El padre de la nena que murió este lunes en Mar del Plata brindó un dramático relato de lo ocurrido con la pequeña, quien fue aplastada por el desprendimiento de un acantilado.
Javier Perazzo había llegado a la playa junto a su mujer y sus dos hijos. Apenas arribaron a la arena el matrimonio decidió sentarse debajo de un acantilado para tener un poco de sombra. En ese momento, la familia se dividió. Emma y su hermano de 10 años permanecieron sentados. Su madre volvió al auto para buscar unos juguetes y Javier caminó unos metros hasta el agua.
"Recuerdo que llamé a mi hijo mayor y le pedí que se acerque. En el transcurso que llega hasta mí, escuchamos un estruendo y nos dimos vuelta. En ese momento me doy cuenta de que la tierra y la piedra habían caído en el lugar donde estaba mi nena", recordó el padre de la pequeña víctima.
Cuando Javier se dio cuenta de que su hija había quedado atrapada bajo los escombros, comenzó a sacar piedras en forma desesperada. A él se le acercaron turistas que estaban caminando por la zona y comenzaron a ayudarlo. "No teníamos nada para sacar la tierra. Lo hicimos con las manos y las uñas. A patadas. Con lo que fuera posible", relató en diálogo con el canal Crónica.
Durante la búsqueda se quebró la mano y perdió la dimensión del tiempo. "No sé cuantos minutos pasaron. Un guardavida vino corriendo hasta el lugar desde 600 metros. Después se acercó un pescador. Haciendo mucha fuerza logramos sacar las piedras que había", explicó.
"Creo que pasaron 15 minutos. Cuando la encontraron, ya no tenía signos (de vida). Un guardavidas y su padre se la llevaron cerca del agua e intentaron reanimarla. A los 40 minutos llegó la ambulancia. No sé bien cuánto tiempo pasó. Ellos siguieron reanimándola y se la llevaron al hospital, donde la intentaron reanimar 40 minutos más. Después nos dieron la noticia", sostuvo el padre de Ema en un extenso y desgarrador relato.
La imposibilidad de sacar a su hija con vida de abajo de los escombros dejó una marca en Javier. "Es injusto no haber podido tener la chance de hacer algo, de sacarla respirando. Eso me hubiera dado la tranquilidad de que algo más se hizo", afirmó entre lágrimas.
Javier consideró que lo que ocurrió en la playa con su hija "fue una fatalidad y una desgracia", aunque reconoció que se deberían tomar más recaudos para que la gente no se siente debajo de los acantilados. "No hay carteles. No hay ningún tipo de señalización", contó.
"Como estamos acostumbrados en este país, en el que todo es desidia, cuando pasan las cosas es cuando se empiezan a cambiar", dijo con frialdad. Luego, agregó: "Que esto no quede como la noticia del verano. Espero que el nombre de mi hija cambie algo, que pongan un cartel. Solo con eso, ya estoy satisfecho".
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