En la Librería de Ávila no sólo hay ávidos lectores, alumnos buscando libros de textos o padres comprando manuales. Entre estanterías y mesas atiborradas de libros más de cien mil ejemplares, los turistas sacan fotos atraídos por su historia.
Uno de los carteles reza: "la librería más antigua del planeta". En el fondo, se escuchan tangos que salen de un tocadiscos antiguo. Al entrar, se viaja como en una cápsula del tiempo.
Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Mariano Moreno y Juan José Paso -entre otros- frecuentaban la librería y La Manzana de las Luces. Se reunían en el Café de Marco y cruzaban a la entonces Librería del Colegio, frente al Nacional Buenos Aires. Allí buscaban, además de los libros de moda, los de la sangrienta Francia de 1789. Poco a poco, entre debates y polémicas, se fue gestando lo que para mayo de 1810 sería la Revolución.
La librería de Ávila, en la esquina de Alsina y Bolívar, nació en 1785 en una Buenos Aires dentro del Virreinato del Río de La Plata, bajo el mandato de Carlos III en España.
Se fundó como un ranchito con paredes de adobe y techo de paja, y después fue la primera casa de la ciudad en tener dos pisos. "Le decían La Botica porque vendía hierbas medicinales. Luego comenzó a tener objetos relacionados con el gauchaje: desde botas de potro hasta facones", cuenta Miguel Ávila, dueño de la librería desde hace 30 años.
-¿Qué es el libro para usted?
-El libro es un agente invasor. Va abriéndose paso codo a codo. El buen lector sabe que uno los termina teniendo por todos lados: en la biblioteca, debajo de la mesa, en la mesita de luz. Con su poder van tomando su espacio.
-¿Por qué es importante esta librería?
-La importancia se debe a su estrecha relación con la Revolución de Mayo. Fue como un nido, un avispero del pensamiento. En los momentos previos, era la que traía los libros de la Revolución Francesa. Los jóvenes Paso, Castelli, Moreno, Belgrano se reunían y venían a buscarlos.
Por su ubicación estratégica, los vecinos de La Manzana de las Luces fueron testigos de sucesos históricos: desde las invasiones inglesas (1806 y 1807), la huída de Juan Manuel de Rosas en 1852, hasta los encuentros furtivos entre Manuel Belgrano y Josefa de Ezcurra, amantes secretos.
-¿Qué encuentros tenían Belgrano y Josefa de Ezcurra, cuñada de Juan Manuel de Rosas?
– Belgrano deambulaba por la calle Defensa e iba a la Farmacia La Estrella (Nota: una de las farmacias más antiguas de Buenos Aires donde hoy funciona el Museo de la Ciudad). Cuando doblaba por la esquina de Alsina, caminaba despacio con su bastón, que era usado como elemento de elegancia. A su vez, levantaba la vista hacia el primer piso de la vereda de enfrente. Allí le devolvían una mirada disimulada. Era Josefa de Ezcurra, con quien tuvo un hijo y fue criado por Rosas.
Ávila, ex dueño de la librería Fray Mocho, se interesó por la abandonada esquina del Colegio cuando se enteró que allí instalarían un fastfood, y se comprometió a reeditar lo que había sido la vieja librería.
"Hoy es declarada de Interés Cultural de la Ciudad, Monumento Histórico Nacional por decreto presidencial. En Europa la han mencionado como la más antigua del mundo", dice.
-¿Cuál es el rol del librero?
-Es un formador de lector, una responsabilidad que se perdió con el correr de los años. La computadora te ayuda, pero lo central es el vendedor. Es el que va a guiar y a introducir en el mundo de la lectura como una función social. Cuando el hombre descubre el libro, nunca más vuelve a estar solo.
-¿Cuántos libros hay?
-Entre los dos pisos y los depósitos hay alrededor de cien mil.
-¿Cuáles son los títulos más antiguos? ¿Están en venta?
-Son los del Padre Pedro Lozano, con ediciones del 1700 y tratan sobre el origen de la lengua. Todos los libros que tenemos están a la venta. Ningún autor escribe para guardarlo bajo llave, ni tampoco trabajamos con coleccionistas.
-¿Cuál es el libro más caro?
-Es importante entender que, más allá de un precio de mercado, existe el ojo tasador del librero. En mi caso, el que tiene más valor es la primera edición de "Luna de enfrente" (1920), de Jorge Luis Borges (Nota: tiene un valor de cien mil pesos).
-¿Cuál es el clásico más vendido?
-El Martín Fierro de José Hernández es siempre el más requerido. En segundo lugar está El Principito, del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry. Son dos títulos que debemos tener siempre.
-¿Los jóvenes leen menos que antes, o es un mito?
– En nuestro país existe algo que nos elogian siempre los extranjeros: la cantidad de librerías, de teatros, de expresiones culturales. Eso tiene que ver con la cultura. Los jóvenes forman parte, pero hay una limitación: la económica. Hoy un título dentro de las "novedades" puede salir entre 500 y 600 pesos. ¿Qué joven puede acceder fácilmente a ese gasto? Creo que los chicos siguen teniendo interés por los libros, pero antes eran más accesibles. Desde la librería tendemos a vender usados, que es una manera de que los clientes lleguen a tener un libro.
"Cada medio de comunicación, antes o después, asiste a su propio velorio", dice Carlos Scolari, intelectual argentino radicado en España y especializado en medios, en su reflexión sobre la muerte del libro. Lo digital amenaza al papel: ebooks y debates sobre el periodismo impreso.
Pero Ávila es optimista frente a los cambios de la posmodernidad. "El libro es un ente irremplazable. Tomarlo, tenerlo en tu mano, abrirlo, hojearlo, sentir el olor, su textura, es una relación de intimidad".
La librería permite esa sensación de complicidad. Un grupo de ruidosos adolescentes entra en busca de un libro. Sin timidez agarran y hojean las publicaciones del estante de "Novedades".
Ávila y el resto de los libreros se preparan. Suben y bajan las escaleras. Como aquel mayo de 1810, la librería es otra vez protagonista de un desafío: acercar los jóvenes a la lectura. Que es otra forma de hacer la revolución.