Santidad, demonio, herejías, aborto y otros puntos destacados de la última exhortación de Francisco

Bergoglio no le teme a las palabras: en “Gaudete ed exsultate” (Alegraos y regocijaos) llama a las cosas por su nombre, al convocar a los cristianos a aspirar a la santidad en el mundo actual

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Si hay un vocabulario que en nuestras sociedades hipersecularizadas parece demodé, no lo es para el papa Francisco que, en su última Exhortación Apostólica, advierte que "la vida cristiana es" entre otras cosas, "también una lucha constante contra el diablo, que es el príncipe del mal".

Y llama a no pensar "que (el demonio) es un mito, una representación", porque "ese engaño nos lleva a bajar los brazos". De paso, vuelve a hacer una pequeña corrección al Padrenuestro; mejor dicho, a su traducción: no es "líbranos del Mal", sino "líbranos del Malo"…

Los analistas que recientemente se interrogaron sobre el porqué de tantas menciones al "Maligno" en los mensajes papales tendrán más material para desconcertarse: en "Gaudete ed exsultate" la palabra "demonio" aparece 8 veces, la palabra  "diablo", cinco, y "Malo" -escrita así, con mayúsculas, personificada-  dos…

Es que el documento papal, de 42 páginas y organizado en 5 capítulos, está dedicado a la "santidad", en especial al significado del llamado de Cristo a ser santos en el mundo actual. Y a la necesidad de resistir las tentaciones que distraen de lo esencial, sin aislarse de lo mundano, ya que es con los demás, en la comunidad, que se alcanza la santidad.

Por lo tanto, pese a que el tema suena muy celestial, la temática que aborda es muy terrenal, demostrando que a este Papa "nada de lo humano" le es "ajeno".

Hay referencias a las muchas distracciones del mundo actual, con su abrumadora oferta consumista, con su escenario virtual, las redes, donde incluso muchos cristianos ejercen la violencia verbal; pero también señala las desviaciones internas de la misma iglesia, a las que no duda en llamar "herejías". 

Y, al criticar el "gnosticismo actual", y advertir que "en la Iglesia conviven lícitamente distintas maneras de interpretar muchos aspectos de la doctrina y de la vida cristiana que, en su variedad, "ayudan a explicitar mejor el riquísimo tesoro de la Palabra", parece estar respondiendo a ciertos sectores que se escandalizan ante la menor apertura o gesto de amplitud de su pontificado.

"No hay santo sin pasado, ni pecador sin futuro", dijo una vez Francisco, aludiendo al hecho de que la santidad es posible para todos, que nadie nace santo, que es una lucha cotidiana, hecha tanto de grandes gestos, como de pequeños detalles.

En Gaudete ed exsultate desarrolla este tema en extenso. A la pregunta de ¿cómo ser un buen cristiano?, la respuesta, dice el Papa, está en "esas pocas palabras, sencillas pero prácticas", que son las bienaventuranzas (Mateo 5). Pero, sobre todo, en el resumen que hace el evangelista y que Bergoglio llama "el gran protocolo por el cual seremos juzgados": "Porque tuve hambre y me disteis de comertuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme" (Mateo 25,35-36).

A continuación, los puntos más destacados de este documento (con una pequeña inversión del orden, ya que se deja el cap. 2 para el final) y el agregado de algunos subtítulos (en color).

La santidad es para todos

CAPÍTULO PRIMERO – EL LLAMADO A LA SANTIDAD

[…] Seguramente, los acontecimientos decisivos de la historia del mundo fueron esencialmente influenciados por almas sobre las cuales nada dicen los libros de historia. Y cuáles sean las almas a las que hemos de agradecer los acontecimientos decisivos de nuestra vida personal, es algo que solo sabremos el día en que todo lo oculto será revelado». […]

Me interesa recordar a tantas mujeres desconocidas u olvidadas

Dentro de las formas variadas, quiero destacar que el «genio femenino» también se manifiesta en estilos femeninos de santidad… […], … me interesa recordar a tantas mujeres desconocidas u olvidadas quienes, cada una a su modo, han sostenido y transformado familias y comunidades con la potencia de su testimonio. […]

Para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o religiosos.

Muchas veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada solo a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias, para dedicar mucho tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser santos (…). ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales.[…]

Distracciones tecnológicas y absolutización del tiempo libre

No es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro, desear el descanso y rechazar la actividad, buscar la oración y menospreciar el servicio. […] Esto no implica despreciar los momentos de quietud, soledad y silencio ante Dios. Al contrario. Porque las constantes novedades de los recursos tecnológicos, el atractivo de los viajes, las innumerables ofertas para el consumo, a veces no dejan espacios vacíos donde resuene la voz de Dios. Todo se llena de palabras, de disfrutes epidérmicos y de ruidos con una velocidad siempre mayor. Allí no reina la alegría sino la insatisfacción de quien no sabe para qué vive. […]

Como decía León Bloy, en la vida «existe una sola tristeza, la de no ser santos»

Los mismos recursos de distracción que invaden la vida actual nos llevan también a absolutizar el tiempo libre, en el cual podemos utilizar sin límites esos dispositivos que nos brindan entretenimiento o placeres efímeros. Como consecuencia, es la propia misión la que se resiente, es el compromiso el que se debilita, es el servicio generoso y disponible el que comienza a retacearse. […]  

La santidad no te hace menos humano, porque es el encuentro de tu debilidad con la fuerza de la gracia. En el fondo, como decía León Bloy, en la vida «existe una sola tristeza, la de no ser santos».

Las bienaventuranzas y el gran protolocolo

CAPÍTULO TERCERO – A LA LUZ DEL MAESTRO

[…] «¿Cómo se hace para llegar a ser un buen cristiano?», la respuesta es sencilla: es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que dice Jesús en el sermón de las bienaventuranzas.

«Felices los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» […]

«Felices los mansos, porque heredarán la tierra»

Es una expresión fuerte, en este mundo que desde el inicio es un lugar de enemistad, donde se riñe por doquier, donde por todos lados hay odio, donde constantemente clasificamos a los demás por sus ideas, por sus costumbres, y hasta por su forma de hablar o de vestir. […]

«Felices los que lloran, porque ellos serán consolados»

El mundo no quiere llorar: prefiere ignorar las situaciones dolorosas, cubrirlas, esconderlas

El mundo nos propone lo contrario: el entretenimiento, el disfrute, la distracción, la diversión, y nos dice que eso es lo que hace buena la vida. El mundano ignora, mira hacia otra parte cuando hay problemas de enfermedad o de dolor en la familia o a su alrededor. El mundo no quiere llorar: prefiere ignorar las situaciones dolorosas, cubrirlas, esconderlas. […].

«Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados» […]

«Felices los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia»

[…] Mateo lo resume en una regla de oro: «Todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella» [..]

«Felices los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios»

«Felices los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios»

«Felices los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos»  […]

Las persecuciones no son una realidad del pasado, porque hoy también las sufrimos, sea de manera cruenta, como tantos mártires contemporáneos, o de un modo más sutil, a través de calumnias y falsedades. […]

Si buscamos esa santidad que agrada a los ojos de Dios, en este texto (Mateo) hallamos precisamente un protocolo sobre el cual seremos juzgados: «Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme» (Mateo 25,35-36). […]

Ante la contundencia de estos pedidos de Jesús es mi deber, como Vicario suyo, rogar a los cristianos que los acepten y reciban con sincera apertura, sin comentario

Ante la contundencia de estos pedidos de Jesús es mi deber, como Vicario suyo, rogar a los cristianos que los acepten y reciban con sincera apertura, «sine glossa», es decir, sin comentario, sin elucubraciones y excusas que les quiten fuerza. El Señor nos dejó bien claro que la santidad no puede entenderse ni vivirse al margen de estas exigencias suyas … […]

La defensa de la vida 

La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada

La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte. No podemos plantearnos un ideal de santidad que ignore la injusticia de este mundo (…).

Suele escucharse que, frente al relativismo y a los límites del mundo actual, sería un asunto menor la situación de los migrantes, por ejemplo. Algunos católicos afirman que es un tema secundario al lado de los temas «serios» de la bioética. (…) ¿Podemos reconocer que es precisamente eso lo que nos reclama Jesucristo cuando nos dice que a él mismo lo recibimos en cada forastero (cf. Mt 25,35)? [..]

También el consumo de información superficial y las formas de comunicación rápida y virtual pueden ser un factor de atontamiento

El consumismo hedonista puede jugarnos una mala pasada, porque en la obsesión por pasarla bien terminamos excesivamente concentrados en nosotros mismos, en nuestros derechos y en esa desesperación por tener tiempo libre para disfrutar. Será difícil que nos ocupemos y dediquemos energías a dar una mano a los que están mal si no cultivamos una cierta austeridad, si no luchamos contra esa fiebre que nos impone la sociedad de consumo para vendernos cosas, y que termina convirtiéndonos en pobres insatisfechos que quieren tenerlo todo y probarlo todo. También el consumo de información superficial y las formas de comunicación rápida y virtual pueden ser un factor de atontamiento que se lleva todo nuestro tiempo y nos aleja de la carne sufriente de los hermanos.

Vencer al mal con el bien – Violencia verbal en las redes

CAPÍTULO CUARTO – ALGUNAS NOTAS DE LA SANTIDAD  EN EL MUNDO ACTUAL

Aguante, paciencia y mansedumbre

[…] San Pablo invitaba a los romanos a no devolver «a nadie mal por mal» (Rm 12,17), a no querer hacerse justicia «por vuestra cuenta» (v.19), y a no dejarse vencer por el mal, sino a vencer «al mal con el bien» (v.21). Esta actitud no es expresión de debilidad sino de la verdadera fuerza, porque el mismo Dios «es lento para la ira pero grande en poder» (Na 1,3). […]

También los cristianos pueden formar parte de redes de violencia verbal a través de internet internet y de los diversos foros o espacios de intercambio digital. Aun en medios católicos se pueden perder los límites, se suelen naturalizar la difamación y la calumnia, y parece quedar fuera toda ética y respeto por la fama ajena. Así se produce un peligroso dualismo, porque en estas redes se dicen cosas que no serían tolerables en la vida pública… (…). Es llamativo que a veces, pretendiendo defender otros mandamientos, se pasa por alto completamente el octavo: «No levantar falso testimonio ni mentir», y se destroza la imagen ajena sin piedad. […]

Audacia y fervor

[…] Como el profeta Jonás, siempre llevamos latente la tentación de huir a un lugar seguro que puede tener muchos nombres: individualismo, espiritualismo, encerramiento en pequeños mundos, dependencia, instalación, repetición de esquemas ya prefijados, dogmatismo, nostalgia, pesimismo, refugio en las normas. […]

Dios siempre es novedad, que nos empuja a partir una y otra vez y a desplazarnos para ir más allá de lo conocido, hacia las periferias y las fronteras. Nos lleva allí donde está la humanidad más herida… […] … la Iglesia no necesita tantos burócratas y funcionarios, sino misioneros apasionados… […]

Corrección al Padrenuestro – El demonio no es un mito

La Palabra de Dios nos invita claramente a «afrontar las asechanzas del diablo»

CAPÍTULO QUINTO – COMBATE, VIGILANCIA Y DISCERNIMIENTO

La vida cristiana es un combate permanente. Se requieren fuerza y valentía para resistir las tentaciones del diablo y anunciar el Evangelio. […] No se trata solo de un combate contra el mundo y la mentalidad mundana, que nos engaña, nos atonta y nos vuelve mediocres sin compromiso y sin gozo. Tampoco se reduce a una lucha contra la propia fragilidad y las propias inclinaciones (cada uno tiene la suya: la pereza, la lujuria, la envidia, los celos, y demás). Es también una lucha constante contra el diablo, que es el príncipe del mal. […]

… cuando Jesús nos dejó el Padrenuestro quiso que termináramos pidiendo al Padre que nos libere del Malo. La expresión utilizada allí no se refiere al mal en abstracto y su traducción más precisa es «el Malo». Indica un ser personal que nos acosa. Jesús nos enseñó a pedir cotidianamente esa liberación para que su poder no nos domine.

Entonces, no pensemos que es un mito, una representación, un símbolo, una figura o una idea. Ese engaño nos lleva a bajar los brazos, a descuidarnos y a quedar más expuestos. Él no necesita poseernos. Nos envenena con el odio, con la tristeza, con la envidia, con los vicios.

La Palabra de Dios nos invita claramente a «afrontar las asechanzas del diablo» (Ef 6,11) y a detener «las flechas incendiarias del maligno» […]

En este camino, el desarrollo de lo bueno, la maduración espiritual y el crecimiento del amor son el mejor contrapeso ante el mal. […]

La corrupción espiritual 

…quienes sienten que no cometen faltas graves contra la Ley de Dios, pueden descuidarse en una especie de atontamiento o adormecimiento. (…) La corrupción espiritual es peor que la caída de un pecador, porque se trata de una ceguera cómoda y autosuficiente donde todo termina pareciendo lícito… […]

Discernimiento contra el zapping constante

Sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos en marionetas a merced de las tendencias del momento

El discernimiento

 la vida actual ofrece enormes posibilidades de acción y de distracción, y el mundo las presenta como si fueran todas válidas y buenas. Todos, pero especialmente los jóvenes, están expuestos a un zapping constante. Es posible navegar en dos o tres pantallas simultáneamente e interactuar al mismo tiempo en diferentes escenarios virtuales. Sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento. […]

Una condición esencial para el progreso en el discernimiento es educarse en la paciencia de Dios y en sus tiempos, que nunca son los nuestros.  […]

Herejías primitivas que siguen teniendo actualidad

CAPÍTULO SEGUNDO – DOS SUTILES ENEMIGOS DE LA SANTIDAD

En este marco, quiero llamar la atención acerca de dos falsificaciones de la santidad que podrían desviarnos del camino: el gnosticismo y el pelagianismo. Son dos herejías que surgieron en los primeros siglos cristianos, pero que siguen teniendo alarmante actualidad. (…) En ellas se expresa un inmanentismo antropocéntrico disfrazado de verdad católica. […]

El gnosticismo actual

… supone «una fe encerrada en el subjetivismo, donde sólo interesa una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que supuestamente reconfortan e iluminan, pero en definitiva el sujeto queda clausurado en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos». […]

Cuando alguien tiene respuestas a todas las preguntas, demuestra que no está en un sano camino y es posible que sea un falso profeta, que usa la religión en beneficio propio, al servicio de sus elucubraciones psicológicas y mentales. Dios nos supera infinitamente, siempre es una sorpresa y no somos nosotros los que decidimos en qué circunstancia histórica encontrarlo, ya que no depende de nosotros determinar el tiempo y el lugar del encuentro. Quien lo quiere todo claro y seguro pretende dominar la trascendencia de Dios.

Tampoco se puede pretender definir dónde no está Dios, porque él está misteriosamente en la vida de toda persona, (…). Aun cuando la existencia de alguien haya sido un desastre, aun cuando lo veamos destruido por los vicios o las adicciones, Dios está en su vida. (…)

A quienes sueñan con una doctrina monolítica , esto puede parecerles una imperfecta dispersión

Los límites de la razón

[…] Quiero recordar que en la Iglesia conviven lícitamente distintas maneras de interpretar muchos aspectos de la doctrina y de la vida cristiana que, en su variedad, «ayudan a explicitar mejor el riquísimo tesoro de la Palabra». Es verdad que «a quienes sueñan con una doctrina monolítica defendida por todos sin matices, esto puede parecerles una imperfecta dispersión».39 […]

El pelagianismo actual

[…]… el poder que los gnósticos atribuían a la inteligencia, algunos comenzaron a atribuírselo a la voluntad humana, al esfuerzo personal. (…) Ya no era la inteligencia lo que ocupaba el lugar del misterio y de la gracia, sino la voluntad. Se olvidaba que «todo depende no del querer o del correr, sino de la misericordia de Dios» (Rm 9,16) y que «él nos amó primero» (1 Jn 4,19). […]

… es sano recordar frecuentemente que existe una jerarquía de virtudes, que nos invita a buscar lo esencial. El primado lo tienen las virtudes teologales, que tienen a Dios como objeto y motivo. Y en el centro está la caridad. […]

 
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