Pregunta retórica: ¿a dónde van los pacientes psiquiátricos cuando llueve?
Las precipitaciones casi incesantes del fin de semana pasado forzaron a las autoridades del Hospital Psiquiátrico Alejandro Korn de La Plata, históricamente conocido como "Melchor Romero" a evacuar a 49 mujeres internadas en la sala de agudos y subagudos a otro sector entre pasillos llenos de agua. Los 24 hombres en el sector de agudos del Romero, psicóticos, esquizofrénicos, algunos con diversos grados de retraso mental, no tuvieron a dónde ir: se quedaron en donde estaban entre vidrios rotos y agujeros en techo.
Las cámaras sépticas se habían llenado por la lluvia y rebalsaban con residuos cloacales. El lugar ya estaba sobrepoblado de por sí; algunos tuvieron que compartir camas, otros tuvieron que echarse en colchones sobre el piso mojado. El inodoro en el lugar estaba cubierto hace días con una costra de heces, había filtraciones con riesgo eléctrico, partes del cielorraso desprendido, revestimientos color crema que colgaban del techo.
Ser un paciente agudo en un hospital psiquiátrico, por otra parte, implica cierta vulnerabilidad: son aquellos recientemente admitidos luego de una crisis o un punto crítico, fuertemente medicados. Testimonios de inspecciones apuntan a lazos de restricción en las camas para atarlos.
La lluvia, para la institución de más de 130 años que hoy alberga a poco más de 500 pacientes y que recibe casos de la zona de La Plata y Berisso, fue demasiado. Ayer por la mañana, el Centro de Estudios Legales y Sociales presentó un nuevo recurso de amparo ante el Juzgado en lo Contencioso Administrativo N°3 de La Plata a cargo del doctor Francisco Terrier. El pedido expreso del CELS: que no se admita en el Romero a un solo paciente más hasta que la situación no mejore. Los términos en el recurso de amparo fueron drásticos: "grave situación existente de vulneración", "situación edilicia gravísima". El organismo acompañó su pedido con pruebas, las fotos que ilustran esta nota.
El CELS, por otra parte, no está solo en su reclamo. Nilz Melzer, relator especial de Naciones Unidas en cuestiones de torturas y tratos y penas degradantes, visitó el sector de agudos del hospital durante su misión oficial en la Argentina a mediados del mes pasado.
Lo que reflejó Melzer fue lapidario: "Los pacientes se encuentran sometidos a condiciones degradantes que resultan incompatibles con la dignidad humana. El edificio que los alberga literalmente se cae a pedazos. Las instalaciones sanitarias están rotas, los baños sucios e inundados… Los pacientes que están en condiciones de hacerlo ayudan a aquellos con discapacidades más severas a cambiar sus pañales", aseguró el relator en un informe que el CELS citó en su recurso de amparo remitido al juez Terrier.
Para Melzer, la situación es terminal: el sector de agudos, tal como está, "no puede repararse y debe cerrarse."
El llamado de atención por el estado crítico del sector de agudos del Romero no es algo nuevo. El CELS presenta reclamos por la condición del hospital en el Juzgado Contencioso Administrativo N°3 desde fines de 2014, con protestas como ollas populares luego de detectar comida en mal estado. Se conformó una mesa de trabajo permanente en la que se sientan también las autoridades del hospital, así como autoridades del Ministerio de Salud.
La última reunión de la mesa tras las lluvias, pocos días antes de la presentación del recurso de amparo de esta semana, incluyó una terrible particularidad: "Un paciente de casi 30 años se escapó por un hueco, corrió hacia la calle y murió electrocutado por un cable. Estaba en el mismo sector que buscamos cerrar. Ese paciente estaba al cuidado del hospital y del Estado, no puede pasar algo así", aseguró Macarena Sabín Paz, psicóloga y coordinadora de salud mental del CELS: "Necesitamos que las autoridades entiendan que no se pueden admitir pacientes nuevos hasta que haya condiciones dignas", afirma tajante.
El tiempo puede ser largo en el Romero. Las mujeres lo sufren particularmente. A fines de 2017 había 526 pacientes en el hospital, 217 femeninos con un promedio de 25 años de encierro. Las mujeres representaron un tercio de las casi 300 admisiones hechas en 2016. Solo 26 de ellas llegaron de forma voluntaria. Se repiten los mismos diagnósticos que en los hombres, psicosis, esquizofrenia, diversos grados de retraso mental.
Algunas historias recopiladas por Sabín Paz en sus visitas son abismales, como la de Jessica, de 24 años, internada hace tres, abusada en un instituto de menores, madre de un bebé de dos al que no vio durante un año. El médico que realizó su parto le ligó las trompas sin su consentimiento, tras una decisión judicial en la que Jessica no fue ni siquiera consultada.
Una mujer internada al menos desde 1997 había sido estudiante de derecho: tras 20 años de encierro había perdido casi totalmente la capacidad de leer.
Los enfermeros del lugar de cara a la sobrepoblación suelen hacer que los pacientes duerman juntos para compartir camas, lo que lleva a evidentes situaciones sexuales "que el propio personal médico luego censura", dice Sabín Paz.
La sobremedicación como aparente norma, el paciente psiquiátrico hipercargado de pastillas, dice la psicóloga del CELS, es otro problema crucial. Una paciente, asegura, le susurró al oído: "Me inyectaron tanto que no puedo sentir las piernas". El amparo presentado ante el Juzgado N°3 habla de hombres tan medicados que su habla se vuelve casi inaudible. El relator de la ONU aseveró en su reporte: "Para superar el problema de escasez de personal supuestamente se obliga a algunos pacientes a tomar medicación en exceso, incluidas pastillas para dormir".
Sabín Paz asevera: "Buscamos evaluar la situación de medicación de cada paciente a través de un comité. Se combinan psicofármacos, podés tener tres o cuatro antipsicóticos combinados, anticonvulsivos. El paciente que molesta, que llama la atención, que exige atención, que se hace oír, es medicado en exceso. Creemos que hasta se dan fármacos para aquietar los deseos sexuales, otra muestra de censura de la sexualidad de los pacientes. El término en las historias clínicas es 'adaptado'. ¿Cómo podrías adaptarte a esta situación?"
Fuentes en el Ministerio de Salud de la provincia, del que depende el Melchor Romero, aseguran que ya "se gastaron" más de 100 millones de pesos" en reparar varios sectores del hospital psiquiátrico y que el nuevo servicio de pacientes agudos comenzará a construirse en octubre de este año con licitaciones ya abiertas. El Melchor Romero, hasta que el juez Terrier no se expida sobre el recurso de amparo, se ve obligado a recibir pacientes "para derivarlos a otros centros de salud, psiquiátricos o polivalentes tras evaluaciones." El método terapéutico, por lo pronto, no cambiará. Sabín Paz responde: "Esto es un parche. Mañana el Romero va a tener un lindo pabellón de agudos, pero los problemas van a seguir. Hay que salir del modelo de manicomio para tratar pacientes psiquiátricos."
El eco de la vieja Colonia Montes de Oca es evidente. Mientras tanto, otros centros estatales de salud mental ya se ven involucrados en problemas graves. En marzo de este año, una paciente de 18 años del Hospital Álvear denunció que fue violada por un empleado de limpieza en una sala dentro del psiquiátrico: el empleado fue detenido poco después por la Policía de la Ciudad.