Esa mañana, Florencia salió del psicólogo y llamó a su papá. Ya era famosa cuando se atrevió a preguntarle si era cierto aquello que una tía le había revelado en la adolescencia. La respuesta -cuenta ahora, con la mirada triste clavada en la ventana húmeda del bar- fue como si toda esa lluvia, ahí afuera, provocara un alud. Pasaron casi dos días desde que Florencia de la V contó públicamente cómo murió su madre y todavía no ha podido dejar de llorar. Esta Florencia que hoy habla con Infobae es distinta a la Florencia conocida: no hace chistes y hoy, por primera vez en su vida, sale a la calle con un pañuelo verde anudado en el cuello.
—¿Quién era tu mamá?
—Mi mamá se llamaba Sabina Baez, todavía me cuesta hablar de ella (se quiebra y nunca deja de llorar). Vino sola desde Misiones, era muy chica, creo que tenía 15 años. Tenía todas las expectativas que podía tener una chica del interior que llegaba a la ciudad. Acá conoció a mi padre, enseguida se juntaron, tuvieron a mi hermano y después a mí. Yo era bebé cuando mi mamá volvió a quedar embarazada y, por lo que sé, ahí empezaron las presiones del entorno: ¿Pero cómo van a llenarse de hijos siendo tan jóvenes? En ese entonces mi mamá era costurera, tenía 25 años, dos chicos, no teníamos casa y la situación económica era muy precaria.
—¿Cómo te enteraste la verdad de lo que había pasado?
—A nosotros siempre nos dijeron que mi mamá había muerto de una enfermedad. A los 14 años me fui a vivir a la casa una tía, hermana de mi mamá. Yo quería mucho a esa tía y ella amaba a mi mamá, que había sido una de sus hermanas menores. Ella me contó la verdad, me dijo que mi mamá había muerto en un aborto clandestino. Yo era muy chica y no tuve el valor de preguntarle a mi padre qué había pasado.
—¿Cuándo pudiste hablarlo con él?
—Yo ya era adulta, hacía mucho que iba a terapia y en una de las sesiones surgió el tema. Y mi terapeuta me dijo: ¿Usted nunca habló de esto con su padre? Y yo nunca lo había hecho. Salí de la terapia, acá nomás, por Belgrano, me acuerdo como si fuera hoy. Lo llamé y le pregunté y mi padre me dio la única respuesta que yo no quería escuchar. Me dijo: se murió de un aborto. Murió desangrada, no pudieron parar la hemorragia. Yo ahí… ¿viste cuando sentís que se te desmorona el mundo? Porque sé que mi hermano y yo éramos lo más importante para ella, éramos lo que más quería en el mundo, eso me lo dijo mucha gente. Desde ese momento, no hay un día en que no piense en ella, sobre todo después de que tuve a mis hijos. Pienso en lo que son mis hijos para mí y pienso qué habrá sentido ella en ese lugar espantoso, sufriendo, desangrándose, sabiendo que estaba perdiendo su vida y dejando a lo que más amaba en el mundo.
—¿Cuál fue el detonante para querer contarlo?
—Yo venía escuchando a los que marchan y dicen que están a favor de la vida: la vida, la vida, la vida. Y cada vez que los escuchaba, pensaba: ¿y la vida de mi mamá? ¿la vida de mi mamá no valía? Si ella se hubiese hecho el aborto en un lugar seguro, hoy estaría viva y yo no habría quedado huérfana. Y esta semana, cuando salió el video de los famosos que están en contra del aborto, la verdad es que me enojé. Siento que en algún punto son egoístas, que no pueden mirar más allá de sus ojos, no pueden ver que no estamos discutiendo sobre moral ni sobre religión sino sobre las mujeres que se mueren y sobre los chicos que quedan solos, como mi hermano y yo. Te juro que no pensaba contarlo pero esa mañana, cuando escuché a Toti Pasman decir 'que lo tengan y lo den en adopción' pensé: ¿no se dan cuenta de que no todo el mundo tiene la posibilidad de seguir con un embarazo? Que no todas las mujeres tiene educación mínima básica, una familia que las contenga, trabajo, que no todas viven en Belgrano o San Isidro?
—¿Qué le pasa a un hijo que queda huérfano por un aborto inseguro?
—Yo toda mi vida necesité a mi mamá: que me contuviera, que me ayudara en el colegio, que me hiciera la merienda, que me cuidara, que me acompañara cuando empecé a sentirme diferente. Y me crié sola, como pude. Quedé a la deriva, todos los golpes los aguanté sola.
—¿Creés que el proceso de ser una chica trans habría sido diferente con ella?
—Mi vida fue muy difícil con mi papá porque, al principio, él no aceptaba lo que yo era. Yo estuve sola cuando me di cuenta que tenía que ocultar lo que sentía porque supuestamente estaba mal: estaba mal que quisiera vestirme con ropa contraria a mi cuerpo, estaba mal que quisiera jugar con muñecas, estaba mal que jugara al elástico. ¿Cómo hace una criatura de 5 o 6 años para desdoblarse? Porque yo pensaba en femenino y delante del resto tenía que fingir que era alguien que no quería ser. Entonces yo siempre pensaba: qué distinto hubiera sido con la contención de una madre. Tengo la sensación de que ella hubiera sido más comprensiva, más cálida. Yo creo que mi mamá se hubiera dado cuenta de qué me pasaba, y creo que hubiera tenido una aliada.
—¿Sentías que en el debate nadie reparaba en los hijos?
—Siempre sentí que nos omitían, que no se hablaba de nosotros. Quienes están en contra hablan de la vida del niño por nacer, del embrión, que hay vida desde la segunda semana, y yo me pregunto: cuando hay un chico de 2 años, como tenía yo cuando mi mamá murió, cuando caminás, pedís upa y le preguntás a tu papá dónde está tu mamá, ¿eso no cuenta como una vida? ¿No es también una vida a la que hay que cuidar? Cuando mis hijos tenían dos años preguntaban todo el tiempo por mí: ¿y mamá? ¿y mamá? ¿y mamá? ¿Alguien está pensando en las vidas de esos chicos que un día se levantan y su mamá ya no está?
—¿Cómo influyó lo que pasó con ella en tu forma de ser madre?
—Cuando mis hijos cumplieron 2 años yo creía que me iba a morir. Sentía mucho miedo, todo el tiempo, sentía que los iba a dejar solos. Cuando ellos tenían 2 años también pensaba mucho en mi mamá, en lo que se había perdido, en lo que no me había podido dar. Yo soy una mamá muy presente, muy atenta y muy pesada y creo que tiene que ver con esto de querer darles a ellos lo que no tuve: la comida, la merienda, la tarea, los cumpleaños.
—¿Que pasó en estos dos días, después de haberlo contado?
—Me empezaron a llegar mensajes que decían "Sabina Baez, presente", y lloré todo el día. También me explotaron las redes sociales con miles de historias de hijos contando que les había pasado lo mismo y se habían quedado solos. Yo sabía que había más historias como la mía, lo que pasa es que los hijos no dicen 'mi mamá murió de un aborto' por ese tabú, esa vergüenza. Cuando leí las historias de esos hijos, a veces hermanos contando que habían quedado a cargo de otros hermanos, fue muy fuerte, por eso no pude dejar de llorar. No puedo dejar de pensar que yo era bebé cuando me quedé sola. Me gustaría juntarme con ellos. No los conozco pero tenemos algo en común: todos perdimos a nuestras madres de manera trágica en abortos clandestinos.
—¿Vas a exponer en el Congreso?
—Si, el jueves, me lo propusieron ayer. Y dije que sí por una razón. Yo siento que el Estado me abandonó, que los políticos me abandonaron y que hoy tienen un arma para hacer que esto se termine, que ningún otro chico pase lo que yo pasé. Yo no quiero que la muerte de mi mamá haya sido en vano y creo que se tienen que dar cuenta de que no estamos hablando de números. Yo puedo discutir con cualquiera porque también estoy a favor de la vida. De lo que estoy en contra es de que obliguen a todas esas mujeres a seguir jugando a la ruleta rusa.
FOTOS: Christian Bochichio