Apenas el 4% de las empresas a nivel mundial tiene mujeres en su directorio y ellas ganan menos que ellos. En los altos cargos la brecha puede estar en torno al 10% pero en los puestos de menor jerarquía la diferencia es aún mayor.
En Argentina el promedio es del 27% pero en el caso de los hombres y mujeres con tan solo el nivel secundario terminado, la diferencia es del 45%. Es decir que las diferencias se amplían cuando menor nivel de instrucción hay.
Estas diferencias se dan contemplando mismo nivel educativo y cargo: o sea que las mujeres cobran menos que los hombres aun teniendo igual capacitación y responsabilidades que ellos.
En estos días donde se reavivó el debate sobre qué es el feminismo y cuál es el objetivo, vale la pena recordar que el feminismo es, entre otras cosas, la lucha por lograr paridad en el ámbito laboral.
El primero de enero, Islandia se convirtió en el primer país del mundo en hacer obligatoria la igualdad salarial entre hombres y mujeres. Es decir que a partir de este año, las empresas donde los empleados de ambos géneros no cobren lo mismo por igual tarea serán sancionados con una multa.
Estos cambios no ocurren naturalmente. Se buscan por medio de campañas de concientización, a través de la visibilización del problema y con la implementación de políticas como la de Islandia, o como el cupo femenino que rige en Argentina y otras partes del mundo. Y aun con todo esto el cambio no ocurrirá de manera automática.
En el Ministerio de Producción de la Nación, dentro de la Secretaría de Emprendedores y PyMES, funciona desde el 8 de marzo del año pasado el Centro de Desarrollo Económico de la Mujer (Cedem). Helena Estrada está a cargo de esta unidad que busca generar políticas de inclusión y habló con Infobae en el marco del evento Mujeres4tech, organizado por Fundación Telefónica y Media Chicas.
—¿Qué es exactamente el Cedem?
—El Cedem es el primer organismo dentro del Estado Nacional, dentro del Ministerio de Producción, que trabaja exclusivamente lo que es empoderamiento económico. Esto nos va ayudar a tener una sociedad más próspera. No se trata solo de un tema de mujeres: es mayor libertad y tener autonomía económica , más opciones. Estamos hablando de libertad, esa es la motivación profunda.
—¿Y de qué manera llevan a cabo estos objetivos?
—Trabajamos en cuatro ejes: por un lado la biblioteca donde juntamos toda la información, de organismos internacionales y centros académicos con indicadores sobre participación de la mujer en la economía, brecha salarial y acceso de la mujer a cargos de liderazgo. Esa información la tenemos en una biblioteca real, con textos y libros y en una biblioteca virtual. Ponemos a disposición esos datos para fundamentar las políticas que queremos llevar adelante.
El segundo eje tiene que ver con concientización que es mostrar la relevancia, el impacto del empoderamiento económico de las mujeres, primero como un imperativo moral de igualdad de oportunidades y de condiciones de varones y mujeres; y segundo por el impacto social: mujeres que tienen autonomía económica, tienen hijos mejor educados y alimentados.
El Día de la Madre nos puede jugar en contra
—¿A qué se debe?
—Porque la mujer, en términos relativos, invierte más en su casa, en su familia y en la educación de sus hijos que los varones. Así que así está demostrado el impacto positivo que tiene el empoderamiento económico dentro de lo social. Y también hay un impacto en lo económico: está estudiado que en la Argentina, cuando terminen estas brechas de género, habrá un crecimiento del PBI del 16%, y esto es porque tenemos una capacidad ociosa grande: hoy hay dos millones y medio de mujeres inactivas.
—¿Y por qué hay tantas mujeres que no trabajan?
—El basamento es el estereotipo. Las mujeres cargamos con el impuesto de la familia y todas las tareas de cuidado de la casa, de los niños, de los adultos mayores. Cargamos con el mandato de que es la mujer la que tiene que ocuparse. La mujer tiene la opción de desarrollarse profesionalmente o de hacerse cargo de la casa, en cambio a los hombres no se les pide ni se les ocurre decir: "voy a trabajar menos para ser un mejor padre".
—¿Cuál es la brecha salarial actual?
—En la Argentina el promedio es del 27%, pero varía según el segmento que se analice.
—¿Y en el mundo?
—Varía del 10 al 40%, depende de dónde midas. Pero un dato llamativo es que en el grupo demográfico, de hombres y mujeres con nivel secundario incompleto, la brecha salarial es del 45%. Se nota más la diferencia cuando menor educación hay.
—¿Cómo es la variación en los cargos más altos?
—Se va achicando. Estas brechas son más graves cuando la mujer está en pareja, porque se empieza a ocupar más de la casa en común; o cuando tiene hijos, porque se hace más cargo de la crianza.
—Es habitual que en una entrevista laboral a una mujer se le pregunte si tiene o piensa tener un hijo, como si eso fuera un factor determinante a la hora de contratarla.
—Hay una presunción de que si vos estás en la etapa de fertilidad vas a tener un hijo y eso tiene un costo para la empresa y entonces tienden a tomarte menos. Y las mujeres que pasan a la inactividad son muchas, porque se alejan del mercado laboral para ser madres o muchas veces pasa que vuelven, están un tiempo y no lo toleran. En un punto esto ocurre porque las empresas no tienen políticas de soft landing, como se dice, y que se refiere a ofrecer la posibilidad de ir retomando el trabajo de a poco. Entonces las mujeres dejan el empleo. Toda la carga de cuidado de la familia y los chicos recae, en general, sobre la mujer. Y ahí es donde se da la brecha en la participación, porque en la etapa en que las mujeres son madres (entre los 25 y 40) es donde se disparan las carreras de los varones, porque hay juventud, madurez y se está listo para crecer.
—¿Qué opinás de la ley de cupo femenino?
—La palabra cupo asusta, y estuvimos justo en un taller de la Iniciativa de Paridad de Género (IPG) hablando de que una palabra mejor sería "aceleradores". Según diferentes informes mundiales, recién se terminaría con la brecha entre hombres y mujeres a nivel económico en 217 años. Entonces, ¿cómo hacemos para achicar esta brecha? Hay que forzar lo que recién se daría naturalmente en 217 años. Hay sesgos inconscientes instalados y las cuotas son una de las herramientas para lidiar con esto.
Hay una presunción de que si vos estás en la etapa de fertilidad vas a tener un hijo y eso tiene un costo para la empresa y entonces tienden a tomarte menos.
—A pesar de esto, en Argentina persisten las desigualdades. Esto se ve tanto en las empresas como en el gobierno: faltan mujeres.
—Todavía hay un largo camino por recorrer.
—¿Sentiste, en alguna oportunidad, alguna traba en tu crecimiento por ser mujer?
—Es una pregunta que tiene su truco, porque cuando vos le preguntás a mujeres que llegamos a roles de liderazgo, o de mayor visibilidad… soy consciente de que lo mío es una situación excepcional, así que no me gusta ponerme como ejemplo. Y tampoco quiero decir "yo no siento esa situación en mí", porque sería negar que en las generales de la ley las diferencias se dan. Por eso, así y todo, cuando a mujeres que están en altos cargos o de alto mando, que aseguran que no se han sentido discriminadas en ningún momento, les preguntás: "si vos fueras varón, ¿creés que estarías en una situación profesional igual, peor o mejor?", ahí siempre contestan: "en una posición mejor que en la que estoy ahora".
—¿Cuál es el mandato más difícil contra el que la mujer tiene que luchar?
—El Día de la Madre nos puede jugar en contra. Todos los mensajes aluden a un amor y devoción incondicional las 24 horas, hablan de una entrega total y absoluta de las madres hacia sus hijos y de estar al servicio de los demás. Se celebra esa entrega total y absoluta. Pero además de ser un agradecimiento a nuestras madres es un mandato. Y creo que eso muchas veces puede limitar la ambición, los esfuerzos que conlleva tener una carrera profesional exitosa. Cargamos con ese mandato de la maternidad, de lo que supuestamente significa ser buena madre; entonces, en función de eso preferimos tomar menos riesgos, tomar decisiones menos audaces.
—¿El concepto de maternidad nos hace mal?
—No es eso, sino la idea de poner solo en la mujer la responsabilidad de cuidados, y no de la corresponsabilidad: la crianza de los hijos es un proyecto de ambos padres. La familia tendría que ser un ámbito que permita a todos sus miembros llenar su potencial: apoyar al padre, la madre y los hijos. Creo que eso es lo que tenemos que trabajar las mujeres con respecto a nosotras mismas y a otras mujeres.
—¿El instinto materno es un mito?
—Creo que hay tanto instinto materno como instinto paterno de proteger a nuestros hijos. No creo que no se dé: se da en los animales y en nosotros. A partir de ahí creo que hay un montón de construcciones personales y de representaciones sobre qué es ser una mujer femenina y un varón masculino. Se dice que las mujeres somos más sensibles, o tenemos más empatía, y tengo mis dudas sobre eso. A una mujer prolija la celebramos, en el caso del hombre no le damos tanto valor a este aspecto. Y cuando decís que un hombre es ambicioso se ve como algo positivo, pero si se dice que una mujer es ambiciosa, se abre a otras interpretaciones.
Para ponerse en contacto con el Cedem se puede escribir al correo cedem@produccion.gob.ar. Para recibir los boletines quincenales donde se informa sobre capacitaciones, concursos, líneas de crédito, inclusión digital y otras cuestiones se puede ingresar al siguiente sitio.
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