publicidad: la industria usó a las agrupaciones de kiosqueros para vaticinar la muerte de los kioscos en el país, algo que naturalmente no ocurrió. Ahora bien, ahí está parte del debate sobre el Convenio Marco para el Control del Tabaco: la ley argentina tiene algunas excepciones a la prohibición de publicidad que no contempla el tratado internacional, entre ellas, la publicidad en los puntos de venta.
Algunas provincias dieron un paso más y prohibieron esa excepción. Son cinco: Santa Fe, San Luis, Santa Cruz, Neuquén y La Pampa. Nada de que lo que predijo la industria tabacalera ocurrió: los kioscos no se fundieron. No obstante, los cinco distritos todavía permiten la exhibición del producto que ha sido usada por las tabacaleras para convertir las bateas en enormes publicidades de colores y luminosas.
La excepción es Tierra del Fuego, que a fines del año pasado prohibió la publicidad y la exhibición de cigarrillos en los kioscos. La ley todavía no fue reglamentada, pero será el primer distrito en cumplir con lo que dictamina el CMCT.
Muertos al por mayor
En Argentina fuma una de cada cuatro personas, según la encuesta nacional que el Ministerio de Salud realiza cada cuatro años. La última fue en 2013 y se espera que el mes que viene se empiece a hacer una prueba piloto de lo que será la próxima edición, cuyos resultados estarían en 2019.
De acuerdo al último muestreo, el consumo se está desplazando de hombres a mujeres, fundamentalmente entre los adolescentes, y de los sectores de altos ingresos a los de más bajos recursos. Se trata de un movimiento que la epidemia de tabaquismo ha tenido en todo el mundo.
Las cifras coinciden en parte con las de un reciente estudio de Poliarquía Consultores y Prosanity Consulting, que dejó otros datos a tener en cuenta. En primer lugar, que la enorme mayoría de los fumadores que ha intentado superar su adicción lo ha hecho por afuera del sistema de salud. Apenas el 20% pidió ayuda de un profesional. Y 9 de cada 10 argentinos que vencieron al tabaquismo no recurrieron a la medicina, aunque el estudio no menciona el apoyo psicológico entre las variables.
Lo cierto es que fumar sigue siendo un enorme problema y caro para todos: para el fumador, para la sociedad y para el Estado. El dinero que se genera a través de los impuestos, según varios estudios, no alcanza a cubrir los gastos que provocan en el sistema público de salud la atención de las enfermedades vinculadas al tabaquismo.
El cultivo de tabaco, a su vez, sigue siendo subsidiado, pese a que las condiciones de trabajo y ganancias de los pequeños productores siguen siendo nefastas y pese a que no hay programas de reconversión. En ese marco, el círculo del tabaquismo sigue teniendo un solo ganador: un concentrada industria tabacalera que por ahora sigue muy lejos de las miradas público. Se sabe: el lobby tabacalero en Argentina pisa fuerte, pero trabaja en silencio.