Gonzalo "Patón" Basile se tatuó su nombre en el antebrazo izquierdo cuando era muy joven. Con los años, ya no queda registro de aquel tattoo.
Sus piernas están plagadas de imágenes de los Simpson o del Hombre araña, por pedido de su hijo menor, también Gonzalo. La nariz, quebrada varias veces, tampoco se salvó de los dibujos que le hicieron los expertos en arte corporal.
No tiene rubor de llevar grabada una pistola sobre la oreja derecha.
En el frente y el dorso del jogging verde –color de Camioneros- puede leerse una frase de la que se siente orgulloso: La vida por Hugo Moyano.
Vive a tres cuadras del gimnasio de Huracán, suele caminar por el barrio con su mujer, que casi como un contraste es petisa, y con su hijo Gonzalo.
Después de entrenar, va a la esquina de Corrales Viejos y Caseros, para conversar de política con una barra de veteranos históricos del barrio.
Habla con Infobae de todo un poco y dice, por primera vez, que su abuela fue Madre de Plaza de Mayo.
-¿Por qué Patón?
-Cuando empecé a trabajar en la recolección de residuos calzaba 47. En ese entonces estaba de modo la serie Pie grande. Entonces los muchachos me llamaban Pie grande, Pie grande… hasta que un compañero dijo: "¡No, este es patón!". Desde entonces soy Patón, nadie me dice Gonzalo salvo mi papá y mi mamá. Así fue… y hoy en día calzo 49.
-Los dos metros, ¿vienen de herencia?
-Mi viejo es grandote, mi vieja por ser mujer también es grandota. Pero no son tanto como para que yo haya salido así. De los cinco hermanos yo soy el más grandote.
-¿Por qué la vida por Hugo Moyano?
-Porque creo que Moyano como dirigente sindical también da la vida por nosotros, los trabajadores. Entonces creo que es una devolución, un acuerdo mutuo, dar la vida por otro. Dar la vida no es algo malo, como a veces interpretan algunos, que te dicen "¡ah, entonces vos matarías…!".
-¿Y qué es entonces?
-Yo creo que la vida se da de muchas formas, luchándola, estando al pie del cañón, acompañar a los trabajadores cuando tienen que pelear el salario o hay un conflicto donde hay despidos, como lo hace Moyano.
-¿Creés Moyano da la vida por los trabajadores?
-Él se pelea con muchos empresarios a la hora de pelear paritarias. A él lo matan mediáticamente. La suya es una manera de dar la vida por los trabajadores. Creo que yo también daría la vida por él. A veces me fui de mi casa para acompañar una marcha, un corte o un piquete por una causa justa, a asambleas de empresas, a acompañar una huelga. Yo estoy al pie del cañón en la lucha sindical. Esa es una forma de dar la vida por el Sindicato de Camioneros y por Hugo Moyano.
-Sos boxeador, tenés tatuada una pistola en la cabeza y mucha gente cree que voy llegaste a Camioneros más por ser un grandote que mete miedo que por tu actividad laboral. Vos decías recién que cuando eras joven empezaste como recolector de basura…
-Yo llego a la actividad cuando nace mi hija. El 1 de octubre del 92, hace más de 25 años, empecé a trabajar en la recolección de residuos en Lomas de Zamora, donde nací y me crié. En aquel momento me afilié al Sindicato de Camioneros, estaba por cumplir 18 años.
-¿Por qué te afiliaste?
-De pibe ya me interesaba todo lo relacionado con los derechos de los trabajadores, con las luchas sindicales. Iba a las reuniones del gremio en la calle San José, en Constitución, escuchaba cuando hablaba Hugo, después apareció Pablo, el hijo. Eran los años 90, una época complicada para el trabajador, más o menos parecida a la que estamos viviendo ahora. Y por entonces, si había que hacer paro, yo lo hacía. Como en todos lados, había los típicos carneros, los que tienen miedo de perder el trabajo, que son el resultado de lo que inculcan algunos empresarios gorilas… Yo iba a los lugares de trabajo, lo acompañaba a mi delegado.
-¿Y el boxeo?
-Yo entrenaba como amateur y no podía dedicarme de lleno al boxeo. Todas las mañanas corría atrás del camión de la basura…, se pueden imaginar el estado físico que te da ese trabajo. Y a la tarde, cuando había posibilidad, hacía otro turno para que me rindiera un poco la plata. Si me quería convertir en profesional necesitaba el permiso gremial para dedicarme de lleno. Y así fue, lo pedí, le metí garra el boxeo y logré seguir en mi sindicato y en mi deporte. Durante años, y todavía, entreno doble turno acá en Huracán donde entrenaba el legendario Ringo Bonavena. A la mañana hago la parte física, a la tarde vengo a hacer guantes, bolsa… Y esto lo puedo hacer gracias al Sindicato de Camioneros y a Hugo y Pablo Moyano.
-Vos decís "La vida por Moyano"… y esto surge de una consigna de la época de proscripción del peronismo, donde la consigna era "La vida por Perón"… En estos años de democracia, con tanta presencia de los medios, ¿no creés que este lema puede gustarle a algunos pero que muchos otros le echan flit…?
-Sí. Y por eso soy cuestionado por distintos medios, distintos periodistas. Pero es lo que siento, y uno nunca tiene que ir para atrás con los sentimientos y con los ideales. Y yo lo hice ayer, lo hago hoy y lo haré mañana, pasado… Yo traigo este jogging verde con la consigna "La vida por Moyano" todos los días a Huracán y lo llevo por la calle, con este jogging me siento en el café de Corrales Viejos y Caseros o en cualquier lugar donde me junto con amigos.
-En esa campera llevás el escudo del Justicialismo, ¿vos sos peronista desde la cuna?
-Soy peronista por mis propias conclusiones, por mi propia decisión de acompañar el peronismo. Siempre me gustó leer, vi muchos documentales de esa época, como Sinfonía de un sentimiento de Leonardo Favio. Y uno de los que me inculcó este deporte era delegado del Sindicato de Ceramistas. Y me gustaba oír el ruido de los bombos cuando había una protesta que pusiera sobre la mesa los derechos de los trabajadores.
-¿Qué te acercó al PJ?
-El peronismo es el que más benefició a los de la clase baja, a los obreros y también a la clase media. Desde cuando estaban Perón y Evita. Por eso soy peronista de Perón y Eva Perón. Es cierto que hoy muchos levantan el escudo y el nombre, pero están lejos de los ideales de ellos.
-¿El peronismo viene de tu papá y tu mamá?
-No. Al contrario. Mi viejo, mi vieja, toda mi familia vienen del Radicalismo. Yo era chico y cuando tenía ocho o nueve años mi papá me llevaba a las concentraciones que apoyaban a Raúl Alfonsín. Fui con él a la Plaza de Mayo cuando fue el levantamiento Carapintada de la Semana Santa de 1987. Fue cuando Alfonsín dijo "la casa está en orden".
-En ese entonces vivías en Lomas de Zamora, ¿no?
-Sí, vivíamos cerca de donde estuvo el Pozo de Banfield, a cuadras del Camino Negro…
-¿Y tu familia tenía registro de que el Pozo de Banfield era un centro clandestino de detención?
-Vean, se los voy a contar a ustedes aunque no es un asunto que me guste abordar en los medios… Yo soy sobrino de un desaparecido, Daniel Vicario. Su nombre está en un libro de la historia del movimiento obrero. Mi mamá, hermana de Daniel, siempre me hablaba de él. Mi tío era delegado y un día llegaron unos autos a la casa de mi abuela, se llevaron sus pertenencias y nunca más, hasta el día de hoy… Mi abuela fue Madre de Plaza de Mayo. Ella buscó a su hijo por todos lados.
-Saltando a la actualidad, ¿qué pensás de lo que dicen que es la grieta?
-(Suspira) Creo que estamos muy divididos. Acá hay una grieta fulera, se la respira en la calle. Y la alimenta el actual gobierno. A este gobierno le conviene la grieta y la única forma que tiene el peronismo para volver a ganar las elecciones es dialogando y estando juntos.
-Vos decías que andás siempre por el barrio, en Parque Patricios… Hace casi dos años, según salió en varios medios, tuviste una trifulca y te acusaron de haber sido agresivo con tu propia esposa…
-Yo no puedo pasar desapercibido ni aunque quiera, por la altura, los tatuajes. Acá en el barrio todos saben quién soy. Pero, claro, mi imagen está ligada a Moyano, a Camioneros… Entonces a veces usan a los que estamos más expuestos para pegarle indirectamente a Hugo. Lo que pasó esa noche fue que mi mujer y yo tuvimos un problema con una chica del barrio, que estaba con dos muchachotes… Y mi señora y la chica discutieron y nos fuimos medio a las manos. La cuestión en que llegó la Metropolitana y terminamos todos en la sede de la Comuna 4, para hacer los descargos. La verdad es que no pasó nada grave. Yo tenía unos rasguños cerca de un ojo. Mi señora fue al Hospital Penna, después volvimos a casa. Al día siguiente llegaban los movileros a mi casa… y entonces preguntaban si yo la había golpeado a ella, si yo maltrataba a las mujeres. Pero nada que ver, la Petisa anda conmigo y con mi hijo Gonzalo todo el tiempo, me acompaña a todos lados. Me banca a full, es el amor de mi vida. Yo tengo madre, hermanas, hijas mujeres, estoy en contra de la violencia de género… Y en el peronismo tenemos una gran líder, gracias a la cual la mujer pudo votar. Nada más y nada menos que Evita.
-¿Y con los hombres? Porque acá en Huracán se dice que a veces se te va la mano…
-(se ríe) Sí, soy medio bruto, no mido lo que hago. Entonces mi caricia es dándote un golpe. Por ahí estoy en la planta baja (el gimnasio de boxeo es en el segundo piso), donde está la sala de máquinas y me cruzo con algún amigo y le tiro una mano. Hace poco a uno le di un golpe en las costillas y tuvo que ir al médico… Me puse mal, no es mi intención… Yo quiero hacer un mimo pero soy torpe, tosco… me gusta jugar de manos.
-Ahora, cuando hay una movilización gremial, especialmente de Camioneros, todas las cámaras apuntan a vos, o al Polaco (Roberto) Petrov, que ahora está preso… ¿Ustedes son conscientes de eso? Porque una movilización puede tener cientos de miles de participantes pero basta que haya una trifulca para que la foto de tapa sea dedicada a la pesada de Camioneros…
-Yo los acompaño a Hugo y a Pablo por el afecto que tengo por ellos y en esas marchas, multitudinarias, siempre hay cordones de seguridad y un grupo de acompañantes para los que están más expuestos, como es el caso de los Moyano. Y los medios, por la avidez de tener una nota de impacto, se abalanzan sobre ellos, con las cámaras, los micrófonos… Eso también es un fanatismo, el de querer sacar una declaración o tener una primicia. Entonces yo estoy ahí para ayudar con el orden y evitar los problemas… ese es el sentido, que no pase nada raro. Además, para la gente, muchas veces es una atracción, me buscan, se sacan una foto, sonríen… Son actos que para los trabajadores tienen un sentido de lucha pero con alegría.
-¿Sos el guardaespaldas de los Moyano?
-Que quede claro: yo no soy guardaespaldas ni de Hugo ni de Pablo. Para ser guardaespaldas tenés que dedicarle muchas horas, viajar… En mi caso, como te decía, tengo un entrenamiento deportivo exigente y soy boxeador profesional, cualquiera de Huracán te lo dice, de lunes a sábado estoy acá. Ahora sí, cuando hay una manifestación, por sentimiento, estoy con ellos, bien pegado.
-¿Tomás alcohol?
-No.
-Y cuando ves que la mayoría de los muchachos, en las marchas, se preparan esos combinados de gaseosa con vino de caja, ¿qué se te viene a la cabeza?
-Si se toma moderadamente no pasa nada. Yo no tomo alcohol por la dieta que debo llevar, pero me gusta un vino, una cerveza… Y los muchachos van acalorados, con sed y se preparan esos tragos. Ahora, si hay excesos todos sabemos lo que produce el alcohol. En la última marcha, la del 21 de febrero, estuvo bien ordenada, no hubo gente tomando… porque hubo bajada de línea. Se rumoreaba que los medios iban a ir precisamente a buscar esa imagen, la del manifestante agresivo, descontrolado.
-¿Estás cerca del retiro? ¿Cuánto te queda en el ring?
-Yo cambié hace tiempo mi dieta alimenticia. Llegué a pesar 132 kilos y ahora estoy en 100. Todo esto con sacrificio y con el apoyo de mi entrenador, Pablo Rodríguez, que me enseñó muchas cosas. Voy a terminar mi carrera del mejor modo posible. Para el 18 de mayo tengo una pelea programada que va a ser acá, en Huracán. Quizá a fin de año de mi último paso en un cuadrilátero. Después, mi idea, es estar en los gimnasios, enseñando a los chicos la mística y la entrega de este deporte. Y también de otros deportes. Para los pibes es un buen camino, para evitar las tentaciones que tiene la calle. Son cosas que yo hago, con el tiempo que tengo libre. Pero me gusta ir a los clubes de barrio, en las escuelas, a veces me invitan de lugares lejos de Buenos Aires.
-¿Qué sentís al entrenar donde entrenaba Ringo Bonavena?
-Tengo el orgullo de contar con el apoyo de Oscar Trotta, el encargado de boxeo en Huracán. Es el hombre que entrenaba al lado de Ringo antes de que yo hubiera nacido. Conozco a Oscar hijo, a los nietos de Ringo, a Dora, la mujer que acompañó a Ringo a Estados Unidos, donde se fue con una mano atrás y otra adelante… Para mí, respirar el mismo aire que respiraba Ringo y transpirar en el mismo ring que entrenaba Ringo es un orgullo.
-De las frases de Ringo, de esas que provocaban, ¿cuál es la primera que te viene a la cabeza?
-La experiencia es un peine que te dan cuando te quedaste pelado.
SEGUÍ LEYENDO: