Andrés Malamud nació en Olavarría pero vive en Portugal. Es politólogo, docente, doctor en Ciencias Sociales e investigador en la Universidad de Lisboa. Conoce, con detalles, los procesos que derivaron en la legalización del aborto en distintos países del mundo, más allá de sus enormes diferencias. Porque el aborto es legal en Estados Unidos y también en China, es legal allá en Rusia, acá en Uruguay y también en Italia. En este último, la interrupción voluntaria del embarazo está permitida desde 1978, aun a pesar de que es la sede de la máxima autoridad de la Iglesia Católica.
En diálogo con Infobae, Malamud compara esos procesos con lo que está sucediendo en Argentina y opina: "Más tarde o más temprano, va a ser legalizado".
Vive en Portugal, donde el aborto es legal desde hace 11 años. ¿Cómo fueron los procesos de otros países de Europa que legalizaron el aborto?
Fueron muy parecidos a lo que está pasando en Argentina aunque con mucha menos difusión. Argentina, aunque no parezca, es una sociedad muy liberal, sobre todo en los grandes centros urbanos. Por lo tanto, ya hay una opinión pública que es favorable al aborto y está avanzada respecto al Senado. Acá era más complicado, éstas son sociedades más pacatas, y la discusión pública se daba en las ciudades pero no en los sectores del interior. Pero en Europa, y sobre todo en Europa del sur, hubo una gran militancia de los partidos socialistas que cobraron autonomía de la Iglesia católica. Fue una disputa de legitimidades. La Iglesia católica quería mantener las cosas como estaban -el aborto penalizado- mientras los partidos socialistas militaban los principios de la igualdad y de la libertad. Es decir, las mujeres no tienen por qué quedar expuestas a cosas a las que los hombres no están expuestos y tienen derecho a decidir qué hacen con sus vidas. Porque los hombres se escapan, se fugan, y no se tienen que hacer cargo de los chicos, pero las mujeres se quedan con ellos durante los primeros años, incluso hasta la adolescencia.
¿Fueron experiencias iguales en todos los países?
En Portugal, hubo 2 referéndums. En 1998 se hizo el primero y ganó el "no": la mayoría decidió dejar el aborto ilegal. En 2007 se hizo el segundo y ganó el "sí" por más del 10%. Aún así, no llegaron al quórum: faltó el 50% de participación a la hora de votar. Sin embargo, el parlamento portugués se hizo cargo de la decisión mayoritaria y votó para confirmar la despenalización del aborto. En Italia fue al revés. Primero se legalizó el aborto y después se hizo un referéndum para ilegalizarlo. Pero la pregunta fue confusa: el que votaba "si", no tenía claro si estaba votando a favor de que el aborto fuera legal o para que volviera a ser ilegal, que era la pregunta formal. Por lo tanto, hay quienes creen que el referéndum en Italia aprobó la despenalización por confusión de los electores. En cualquier caso, en el país del Papa el debate quedó saldado. Lo planteo así porque el Papa tiene, como primer título, el de Obispo de Roma. Después, tiene otros cargos que vienen con ese, entre ellos el de Jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano. El Papa ejerce su pontificado en Roma y, por lo tanto, en Italia. Por eso digo que en el país del Papa el aborto es legal.
¿Dice que en Argentina estamos avanzados?
Sí. No hablo de las provincias porque esta brecha entre los grandes centros urbanos y las provincias es evidente en el Senado donde hay, por ahora, una mayoría en contra de la legalización. Pero en Argentina tenemos una tradición de hablar las cosas, de expresarnos, mientras que en Europa del sur esto depende del lugar. Las sociedades latinoamericanas son más urbanas que las europeas, donde todavía hay mucha vida en la campiña y donde las cosas, en general, se hacen pero no se dicen. En la ciudades tenemos menos pruritos. En Argentina ya se habla desembozadamente de esto y por eso hoy hay diputados que se oponen a la legalización pero se enfrentan a sus hijas o sus esposas que los presionan para que voten a favor. Son legisladores hombres que están empezando a dudar. Esto es muy difícil que pase en sociedades más conservadoras, donde la presión social o eclesiástica es mucho mayor.
En Europa aparecían ideas delirantes, como la de la diputada de Cambiemos que propuso sacar el feto en la semana 20 y ponerlo en una incubadora para que después lo adopten?
Siempre hay gente que dice barbaridades, no hay que asustarse. A esa gente habría que preguntarle qué piensa de la fertilización asistida porque para hacer tratamientos in vitro se producen embriones. Algunos se implantan, otros se mantienen criopreservados y otros, en algunos países, se descartan. Con ese criterio, eso sería un asesinato en masa, un genocidio. Esto también es parte de la hipocresía. Si el embrión es una persona, ¿está bien mantener personas criogenizadas eternamente?
¿Qué tienen en común los países que siguen teniendo aborto ilegal?
Los que tienen aborto legal son de todo tipo, está Estados Unidos (desde 1973) y China (también desde la década del 70), un país cristiano y un país ateo, un país democrático y un país autocrático. Pero los que no tienen aborto son, casi todos, países subdesarrollados. El subdesarrollo trae consigo el conservadurismo de las costumbres y el conservadurismo tiene que ver con la represión de la mujer. Lo que produce el desarrollo es la liberación de los débiles y entre los débiles se encuentran las mujeres, que tienen menos fuerza física que los hombres fuertes que dominaron a lo largo de la Historia. Por lo tanto, con el desarrollo viene, naturalmente, la liberalización del cuerpo: la disposición del cuerpo de la mujer por la misma mujer.
¿En las sociedades desarrolladas hay menos abortos?
Sí. Las sociedades desarrolladas abortan menos porque tienen mejores mecanismos para evitar llegar a esa situación que las sociedades menos desarrolladas, donde el aborto es clandestino, donde no hay educación sexual y donde el Estado no garantiza los métodos anticonceptivos.
Elisa Carrió llamó a no debatir sobre el aborto en la previa de la Semana Santa. ¿Qué hacemos con las creencias religiosas?
Las respetamos y las protegemos. Esa persona que es católica y cree que hay una vida desde el momento de la concepción tiene derecho a no matar esa vida si la produce. Pero así como no nos podemos meter en las creencias de aquellos que sostienen que hay vida en una mórula con dos células, esa gente tampoco tiene derecho a meterse en la vida de otros que no creen que existe el alma o, si creen que existe, piensan que va a estar tan bien en la panza de la mamá como en el cielo con el Señor. Las religiones son parte de la esfera privada y familiar pero no podemos mezclar las creencias religiosas en una ley civil. La biblia no puede ser la ley de los que no creen en la biblia.
¿Cree que algunos diputados y senadores pueden llegar a separar sus creencias religiosas en este debate?
Si, lo sé porque hablé con unos cuantos. Muchos quieren abrir el debate, en parte para convencerse -lo que significa que están abiertos a ser convencidos-, y en parte porque saben que eso puede permitir que otros también se instruyan. Tengo alguna evidencia empírica de que hay gente que está disponible para razonar y para cambiar su posición previa si es convencida con argumentos.
¿Aún los más religiosos?
Algunos sí, la gente como Carrió es más complicada porque más que religiosa, es fundamentalista. A pesar de eso, ella encuentra maneras retorcidas, como Dios, para hacer las cosas. Así que quizás esta gente más fundamentalista lo que decida es no dar esa pelea, si la consideran perdida o perjudicial para mantener la estabilidad del gobierno, y prefieran ausentarse de la votación. Puede ser que decidan no dar el debate pero me llamaría menos la atención que se ausenten el día en que se vote.
¿Cree que puede haber ley este año?
Sería muy improbable. Lo mejor que puede pasar es que salga una propuesta de la Cámara de Diputados, al menos moderada. Porque lo que aceptan discutir ahora algunos de los que antes estaba convencidos de que el aborto era pecado es sobre la semanas, si es a las 10, a las 12 o a las 14. En el momento en que se acepte discutir eso, a mediano plazo la discusión está ganada: el aborto, más tarde o más temprano, va a ser legalizado.
Si queda en el debate y no llega a convertirse en ley, ¿valió la pena?
Para los que pensamos que las mujeres tienen derecho a decidir lo que van a hacer con sus cuerpos y con su vidas, sí. Porque el sólo hecho de debatir quita el estigma, no es sólo la cuestión física del aborto, es todo lo que significa tener que esconderse y evitar las miradas ajenas condenatorias. Así que el hecho de que se desacralice esta discusión es muy importante. Que la próxima mujer que considere que no tiene sentido seguir con un embarazo porque no puede mantenerlo, porque el hombre se fugó, porque fue un error o no está en condiciones de formar una familia, no se sienta una criminal. Por otro lado, lo que hace el debate es avanzar en las probabilidades. Según la experiencia internacional comparada, cuanto más se debate sobre el aborto, más cerca se está de despenalizarlo.
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