Horarios para matar, rutinas y sin culpas: el "método humanizado" de los nazis para el exterminio judío

Marcos Gorban, director del documental #Marcha, que recorrió los campos de concentración de Hitler junto a Marcha por la Vida, cuenta su conmovedora experiencia y la nueva forma en la que aprendió a mirar la historia del crimen más atroz de la humanidad

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Las vias y la entrada a Auschwitz (Foto: Victoria Bornaz)
Las vias y la entrada a Auschwitz (Foto: Victoria Bornaz)

Sobre uno de los márgenes de la ciudad de Lublin, en Polonia, está el campo de concentración y exterminio de Majdanek. Lo preside un gran monumento de piedra.

Es el más entero de los campos que los nazis erigieron en Polonia para aplicar su política de limpieza miedo y muerte. No tuvieron tiempo de destruirlo.

Al fondo, a un costado de los hornos crematorios, detrás de las barracas para prisioneros y de las cámaras de gas, hay un monumento con forma de plato volador. Adentro, protegida del viento y de las lluvias, una montaña con ocho toneladas de cenizas humanas que los nazis en retirada tampoco pudieron disimular.

Pero hay un detalle más: las ondulaciones en el suelo. Unos diez o quince metros más allá, el pasto no llega a disimular tres grandes ondulaciones semicirculares que parecen ondas cavadas en la tierra. Son las zanjas cavadas para "la fiesta de la cosecha".

En el campo de exterminio asesinaron a 18 mil personas
En el campo de exterminio asesinaron a 18 mil personas

Fue el 3 de noviembre de 1943. Primero cavaron tres zanjas de cien metros de extensión. Después, instalaron altoparlantes para poner música fuerte y de esa manera disimular los tiros.

Traían a los hombres y a las mujeres desnudos y en grupos pequeños, de a decenas. Los empujaban a las zanjas, los obligaban a recostarse sobre los cadáveres ensangrentados que ahí yacían, y les disparan. Después traían otra tanda para volver a repetir la operación. Sincronizada y sistemáticamente.

Ese día, el de La fiesta de la cosecha, los nazis exterminaron a todos los judíos de Lublin. 18 mil personas. Les llevó cuatro meses incinerar todos los cuerpos. Los hornos no daban abasto, así que también improvisaron piras sobre el chasis de un camión.

Los nazis implementaron la “Solución final” (Archivo SHOA)
Los nazis implementaron la “Solución final” (Archivo SHOA)

Pero no fue una labor a destajo. Pararon para almorzar. Como los operarios de una metalúrgica, como los técnicos de televisión, como las enfermeras que entran a su puesto en la mañana, los soldados nazis hicieron una pausa cerca de la una, fueron a almorzar al pueblo, hicieron la digestión para que la comida no les cayera mal, y al cabo de una hora o quizás un poco más, retomaron la tarea y siguieron matando gente hasta terminarlos con todos.

Marcha por la Vida en Auschwitz (Foto: Victoria Bornaz)
Marcha por la Vida en Auschwitz (Foto: Victoria Bornaz)

Cuando en los comienzos de la producción del documental #Marcha, hicimos casting en los colegios de Buenos Aires que participarían en Marcha por la Vida -que desde hace 30 años recorre los "sitios de la memoria" en Polonia e Israel para recordar y enseñar la Shoá-, solíamos preguntarles a los chicos por qué creían que había sucedido semejante tragedia. Una enorme mayoría nos respondió -con lógicos matices- que fue la obra de un loco que convenció a su pueblo.

El profesor Bruno Garbari, un experto en Shoá y genocidios que da clases en el colegio Tarbut, ofreció una mirada más compleja, real y preocupante: "Si fuera la obra de un loco o de un grupo de locos que tomaron el poder, no sería más que una anécdota de la historia y no nos tendríamos que preocupar. Pero si pensamos que esto fue hecho por personas corrientes, que bajo un determinado contexto y bajo determinadas circunstancias fueron radicalizando sus políticas y sus acciones hasta derivar en un genocidio, entonces esto es una señal de alerta para la humanidad".

Sobrevivientes al genocidio nazi marcaron junto a los jóvenes de todo el mundo (Foto: Victoria Bornaz)
Sobrevivientes al genocidio nazi marcaron junto a los jóvenes de todo el mundo (Foto: Victoria Bornaz)

Los experimentados guías de Auschwitz son contundentes al respecto cuando muestran las vitrinas llenas de "productos" que los nazis no llegaron a despachar rumbo a Alemania. Ochenta mil pares de zapatos, pilas de anteojos, peines, cientos de kilos de cabellos cortados en las puertas de las cámaras de gas para hacer medias, abrigos y otros utensilios necesarios para los soldados en el frente ruso.

Hubo quienes los extrajeron, quienes los clasificaron, quienes los empaquetaron para el envío y hasta quienes manejaron la estructura de costos.

80 mil pares de zapatos de las víctimas de Auschwitz (Foto: Victoria Bornaz)
80 mil pares de zapatos de las víctimas de Auschwitz (Foto: Victoria Bornaz)

Hubo empresarios que hicieron "el business plan", que montaron la logística y los demás menesteres necesarios para optimizar los resultados de la máquina de matar que los nazis habían montado. No eran tres loquitos. Fue un sistema que aprovechó lo mejor de la eficiencia alemana en pos de un objetivo claro, explícito e indudable.

La técnica fue siempre la misma. Después de que el ejército tomaba un pueblo, una ciudad o una región, llegaban las SS, y con ellas los "Einsatzgruppen", los grupos especiales a cargo de la limpieza de los territorios ocupados.

Los jóvenes dejaron sus mensajes para recordar la Shoa (Foto: Victoria Bornaz)
Los jóvenes dejaron sus mensajes para recordar la Shoa (Foto: Victoria Bornaz)

En sus manos estaba la organización de la matanza.

La enorme mayoría de estos soldados fueron formados por el nazismo que ya llevaba no menos de 8 o 9 años en el poder (desde 1933), estaban convencidos de lo que hacían. Eran hombres comunes, jóvenes, personas con un ideal que en medio de la batalla estaban convencidos de lo que tenían que hacer. No estaban locos. Pero claro, como también tenían padres, hermanos, hijos vecinos, era lógico que después de una tarde como la de "La cosecha" en las que ametrallaron a miles de personas, tuvieran pesadillas, angustia, dificultades para dormir. No es fácil matar niños, mujeres, viejos. Algo les tenía que suceder.

Se calcula que 6 millones de judíos perdieron su vida en los campos de exterminio nazi
Se calcula que 6 millones de judíos perdieron su vida en los campos de exterminio nazi

Ilumina al respecto todo el material escrito por los propios nazis al respecto. Recomendaban organizar cenas de confraternidad entre los soldados que participaban de estas tareas, por ejemplo, y ponerles música que les recordara a la familia, fomentar la camaradería para que el soldado se sintiera contenido.

Claro que los detalles nunca son librados al azar cuando se trata de montar una maquinaria que brille por la eficiencia. Por eso cuando en 1942 los nazis optaron por la implementación de la "Solución Final", que no es más que un eufemismo para nombrar el exterminio total y sistemático del pueblo judío, tomaron una de las decisiones más simbólicas de este proceso, la utilización de una herramienta eficiente y humanitaria: la cámara de gas.

Parte del equipo de producción del documental #Marcha en los hornos crematorios del campo de concentración de Majdanek. (Foto: Victoria Bornaz)
Parte del equipo de producción del documental #Marcha en los hornos crematorios del campo de concentración de Majdanek. (Foto: Victoria Bornaz)

Eficiente porque se podía matar a más gente con mejor costo. Una cámara de gas es una habitación cerrada de manera hermética. Encerraban a 300 o 400 personas por tanda, dependiendo del campo. Con cuatro latas de Ziklon B, un veneno para ratas de bajo costo, y una espera de apenas veinte minutos, era suficiente. Después, los mismos judíos tenían que sacar los cuerpos para trasladarlos a los hornos que los iba a volver ceniza.

Humanitaria porque de esta manera el soldado alemán no iba a verse ante la ingrata y traumática  acción de tener que dispararle en la nuca a un niño.

Para “cuidar” a sus soldados, que podían tener pesadilla so traumas luego de fusilar inocentes, los alemanes optaron por la cámara de gas: más eficiente y económica
Para “cuidar” a sus soldados, que podían tener pesadilla so traumas luego de fusilar inocentes, los alemanes optaron por la cámara de gas: más eficiente y económica

Todo el proceso se había montado para que los propios judíos se ocuparan de llevar a la gente hasta la cámara y de sacar los cadáveres después. A los soldados alemanes sólo les tocaba arrojar las latas del veneno por los ductos. Nada grave al lado de lo que hacían antes, de esta forma se los cuidaba del trauma que podía ocasionarles tan ingrata tarea.

De todas maneras, es importante detenerse en un detalle: la documentación que existe indica que los soldados que participaban de estas tareas podían negarse o pedir el pase a otro sector. La mayoría de los que pidieron ese traslado fue recién después de nueve o diez jornadas. Ninguno en la primera o la segunda. Y no se registra ni un solo caso de un soldado nazi sancionado o degradado por negarse a matar a un inocente. Estadística alemana. Rigurosa hasta el final.

Treblinka, una máquina de la muerte escondida en medio de un bosque
Treblinka, una máquina de la muerte escondida en medio de un bosque

En el campo de exterminio de Treblinka, una máquina de muerte escondida dentro de un bosque polaco, asesinaron a más de 850 mil personas.

El mecanismo era de relojería. Montaron una escenografía similar a la de una estación de tren. Un reloj dibujado en la pared que siempre marcaba la misma hora, algunos arbustos, y otros detalles de terminación confortables que era lo primero que los prisioneros veían al bajar del vagón. Eso les transmitía alguna tranquilidad.

Muchos necesitaban creer que el calvario del gueto por fin se había terminado. Se les entregaba un número para que al salir de las duchas pudieran retirar sus valijas y las otras pertenencias que -obviamente- tenían que dejar antes de ir a bañarse. Después, derecho, sin preámbulos ni selección alguna, todos a las cámaras de gas disfrazadas de ducha.

Así dormían los judíos en los campos de concentración. (Archivo)
Así dormían los judíos en los campos de concentración. (Archivo)

El corte de cabello, el retiro de las pertenencias, la manipulación de los cuerpos inertes, la operación de los hornos crematorios estaba a cargo de otros prisioneros judíos.

La vigilancia de estos, a cargo de unos cientos de ucracnianos que habían tenido que optar entre ser prisioneros de los nazis, o convertirse en soldados de los nazis. Muchos eligieron la segunda opción. Algunos, bastantes, con entusiasmo.

Por último, las SS, los nazis en persona. Por el diseño del mecanismo, no se necesitaban demasiados. Se calcula que esta máquina que eliminó a casi 850 mil personas, fue diseñada para que no necesitara más de 70 u 80 soldados que la mantuvieran segura y en funcionamiento. Eficiente y humanitaria. Para con los asesinos, claro.

Es una información que se suele sobrevolar cuando se habla de esa época, a pesar de que es un dato preciso, duro y perfilador de quiénes eran los nazis: en un comienzo, cuando la guerra aún no se había desatado, para lograr una raza aria pura, fuerte y admirable, mataron a un poco más de doscientos mil alemanes por tener alguna discapacidad o enfermedad mental.

Se lo llamó el plan T4, e inició la masacre asesinando -curiosamente- arios "imperfectos".

Después pasaron a matar a los intelectuales de los países ocupados. Era lo primero que hacían cuando ocupaban un país. Querían descabezar la "inteligentzia" para prevenir cualquier oposición. En simultáneo encerraban a los judíos en los guetos para matarlos de hambre y suciedad, mientras decidían qué hacer con ellos. Más tarde, las cámaras de gas y los campos de exterminio diseñados para llevar a la gente directo del tren a la muerte.

La cámara de gas (Marcha por la Vida)
La cámara de gas (Marcha por la Vida)

Se dice que lo que los nazis le hicieron a la humanidad fue algo inhumano, pero fue un plan sistemático, organizado y meticuloso hasta en la contabilidad de costos y beneficios.

Decir que fue inhumano es poner el problema afuera. "Fueron ellos. Ya no están, tema terminado".

Sin embargo, eran personas normales que, en un contexto, bajo determinadas circunstancias, actuaron de esa manera. De ahí nace la vital importancia de entender el fenómeno: no hay nada más humano que la implementación de un genocidio.

Y si no se entiende, se repite. Como antes con el pueblo armenio. Como después en Ruanda y en la Yugoslavia en los años 90. Como está sucediendo ahora mismo en Siria y en Bangladesh.

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