Se lo ve ilusionado y orgulloso. A pocos días del estreno de la tercera temporada de "Ambiente y medio" –que regresa a la pantalla de la Televisión Pública el sábado 12 de mayo a las 18– se conoció que el ciclo está nominado una vez más para los premios Martín Fierro en el rubro programa cultural y educativo.
El reconocido biólogo y periodista ambiental Sergio Federovisky dialogó con Infobae sobre los desafíos que enfrenta, entonces, ante una nueva temporada al mando del único programa sobre ecología que tiene en la actualidad la televisión local de aire. Y también sobre algo que va en paralelo: los principales problemas ambientales que tiene, como una gran deuda pendiente, la Argentina.
"Es muy desafiante porque, por un lado, está el orgullo que significa estar tres años seguidos en la televisión abierta haciendo el único programa de ecología. Al mismo tiempo esto es una paradoja porque se supone que a todo el mundo le preocupa el tema y, sin embargo, hay una sola manifestación periodística en la televisión abierta, que es la nuestra. Esto nos carga de mucha responsabilidad", afirma.
"La otra paradoja es que los temas son siempre los mismos. Esto da la sensación de que hay algo que no se resuelve, sobre lo cual no se trabaja. No puede ser que yo esté hablando sobre el Riachuelo durante treinta años. Y esa es una parte de la realidad de la cuestión ambiental en la Argentina que genera cierto desasosiego", reflexiona Federovisky, uno de los referentes más importantes del país en temas vinculados con la ecología, quien trabaja en la materia desde hace más de tres décadas.
–¿Cómo vivís el hecho de mostrar estos temas en una pantalla como la de la Televisión Pública? ¿Creés que en este sentido tenés que hacer un trabajo distinto, algo vinculado con la educación?
–La Televisión Pública está haciendo, creo yo, lo que tiene que hacer. Es decir, poner en la pantalla aquellos temas que son centrales, medulares para una sociedad, como lo son la cultura y el arte, entre otros. El medio ambiente es un tema medular para una sociedad, para reflexionar, para pensar, para tomar conciencia, para demandar, para exigir, para lo que fuese. Y yo creo que la Televisión Pública está haciendo lo correcto en ese punto.
–¿Hablás de todos los temas, incluidos los que atañen a políticas ambientales del Gobierno?
–Sí, con libertad absoluta. Esto también es destacable, porque podemos –y de hecho lo hacemos– señalar incluso cosas con las que no estamos de acuerdo en la marcha del Gobierno en el manejo de la política ambiental. Hemos hablado de la minería a cielo abierto, de la soja, de la fumigación. Es decir, de todos los problemas que le preocupan a la gente. Está claro que, también porque es la pantalla de la TV Pública, tiene que haber un piso de rigor, desde el punto de vista periodístico y de mensaje de concientización y de formación ciudadana en relación al medio ambiente, porque es la pantalla del Estado en definitiva.
–A dos años y medio de gobierno de Mauricio Macri. ¿Cómo ves la agenda en los temas ambientales? ¿Cuáles son las cuentas pendientes?
–Creo que la agenda es muy preocupante y me parece que lo más preocupante es que excede a una gestión de gobierno. El problema de la Argentina en relación a las cuestiones ambientales por supuesto es lo que cada uno de los gobiernos puede ir haciendo. Pero básicamente el gran problema es que el Estado en su conjunto, incluso los tres poderes del Estado, no ha dimensionado que el tema ambiental es un tema muy acuciante, muy demandante en términos del futuro que puede llegar a tener el país. Y, además, es un tema que hoy a la sociedad le preocupa sobremanera.
–¿Y el Estado no lo toma así?
–Creo que hay cierto grado de subestimación por parte del Estado, en su conjunto, respecto de en qué lugar de la agenda tiene que estar la cuestión ambiental. La clase política sigue pensando la cuestión ambiental de manera secuencial. Es decir, primero resolvamos los problemas de necesidades básicas, luego resolvamos problemas de la educación y luego, más tarde, ocupémonos de cuestiones ambientales porque parecen ser relativamente superfluas. Y yo creo que está demostrado que indudablemente no es así. No solo desde la percepción de la propia sociedad. Los conflictos ambientales hoy existen: desde Esquel, San Juan, Córdoba, el Riachuelo. Y la sociedad está demandando un desarrollo armónico en términos ambientales. La sociedad, para decirlo vulgarmente, no quiere comer al lado de un río putrefacto. No quiere que se les satisfaga el derecho a la alimentación y a la vestimenta al lado de un lugar donde no puede respirar.
–En este sentido, esta preocupación que decís que tiene la sociedad, ¿se refleja en actos cotidianos? ¿Cómo ves eso en los argentinos?
–Yo siempre digo que la conciencia individual no necesariamente, en términos aritméticos, conforma después la conciencia colectiva. Y ahí es donde está el papel del Estado y el papel de las organizaciones no gubernamentales de manera determinante para hacer que la conciencia que cada uno de nosotros va adquiriendo, desde separar la basura hasta ahorrar luz o agua, sea operativa, tenga un sentido y no caiga en saco roto. Y que entendamos que lo que nosotros hacemos va a tener una finalidad concreta, que va a ayudar a mejorar realmente las cosas en términos colectivos.
–¿Planteás eso desde el programa de tevé?
–Nosotros desde el programa nos planteamos un desafío. Para la tercera temporada decidimos pasar a la acción. ¿Qué significa esto? Todo lo que contamos en Ambiente y medio, vamos a tratar de llevarlo a acciones concretas a través de una fundación que creamos, en la cual participo yo, participa Guillermo Andino y otros. Estamos sumando mucha gente para que podamos unir piezas y ayudar a que ciertas cosas que denunciamos y mostramos como anomalías en un programa de televisión, en nuestra condición de comunicadores, luego puedan tener un reflejo en una acción concreta para solucionar esa cuestión.
–¿Ya hicieron alguna acción?
–El año pasado iniciamos con una pequeña actividad y fue muy gratificante para nosotros. Mostramos en "Ambiente y medio" una aberración, que era que la Isla Martín García tiene un basural a cielo abierto. Viven 150 personas y tiene un basural a cielo abierto con ratas del tamaño de un gato. Trabajamos en conjunto con el CEAMSE, con el organismo ambiental de la provincia de Buenos Aires, con algunas empresas privadas para erradicar ese basural. Y eso fue un motivo de orgullo porque fue la primera acción de la Fundación Ambiente y medio. Entonces cubrimos las dos partes: por un lado denunciamos, mostramos, y al mismo tiempo ayudamos a accionar y no quedarnos solamente en la lógica de la denuncia.
–Una de las noticias ambientales de la semana es la aprobación en la Legislatura porteña de la incineración de basura. ¿Cuál es tu visión sobre este tema?
–La Argentina tiene un problema serio con la basura. La Argentina en su conjunto, no solo la Ciudad de Buenos Aires. Ocho de cada diez ciudades en la Argentina tiran la basura en un pozo y la queman. Hay tres mil basurales a cielo abierto en el país, en un país donde el 90 por ciento de la población vive en ciudades. Por lo tanto hoy el problema ambiental principal de la Argentina es la basura. Lo que creo es que esto está mal planteado desde la política. Discutir la incineración en sí misma puede tener sentido pero es como discutir una tecnología. ¿Cuál es la más apta? ¿Es la incineración, con determinados parámetros de control, como ocurre en Europa? ¿Son los rellenos sanitarios con determinados parámetros tecnológicos como todavía ocurre en Estados Unidos, donde tienen tierra suficiente como para eso? En definitiva esto es empezar por el final de la historia.
-¿Y cuál es el principio de la historia?
–El problema acá es de un proceso de ausencia de políticas públicas desde el Estado nacional, pasando por las provincias y hasta llegar a los municipios, para que se pueda generar una política estructural y de Estado en el manejo de residuos en la Argentina. Y que sea uniforme para todo el país. El gran problema es que cada municipio hace más o menos lo que puede. O lo que quiere. Tapa la basura abajo de la alfombra y no puede resolver los problemas. Aquellos municipios como la Ciudad de Buenos Aires, que tienen mejores condiciones económicas, o le llevan el residuo a la provincia de Buenos Aires para que hagan con eso lo que puedan o finalmente terminan ofreciendo alternativas que, insisto, son simplemente tecnologías. La incineración es una tecnología más ofrecida en el mercado para resolver el tema de la basura. El problema es de política, no de tecnologías.
–Entre otros, el problema del Riachuelo pareciera no tener fin. ¿Falta voluntad política?
–Claramente el tema del Riachuelo parece no tener fin. Pero, más allá de la impericia particular de algunas instituciones, en este caso ACUMAR o las dificultades presupuestarias, entre otras cosas, es una vez más la demostración cabal de que la Argentina no tiene política pública en materia ambiental. No tiene dispositivos para plantearse a qué quiere llegar. Si quiere llegar, por ejemplo, a un Riachuelo que cumpla otra función en el seno de la sociedad, como ha ocurrido con el Támesis, con la ría del Nervión en Bilbao. Hay ejemplos, pero hay que rediscutir la relación entre la sociedad y la naturaleza en el área metropolitana de Buenos Aires. Esto que parece el título de una tesis es lo que hay que hacer.
–Explicanos esa tesis.
–Hay que sentar a todos los actores y definir políticas. Definir políticas es decir "yo quiero que el Estado Argentino pueda resolver el tema de los basurales a cielo abierto en la cuenca Matanza-Riachuelo". Esto no ha sido nunca discutido de este modo. Y en tanto no se discuta así, y no se ponga la proa en cumplir con objetivos y en disponer los recursos y la política para eso, vamos a seguir lamentándonos sobre el Riachuelo. Porque la Corte Suprema de Justicia puede dar todas las órdenes y todas las sentencias que quiera -y está bien que lo haga-, pero eso no se traduce en políticas. Porque la política se hace desde el Poder Ejecutivo. Y el Poder Ejecutivo ha hecho maquillaje y cosmética en términos generales para "hacer como que". Pero no tiene la disposición y el compromiso para modificar esa realidad. Y lo que hay que hacer es eso, darlo vuelta, claramente.
–¿Estas cuestiones no son redituables, por así decir, electoralmente? Porque hay una urgencia real, que es que los temas ambientales afectan directamente la vida de las personas.
–Indudablemente. Pero todavía pareciera que así como se toma esta idea secuencial de que la cuestión ambiental es casi un lujo que se dan las sociedades una vez que la gente come y se viste, del mismo modo se interpreta que lo ambiental no da votos. Y como no da votos, bueno, me ocupo de otras cosas que se pueden mostrar más. Es una discusión sin sentido porque, para mí, la clase política no tiene que llevar adelante sus mandatos en función de la cantidad de votos que obtenga sino de los compromisos políticos que adopte y fundamentalmente de su coherencia con la ética de la época.
–Y esta época esta marcada por lo ambiental.
–Sí, esta época, le guste a quien le guste o no le guste a quien no le guste, está signada por lo ambiental. El siglo XXI es el siglo del medioambiente, en términos de la ética y de la humanidad. Por lo tanto, hacer cosas que van en contra de esa ética, o no acompañar los resultados que hay que obtener para cumplir con ese mandato ético, empobrecen a la clase política.
–¿Esto es algo regional en Latinoamérica? ¿Hay experiencias más interesantes en otros países?
–Hay experiencias interesantes. Yo creo que la Argentina tiene un atraso particular muy grande en este tema. De hecho, la Argentina fue el último país de América Latina en crear un Ministerio de Medio Ambiente. ¡El último! Y esto que indudablemente hoy parece una buena noticia también en el contraste lo que está mostrando es que hay dificultades de la Argentina para asimilar la temática ambiental más allá del discurso, más allá del reto al ciudadano para que haga lo que el Estado no hace. No es ni mucho más difícil ni mucho más sencillo que eso. Es simplemente definir política pública lo que implica tener una meta y disponer aquellas herramientas e instrumentos para llegar a esa meta. Eso el Estado argentino claramente no lo ha logrado hacer.
–¿Qué se podrá ver en el primer programa de la nueva temporada de "Ambiente y medio", que ha sido nominado al Martín Fierro esta semana?
–Es un orgullo en lo personal y para todo el equipo que hace "Ambiente y medio" estar nuevamente nominados a mejor programa cultural y educativo para el Martín Fierro. Pero además me parece que es un orgullo para la temática. Porque hubiera sido impensable hace 10 o 15 años que APTRA premiara o nominara a un programa de ecología. Porque no estaba en la agenda, no estaba en la subjetividad de nadie. ¿Qué vamos a ver el sábado a las 18 en la TV Pública? Tenemos algunas sorpresas que están apuntando a tener la mejor calidad televisiva. Creo que uno de los problemas que ha tenido el discurso ambiental es que no ha estado a la altura en la calidad de factura en términos de diseño, de imagen. Tenemos que hacer el mejor programa de televisión posible. Eso no tiene por qué ser aburrido, no tiene por qué ser un sermón y no tiene que ser algo que no tenga la calidad televisiva que debe tener. Si lo logramos o no va a depender de nuestras limitaciones.