Gabriela Acher, inteligente, judía, feminista y bella: "Por eso no se me acercan los hombres"

La gran actriz analiza el feminismo, el acoso, el aborto y se ríe del machismo y de algunos hombres

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Es deslumbrante. Escucharla y verla. Desde el primer saludo cuando llega al estudio de Infobae, se ríe de ella y provoca una carcajada en los periodistas que la reciben. "Explicame qué hace una chica como yo en una edad como ésta", le dice a quien la microfonea, rememorando el título de uno de sus libros.

Advertencia preliminar para el lector: Gabriela Acher es muy peligrosa. Es inteligente, irónica y, esto es causal de prisión preventiva, piensa cada una de sus respuestas a las que envuelve en un gag desopilante. "Las mujeres no queremos ser como los hombres. Sería pretender muy poco", dispara entre risas.

Dice que desde su ingreso a Telecataplum, el célebre programa uruguayo de tele que arrasó en los '60, '70 y '80 en el Río de la Plata con Espalter, Almada, Henny Trayles y ella, entre otros, insistió en militar en el feminismo hasta el día de hoy. Se ríe con esas consignas que dicen "no soy feminista. Soy femenina".  "Las mujeres que dicen eso tienen absorbido el cerebro. No tengo otra explicación. Cuando las oigo, las quiero matar porque no saben lo que están diciendo, qué tiene que ver una cosa con la otra. Se puede ser femenina y ser feminista, obviamente".

Recuerda su paso por el programa de Tato Bores en donde creó a la doctora especialista en sexo que fue capaz de crear el macho instantáneo: "Puso una agencia de taxiboys. Fabricaba machos en una bañera con un polvito tipo Tang, echaba agua, lo mezclaba y salía un macho tipo sea monkey pero más divertido.  Y se lo quería vender a Tato. Le daba un frasco para que se lo llevara a ver. Lléveselo de mi parte", relata divertida.

Autora de sus propios libros, compañera de andanzas en los textos de Maitena, idishe mame de un hijo varón, Acher repasa las movilizaciones por el Día de la Mujer, la despenalización del aborto ("nadie está a favor del aborto, sí del derecho de la mujer a obtenerlo en distintas situaciones en condiciones de legalidad y salubridad"), de los caso de Calu Rivero y tantos otros y del acoso callejero denunciado a cada rato ("Ojo que no se nos van a acerca más los varones") y de la tele de estos días. Ah: y por el mismo precio, trae a la doctora Cuni Lingus para responder a dos consultas de lectoras de Infobae.

— Cómo estás viviendo lo que parece que es el momento de las mujeres, el momento del feminismo, el 8M.

— Bueno, por un lado nunca pensé que yo iba a ver ese día. Sinceramente te lo digo, fue una alegría muy grande darme cuenta de que las mujeres… Porque el feminismo tardó mucho en llegar a Latinoamérica. No te olvides que yo hacía La doctora Diú en el 91, hace 26 años, adelantadísima a mi época, y provocó un escándalo. Aparte lo gracioso de La doctora Diú es que yo empecé haciendo una cosa que era el contrario de lo que hacían los varones, digamos, como el negativo. Viste que los varones siempre dijeron: "te cambio una de 40 por dos de 20". Bueno, La doctora Diú decidió hacer cambie a su marido usado, si usted tiene un marido de 40 que ya no funciona tráigalo que se lo cambiamos por dos de 20 cero kilómetro.

— Un escándalo.

— Un escándalo total. Cuando yo decía pero si es lo mismo. Es lo mismo que los varones dijeron toda la vida. Bueno, no importa. 26 años atrás. Yo sentía que realmente el feminismo demoró mucho en llegar por estas latitudes y de golpe ver tan encendidas a las mujeres, este movimiento de Me Too, el discurso de Oprah me puso la piel de gallina sinceramente, me hizo llorar. Fue muy, muy emotivo, me llegó mucho. Imaginate que yo soy feminista de la primera hora. Así que por un lado maravilloso.

Por otro lado no me gustó la parte de que el feminismo tiene que ser feminismo, es un movimiento, es político en sí mismo. No me lo mezcles con otras políticas. Ni con otros movimientos ni con otros colectivos. Esto es el feminismo, estamos hablando de los derechos de las mujeres a la igualdad de oportunidades. Aclaremos siempre que no es la igualdad con el hombre porque no podemos ser más diferentes los varones y las mujeres.

— Es muy machista decir eso. Las mujeres quieren ser iguales que los hombres. No, ¿no sabés que no? 

— No hay nada que… No, sería muy poco pretender… (Risas).

— Claro.

— No, no, no. No, queremos la igualdad de oportunidades desde siempre. Vos sabés que una vez para el Día de la Mujer me invitó la Corte Suprema. Dijeron que querían festejar con humor ese día entonces yo hice un monólogo que se llamó tremendo es que se llamaba "Feminismo, la única revolución sin sangre… de los otros."

— Claro, claro, obviamente.

— Pequeño detalle. Entonces bueno, y hablaba, te lo traje por si después lo querés ver en algún momento.

— Pero digo, esa historia que vos decís es un movimiento político pero de una política bien específica, no mezquino con partidismos ni nada de esto, ¿no?

— De ninguna otra índole. Eso no me gusta porque están ensuciando el movimiento. Este es el movimiento de las mujeres por el derecho a la igualdad de oportunidades, por el derecho a su propio cuerpo, por el derecho a sus propias decisiones. Por eso.
Gabriela Acher (1)

— El 8M, cuando viste la manifestación ¿qué te pareció?

— Bueno, lo que te digo, por un lado me pareció que nunca iba a ver esto durante mi vida, porque ya hace mucho que espero que las mujeres reaccionen y que el mundo reaccione a favor de esto. Y por otro lado vi esto que te digo que mezcla con otras cosas que yo siento que no hacen al feminismo.

— Siento, es un robo de un filósofo que es Darío Sztajnszrajber, y le robé esta idea porque me pareció muy interesante, cómo es tan perturbador el feminismo. Porque es de verdad un cambio se lo ataca de todos los sectores.

— Absolutamente.

— A vos te dicen la "feminazi", lo cual me parece de una bajeza enorme, ¿no?

— A mí también, pero yo he escuchado a muchos varones, los varones están muy asustados, muy desesperados en este momento. Bueno, todas las revoluciones son así, no es que las revoluciones se hacen de un día para el otro y todo el mundo está de acuerdo. Acá los varones van a tener mucho que revisar en general porque han tenido privilegios durante mucho tiempo y ahora se tienen que medir, se tienen que revisar. O sea, cosas que obviamente molestan.

Con respecto a esta reacción hace mucho tiempo yo leí un libro de una periodista que se llama Susan Faludi, una americana que ganó el Pulitzer por este estudio que  hizo, y se llamaba Backlash, que acá lo tradujeron como Reacción, y decía que cada vez que el feminismo hace algún avance la sociedad entera se le vuelve en contra y trata de tirar para atrás. En esta ocasión hablaban de la película Atracción fatal, que fue una película que aterrorizó a todos los varones del universo. No sé si te acordas.

— Claro, Glenn Close y…

— Claro. Entonces lo que decían las feministas era: cuando podían haber aprovechado a poner una mujer independiente haciendo buen uso de su independencia terminó cocinándole el conejito. Entonces era como que otra vez volver a todos los valores. A él no se lo acusaba de nada.

— No, claro. Que era el que había sido infiel, había engañado, había prometido…

— Era el que le debía algo a la esposa, la otra era suelta. No importa, la convirtieron en una bruja. Entonces este backlash, esta reacción, es algo que sucede inevitablemente cada vez que el feminismo hace algún avance. Y ahora también está pasando.

— Sí, total. Y a la par de esto se ve finalmente que las mujeres pueden contar sin ser desconfiadas o sin tener que hacer triple prueba que han sido abusadas, menospreciadas. ¿Te pasó a lo largo de tu carrera artística cómo ocurría esto?

— Mira, es gracioso porque yo tuve la fortuna del cielo de entrar en mi carrera artística amparada por un grupo como Telecataplum con el cual entramos siempre por la puerta grande. Nunca tuve este tipo de dificultades lo confieso. Salvo en una oportunidad hace mucho tiempo que yo quise ir a Hollywood. Y me fui a vivir a México, año '68, tenía amigos que vivían en México y me habían dicho que ahí se hacían muchas películas americanas, cosa que era cierta, entonces yo iba a tener acceso a los directores americanos, cosa que tuve. En un momento estaba hablando con un director o productor americano, Henry Ford, nunca me voy a olvidar de ese nombre, entonces te ponen las cartas sobre la mesa, tenés que tener sexo, punto. Así empieza la cosa. Entonces le dije que nada más lejos de mí. Y él me dijo: "De diez chicas tan lindas y tan talentosas como vos nueve van a tener sexo, ¿por qué te elegiríamos a vos? Volvete a tu pueblo y casate con un buen muchacho", me dijo.
Gabriela Acher (3)

— ¿De verdad?

— Nunca me lo voy a olvidar. Pero además, esto fue ya te digo, cuando se terminó Telecataplum. Yo era muy jovencita, tendría 24 años, 23, cuando fui a México. Pero nunca me lo olvidé. Y eso era Hollywood. Y por lo que veo sigue igual. Pero descarnado, la cosa descarnada, no era que te hacían un filo o trataban de seducirte, era sobre la mesa está esto y después se habla.

— Claro. Ahora, lo que es interesante es que a las mujeres hoy día para, insisto, esta reacción del temor es "¿y por qué no lo denunció en su momento?", porque no se podía y porque no te creían. Digamos, viste esta acusación que hay a muchas.

— No solamente porque no se podía y porque no te creían y porque te daba vergüenza y todo lo demás sino porque las mujeres durante mucho tiempo hemos sentido tanta culpa, la cultura nos ha hecho un surco en el cerebro con respecto a que somos las culpables de la expulsión del paraíso nada menos, empezando por ahí. Entonces hay como un sentimiento muy escondido en las mujeres de que algo habré hecho, me lo mereceré o no sé qué. Eso también juega.

— Claro.

— Aparte de la vergüenza y del miedo y el que no te creen y qué sé yo. Hay un sentimiento de culpa muy grande.

— Los otros días cayó de casualidad un video tuyo con Tato que es revolucionario, es pionero sin metáfora.  ¿Cómo aparece La doctora Diú y cómo llega a poder hacerse?

— Bueno, en principio yo te decía que trabajar con Tato después de Telecataplum fue lo mejor que me tocó hacer en la vida, y antes de Hagamos el humor, mi programa, por supuesto. Tuve mucha oportunidad de lucimiento, los hijos de Tato escribían unos libretos preciosos. Yo en principio empecé como… Era época de elecciones, que ganó Menem, y en principio yo hacía una encuestadora que quería cámara y qué sé yo y bueno, nada, muy simpático el personaje. Y un día se me ocurrió decirle a Tato usted sabe, porque siempre me echaba, usted es un machista leninista le dije. Entonces le encantó la frase y entonces fueron virando el personaje hacia una feminista loca que terminó soltando machos en una jaula, un día una suelta de machos en lugar de una suelta de palomas.

— Me acuerdo, fisicudos que estaban por ahí y que…

— Exacto.

— Sí, sí.

— Puso una agencia de taxiboys. Fabricaba machos en una bañera con un polvito tipo Tang, echaba agua, lo mezclaba y salía un macho.

— A pedir de la señora qué hacía, podía comprar distintos…

— Exacto. Y se lo quería vender a Tato. Le daba un frasco para que se lo llevara a ver. Lléveselo de mi parte.

Bueno, esto tuvo mucho éxito entonces el personaje fue virando hacia una loca, una feminista loca ya era. Y los hombres eran objetos absolutos que ella podía fabricar. Esto también fue como un germen de la siguiente doctora Diú que fue después del éxito que tuve con Tato y que gané el Martín Fierro, me ofrecieron un programa para mí que fue Hagamos el humor que escribíamos con Maitena, que ya te dije que juntas éramos dinamita, y así surgió al doctora Diú. Yo ya la tenía más o menos esbozada pero Maitena le dio los últimos toques realmente. Y a mí me parecía elemental la doctora Diú. O sea, hablaba de algo, no solamente del feminismo que yo ya traía de mucho tiempo sino esto de traiga a su marido usado que ya no funciona y se lo cambiamos por dos de 20 cero kilómetro.

— Antes de que me cuentes un poco de lo que has traído, me encantaría que hubiera un consultorio de la doctora o lo que vos quieras, hablale a las mujeres que reniegan del feminismo, a estas mujeres que dicen que quieren destruir al macho, quieren destruir al hombre, quieren competir, tienden al lesbianismo. Todos los lugares comunes posibles que me impacta verlo en las mujeres. Porque entre los varones hasta podría entender semejante cliché. Pero ¿por qué las mujeres son machistas?

— Y porque el machismo es una ideología, no es privativa de los varones. Si no, no hubiera triunfado durante tanto tiempo, las mujeres han sido cómplices durante mucho tiempo. Porque tienen absorbido el cerebro. No tengo otra explicación. Cuando escucho a las mujeres decir yo no soy feminista, soy femenina, las quiero matar porque no saben lo que están diciendo, qué tiene que ver una cosa con la otra. Se puede ser femenina y ser feminista, obviamente. No tiene nada que ver.

— Bienvenido, está aquí presente, claro.

— Por favor te lo pido. No es ningún odio al macho. Yo siempre, a pesar de que siempre he hecho mucho humor sobre los varones obviamente porque el primer humor que yo hago es sobre mí misma, y eso me legaliza para hacer humor sobre cualquier otra persona.

— Claro.

— Pero siempre siento que los he tratado con cariño a los varones, los cuido. Los cuido, no quiero que se sientan mal. Por supuesto "traiga a su marido usado" no les debe haber gustado pero después terminamos diciendo bueno, ya no se puede tirar a ninguno porque hay mucha escasez de varones, ahora hay que reciclar.

— Claro, algún plan canje, alguna cosa.

— Sí, claro. Entonces inventamos una máquina con Maitena que metíamos a un machista, era un tipo que venía de la cancha con el pañuelo anudado con cuatro nudos, medio bestia así, lo metíamos en un aparato que teníamos y lo dejábamos ahí para que saliera un tipo, un príncipe azul. Pero se nos pasó de horno y nos salió una bailarina clásica.

— Bueno, bueno, la máquina tampoco era…

— Por eso, estaba todavía en estudio.

— En estudio. Imaginate que te escribieran mujeres, no sé, tuvieras que hacer consejos hoy acá en Infobae para las mujeres.

— Bueno, tengo muchos.

— Y dele, venga.

— Dale.

— Venga, venga con todo.

— Te leo una del consultorio sentimental.

— Por favor, ahí está.

— El consultorio en general me escriben a mí supuestamente pero yo tengo varios personajes que uno puede ser la doctora Cunnilingus que me gusta mucho ese nombre. Me escribe soltera deprimida y dice así: "Querida Gabriela tengo 40 años y soy soltera por elección, aunque no por la mía. Nunca me casé pero digo que soy divorciada para que no piensen que tengo algo malo. Al principio de la soltería yo era optimista, pensaba quiero conocer a un tipo inteligente, sensible, buen mozo, algún profesional de éxito, pero ahora me encuentro pensando Dios, cualquier boludo que mee parado. Dicen que en algún lugar hay una persona correcta que nace para cada uno, tengo miedo de que el mío haya muerto al nacer. Gabriela, ¿leíste acerca de esa encuesta que hicieron en Estados Unidos y que dio como resultado que una mujer después de los 40 años tiene más posibilidades de ser aplastada por un meteorito que de casarse? Gabriela, yo sé que estoy un poco obsesionada, ¿pero sabés cuál fue la noticia sexual más importante de los últimos años? Me salió bien el papanicolau".

— (Risas) Es maravillosa, es maravillosa.

— Después viene mi respuesta que también está buenísima.

— ¿Querés hacer la respuesta a la soltera desesperada?

— "Querida soltera deprimida: nadie está teniendo suficiente sexo en nuestros días, o por lo menos nadie del sexo femenino. No sé con quién lo estarán teniendo los hombres. Porque la ciudad está llena de mujeres que se quejan de estar sedientas de pasión y de romance pero que no encuentran un compañero adecuado. El otro día estábamos en una reunión de solteras, todas profesionales exitosas pero a la vez increíblemente deprimidas la mayor parte del tiempo. Muchas llevaban remeras con inscripciones como soy azafata, casate conmigo y volá gratis. Otra llevaba un gorrito ridículo que decía esperanza perdida, ofrezco recompensa. Se me acercó una maestra de jardín de infantes y dijo Gabriela, necesito con urgencia conocer a algún varón que tenga más de 5 años de edad. No te quejes, por lo menos son varones le contestó una peluquera. Otra estaba indignada con la NASA, decía pudieron poner a un hombre en la Luna y no pueden poner uno en la puerta de mi dormitorio. Todas coincidían en que lo peor de la soltería era el fin de semana. Una confesó que se metía en la bañadera el viernes a la noche y salía el lunes a la mañana para ir a trabajar. Otra contó que no tiene bañera pero pasa en el bidet los sábados y domingos, la pobre tiene fantasías eróticas cosmopolitas. El chorro de agua fría es un vikingo, agua caliente un caribeño, agua tibia su ex marido, canilla cerrada su presente".

— (Risas) Maravilloso, maravilloso. Imaginate…

— Ésta es una de las del consultorio sentimental que yo tengo ganas de hacer porque tengo muchas, muchas consultas.

— Podríamos tener un segmento acá en Infobae donde vinieras a responder este tipo de consultas que te digo, no sé si tanta exageración como la azafata con la remera pero…

— Pero sí, completamente reconocible con lo que pasa hoy. Aparte los varones ya estaban escasos, me imagino ahora. Yo tengo amigos con los cuales voy a bailar salsa, por ejemplo, que me dicen "yo ahora no me animo ni a decirle un piropo a las mujeres, porque tengo miedo de cómo van a reaccionar".

— Ese es el tema, es un tema no menor. Digo, está ahora en debate en el Congreso la ley de acoso callejero. O sea, digamos…

— Pero cómo puede ser un acoso que te digan que lindos ojos tenés, no, no. me parece ya exagerado. Pero lo que pasa Luis también la historia no se mueve en línea recta, se mueve en péndulos, siempre ha sido así. Esto estuvo el péndulo durante mucho tiempo para allá y ahora se fue para el otro lado, para mi gusto demasiado. Demasiado porque nunca más se nos va a acercar un varón, están con miedo. Mi hijo, yo tengo un hijo varón, que dice si las miras te putean.

— Pensaba que reunís en vos cosas muy complicadas, sos mujer.

— Sí.

— Tenés sentido del humor

— Sí.

— Que el sentido del humor ha sido revolucionario. Sos feminista.

— Sí. Me falta ser negra (risas).

— Que no descartemos que por ahí venga alguna cosa.

— Y para que no se me acerquen nunca más los varones (risas).

— Pero hay mucho machismo en el humor, hay mujeres que tienen el talento de capocómicas pero que no se las ha reconocido durante mucho tiempo.

— Por supuesto que hay machismo en el humor, hay machismo en todos lados, en el humor también. Vos sabés que uno de los libros míos publiqué un estudio que se había hecho en una universidad de Estados Unidos en la cual le preguntaban tanto a los varones como a las mujeres qué era lo que más temían del sexo opuesto, y las mujeres dijeron que le tenían miedo a la agresión física obviamente, y los varones dijeron que tenían miedo que se rieran de ellos.

— Tremendo.

— Es lo que más miedo les da. Por lo tanto una humorista es lo peor que se pueden encontrar porque seguramente se va a reír de ellos, porque se va a reír de todo lo que pueda.

— Obviamente, obviamente. Y digamos, el hombre que se ríe de la mujer que maneja mal no está cuestionado, es casi natural, cómo no se va a reír.  

— Por supuesto.

— Por qué una mujer no se reiría de los varones. Cómo te paras en éste debate de la despenalización del aborto que hay hoy. ¿Te parece que es un debate en serio o es un poco de humo?

— No bueno, no, debería ser un debate en serio. Lo que a mí me gustaría decir, que también lo menciono en mi último libro, Qué hace una chica como yo en una edad como ésta, es el tema de, a ver, pongamos en claro, ninguna mujer quiere tener un aborto. No es lo mismo que la igualdad de que te paguen lo mismo por el mismo trabajo, eso lo querés, lo deseás. El aborto es una cosa horrorosa que nadie va a desear como un fin en sí mismo. Pero al mismo tiempo sigue siendo mejor que la alternativa. En muchísimos casos tener un hijo no deseado tampoco es un buen destino para ese niño. Entonces es tremendo, lo que tendríamos que hacer verdaderamente es que ninguna mujer tuviera que llegar al aborto nunca más en su vida. Bajo ninguna circunstancia.

— Que es el lema de las mujeres.

— Para eso hay que hacer una educación sexual mucho más intensa de la que se está haciendo ahora con los niños y con las niñas. Por ejemplo tengo un amigo mío que tiene una hija mujer, feminista, súper, pero está tomando pastillas para no tener la menstruación porque él no se quiere poner un forro. Entonces ahí hay un problema de educación muy grande.

— Sin dudas. El peso de la anticoncepción siempre recae sobre la mujer.

— Por supuesto. Entonces no puede ser, no puede ser que siga recayendo habiendo algo tan sencillo como un forro.

— Claro.

— En la charla que di para la Corte Suprema terminaba diciendo: "Y pedirle a nuestras científicas que inventen por fin un anticonceptivo sencillo y eficaz para los varones. Porque digan la verdad, ¿no es más fácil sacar las balas de un revólver que ponerse un chaleco antibalas?"

— Claro, totalmente. Y digo, el lema de las mujeres es "Educación para elegir, anticoncepción para no abortar, aborto legal para no morir." Pero lo primero es la educación para elegir.

— Absolutamente. Que no llegue nunca más una mujer a estar en una instancia de aborto porque el aborto es horrible.

— Sí claro.

— Para qué te voy a mentir. Es horrible, pesa para siempre en la cabeza y en la vida de una mujer.

— Sin dudas. Por eso la pregunta es tramposa, pasa…

— Es una decisión espantosa que hay que tomar y ninguna la quiere tomar. No es que la mujer dice ay que suerte, vamos a abortar. No es así.

— Sí, sí. Es desconocer a la mujer aparte. O sea, la pregunta tramposa de "¿Estás a favor del aborto?" es siniestra. No, en todo caso estás a favor de una instancia que es la despenalización, nadie seriamente está a favor del aborto.

— Nadie. Y aparte de verdad, solamente en los casos en los que realmente es mejor que la alternativa porque te digo la verdad, no es destino para los niños. Un hijo da un trabajo tremendo aunque sea el hijo más deseado del mundo, imaginate tener que criar… Porque un hijo no es solo el bebé, es la vida entera de otra persona. Entonces hay muchas mujeres que no están preparadas, que no pueden por H o por B, por lo que fuera, enfrentar semejante cosa.

— Total, total.

— Entonces en esos casos es mejor el aborto. Es verdad, ¿hay vida desde la concepción? Estoy de acuerdo, seguramente, pero no es una persona. No es una persona.

— Enorme diferencia. Cuánto tiene un hijo, cuántos años tiene tu hijo.

— 34.

— Apenas.

— 34 añitos.

— El nene.

— Ah sí, es una criaturita.

— ¿Sos así medio yiddishe mame y todas esas cosas?

— ¿Medio? Si me miras de costado (risas).

— ¿Pero todavía pobre santo?

— Sí, todavía pobre santo. Es mi único hijo de madre judía, qué otro destino puede tener.

— Claro, ahí está. Pero digo, ¿va el tupper con knishes y esas cosas?

— No, no. Bueno, ya a los 34 no. No, knishes no porque además yo soy judía del otro lado, yo soy sefaradí.

— Claro, vos sos sefaradí.

— Así que lo mío son borrecas en todo caso. Pero yo no cocino, siempre digo yo cocino tan mal que a mi hijo siempre le digo si te portas bien vas a la cama sin comer.

— (Risas) Claro, es el premio que tiene. ¿Y criar un hijo para que no tenga el cliché feminista fue fácil? Porque el resto de los compañeros de escuela me imagino que dirían mira la madre que tiene.

— Exactamente. Bueno, ya te digo, para mí fue un hijo muy querido, muy deseado, lo tuve grande. Ya sabía lo que era tener un hijo entonces me dediqué mucho, en los primeros cuatro años del nene estuve yo con él, no quise trabajar. Pero muy feminista no me salió.

— ¿Ah no?

— No (risas). Yo le digo si hay alguien que no puede quejarse, porque vos sos la esperanza, le digo, de los varones. Vos y tu generación son la esperanza porque vienen de madres más independientes que también les han dado un poco de una visión ideológica más clara con respecto a lo que es la mujer. Pero él siempre me vio a mí contenta, feliz con mi trabajo, que yo tengo la fortuna de haber tenido mi vocación muy clara desde muy joven. Entonces él sabe que mi trabajo es pura alegría para mí. Eso sí tiene que haber sido importante en su crianza, ver una mujer defendiendo su feminismo con su trabajo. Pero al mismo tiempo es varón y le está pasando lo mismo que a todos los varones, están viendo algo que está muy pasado en un punto y que es verdad.

— Y sí.

— Yo no le puedo decir que no, es verdad.

— Total. Bueno, ¿querés que nos despidamos con alguna otra consulta, con algo que vos quieras para esta primera charla?

— ¿A ver si traje alguna otra consulta?

— Trajo consultas, lo que vos quieras.

— Sí, como no. Te hago otra encantadamente. Me escribe deseosa incomprendida y dice así: "Querida Gabriela, yo con mi marido tengo problemas con el sexo. Cómo decirte, él no es de mucho comer, en cambio yo suelo tener hambre y aunque no tenga igual me gusta picar algo. A la mañana cuando lo veo meterse en la ducha me dan ganas de acompañarlo y compartir el jabón un rato. Pero la única vez que lo hice me dejó afuera del chorro. Traté de seducirlo con perfumes, abanicos, camisones, portaligas, pero solo logré seducir al sodero y mi marido anuló mi tarjeta de crédito. Con el sodero todo fue burbujeante pero de chorro corto. Después de hacer el amor parados entre la tabla de planchar y el escobero del lavaderito lo único que sabía decir era cuánto se pone para el viernes. En fin, para ser clara, mi marido solo alguna mañana me agarra medio dormida y me lo hace en un ratito, porque él generalmente llega al clímax antes de que yo esté pronta. A veces antes de que yo esté en la habitación. Él dice que no es un eyaculador precoz sino que está contento de verme. Pero no es cierto, él no me registra, es como si fuera invisible. Llevo así 14 años y tengo la autoestima por el piso. Pero no me animo a dejarlo porque tengo miedo de quedarme para vestir santos. Mi pregunta es, ¿soy una insatisfecha? ¿Una insaciable o simplemente una mal… Querida?" "Querida mal querida, tu desgarrador testimonio me llegó al corazón y dejame decirte que lo tuyo me suena a mal querida por los cuatro costados. Ahora, yo me pregunto, ¿no será mejor quedarse para vestir santos que seguir desvistiendo pelotudos? Te dejo la inquietud."

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