La verdad de Marlboro, el chocolate, la orina y la radiación: 8 cosas que las tabacaleras no quieren que sepas del cigarrillo

¿Por qué los cigarrillos tienen azúcar? ¿Fumarías pis? ¿Los cigarrillos light son menos nocivos? Algunas respuestas que las tabacaleras no quieren que se conozcan.

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El humo de tabaco tiene unos 7 mil químicos. Es el resultado de la combustión del tabaco, el papel, la colilla, la tinta y los por lo menos 600 aditivos que las tabacaleras agregan para que el cigarrillo sea más adictivo. En ese menjunje de radiación, metales pesados y sustancias tóxicas hay muchos secretos que la industria tabacalera ha ocultado deliberadamente.  

Chocolate en el tabaco: no es solo una cuestión de sabor

El cacao puede superar el 1% del peso de los cigarrillos. Las tabacaleras alegan que lo agregan al tabaco para darle sabor, pero el secreto está en que la teobromina funciona como un broncodilatador. ¿La consecuencia? Las pitadas pueden ser mucho más profundas, lo que permite que llegue más nicotina a los alvéolos.

La verdad del boom de Marlboro

Cuando al tabaco se le agrega amoníaco se logra un humo más alcalino. Esto permite que atraviese más fácilmente la membrana que recubre el cerebro y por ende aumenta la absorción de nicotina. Muchos investigadores creen que el crecimiento de Marlboro en los años 70 no se debe solo a una impresionante campaña de marketing, sino también a que comenzó a utilizar esta tecnología.

Un detalle: los cinco actores que interpretaron al "hombre Marlboro" murieron por enfermedades vinculadas al tabaquismo. Wayne McLaren, David Mac Lean y Richard Hammer fallecieron de cáncer de pulmón, Eric Lawson padeció una obstrucción pulmonar crónica y David Millar sufrió un enfisema.

¿Por qué el cigarrillo tiene azúcar?

El principal aditivo de algunas marcas de cigarrillos es el azúcar. Las tabacaleras aseguran que su objetivo es saborizar el tabaco para mermar su amargura, pero unos documentos confidenciales de Philip Morris prueban que la compañía realizó en 1983 experimentos con ratas que probaron que la nicotina y el acetaldehído interactúan en el sistema nervioso central de manera sinérgica, maximizando varias veces la capacidad adictiva del tabaco.

El problema no es solo ese. En su afán de crear un cigarrillo más adictivo la industria tabacalera desarrolló un producto aún más tóxico. Una investigación publicada en 2007 en la revista Food and Chemical Toxicology demostró que "muchos compuestos tóxicos del humo, incluyendo cancerígenos, se generan a partir de azúcares". En particular, concluyó que "aumentan el nivel de formaldehído, acetaldehído, acetona, acroleína, y 2-furfural". En otras palabras, demostró que el azúcar que las tabacaleras agregan para que el tabaco sea más adictivo lo vuelve más cancerígeno.

Mentol para engañar a los fumadores

Una de las claves para que los fumadores puedan tragar el humo del tabaco es el mentol. Si no estuviera presente, el efecto abrasivo del humo haría que se irrite la garganta y el fumador no pare de toser todo el tiempo. Por eso las tabacaleras agregan mentol a todos los cigarrillos, no solo a los mentolados: para que la garganta se duerma y los síntomas del tabaquismo no queden expuestos con cada calada.

Humo radioactivo

El humo de tabaco tiene polonio-210 y plomo-210, dos sustancias radioactivas capaces de provocar cáncer. Philip Morris y British American Tobacco lo saben desde 1959, pero lo mantuvieron oculto.

La industria tabacalera investigó el impacto en los fumadores de las partículas alfa que emite el polonio-210. ¿La conclusión? Entre el 12 y 14 por ciento de las muertes asociadas al tabaquismo son por la radiación.

Lo perverso de estas revelaciones es que, de acuerdo con una rigurosa investigación que se conoció hace una década, en los años 80 se descubrió que el lavado con ácido permite eliminar el polonio radiactivo de las hojas de tabaco, pero no se aplicó porque hacía que los cigarrillos sean menos adictivos, ya que el ácido ioniza la nicotina y hace que disminuya la capacidad del cerebro de absorberla. A su vez, en 1976 British American Tobacco (Nobleza Piccardo en Argentina) desechó la posibilidad de aplicar otra técnica conocida como hidroponía porque era muy costosa.

Metales pesados

Un ejercicio interesante para dimensionar el daño que produce el tabaquismo es apelar al uso industrial de algunas de las sustancias presentes en el cigarrillo. El arsénico, por ejemplo, se utiliza en venenos para ratas e insectos. Con el mercurio se crean termómetros y con el níquel se fabrican baterías. El plomo está presente en algunas naftas. Y con el cromo se hace el acero inoxidable. Todos son extremadamente tóxicos.

El mito del cigarrillo light

Ya en los 50, pero fundamentalmente a partir de la década siguiente, las tabacaleras comprendieron que no debían centrarse exclusivamente en conseguir nuevos clientes, sino también en retener a los que estaban preocupados por su salud. La respuesta de la industria fueron los cigarrillos light.

La táctica publicitaria estuvo acompañada de nombres fuertes (Life, Fact, Vantage, Merit) y envases de color claro que daban la sensación de higiene y seguridad. Y así aparecieron publicidades como las de True, que proponían dejar de fumar o fumar cigarrillos light.

Pero la trampa no es solo publicitaria: los estudios de las propias tabacaleras demostraron que fumar cigarrillos light no es menos nocivo. La explicación es muy sencilla: aunque están diseñados para generar menos alquitrán, el que cambia de cigarrillos regulares a light suele modificar su manera de fumar para inhalar la misma cantidad de sustancias tóxicas y equilibrar su adicción. Hay mecanismos inconscientes que lo regulan.

Por otra parte, la industria tabacalera intentó crear cigarrillos que engañen a las máquinas que se usan para medir las inhalaciones. Es lo que se llamó el "problema Barclay", una marca que había lanzado B&W con un diseño especial y en la que gastó millones de dólares en una de las campañas publicitarias más caras de las historia.

¿Fumarías pis?

El cuerpo elimina cada día entre 25 y 398 gramos de urea a través de la orina. Se trata de una sustancia tóxica que se produce cuando se metabolizan las proteínas. Las tabacaleras la sintetizan de manera artificial y la colocan en los cigarrillos. Aunque todavía no está muy claro por qué lo hacen, se piensa que la suma de fosfato diamónico y urea aumenta la retención de nicotina.

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