Luigi Zoja: "En la sociedad pospatriarcal, destituido el padre, reaparece el lado masculino más terrible"

El analista y sociólogo italiano afirma que existe correlación entre la ausencia del padre y la tendencia del varón adolescente a la pandilla, la delincuencia y la droga. Presenta una reedición actualizada de “El gesto de Héctor”, una fascinante historia de la función paterna

Guardar

La generación de los 70 quería poner fin a los abusos del patriarcado pero, "se borró demasiado del padre", y paradójicamente "las sociedades pospatriarcales siguen siendo macho-céntricas, sólo que hoy existe más la horda, la manada de los machos", dice Luigi Zoja en esta charla con Infobae. El ensayista está de visita en Buenos Aires, al tiempo que sale a librerías una reedición de El gesto de Héctor. Prehistoria, historia y actualidad de la figura del padre (Taurus, 2018).

"No se trata solo de que la cultura nos haya proporcionado al padre, sino de que tal vez su propia apariencia nos ha dado la cultura, la salida definitiva del estado primordial, de la condición animal", escribe Zoja en la introducción de su ensayo. Lo que a su vez explicaría por qué la retirada de muchos hombres de la función paterna implica una regresión a formas de violencia inquietantes. Hasta los resultados de las pruebas PISA, que muestran un continuo descenso en el rendimiento de los estudiantes varones, tendrían, en opinión del ensayista, un vínculo con esta destitución del padre.

Y, en ausencia de la ley paterna, la Iglesia Católica, señala Zoja, pese "a las críticas fundadas" que se le pueden hacer, resulta ser, en algunas zonas y barrios marginales, la última barrera frente a la mafia que recluta a jóvenes en "orfandad" de padre.

La modernidad, con su libertad para las separaciones, es irreversible. Pero, cree Zoja, esta ausencia del padre ha tocado su techo y posiblemente exista hoy conciencia de sus efectos negativos, aunque no sea fácil predecir hacia dónde se encamina la sociedad pospatriarcal.

Entre tanto, su libro ofrece muchas pistas y pone en evidencia varias paradojas en la transformación de una función que, contra lo que puede parecer, es muy reciente en la larga historia de la evolución humana.

Luigi Zoja nació en 1943. Es sociólogo y analista junguiano y fue presidente de la Asociación Internacional de Psicología analítica. Su libro, que ya es un clásico, toma la figura del héroe troyano Héctor, entre otros mitos de la Antigüedad clásica, como arquetipo en la "creación" de la figura paterna, y también hace un recorrido de ésta a través de toda la historia hasta la actualidad.

Luigi Zoja - El gesto de Hector 1

— Usted sostiene que ya estamos en una sociedad pospatriarcal, aunque subsistan estructuras mentales, fundamentalmente marcada por la destitución del padre, o del hombre de su rol de padre. ¿Eso es positivo o negativo en su opinión?

— No tengo la autoridad para decirlo, sólo soy un psicoanalista. Fue más problemático de lo que se esperaba; yo pertenezco a la generación de los años 70, que esperaba cambiar muchas cosas en la sociedad de Europa occidental y que, entre otras cosas, colaboraba mucho con el movimiento feminista. Se esperaba, dicho muy groseramente y en resumidas cuentas, tener una sociedad con valores más femeninos y esto en la política podía por ejemplo corresponderse con gastar menos en armas y más en servicios sociales, que son como una prolongación de una actitud materna, y destituir, o borrar, los excesos del patriarcado, no necesariamente del padre, sino del patriarcado. Como ambas cosas están ligadas probablemente se borró demasiado del padre en el sentido familiar y lo que resultó no es una sociedad… en fin, hubo logros, claro, en lo que concierne a los derechos de las mujeres, pero, en general, tanto en América del Norte, como en América Latina o en Europa –por no hablar del Este-, las sociedades pospatriarcales siguen siendo macho-céntricas, sólo que existe más la horda, la manada de los machos. Eso me parece bastante alarmante, peligroso. Las estadísticas de violencia entre los adolescentes varones en muchos países está fuera de control.

— Hay una paradoja a la que quizás su libro dé alguna respuesta y es que avanza el movimiento de emancipación de la mujer, avanza la igualdad, y sin embargo parece aumentar la violencia familiar y dentro de ella el femicidio. Hay quien dice que es sólo porque ahora se denuncia esta violencia, se la ve. Ahora bien, usted señala que el hombre, al ser destituido de su rol de padre, vuelve al instinto primitivo, que es la horda, y eso también puede explicar el aumento de la violencia. 

— Creo que se da una combinación de los dos factores. Ahora en Italia se creó la categoría femicidio. Antes probablemente se mataba a las mujeres como hoy sólo que se hablaba de homicidio y no de femicidio. Al mismo tiempo, es muy probable que estemos viendo también en muchos ambientes una degeneración típica del género masculino. Es decir, no es que desaparece, solo que hay estas dos polaridades: la del padre seguramente tenía que ser criticada, porque había abusos en todo sentido, pero el padre también estaba dedicado a la formación de los hijos, particularmente de los adolescentes varones cuando tienen, en todo el mundo y en toda época, esa pulsión de energía casi física, hormonal. Desapareciendo esto, lo que reaparece es precisamente el lado masculino más terrible. Se ve por ejemplo en las estadísticas de la OCDE, los 20 países más desarrollados incluyendo a la Argentina, es que en las últimas dos décadas el promedio de las prestaciones de los adolescentes varones sigue cayendo con respecto a…

— Usted se refiere a las pruebas PISA que miden el nivel educativo.

— Exactamente. Los varones siguen bajando. Y las pocas interpretaciones psicológicas de esto dicen que entre las mujeres permanece el modelo de la chica exitosa que ya se ve en la escuela, que estudia bastante, etcétera. Para los varones, particularmente en los sectores desfavorecidos, el ideal es el que va por primera vez a la escuela con un cuchillo, por ejemplo. Aun si está el buen estudiante, la admiración va hacia el lado más primitivo de la masculinidad. No sé si se conoce el clásico cuento italiano Pinocho. Pinocho es hijo de un padre muy débil y se va, siguiendo a un compañero más grande, el Mecha, que es un transgresor total. Eso es típico de los adolescentes varones en cada generación, y es difícil ponerles límites.

“Pinocho es hijo de un padre muy débil y se va, siguiendo a un compañero más grande, el Mecha, un transgresor total”, dice Zoja, que toma en su libro muchos ejemplos de la literatura y del cine
“Pinocho es hijo de un padre muy débil y se va, siguiendo a un compañero más grande, el Mecha, un transgresor total”, dice Zoja, que toma en su libro muchos ejemplos de la literatura y del cine

— Es decir que la ausencia del padre, la ausencia de una figura paterna, lleva a ese adolescente a buscar esa referencia en otro lado. En el aspecto más primitivo, en el de la fuerza.

En el aspecto de la fuerza y no del orden. Decimos orden no en el sentido militarizado, dictatorial, sino el mínimo de orden que una sociedad civil necesita. En Estados Unidos, donde como sabemos la población carcelaria es muy grande, de entre dos y tres millones de internos, es decir, estadísticamente muy significativa, la gran, gran mayoría, más del 80 por ciento de los norteamericanos que están en la cárcel son hijos de familias sin padre. Entonces la correlación para los estadísticos es muy, muy, evidente.

El derecho al divorcio, algo natural e irreversible, tiene un lado problemático que es esta ausencia del padre, cuya función sufrió un derrumbe tanto estadístico como simbólico

— Correlación entre ausencia del padre y violencia juvenil, delincuencia, drogadicción…

— La drogadicción fue empeorando claramente en Estados Unidos. Era típica de los afroamericanos, que ya no tenían padre por la herencia de la esclavitud, pero ahora ingresó también en las clases medias blancas. Y ello también es consecuencia de las leyes de la democracia de hoy, del derecho al divorcio, que es algo natural e irreversible, pero tiene un lado problemático que es esta ausencia del padre, cuya función sufrió un derrumbe tanto desde el punto de vista material, estadístico, como desde el punto de vista simbólico.

— El feminismo, especialmente cierto feminismo muy agresivo y con un discurso anti-varón genérico, ¿es causa o consecuencia de la destitución del padre?

— Me parece que es más una consecuencia; sería exagerado acusarlo… Incluso hoy, no solo en Italia, sino en toda Europa occidental, si bien existe un feminismo duro, está muy, muy, reducido si uno lo compara con el de hace medio siglo.  Mi análisis, que no es solo mío, también retomo material de historiadores y antropólogos, es que toda la historia Occidente, nos guste o no, es una historia patriarcal, con su machismo, su agresividad, sus excesos, etcétera. Pero fue patriarcal y el padre ofrecía una estructura. Al pasar a la Modernidad, con la Ilustración, el secularismo y el análisis más racional, con la Revolución Francesa que anuncia el principio liberté, égalité, fraternité, es decir el nivel horizontal, donde los hermanos se vuelven en un principio más importantes para la nueva sociedad que el principio vertical de la autoridad del rey que, en la familia, era representada por el padre. Se trata de borrar las dos, no solo la autoridad del rey sino también la excesiva del padre en la familia y se establece el principio de los hermanos que, en su forma problemática, se convierte en el principio de la horda.

— Otra paradoja que destaca en su libro es que, por un lado se destituye al padre, o su función se va borrando, y en parte influyen mucho las separaciones con el alejamiento físico del padre de la familia, pero al mismo tiempo desde el punto de vista legal el padre tiene una obligación de por vida. Incluso usted señala que ello implica una desigualdad porque la mujer puede abortar sin consultar al progenitor varón –allí donde es legal, y el proyecto que se discute actualmente en Argentina así lo autorizaría-, pero el hombre está obligado a reconocer y mantener a su hijo aunque no lo haya deseado… 

— Claro. Bueno, tampoco la biología es democrática… Y en general, a lo largo de la historia, el sexo masculino sacó más provecho de la diferencia. Ahora tal vez ha llegado un momento en el cual es al revés, porque con el ADN siempre se puede trazar quién fue el padre, aun si éste no deseaba serlo.

En las sociedades humanas más primitivas, ya hay un padre

—Al varón se le suelen atribuir instintos más salvajes, más primitivos, pero al mismo tiempo usted dice que la función paterna del hombre es una construcción reciente, cultural, y lo que nos diferencia de los animales, más que la función materna.

— Cultural, sí. Esto no lo digo solamente yo. La principal fundadora de la antropología en el siglo pasado, Margaret Mead, fue la primera en analizar la sociedad norteamericana moderna diciendo eso. No tiene que enseñar la a ser padre, si no se olvida. En los animales más cercanos a nosotros, los grandes monos, que tienen características genéticas iguales a las nuestras en un 96, 97 por ciento, todavía los machos simplemente pelean entre ellos y el más fuerte organiza un harén de hembras y transmite sus caracteres genéticos y se selecciona entonces siempre al más agresivo y peleador. Esto, en las sociedades animales más cercanas a la nuestra. En las sociedades humanas más primitivas ya hay un padre. Entonces se creó algo que es diferente a todas las sociedades.  Pero fue, y es, una construcción; lo dice la antropología, la sociología, los historiadores más o menos. Porque aunque hay también un instinto protector en el macho hacia los pequeños, es muy reducido si lo comparamos con la maternidad, porque no surge del cuerpo de manera tan directa, Es una construcción, es difícil. Una cosa buena, surgida hace unos años, es que se agrega al padre a los cursos pre-parto para las mujeres que van a ser madres. Es fundamental, es un hecho de educación. Porque el instinto nos guió hasta algo que pasó 9 meses antes; no tenemos relación y tenemos que construir una relación con el pequeño ser que llega. Y acá hay algo interesante. En mi práctica clínica como psicoanalista veo muchísimos segundos compañeros o segundos maridos de una mujer que tiene hijos del primer matrimonio. Se dice incluso que cada paternidad es una adopción: tengo que tener la voluntad específica de volverme padre, incluso cuando el hijo es biológicamente mío. Pero eso implica que cuando soy el segundo marido puedo hacer muy bien la tarea. Se trata de construir esta relación día a día.

— Interesante. Ahora, me llamó la atención un detalle en el libro, pero que acá sucede mucho en los barrios marginales, que la última barrera que encuentra un chico sin padre frente a la tentación criminal o la droga, es "el sacerdote socialmente comprometido". En Buenos Aires justamente existe una red de curas villeros que dejó Jorge Bergoglio.

— Sí, en los países católicos pese a todas las críticas que se le hacen a los religiosos, fundadas también, tienen esta función. Y por ejemplo en el Sur de Italia, en Sicilia, son la última barrera en contra de la mafia, que está reclutando entre los adolescentes varones que desean ser "machos", ser sus nuevos soldados. Y los reclutan precisamente en las familias sin padre.

— ¿Qué perspectiva ve? ¿Hacia dónde va la familia, el padre? Usted dice que los hijos todavía tienen la memoria de una imagen paterna y buscan un padre. ¿Qué les espera a esos hijos?

— Teóricamente como es la historia humana la que nos dejó el padre, la historia podría retomarlo… Eso me parece exagerado. Pero la desaparición, la ausencia del padre, llegó a un techo. Esta es la segunda edición actualizada de mi investigación y se veía que este fenómeno seguía creciendo a fines del siglo pasado, pero tocó un techo y no va a crecer más. En las ciudades que, comillas, marcan tendencia, como París o Nueva York, ya la mitad de los chicos está creciendo sin padre.    Pero tocó techo y seguramente hay mucha más conciencia. Hay padres mucho más afectuosos. Hay una nueva generación tierna. Pero el problema de eso es que no sustituye totalmente al padre. Sustituye a la madre en su actitud protectora. El padre tiene la función secundaria de enseñar en la familia que hay leyes. La desaparición de esta función es un hecho problemático porque no es solo estadística, es la crisis de la identidad masculina y los ataques, a veces exagerados, por el hecho de haber nacido varones como si fuese una culpa, ¿no? Entonces los varones padres se vuelven un poco más protectores como una madre, pero es difícil para las nuevas generaciones volverse padres y enseñar a sus hijos varones a ser padres a su vez. Entonces la ausencia de padres es muchas veces no la sola ausencia estadística por el divorcio, sino que hay un padre pero se vuelve pasivo. En mi libro cito una frase de una paciente, bastante impactante, que decía que "el padre tradicional de la familia italiana" -y ella pensaba en su abuelo- "era un tirano pero era un padre; el padre actual es un idiota sentado frente a la televisión". Es decir pasivo.

— Ya no encarna la ley.

— La ley, la responsabilidad. Necesitamos una ley, no sólo en la sociedad, sino también en la familia. No podemos vivir sin ley. Y existe la posibilidad de colaborar con los hijos enseñándoles que la ley es una cosa positiva, que vas a ser feliz cumpliéndola.

SEGUÍ LEYENDO:

Argentina, país sin patriarcado y donde los varones dieron el poder a las mujeres

Mejor con ellas: un debate sobre el lugar de la mujer en la agroindustria

Guardar