—¿Desde cuándo está prófugo de la justicia?
—Y…desde el 10 de agosto. Ese día detuvieron a (Enrique) "Quique" Antequera y a otras personas a las que el fiscal (de Lomas de Zamora) Sebastián Scalera considera miembros de una asociación ilícita.
—¿Usted cree en la justicia?
—No. Cómo voy a creer en esta justicia que lleva adelante una causa armada. Una causa en la que hay injerencia del poder político. Cómo voy a creer en una justicia en la que el fiscal Scalera dejó de hacer allanamientos para ir a una conferencia de prensa junto a la ministra (de Seguridad de la Nación) Patricia Bullrich, y al ministro (Cristian) Ritondo, para acusarnos de mafiosos.
—¿Me va a decir que en La Salada no había mafias? Si en los puestos de la calle hasta asesinaban por un lugar.
—La Salada no era Disney. Pero adentro de la feria Urkupiña no había mafias. Las mafias estaban afuera. Afuera pasaba de todo. Se vendía droga, estaban los pungas, las mecheras…
—Si no cree en la justicia, ¿por qué se va a entregar?
—Porque esto es una locura. No nací para que me corran. Desde agosto no veo a mis hijos. Porque mi nuevo abogado, Lucio de la Rosa, me aconsejó que me ponga a derecho. Porque quiero que se sepa la verdad. En esta causa se inventaron pruebas. La única manera que tengo de defenderme es declarando. Como no tengo confianza en el fiscal Scalera, ya pedí la presencia del juez de Garantías Gabriel Vitale. A él le voy a poder contar cosas.
—¿Por ejemplo?
—Que la abogada que representa a las personas que yo eché de la feria por corruptas y que declararon en mi contra por venganza, es la doctora Mónica Frade, la abogada de la diputada Elisa Carrió. Esta es una causa armada políticamente. A Jorge Castillo (conocido como "El Rey de la Salada") lo detuvieron el 28 de junio, pocas semanas antes de las elecciones PASO (se realizaron el 13 de agosto) y a "Quique" tres días antes de las elecciones. Mire, yo voté a este gobierno. A mí (María Eugenia) Vidal, la gobernadora, me parece que quiere hacer las cosas bien. Hasta creo que el ministro Ritondo quiere combatir algunas mafias. Pero con nosotros se equivocaron. A las mafias no se las combate con pescado podrido.
—¿Usted sabe que de los tribunales de Lomas de Zamora sale esposado y va a un penal?
—Sí.
—Pensando en eso, ¿qué cenó anoche?
—(Llora)…Nada, hace dos días que no como. Quiero que esto se termine. Quiero ver a mis hijos. Lo peor de estar prófugo es no ver a tu familia.
El que dialoga con Infobae antes de entregarse a la justicia en el marco de una de las causas policiales más resonantes del año, es Juan Manuel Louzan, alias "JP", un ex policía de La Bonaerense apartado de sus filas por actos de corrupción.
Para el fiscal y juez de la causa, Louzan era el poderoso jefe de seguridad de Urkupiña, una de las ferias que integran el complejo La Salada. El otro referente era el también preso Jorge Castillo, el dueño de Punta Mogotes. El mismo que recibió a balazos a los grupos especiales de la policía de la Provincia de Buenos Aires cuando fueron a detenerlo en su mansión de Luján.
La Salada fue calificada por la Unión Europea como "la feria ilegal más grande del mundo". La Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), calculó que allí se movilizaban, por año, 71.500 millones de pesos, y que la mayoría de ese dinero era en negro, es decir que no tributaba al fisco.
Antequera y Castillo están procesados con prisión preventiva. Se los acusa de ser los líderes de una o más asociaciones ilícitas, formadas por más de 40 personas, que amenazaban y extorsionaban a puesteros en los alrededores de esa feria ubicada en la localidad bonaerense de Ingeniero Budge, en el partido de Lomas de Zamora. También por los delitos de "coacciones agravadas, extorsión y privación ilegal de la libertad".
Según la acusación fiscal, Louzan parece tener una situación procesal extremadamente complicada.
Está señalado de ser el jefe de un ejército paralelo, contratado por Antequera e integrado por barras bravas de Boca como el también detenido Marcelo Aravena, para supuestamente controlar la seguridad en el predio; pero, según el expediente, cobraban "peajes" a ladrones y mecheras para robar a los clientes que se agolpaban para comprar desde zapatillas truchas hasta ropa ofertada por Barbie Pop, la puestera más conocida del lugar –ella trabajaba en Punta Mogotes-.
Louzan era el jefe de los casi 130 hombres y mujeres de "seguridad privada" que Antequera le contrataba a la empresa Vae-soli, de la cual "JP" también formaba parte –era el cuarto en el escalafón jerárquico-, según reconoció ante Infobae.
Mirian Irala, una ex integrante de ese "ejército paralelo", declaró ante la fiscalía de Scalera que la fuerza de choque liderada por Louzan torturaba a "mecheras" y pungas que "robaban sin su autorización" y que hasta les exigían "pegarles con la tonfa en los tobillos, en los muslos y en las costillas" a las mecheras.
Sobre los pungas, es decir los ladrones varones, "les poníamos la mano sobre una mesa y les pegábamos con una taza de café en los dedos; salían destrozados", declaró.
"Yo fui jefe de seguridad de la feria desde fines del año 2013 en adelante. Así que todo lo que pasaba en Urkupiña yo lo sabía perfectamente", dice ante Infobae el hombre acusado de, por ejemplo, ordenar retener de manera ilegal a ladrones a los que les precintaban las muñecas y los retenían en un sector apartado al que denominaban "La Jefatura".
—Entonces conocía las atrocidades que hacían con las mecheras a las que las obligaban a pasearse desnudas por los puestos y la connivencia con las barras bravas para delinquir.
—La connivencia con la barra de Boca, por ejemplo, no existía dentro de Urkupiña. Eso pasaba afuera. Afuera pasaba de todo. Pero nosotros no teníamos puestos en la calle. Tampoco los tenía Jorge Castillo.
—Eso está acreditado por testigos y escuchas en la causa.
—No. En la causa aparece involucrado con los puestos Adrián Castillo. Nosotros no. Yo voy a demostrar que nada teníamos que ver con eso.
—¿Me va a decir que en La Salada no había mafia?
—Pero afuera. Ya presentamos 92 testigos que van a declarar que Quique Antequera era la cara visible de Urkupiña para adentro. A esa gente todavía no se le tomó declaración. Cuando me entregue, en un rato nomás, voy a presentar más testigos. Nosotros no teníamos relación con los barras.
—¿Y con Aravena, que está preso, me va a decir que no tenía contacto?
—El famoso "manco" Aravena fue dos veces junto a otros barras a la feria Urkupiña para hablar con Antequera y Quique no los atendió. Fue después de los disturbios tan grandes que hubo en los alrededores de la feria en el año 2015. En el medio del pasillo Quique les dijo: "Yo no tengo nada que ver con lo que pasó. Los problemas de afuera los arreglan ustedes afuera", y nunca los atendió. La segunda vez que fue Aravena fue a pedir plata porque había estado preso y no tenía un peso. Y tampoco lo recibió. La barra se manejaba sola. "Los Chaqueños" se manejaban solos.
—En la causa figura que ustedes apretaban a los puesteros, que les cobraban 600 pesos para dejarlos trabajar…Que les pegaban a las mujeres…
—(Se ríe) Cuando yo asumo como jefe de seguridad de la feria, que a la feria me manda Luis Ávalos, el dueño de Vae-soli, audité la seguridad y detecté los actos de corrupción que ocurrían dentro de las ferias más grandes: Punta Mogotes, Urkupiña y Ocean. Eran tres personas que hacían todo lo que ahora nos endilgan a nosotros que era cobrarles a las mecheras. Cobrar para estacionar. Robarles la mercadería a las mecheras. Liberarles la zona a las mecheras para que roben. Usted no sabe cómo corría la droga entre los vigiladores. Y los delitos que se cometían, como robarles la plata a los pungas y después liberarlos en vez de entregarlos a la policía.
—¿Y quieres hacían o permitían todo eso?
—Los tres principales testigos de la causa: Facundo Coria, que era el jefe de seguridad antes de que llegara yo. Pedro Coria y Miriam Irala. Yo denuncié a estas tres personas ante Ávalos, el dueño de la empresa de seguridad, y esta gente fue despedida e indemnizada como corresponde. Estas personas, a las que les cortamos un negocio fabuloso, son las que hacen las falsas denuncias contra nosotros de la mano de Mónica Frade, la abogada de Lilita Carrió.
Juan Manuel Louzan habla rápido. Contra reloj. Sabe que sus horas en libertad están contadas. Su abogado Lucio de la Rosa pasará a buscarlo para ponerlo a disposición de la fiscalía de Scalera.
Esta no será la primera vez que termine en una cárcel. El 17 de septiembre de 2004 fue detenido, junto a otros dos policías de la Bonaerense –todos estaban en actividad-. Fueron acusados y condenados a 7 años de prisión por secuestrar a la esposa del presunto jefe de una banda de salideras bancarias. Pidieron 5000 dólares de rescate, que no llegó a pagarse. Antes habían paseado a la mujer durante dos horas en un auto y, al ver que la situación se complicaba, la dejaron en libertad.
Louzan, que no recuerda cuánto tiempo estuvo preso, salió en libertad hasta que la condena quede firme, una etapa judicial imprescindible que aún hoy, 13 años después, no ocurrió.
"Esa causa también me la armaron. Estábamos trabajando bien en la zona de Quilmes combatiendo el delito, a los narcos, pero el kirchnerismo, con La Cámpora a la cabeza, nos barrió de la zona", se defiende molesto por el recuerdo que lo persigue.
—¿Siempre le arman las causas?
—Vamos a probar con mi abogado que en la causa de La Salada no tengo nada que ver. Fue un golpe político armado antes de las elecciones y el fiscal Scalera llevó a cabo una investigación vergonzosa. Me encanta la forma de trabajar de la gobernadora y de Ritondo. Pero en este caso se equivocaron. Fiscal y ministerio inventaron cosas. Yo estoy de acuerdo con la antimafia pero que hagan un trabajo serio.
—Le pregunto otra vez: ¿en La Salada no había mafias?
—Sí. Las mafias que todavía siguen y no somos nosotros. La mafia de los pibes que están tirados en la calle y arrastran a una mujer embarazada para robarle una cartera. Las mafias de los pungas. La mafia de los carteristas, la mafia de las mecheras. Todas mafias que perjudican al pueblo. Todas esas mafias siguen trabajando ahí y los ministros y fiscales no hacen nada.
—A pesar de sus palabras, Antequera, Aravena, Castillo, entre tantos otros y ahora usted, pasarán mucho tiempo presos, y hasta quizás los condenen.
—Sería una injusticia. Le juro que yo no formo parte de ninguna asociación ilícita.
—¿Y también confía en Antequera? ¿Podría asegurar que es un hombre honesto?
—Sí.
Hasta aquí la palabra del flamante preso que tiene la explosiva causa sobre las mafias en La Salada. Ahora es tiempo de que hable la justicia.