"Escuché que dijeron que soy feminista. No, yo no soy feminista, las respeto muchísimo pero tengo un hijo varón precioso y un marido hermoso y respeto mucho a los hombres también". La frase -la dijo ayer Araceli González en un móvil de televisión- es una muestra perfecta de uno de los grandes mitos alrededor del feminismo. Por un lado, la creencia de que ser feminista es lo contrario de ser machista (y por lo tanto igual de malo y de peligroso). Por otro, la creencia de que ser feminista es ser anti-hombres.
"El feminismo no es una guerra de hembras contra machos. No es estar en contra de los hombres, todo lo contrario. Es construir un mundo que sea liberador tanto para varones como para mujeres, porque los patrones culturales también los presionan a ellos", explica a Infobae Flora Acserald, ex titular de la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema y miembro de la Asociación de Mujeres juezas.
"Por ejemplo, los presionan en su sexualidad -qué es ser macho-, en sus sentimientos -si llorás sos 'un maricón'-, o los empujan a someterse a riesgos para demostrar que son "valientes". Por eso creo que quien quiera a sus hijos varones debería ser feminista", dice Acserald, que se ocupa de capacitar a los abogados del Estado que pronto comenzarán a patrocinar a las mujeres víctimas de violencia.
Habla de "criar hijos (varones) que puedan expresar plenamente sus sentimientos, que puedan asumir tareas de cuidado y compartirlas con sus parejas, quitarles el peso de ser los proveedores, liberarlos de la necesidad de asumir riesgos para mostrar su hombría y enseñarles a relacionarse amorosamente con los otros".
Raquel Vivanco, coordinadora de Mumala y presidenta del Observatorio de la violencia contra las Mujeres "Ni una menos", aportó su mirada. "Esto de que si sos feminista sos anti hombres es un gran mito. Muchas feministas tenemos parejas varones e hijos varones y queremos que tanto unos como otros vivamos en una sociedad más igualitaria".
Y explica por qué no es lo contrario del machismo. "El machismo es un sistema de poder desigual que se traduce en actos de violencia que terminan con una mujer asesinada por día. El feminismo lucha para que haya igualdad de derechos y oportunidades: uno mata, el otro va por la vida".
Hay muchos hombres que son pro feministas y agradecen haber tenido madres feministas. Es el caso de Hugo Huberman, psicólogo social y referente de Lazo Blanco (una campaña internacional que busca sensibilizar contra la violencia hacia las mujeres y niñas).
"Soy hijo de una feminista histórica, soy un hombre pro feminista y cuidador, porque estoy a cargo de mi mamá que tiene 85 años. Estos son los roles de cuidado que suelen ocupar las mujeres", explica a Infobae. "Ser feminista no es estar en contra de los hombres sino a favor de la humanidad, porque abre la posibilidad a una humanidad no violenta y más equitativa".
Ser feminista, tener un marido feminista y educar a los hijos en ese marco no es vivir con "pollerudos" ni criar "maricones": "Un padre feminista contiene a su hijo y se emociona, lo guía con más amor que rigor, acompaña sus necesidades y demandas. Un novio o marido feminista es alguien que participa de igual a igual en el cuidado de esos hijos y de los mayores, que también piensa si hay algo en la heladera para comer. Lo que dijo Araceli González es parte de la cultura que supimos construir, a veces hay que poner estas obviedades en crisis", señala Huberman.
Dora Barrancos, prestigiosa socióloga e historiadora, agregó: "Las primeras feministas, es el caso de las americanas, tuvieron alianzas fuertes y un gran acompañamiento de sus maridos. El feminismo lucha contra la estructura patriarcal, creer que es una guerra contra los hombres es un grave error conceptual. Araceli González es inteligente, es probable que sí esté formando a su hijo en valores antipatriarcales".
Hace muy poco, de hecho, la actriz y modelo se plantó en la mesa de Mirtha Legrand contra la frase de Cacho Castaña ("Si la violación es inminente, relájate y goza"). Dijo que era grave, que las mujeres sufrimos muchos acosos, que no iba a tener una actitud corporativa y de silencio con él por pertenecer al mismo ambiente. Tal vez no lo sabía, pero estaba siendo tremendamente feminista.
Colaboración: Magalí Romero