El estremecedor relato de una argentina que fue golpeada por delincuentes en Ecuador

Uno de los agresores fue identificado, pero aún sigue libre. La víctima denuncia abandono por parte de las autoridades de ese país y del consulado argentino. "Gracias a Dios no me violaron", dijo

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Su nombre es Andrea Carenzo. Hace solo dos días cumplió 31 años y, casi como si fuera un regalo, agradeció estar viva después del horror al que fue sometida por dos jóvenes en la localidad ecuatoriana de Vilcabamba, al sur de ese país.

El pasado 7 de diciembre decidió hacer un paseo y subir sola al cerro Mandango. En un momento del trayecto, al llegar al mirador, se encontró con dos hombres que sin mediar palabra la atacaron por la espalda para robarle. Pero su intención no solo era apoderarse de sus pertenencias. Le propinaron una violenta golpiza e hicieron que la joven cayera por un barranco. Sufrió graves lesiones y de milagro, sobrevivió para contar su historia y pedir ayuda a través de las redes sociales. Su historia fue compartida ya más de 10.000 veces y pide ayuda a partir de la falta de repuesta del Estado.

"Mi nombre es Andrea Carenzo, soy argentina y hoy estoy cumpliendo 31 años, y hace 19 días pensé que no iba a vivir para contarlo… Esta es mi historia, trataré de ser breve y no entrar en tanto detalle, para que no se aburran de leer. La comparto porque quiero que a nadie más le pase esto, y porque, obviamente, quiero que se haga justicia", escribió la joven en un posteo de Facebook para dar cuenta de la situación.

En su relato, la víctima contó que la atacaron con un cuchillo y que fue apuñalada ocho veces. Por fortuna, el arma no estaba lo suficientemente afilada y solo sufrió cortes. "Uno de ellos me puso una cuchilla en el cuello y me tapó la nariz y la boca al grito de 'Dame la mochila porque te mato hija de put#!!!'. El segundo acompañaba amenazándome con otra cuchilla.

Forcejeando con el que me sometía y amordazaba, porque no podía respirar y tratando de zafarme para poder hacerlo, caí al piso, quedando al borde del barranco. En ese momento se me lanzaron nuevamente encima, comenzando a amordazarme nuevamente e impidiéndome respirar y moverme. Uno de ellos me gritaba 'Te querés morir hija de put#?! Te voy a tirar por el barranco! Te querés caer?!'", prosiguió.

Andrea estaba inmovilizada y esperaba lo peor. Tenía intención de darle su mochila, pero estaban tan enceguecidos que ni siquiera dejaban que se la sacara. Finalmente, la arrojaron al vacío y los golpes fueron aún mayores. "No podía moverme para darles la mochila ni hacer nada, porque me sometían, y fue ahí que cumplieron con sus amenazas y me tiraron por el barranco. Pegué con la cabeza de lleno contra el piso y mi cuello se dobló de una manera que pensé que no podría sobrevivir, soportando todo el peso de mi cuerpo y la mochila, que pasaron por encima de mi cabeza. Pero sí, lo hice, y pensé 'esto es una pesadilla'", contó la víctima.

"Cuando dejé de caer, me levanté y empecé a correr, a tocar el silbato que tenía en mi mochila y a pedir ayuda. Mientras corría (recuerden que esto era un barranco muy empinado) me caí, y empecé a rodar y patinar. Los delincuentes me alcanzaron en menos de 5 segundos, me agarraron, me aplastaron violentamente contra el piso, uno de ellos me apuñaló 8 veces, gracias a Dios esa cuchilla no tenía filo y no me dejó más que marcas, si no, seguramente hoy no estaría celebrando mi cumpleaños… Me sometieron presionando mi pecho, mi pierna derecha, mis brazos y mi cabeza contra el suelo, nuevamente amordazándome, impidiéndome respirar o hablar, y pegándome más de 6 piñas en la cara (en la 6ta paré de contar y empecé a pedir a Dios que si me iban a violar, me mataran)".

Con las pocas fuerzas que tenía, la joven trató de defenderse. Golpeó a uno de los ladrones pero no sirvió de nada. Prácticamente ni sintieron lo que Andrea les hizo. "Pude apretarle los testículos a uno, con todas las fuerzas que encontré, pero ni se enteró… estarían muy drogados o yo ya no tenía más fuerza. Pero el otro también se "distrajo" por un instante, y le mordí la mano bien fuerte, logrando que me suelte, y así poder respirar y hablar", relató.

A los gritos les explicó que la mochila la tenía atada y que debían soltarla para que se las pudiera dar. Finalmente, con el poco de cordura que tenían, lograron llevarse las pertenencias de la mujer y huyeron. "Con mi grito miraron lo que había que hacer. Lograron soltar las correas que ajustaban la mochila a mi pecho y cintura y huyeron con el botín en menos de un segundo, ignorando mi pedido de piedad que aunque sea me dejaran el agua. Estuve aproximadamente media hora tratando de salir del barranco, porque cada paso que daba eran dos que retrocedía. Miles de cosas cruzaban por mi mente, pero no me permití sentir dolor ni cansancio, y logré salir. Volví al sendero y a los pocos minutos de estar bajando me encontré con una pareja que llamó a mi novio y a la policía. La policía llegó cuando estaba a 10 o 20 minutos de llegar al inicio del camino y me llevaron de urgencia al hospital", agregó.

Del "gracias a Dios no me violaron" a la desidia estatal

Esto es lo primero que pensó una vez que llegó al hospital. Sabía que estuvo a punto de ser abusada sexualmente, lo que hubiese acrecentado el dolor que ya tenía. Pero más allá de no ser violada, las consecuencias físicas fueron severas: "No me rompieron ningún hueso, pero el resultado fue un ojo con derrame y una severa inflamación, los dos tobillos esguinzados, una fuerte lesión en la pierna derecha y otra en el brazo derecho, dos cortes y dos puntazos propinados por los cuchillos, en ambos brazos, el tratamiento: muchos antiinflamatorios, gotas para los ojos y hielo", señaló. 

El cerro en donde ocurrió
El cerro en donde ocurrió el ataque

Dijo que desde el Ministerio de Turismo de Ecuador le pidieron que no hiciera público el caso y que hiciera la denuncia a través de internet, aunque para lo único que sirvió fue para perder tiempo. "El sábado por la mañana me tocó ir a denunciar nuevamente, de manera presencial, a la Fiscalía General del Estado en Loja, el hecho de que la policía local de Vilcabamba y la empleada del Ministerio de Turismo me hayan informado mal, demoró todo mi caso, pero no bajamos los brazos. Con la enorme contención que me brindó mi novio y el apoyo de algunos locales, logramos dar con el nombre de uno de los atacantes y empezar a buscar la mayor información posible sobre él. El mismo sábado entregamos el perfil de Facebook y las fotos recopiladas a la Justicia", remarcó.

La Fiscalía le dijo que se iban a ocupar y que sería cuestión de días para dar con el sospechoso. Sin embargo, solo fue una promesa. Nuevamente la Justicia mostró desinterés en el caso y no avanzó a pesar de tener identificado a uno de los atacantes. "Le creí, y le pedí además que se cambiara la carátula de "Robo" a "Intento de homicidio". Desde el jueves 14 el Fiscal de mi caso no me responde los mensajes, le pedí ayuda al Consulado Argentino en Guayaquil y no hicieron nada por mí, ni presionaron a la Justicia ecuatoriana para que actúe, o al menos así parece, ya que sigo esperando respuestas. La respuesta del Consulado ante mi pedido de ayuda fue que 'tengo que tener paciencia'", se quejó.

Carolina sostiene que "tener paciencia significa esperar a que los delincuentes vendan todo lo que le robaron, así cuando allanan no encuentran nada y pueden seguir libres". En ese sentido pidió que se ayuden a difundir, para evitar que hechos como estos sigan sucediendo", ya que el suyo no es un caso aislado.

"Por lo que escuchamos mientras estuvimos en el pueblo, los ataques no son poco comunes en Vilcabamba, cada vez son más frecuentes y aumentan en violencia. Promoviendo esta historia, ayudamos a que se tomen medidas preventivas para que esto no le pase a nadie más. Quiero pedirles, además, que a través de la difusión mundial que pueda llegar a tener mi historia, se presione a la Justicia nacional ecuatoriana para que responda ante hechos violentos o de inseguridad, como debe responder… ¿O acaso será que están esperando que muera alguien en un ataque para tomar cartas en el asunto?", finalizó.

 
 
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