Vista de la caída del vehículo Julio Verne o Vehículo Automatizado de Transferencia 001 (ATV-001), de la ESA, en febrero de 2015
Sea de día o de noche, en el hemisferio norte, sobre Estado Unidos, España, Polonia o Rusia; o en hemisferio Sur, sobre Argentina, Chile, Australia o Nueva Zelanda.
En cualquier momento al mirar al cielo se podría observar un espectacular fuego artificial que durará algunos minutos e iluminará todo de color fuego.
Esa será la estación espacial china Tiangong-1 (en chino, "Palacio estelar-1"), que caerá a la Tierra en las próximas horas y será desintegrada en su reingreso a la atmósfera.
Lanzada el 30 de septiembre de 2011 como parte de un ambicioso proyecto científico para convertir a China en una superpotencia espacial, desde 2016 la estación espacial fue abandonada y reemplazada por el Tiangong-2, lo que devino en su pérdida de control y descenso inevitable hacia la Tierra.
La Administración Espacial Nacional China (CNSA) confirmó la pérdida de control de su estación espacial desde 2016, pero aseguró en uno de sus últimos comunicados que "a caída en la Tierra de este módulo espacial fuera de control no debería provocar daños y ofrecerá un espectáculo 'espléndido' similar a una lluvia de meteoritos.
La Agencia Espacial Europea (ESA) dio una nueva ventana de tiempo en su precipitación, comprendida entre el domingo por la tarde y la mañana del lunes en tiempo universal, explicando que la caída del Tiangong-1 se ralentizó debido a una meteorología espacial más tranquila.
"Un torrente de partículas solares debería haber incrementado la densidad en las altas capas de la atmósfera y precipitar la caída del laboratorio espacial. Pero no tuvo el efecto previsto", informó la ESA. "Sin embargo, su ventana de entrada en la atmósfera sigue siendo variable", subrayó. También persiste la incertidumbre sobre el lugar donde podrían caer los eventuales restos.
La ESA aclaró que no es posible hacer predicciones precisas del lugar donde podrían caer algunas piezas que no lleguen a desintegrarse en la atmósfera, pero según los análisis realizados, la nave caerá en algún punto situado entre los 43º N y 43º S de latitud. Esto sitúa el lugar del impacto en una vasta región terrestre que incluye varios continentes.
Sin embargo, y debido a la geometría de la órbita del laboratorio espacial, la probabilidad de impacto será máxima justo en los extremos de dicha franja de terreno, en un área próxima a los 43º Norte y Sur: el paralelo norte pasa por España, Italia, Estados Unidos y China y el paralelo sur pasa por Argentina, Chile, Australia y Nueva Zelanda.
Este dato es clave, ya que podría afectar ciudades como San Carlos de Bariloche, Neuquén, Bahía Blanca y Viedma, en la Argentina. Y metrópolis importantes del hemisferio norte como Nueva York, Madrid o Roma, por ejemplo.
La Secretaría de Protección Civil del Ministerio de Seguridad de la Nación salió a aclarar que el riesgo de que la estación espacial china caiga en Argentina es "ínfimo".
"La Secretaría de Protección Civil del Ministerio de Seguridad de la Nación como Secretaría Permanente del Sistema Nacional para la Gestión Integral del Riesgo (SINAGIR) ha sido informada por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) acerca del posible reingreso a la Tierra de fragmentos de la estación espacial china TIANGONG-1, que se produciría entre el sábado 31 de marzo y el domingo 1 de abril", explicó el comunicado difundido por el Ministerio.
Infobae consultó a The Aerospace Corporation, una empresa estadounidense que emplea a 3.500 personas y brinda asistencia técnica, científica y aeroespacial al programa de Seguridad Espacial de Estados Unidos (NSS, por sus siglas en inglés) sobre la probabilidad de caída de restos de la estación espacial.
"Es muy poco probable que los restos de este reingreso golpeen a cualquier persona o dañen significativamente alguna propiedad. El único caso conocido de desechos espaciales que golpean a una persona es la ama de casa Lottie Williams de Tulsa, Oklahoma, quien fue golpeada en el hombro por un pequeño pedazo de escombro espacial en 1996, pero no sufrió daños", explicaron desde la firma californiana, y aseguraron que realizarán un cálculo de riesgo de personas y propiedades horas antes del evento.
Además, confiaron que "es poco probable que sea una reentrada controlada de la estación espacial. Aunque no se ha declarado oficialmente, se sospecha que el control de Tiangong-1 se perdió y no se recuperará antes de la reentrada".
"Dependiendo de la hora del día y la visibilidad, la reentrada puede aparecer como múltiples rayas brillantes que se mueven por el cielo en la misma dirección. Debido al tamaño relativamente grande del objeto, se espera que haya muchas piezas que vuelvan a entrar juntas, algunas de las cuales pueden sobrevivir al reingreso y aterrizar en la superficie de la Tierra", completaron, y advirtieron que podría haber materiales altamente tóxicos y corrosivos, como la hidrazina, por lo que "es importante no tocar ninguna pieza y llamar a las autoridades locales".
Piezas de hasta 100 kilos
Si bien los científicos de la ESA esperan que la estructura se desintegre en la atmósfera y que sus restos caigan en una amplia zona con forma de elipse de miles de kilómetros de largo y decenas de kilómetros de ancho, también advierten que piezas de hasta 100 kilos podrían llegar a tocar tierra.
La ESA explicó que solo será posible conocer el lugar de reentrada aproximado con pocas horas de antelación y que varias regiones del planeta podrán presenciar el suceso como un espectacular fuego artificial. Entre las dificultades que impiden afinar más las predicciones, está la complejidad de hacer modelos del comportamiento de la atmósfera, la dinámica del objeto y las limitaciones en el seguimiento de la Tiangong-1.
Pese al temor, a lo largo de los años se produjeron numerosas caídas no controladas y ninguna de ellas reportó daños para la población. Por caso, el 7 de febrero de 1991 la ciudad santafesina de Capitán Bermúdez se vio sacudida por la caída de restos de la estación espacial Salyut, una nave de 20 toneladas que la Unión Soviética había enviado al cosmos.
Y en 1979 se estrelló de forma parcialmente controlada en Australia la estación Skylab de la NASA, de 77 toneladas. A su lado, las 8,5 toneladas de Tiangong-1 son una miniatura.
Millones de veces más improbable que un rayo
Afortunadamente, dado que la mayor parte de la Tierra está cubierta por agua o está inhabitada, las probabilidades de que el laboratorio golpee a alguien son, según la ESA, "10 millones de veces menores que la probabilidad anual de ser alcanzado por un rayo".
Además, los científicos consideran que la nave espacial ya no alcanza la masa de 8,5 toneladas que tenía originalmente, a causa del consumo del combustible, por lo que "tendría una masa comparable a la de los satélites fuera de servicio que hacen reentradas no controladas un par de veces cada mes", según la ESA.
A pesar de todo, China notificó a la Oficina para Asuntos del Espacio de Naciones Unidas (UNOOSA) acerca de la reentrada, y solicitó, a través de un organismo coordinador formado por importantes agencias como la NASA, la ESA o Roscosmos, un seguimiento internacional del aparato.
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