Pensá en tus abuelos inmigrantes. O en tus padres, quizá. Pensá en todas las historias que escuchaste de amigos que contaban que sus ancestros dejaron Europa corridos por la guerra, por la persecución nazi por el hambre y, siempre, por el deseo de un futuro. Dejar la tierra de uno se hace siempre – o casi siempre- por el deseo tener futuro.
Matías Palacios ha de haber pensado en todo eso. Y sin embargo, se animó a recorrer el camino en sentido inverso. Se fue del país. Fue a buscar su futuro -y su felicidad- en España. Tiene 38 años. Ejercía en Buenos Aires su pasión comentando deportes en Radio La Red y en varios otros medios de primer nivel. Hace dos meses, con su esposa y su hijo de diez años, decidieron dejar todo y probar suerte en Madrid. "En Capital vivía cómodamente incómodo. Cosas del día a día me molestaban mucho. Y, sobre todo, necesitaba darle a mi hijo un futuro que en Buenos Aires no encontraba", le dice a Infobae en una charla vía Skype.
"Mi fantasía no es volver a la Argentina. Mi fantasía es hacer futuro aquí. Lo pensamos mucho y estamos muy convencido", dice sin dudar. Es un buen tipo. Talentoso, joven y, que como muchos en los 90 o en el 2000 desandaron el camino de sus abuelos y probaron suerte en la Vieja Europa. Con él, charlamos.
— Bueno, vamos a hacer como en la escuela. Matías Palacios, ¿edad?
— 38, Novaresio
— (Risas) ¿Nacido dónde?
— En Capital Federal.
— ¿Barrio?
— Nací en Caballito geográficamente, que fue el barrio donde viví mis últimos quince años. Si bien cuando nací mis padres vivían en Almagro pero bueno…
— Caballito.
— Nací en Caballito, sí.
— Casado, con un niño, con Joaquín, ¿de cuántos años?
— 10 años.
— 10 años. ¿Desde dónde estás hablando ahora?
— Desde Madrid.
— Cuánto hace que estás ahí en Madrid.
— Y, se cumplieron hace dos días ya dos meses.
— Dos meses. ¿Por qué te fuiste Matías?
— Como te conté el otro día Luis principalmente porque quería vivir mejor. Sentía que en la Argentina vivía cómodamente incómodo y cuando me refiero a eso tenía trabajo, me iba bien, pero había muchas cosas del día a día que no me quería acostumbrar, no me sentía cómodo. Y sobre todo en base a esto quería darle una nueva vida, una mejor vida a mi hijo, insertarlo en una nueva sociedad. Y bueno, aposté por España.
— Pensaba esto que vos decías en lo cotidiano, vivías incómodamente…
— Cómodamente incómodo.
— Cómodamente incómodo. ¿Cuáles eran las mayores incomodidades?
— Yo creo que vivimos en un día a día alocado, con un vértigo y una velocidad mortal, literal. No se puede vivir todo el tiempo tan vertiginosamente. Me parece que nos malacostumbramos a eso y eso es lo que justamente ni yo ni mi mujer queríamos más. O sea sentir que lo que está mal uno lo tiene que aceptar como algo que esté bien. Que ese vértigo te haga mal a la cabeza. Que el día a día sea sentir los codazos permanentemente, no solamente en un transporte público sea subte, colectivo o un taxi, porque a veces hasta la gente se pelea por subirse a un taxi insólitamente.
Bueno, todo ese día a día hizo que yo piense que podía vivir de otra manera. y la verdad que los últimos 10 años yo viajé mucho a España, tuve la suerte de poder viajar, de conocer, y me di cuenta que se puede vivir de otra manera. Sencillamente eso.
— Me impacta esto, en lo que me siento reflejado y muchas veces lo hablamos fuera de micrófono porque compartimos la radio mucho tiempo, ésta cosa de que uno se acostumbra a lo que está mal, cree que es natural lo que está mal.
— Exacto.
— Y vos mencionabas algunas cosas. Imagino que la seguridad también debe ser un tema que te impacta ¿no?
— También, también. Hay muchos creen que yo me vine porque tuve un episodio de inseguridad, a mí me asaltaron una madrugada volviendo de la radio a las 2 de la mañana, me pusieron tres revólveres en la cabeza para sacarme apenas los dos celulares, el mío y el de la radio que tenía, y un par de zapatillas y la billetera con 300 pesos. Pero eso fue la gota que rebalsó el vaso. O sea, después cuando sentís que en realidad la inseguridad no es solamente esa posibilidad que me ha pasado a mí y le ha pasado a mucha gente, familiares, amigos, vecinos, que justamente te pongan un revólver en la cabeza para sacarte qué, un celular, las zapatillas, lo poco que tengas de plata. Es también el sentirse incómodo en que te tenés que dar vuelta permanentemente para entrar a tu casa, que te tenés que apurar en sacar la llave rápido, que no querés sacar el celular en un subte o en un colectivo porque tenés miedo que te lo manoteen. Y esas son un montón de cosas que a mí me hacían sentir, por eso digo incómodo, no me quería acostumbrar a esa incomodidad. Y obviamente que aquí también hay ladrones porque en todas partes del mundo hay ladrones pero bueno, éste tipo de cosas no suceden, esa es la realidad.
— Hasta la cosa mínima, y que puede parecer banal, de salir a la calle hablando por celular por lo menos en Buenos Aires es como te aconsejan no saques el celular. Esto me imagino que es un símbolo de algo, ¿no?
— Sí. Yo me acuerdo mucho una nota que creo que vos escribiste para Infobae, donde narrabas de manera perfecta un episodio que viviste a pocas cuadras de la radio, donde suele haber muchos hechos delictivos, donde hay gente que está preparada para robarte, con motos, con mucha agresividad, con mucha violencia, y cómo vos graficabas la pasividad que uno termina tomando como ciudadano y que queda realmente inmóvil ante todo eso. Y eso es lo que ha generado la inseguridad, la violencia o la delincuencia que suele haber en todas las calles. Que quedemos sin posibilidad de accionar. Que desconfiemos de los que nos tienen que brindar seguridad.
Pero bueno, yo igualmente insisto, yo me vine no solamente por esto, hay un montón de factores. Bueno, éste es uno, el de la inseguridad que vivimos día a día sobre todo en la Ciudad de Buenos Aires.
— Cómo influyó el deseo de tener futuro, no solo para vos que sos un tipo joven, para tu esposa, sino para Joaquín.
— Primero quiero aclarar Luis que nosotros obviamente estamos acá porque contamos con el pasaporte de la comunidad europea, porque si no no habría venido, sería una locura. No hay posibilidad de instalarse porque las fronteras no están abiertas como cuando estaban abiertas para nuestros abuelos cuando se iban a la Argentina desde Europa. Primero quería aclarar eso. Y segundo que bueno, es cierto que yo pensé mucho en el futuro de mi hijo, que tiene 10 años. Que quería que también creciera en otro contexto a todo nivel. Y bueno, aposté.
Y después también hay una cosa que es cierta, que lo charlaba con un colega aquí español,que Madrid o España en sí te permite tener una puerta hacia otros lugares. Es decir para estudiar idiomas, para nutrirte de otra manera. Aquí estás en Europa y todo queda más cerca.
— Claro. Cómo fue la inserción, cómo te trataron estos primeros sesenta días de ser lo que nuestros padres o nuestros abuelos eran, la llegada de los inmigrantes.
— A mí muy bien. Yo siento que el madrileño, el español en general, es muy receptivo, está acostumbrado a la inmigración. Hay mucha inmigración latina, sobre todo aquí, en ésta ciudad. Y el madrileño está también muy acostumbrado a la inmigración interna de distintas provincias de España. Yo la verdad hasta acá no me siento extranjero, me siento tan feliz con la decisión que hemos tomado y cómodo por vivir tranquilo, de caminar libremente por la calle y no tener miedo, que la verdad no me siento un extranjero.
— ¿Se lloró mucho para tomar la decisión?
— No. Nosotros lo meditamos muchos años todo esto, como digo, además de tener también la documentación necesaria europea hemos venido muchas veces como para analizar el panorama y para animarnos. Y fueron prácticamente 8 años de meditarlo mucho y eso hizo que no se llegue con lágrimas y con emoción. Sí obviamente las despedidas de la familia, de los amigos, de algunos contactos que uno pueda tener aquí. Pero no, será por esto que uno lo meditó mucho y lo pensó mucho y entiende que es un paso adelante pensando lo mejor para los tres.
— ¿Y Joaquín cómo reaccionó frente a esto?
— Muy bien, muy bien. Creo que eso también nos empujó mucho, fue nuestro motor. Porque en cada viaje que hacíamos notábamos que él interactuaba muy fácilmente con los chicos de aquí de España, es muy futbolero, España es un país enormemente futbolero también como lo es la Argentina, prácticamente la misma magnitud. Y eso lo unía en cualquier esquina, en cualquier calle, en cualquier playa, para hablar o para jugar. Y bueno, el idioma tampoco es una traba entonces…
— Claro.
— Le va muy bien a él también.
— Salió futbolero, a quién habrá salido… ¿Conseguiste laburo, estás insertado laboralmente?
— Todavía no, por lo menos aquí en España. Hemos estado haciendo colaboraciones para Radio La Red y para otros medios desde aquí desde Argentina. Por el momento conociendo gente en España, son dos meses. Yo venía también de conversaciones en otro momento pero claro, qué me pasaba, que me daba cuenta que hablaba e inmediatamente surgía y ahora qué hace Matías, no, vuelvo a la Argentina, tengo dos trabajos, haré tal programa de radio, transmitiré tal partido de fútbol. Y para el paso que yo quería dar adelante en mi profesión tenía que estar acá, golpear la puerta siendo firme desde que me vine acá. Mucha gente te dice "qué valiente que fuiste". Y bueno, nada, apostando, conociendo gente y que me conozcan en definitiva.
— No hay una sola causa cuando uno toma una decisión generalmente. Vos decías "yo quería un desarrollo profesional" pero estaba lo otro, lo de sentirte cómodamente incómodo. ¿Pesó más esto último?
— Sí, es un poco todo. Por momentos el desafío profesional, yo tengo un objetivo en mi carrera profesional que lo tenía que era desempeñarme aquí en España y tengo mucha expectativa por cumplirlo. Y después sí obviamente, como te explicaba, el día a día te genera incomodidad muchas veces en Buenos Aires y bueno, aspiré a sentirme mejor en ese día a día y aposté a esto.
— ¿En algunos de estos escasos sesenta días dijiste, "pego la vuelta"?
— No, jamás, no. Estamos muy convencidos de la decisión que tomamos, la meditamos mucho. Como te contaba fueron 8 años de pensarlo y de sentir "che, acá se vive un poco mejor parece, ¿no?"
— Y en la fantasía, te lo pregunto como hijo de inmigrante, mi viejo siempre tuvo la fantasía, no volvió nunca, murió aquí en la Argentina, pero digo, ¿en la fantasía futura vos decís "trabajo un tiempo y vuelvo"?
— No, la fantasía en todo caso es… ¿Sabés lo que pasa también Luis? Que uno ve acá, que vos lo habrás visto en tantos viajes que has hecho, lo bien que vive la gente grande. Y vos sabés que una referencia para mí en mi vida fue mi abuelo. Mi abuelo vivió hasta los 99. Es el papá de mi mamá. No era inmigrante, era argentino hijo de criollos. Y al viejo le encantaba salir. Y en los últimos 5 años ya no se animaba a salir a la vereda porque se sentía inseguro, porque tenía miedo. Y hasta a él le hicieron el cuento del tío y eso a él lo deprimió y a los 2 meses se terminó muriendo. Y quería llegar a los 100. ¿Y acá sabés qué ves? Ves mucha gente de 70 en adelante que sale, que disfruta, que vuelve a las 2 de la mañana a su casa. Que sabe que si sale le van a respetar la senda peatonal. Que si sale no le van a robar el móvil o el celular. Que si sale a la calle no hay una vereda floja por lo tanto no tiene temor a caerse. Y para mí es una gran referencia esa, quizás por ésta fantasía mía que va más allá, hacia la vejez, hacia la tercera edad, y a mí me impulsó mucho ver hasta familiares míos, de mi mujer, que viven aquí en España y que los ves muy joviales a sus setenta y pico. Y lamentablemente bueno, como te decía, mi referencia fue mi abuelo, los últimos años que no se animaba a salir a la calle y que se le metieron haciéndole el cuento del tío y que se murió de tristeza a los dos meses. Eso.
— Eso. Bueno, ¿te estás arreglando para usar "falda" en vez de "pollera" y decir "coger" en el sentido de agarrar?
— (Risas) Se te van pegando algunas cosas. Viste que igual dicen que nosotros los argentinos somos de querer parecernos, de hacernos los españoles, de querer hablar en castizo hombre.
— Bueno, no digas pollera ¿está claro?
— No, no, por supuesto, por supuesto. "Follar" debería decir aquí pero bueno, nada, la verdad que… Y después se come muy bien Novaresio, se come muy bien.
— Eso me consta, me consta y voy a hacer todo lo posible por ir a visitarte aparte de para verte para ir a comer tan rico con algunas buenas tapas y un buen ioja. Matías lo mejor, lo mejor para vos. Te deseo lo mejor. Esto digo, no hay recetas generales, cada historia es cada historia, uno hace lo que desea y lo que puede y lo que quiere, pero el que te está viendo y dice "me tengo que ir, no me tengo que ir, me tengo que quedar, no me tengo que quedar", ¿qué le decís?
— No, eso te iba a decir. Yo lo que creo es que es muy personal, principalmente. Que yo me vine porque de verdad tomé la valentía como dicen algunos. También porque tenía los papeles, sino no podría haber venido. Todo esto gracias a mi esposa y a la familia de ella que eran italianos. Pero bueno, después es muy personal. Yo no reniego obviamente de mi país en sí, eh, no quiero dar ese mensaje. A mí la Argentina me ha permitido crecer, me ha permitido ser quien soy, yo hoy me presento ante distintos medios y digo yo trabajo para Radio La Red, trabajaba día a día y hoy estoy haciendo trabajo desde aquí y conocen lo que es Radio La Red, eso la globalización te lo permite también. Sentí simplemente que era mi momento de buscar otra cosa, había muchos objetivos que yo había cumplido en la Argentina. Después creo que todo ese camino que recorrí me permitió también sentirme firme a todo nivel como para poder animarme a ésta empresa. Y bueno, aquí estoy, intentando que me salga bien. Y si no me sale bien, lo intenté. Básicamente eso.
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