Una realidad inversamente proporcional a la desmesura y al tono de guerra entre sexos que han adquirido los discursos y las manifestaciones neo-feministas en la actualidad. El #MeToo y otras campañas globales altamente mediatizadas han generado una curiosa tendencia: en las sociedades occidentales, donde el patriarcado es un recuerdo del pasado, es donde con más virulencia se lo "combate".
En nuestro país, las dos principales conquistas de las mujeres fueron iniciativas de varones: el voto femenino (Perón) y el cupo electoral (Menem)
Argentina no es excepción en esta anacrónica pelea contra molinos de viento. Con el agregado de que, en nuestro país, las dos principales conquistas en materia de derechos políticos de las mujeres fueron iniciativas de varones: el voto femenino, en 1947, por Juan Domingo Perón, a través de su esposa Eva Perón, y el cupo femenino en las listas electorales de 1991, por Carlos Menem. Esta última ley hizo posible, por ejemplo, que en el Congreso argentino hubiese más mujeres que en el de Francia, país considerado de vanguardia en la materia.
La palabra "patriarcado", sin embargo, ha vuelto caprichosamente a los discursos y a las consignas en las manifestaciones feministas de los últimos tiempos.
El término significa literalmente "predominio o mayor autoridad del varón en una sociedad".
"Puede haber resabios de cultura machista, pero confirmo que no hay en nuestra legislación ninguna norma que entre en la categoría de patriarcal -respondió el doctor Félix Lonigro, profesor de Derecho Constitucional en la UBA, ante la consulta de Infobae-. Es más, la última reforma estableció la paridad de género en las listas electorales, de modo que hay igualdad entre varones y mujeres desde el punto de vista de nuestra legislación".
"Hubo en otro tiempo disposiciones de tipo patriarcal -agrega-, como el hecho de que el Código Penal considerara que para que hubiera adulterio de una mujer bastaba una relación carnal, mientras que en el caso del hombre se requería cierta habitualidad en una relación. Pero son cosas del pasado".
En cuanto a la llamada "patria potestad", una de las normas donde más claramente se expresaba esta desigualdad, ya que otorgaba al padre preeminencia en las decisiones sobre los hijos, hace por lo menos 20 años que es un derecho compartido entre ambos progenitores en pie de igualdad, aclara el doctor Lonigro.
Para hablar de patriarcado, hay que remontarse por lo menos a la etapa previa a 1950 (Lonigro)
Para hablar de patriarcado, hay que remontarse por lo menos a la etapa previa a 1950, dice, "cuando las mujeres no votaban ni podían ser elegidas, hasta que la Ley 13010 [voto femenino] les dio igualdad de derechos políticos; hasta entonces -1947- las mujeres no tenían derechos políticos activos ni pasivos".
El doctor Marcos Córdoba es profesor titular de Derecho de Familia y Sucesiones en la facultad de Derecho de la UBA y decano de la Universidad Abierta Interamericana. Además, fue co-redactor del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, sancionado en 2014.
También él confirma que no existe en nuestro derecho ninguna normativa patriarcal. "Esto fue una evolución en el tiempo -explica-. En 1926, la ley 11357 introdujo un cambio fundamental al eliminar la desigualdad en cuanto a la responsabilidad de los bienes, propios y gananciales. Hasta entonces, de acuerdo al código de 1871, la mujer casada no administraba ni disponía de sus bienes, lo que la colocaba en total dependencia de su cónyuge. Otro avance en cuanto al manejo de los bienes fue la ley 14394, de 1954. O la 17711 de 1968 que establecía la posibilidad de la separación por mutuo consentimiento".
En el nuevo Código se eliminó incluso la preeminencia del apellido del padre
Un hito importante, como se dijo, fue la reforma de la patria potestad. "En 1985, se eliminó esa desigualdad respecto de los hijos -explica el doctor Córdoba-, ya que la ley 23264 fijó un sistema mixto de patria potestad, lo que en el nuevo Código Civil se llama 'responsabilidad parental'. Antes, si la madre se oponía a una decisión del padre, tenía que apelar a la justicia. Actualmente, se considera que cada cónyuge cuenta con el asentimiento del otro en las decisiones sobre los hijos pero a la vez, cada cónyuge puede eventualmente oponerse. Y, en ciertos temas, se requiere el consentimiento de ambos, padre y madre: por ejemplo, para que un hijo viaje al exterior, ingrese a órdenes religiosas o a las fuerzas armadas o de seguridad, intervenga en juicios o para disponer de los bienes".
Finalmente, agrega Marcos Córdoba, en el nuevo Código Civil -de cuya redacción participó-, se eliminó incluso la preeminencia del apellido paterno. Los padres, de común acuerdo, deciden qué apellido va primero.
Todo esto no impide que las feministas argentinas convoquen a actividades con la consigna "Desmontar el Patriarcado" o que una diputada nacional escriba una columna "El patriarcado, un sistema que aún domina" o que un canal latinoamericano titule "Argentina: Mujeres se organizan para ponerle freno al patriarcado". A lo que se suma el tono agresivo contra los varones, algunos de los cuales, deberían en realidad ser homenajeados en el Día de la Mujer, por haberla "empoderado"...
El voto femenino fue impulsado por Eva Perón, cuya participación en política fue promovida por su esposo, Juan Perón, inspirador de la iniciativa.
Para que se votase la ley de cupo, en 1991, Carlos Menem llamó uno por uno a los legisladores renuentes de un parlamento hasta entonces muy masculino. De otro modo no se hubiese aprobado el proyecto.
Pero estos datos son ignorados por las referentes más ruidosas del feminismo actual porque no avalan la virulencia de sus discursos, ni las convocatorias a la "insubordinación" y el juicio a los varones.
"Lo del patriarcado es una fantasía -dice Alejandro Fargosi, abogado, ex integrante del Consejo de la Magistratura-. Desde las reformas Borda al Código Civil en 1968, hay paridad total. Incluso somos el segundo país de América en haber tenido una mujer en la Corte Suprema: Margarita Argúas, en 1970".
Si pensamos que hasta la sanción de la ley de divorcio -la 23515 del año 1987-, la mujer casada debía vivir en el lugar de residencia que estableciera el marido, podemos medir la distancia con la realidad actual.
La agenda la marcan grupos minoritarios a los que nadie sale al cruce
"Estoy impresionado -dice Fargosi- de ver cómo la agenda la marcan grupos minoritarios y hacen planteos como si viviéramos en 1880. La izquierda se va quedado sin banderas y entonces exacerba estos discursos y nadie le sale al cruce. Tal vez porque es 'fashion'. Así, todo lo que dice un sector minoritario se convierte en bandera".
Al tema de las leyes, hay que sumarle el hecho de que el ingreso a instituciones como las fuerzas armadas y policiales ya no está vedado a las mujeres.
Ante una consulta por redes sobre qué normas sustentan el patriarcado que las feministas quieren derribar, la respuesta fue que la prohibición del aborto es una "política estatal patriarcal que le permite al hombre la libre decisión sobre su cuerpo y a la mujer no".
Otras referentes de la campaña por la legalización del aborto sostienen que su prohibición "no debe ser considerada como una medida aislada sino dentro del conjunto de reglas que sostienen al patriarcado como sistema social". Reglas que, como se vio, no existen.
Más allá de lo discutible de considerar al feto como una extensión del cuerpo de la mujer y no como una nueva vida engendrada por dos personas, la normativa que prohíbe el aborto no es una ley de varones contra mujeres: por un lado, la prohibición es para todos, también para los médicos, eventualmente varones, que lo practiquen. Además, de acuerdo a la jurisprudencia de los últimos años, ningún varón puede abandonar a un hijo, aunque no sea deseado: si se prueba la filiación o si se niega a realizarse una prueba de ADN, deberá asumir la paternidad.
Por otro lado, la asamblea constituyente que reformó la Constitución en 1994 -y mantuvo la prohibición del aborto e incluyó convenciones de derechos humanos que defienden la vida desde la concepción- ya se conformó según la ley de cupo femenino y contó con la presencia de muchas mujeres, algunas de ellas de importante protagonismo desde aquel momento, como Elisa Carrió y Cristina Kirchner.
Tal vez sea esta misma falta de obstáculos a vencer lo que lleva a la sobreactuación, como la huelga…
Tal vez sea esta misma falta de obstáculos a vencer lo que lleva a la sobreactuación. La de conmemorar el Día de la Mujer con una huelga… ¿contra quién? O la de pedir "silencio" a los varones, como en una penitencia. O las nuevas leyes de cupo electoral que, al plantear la paridad absoluta, resultan discriminatorias en otro sentido: por ejemplo, las mujeres no podrían ser mayoría en una lista…
Si el patriarcado no existe, habrá que inventarlo; cuando la realidad no se acomoda a la interpretación de moda, lo mejor es negarla.
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