14 de noviembre de 2009, sábado. Los Pomar -un matrimonio y sus dos pequeñas hijas- salieron de su casa en su Fiat Duna Weekend rojo con destino a Pergamino. Ya en viaje, enviaron un mensaje de texto a un familiar que los esperaba: "Estamos yendo". Pero las horas pasaban, los días pasaban, y los Pomar no llegaban. No había reportes de accidentes en la ruta ni rastros de ellos en los hospitales. Lo que sí había, en cambio, era una imagen de Luis Fernando Pomar con gesto de desesperación mientras atravesaban un peaje. El misterio dio inicio a un vómito de hipótesis con la mira puesta en una sola persona: el padre de la familia.
Si bien un posible accidente comenzó siendo la primera presunción, la hipótesis fue debilitándose con el correr de los días: los rastrillajes por tierra y por aire -repetía la fiscal- daban negativos. Era difícil que un auto rojo no se viera ni sobrevolando la zona. Creyeron entonces que podrían haberse hundido en el fondo de un lago pero la sospecha no tenía sostén: había sequía, el agua estaba baja y el auto debería haber quedado a la vista.
Los medios de todo el país seguían el caso, el entonces ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli, mostraba su interés en cámara: nadie podía sospechar que los rastrillajes iniciales habían sido "truchos". Luis Fernando Pomar (40), su esposa, Gabriela Viagrán (36) y sus hijas, Candelaria (6) y María del Pilar (3) seguían sin aparecer. Y todo se volvió sospechoso.
"Hubo muchas líneas de investigación, incluso hipótesis disparatadas", dice a Infobae Aquilino Giacomelli, abogado de la familia de la esposa de Pomar. "Se dijo que él había estafado a alguien importante y por eso podría haber planeado una fuga familiar. Se dijo que él había asesinado a su esposa y a una de sus hijas y estaba escondido con la protección de su familia. Se dijo que él estaba en crisis con su mujer y que por eso, podría haberla matado y escapado con las nenas. Se dijo también que él había abusado de una de sus hijas, que la mujer iba a denunciarlo y que ese podría haber sido el detonante de un drama familiar".
Mientras la hipótesis del conflicto familiar seguía sin dar resultados, la versión de que Pomar era "químico", dio de comer a la teoría de un "Breaking Bad local". La madre de Gabriela, que ya no sabía qué creer, dijo al diario Clarín: "Yo no sabía que era técnico químico. Desde anoche se me pone en la cabeza su título. De pronto digo, bueno, pudo haber sido un secuestro, por todo lo que pasa raro con la efedrina, que lo hayan llevado a él y lo tengan amenazado con su familia".
Se refería al triple crimen de General Rodríguez (Forza, Ferrón y Bina) vinculado al tráfico de efedrina, que había ocurrido el año anterior. Pero Pomar no era nada de eso sino que su título del secundario decía que había egresado de una escuela técnica con orientación en química.
Si había sido un secuestro, algo no cerraba: nadie pedía un rescate. Pero Pomar estaba desocupado y estaba yendo a Pergamino, precisamente, a tener una entrevista de trabajo, lo que volvió a poner la lupa sobre él. Los investigadores analizaron sus cuentas bancarias: podía ser que, agobiado por las deudas hubiera decidido fugarse del país con su familia. Pero sus cuentas, al menos las visibles, estaban en orden: tenía dinero de una indemnización y la hipoteca al día.
La hipótesis de la fuga voluntaria también comenzó a corroerse porque los documentos de la mujer y de las hijas habían quedado en casa. Migraciones tampoco reportaba registros de ellos en las fronteras. ¿Estaban tan amenazados como para haberse escapado por un cruce clandestino? Siempre en off the record, los investigadores seguían especulando: ¿Y si, acorralado, había acelerado para ahogar intencionalmente a su familia en un lago? Los buscaron en los ríos Arrecifes y Salto. Nada.
Alguien declaró que, preocupado por la inseguridad, Pomar había comprado un arma. Buscaron en la casa y no la encontraron, lo que continuó engordando la hipótesis: ¿había salido armado con intención de matar a su familia entera?
Los llamados de vecinos y la posibilidad de una recompensa abrieron más puertas: videntes que aseguraban que estaban en un campo en el que había un molino; un joven que juró haberlos visto caminando "de lo más tranquilos"; alguien que los vio en Río Negro, otros que sostenían que habían sido captados por una secta. El hallazgo de búsquedas para "resolver conflictos de pareja" en la computadora de Pomar -incluso con un pai en Brasil- volvió a dirigir la mirada hacia el lado equivocado.
Fueron 24 días de búsqueda. En diciembre de 2009, el auto -volcado- fue hallado al costado de la ruta 31, entre los pastizales. Los cuerpos estaban en un radio de 10 metros. Fue un papelón nacional, especialmente porque un albañil llamado Casimiro Frutos contó a los medios que había llamado a la policía 11 días antes porque había visto el auto desde el segundo piso de un micro. Había llamado al 911, le habían pedido sus datos pero nunca le habían devuelto el llamado para pedirle más precisiones.
Pocos días después del hallazgo, la familia de Pomar publicó una carta abierta: "Se investigó a la familia en su totalidad, fabricando toda clase de hipótesis. Se metieron en la intimidad de la casa; ¿qué encontraron en la CPU? ¿Que vieron en los dibujos de las nenas? Y el arma de la que tanto se habló, ¿la encontraron, acaso?", decía. (…) "Los investigadores nunca nos creyeron, se dedicaron a crear hipótesis basura de familia conflictiva y problemática (…) Sospechaban que nosotros escondíamos algo, que los chicos se podían comunicar y que no le decíamos nada a ellos. Nos querían convencer de que se habían ido voluntariamente. Nos mandaron grupos de psicólogos del Ministerio de Seguridad para contención a la víctima y para ayudarnos a pensar: ¿en qué?".
Los peritajes mostraron que los Pomar habían chocado contra una alcantarilla y el auto había hecho un giro de campana. Como todos viajaban sin cinturones de seguridad, se produjo un "efecto látigo" y salieron despedidos. Algunos medios publicaron que la mujer había agonizado durante un tiempo y que una larga mancha de sangre evidenciaba que se había "arrastrado" para quedar cerca del cuerpo de sus hijas.
"No fue así. Se determinó que Gabriela pudo haber tenido una sobrevida no consciente de 2 o 3 minutos, no más. Un rastrillaje serio no podría haber evitado lo que pasó pero sí podría haber ahorrado a las familias semejante agonía", explicó el abogado.
La familia demandó a 7 policías pero sólo 3 llegaron a juicio. Y hace sólo un mes y medio, un ex comisario y un ex teniente de la zona en la que apareció el auto fueron condenados a 1 año de prisión en suspenso por haber falsificado actas de rastrillaje. El tercero, fue absuelto.
El 11 de diciembre de 2009, los Pomar fueron sepultados en el Cementerio Parque de Pergamino, en nichos separados. La resolución del misterio había desencadenado nuevas especulaciones: muchos creían que el auto y los cuerpos habían sido plantados. Sus familiares, entonces, los enterraron por separado. Ya no creían en nada ni en nadie pero de algo estaban seguros: si aparecían más dudas iban a necesitar una segunda autopsia.