Miedo a levantarse, a abrir la puerta, a ir al supermercado. Miedo a ir a trabajar. Miedo a pisar la calle y ser violada. Durante años, el miedo fue el protagonista absoluto de la vida de Marina Demtschenko.
Su calvario comenzó en 2012, luego de terminar una relación de noviazgo de cinco años. Su ex armó perfiles falsos en las redes sociales y compartió videos y fotos íntimas de Marina sin su consentimiento. Se hizo pasar por ella para seducir, de manera virtual, a más de 400 hombres en La Plata.
Durante meses, esta abogada de 31 años se cruzó con desconocidos que la acosaban en la calle. Durante dos años fue abordada por unos 70 hombres en la calle, que querían tener sexo con ella. Le llegaron a susurrar obscenidades al oído, a manosearla, a encerrarla en un callejón. Y ella no entendía nada. Hasta que se enteró del enfermizo plan de su ex.
Marina al comienzo calló. El terror a cualquier represalia la paralizó, pero luego cobró fuerza y decidió iniciar acciones legales. Y al hacerlo se topó con "una justicia machista que pone en duda que todo esto haya repercutido en mi vida", según explica en diálogo con Infobae.
"Luego de varios encuadres legales propuestos y 5 años de lucha, me encuentro a la espera de la carátula de la investigación penal por lesiones graves en el contexto de violencia de género. El fiscal de la causa ordenó una pericia psicológica para mí. Es impresionante cómo se desgasta a la denunciante y se la victimiza una y otra vez: en la pericia deberá acreditarse que efectivamente sufrí daños psicológicos y el trauma que fue la exposición de mi intimidad y el peligro cierto que sufrí durante todo el periodo en que mi ex pareja difundió mis fotos. Soy yo la que tiene que someterse a incontables exámenes y preguntas y cuestionamientos", dice Marina.
Mientras ella atraviesa todo este derrotero legal, su ex continúa su vida sin mayores repercusiones, según cuenta. Esta experiencia la incentivó a generar un proyecto de ley para ayudar a las víctimas de acoso virtual, del que habló la semana pasada en el marco del Foro de Gobernanza de Internet que se realizó en Buenos Aires. También dirige la Fundación Activismo Digital, desde donde ayuda a concientizar sobre la problemática de la difusión no consentida de imágenes íntimas.
Hoy, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, Demtschenko comparte su historia, cuenta las consecuencias que aún hoy padece y habla sobre su lucha para cambiar las reglas.
-¿Cuál fue la peor situación que viviste a partir de estos acosos?
-La peor situación que viví fue en manos de uno de los primeros hombres que me cruzó, al inicio de todo lo que me ocurrió. Fue en junio de 2012, en la esquina del departamento donde vivía. Me dijo mi nombre al oído, cuando estaba esperando para cruzar la calle, y antes de que pudiera reaccionar, me pasó la lengua por el cuello, estando parado detrás mío. Me di vuelta y no pude ni esbozar una palabra. Me asusté tanto que me puse a llorar mientras corría hacia mi edificio de ese entonces. La otra situación difícil que recuerdo fue saliendo de la facultad a la noche, en el mismo año. Tres hombres me arrinconaron en la esquina de la Universidad Nacional de La Plata y me quisieron tocar. Me nombraban como si me conocieran. Yo no entendía nada. Creía que me los mandaba mi ex, de quien me había separado hacía seis meses.
-Te escucho y no puedo dejar de pensar en el terror que habrás sentido.
-Nunca me animé a denunciar. Tenía mucho miedo. En otra oportunidad me crucé con un vecino del departamento de mi abuela donde había vivido antes de irme a vivir sola. Me reconoció igual y cuando lo enfrenté, se quedó perplejo que no era yo quien chateaba con él ni era yo la que le mandaba fotos mías todo el tiempo. Este perfil lo había instado a violarme en el ascensor cuando me encontrara en el edificio de mi abuela, haciendo alusión a que ésa "era una de mis máximas fantasías". Incluso si gritaba, el perfil falso lo proponía como parte del juego de hacer verosímil la fantasía. Ahí me di cuenta de que mi integridad sexual corría riesgo real. Mi ex les decía a todos los contactados que yo buscaba que me hicieran cosas. No me violaron porque tuve suerte. Ahí hilé los casos anteriores.
-Estabas rodeada, ¿cómo reaccionaste al comienzo?
– Tuve que cambiar seis veces el teléfono. Me cambié de nombre en las redes sociales 40 veces, me modifiqué el color de pelo por lo menos ocho veces en dos años y ya después dejé de salir. Mis hermanos me acompañaban a todas partes, hasta para ir al supermercado. Yo estaba alienada. Me habrán abordado 70 hombres a lo largo de dos años hasta el allanamiento que se logró en la causa penal. Ahí se frenó todo. De las pericias informáticas de la causa penal surgieron que más o menos 440 hombres fueron abordados por esos perfiles falsos.
-¿Cómo te recompusiste?
-Empecé tratamiento psicológico y todavía sigo. No quería vivir más. Me sentía ultrajada en todo sentido, en constante peligro y amenazada, con vergüenza, sin fuerzas. Había dejado de trabajar, ya no me quedaba nada de todo lo que había construido antes. Cuando pude empezar a darme cuenta de que no era mi culpa sino la de un perverso que me estaba arruinando la vida, me animé a hacer la denuncia. A partir de ahí, batallar legalmente fue lo que me hizo darle un sentido a todo. Y los proyectos que empecé a tener para que se penalicen estos actos tan destructivos. Mi vida era estudiar legislación de otros países, escribir artículos sobre el tema y leer mucho sobre el avance del tratamiento de estos temas en el mundo. Me fui recomponiendo pero al día de hoy tengo miedo de que me mate. Como todo violento, mi ex pareja no tiene límites.
Tuve que cambiar seis veces el teléfono. Me cambié de nombre en las redes sociales 40 veces, me modifiqué el color de pelo por lo menos ocho veces en dos años y ya después dejé de salir.
-¿La Justicia emitió al menos una orden de restricción?
-Logré que se ordene una perimetral luego de pedirla cinco veces a lo largo de tres años y de que me la nieguen. No consideraban que hubiera un peligro real para mí, porque todo "pasaba por Internet". Me cansé de pedir al juez la tutela, la protección. Mi vida estaba en peligro efectivo. Me la negaban una y otra vez. Me pedía todo tipo de pruebas que no podía conseguir, por ejemplo datos de los hombres que me abordaban, que yo ni siquiera conocía, para que fueran testigos. Cuando mi caso salió en los medios de comunicación, se me otorgó la perimetral y al día de hoy la tengo vigente, pero mi agresor la infringió cuatro veces.
-¿Cómo ocurrió?
-Una de ellas fue en abril, cuando me esperó en la esquina del lugar donde trabajo; otra fue en enero, cuando me vigiló toda la noche pasando en moto por la puerta del lugar donde estaba, mientras yo cenaba con amigas en un restaurante. Todas esas veces motivaron nuevos expedientes. En total y contando el sumario, tengo cuatro desobediencias a la perimetral de las que ninguna se mueve a pesar de que voy todas las semanas a las fiscalías (fuero penal). Hay un expediente principal por lesiones, otro de protección contra la violencia que me otorgó la perimetral y hace poco recibí un botón antipánico por el recrudecimiento de los encuentros propiciados en persona con mi ex (la última vez me vio en el auto y se acercó hacia el auto, yo aceleré y pude dejarlo atrás). También hay una demanda por daños y perjuicios. Y él tiene un expediente penal por tenencia ilegítima de arma de fuego (fuero de flagrancia) que le encontraron cuando lo allanaron, en ocasión de mi denuncia. Hay nueve expedientes y ningún tipo de reacción de parte del estado.
-¿Cómo es el proyecto de ley que presentaste?
-A partir de mi experiencia personal tuve contacto con la falta de legislación que permita denunciar este tipo de acciones y en mi momento más crítico elaboré un proyecto de ley que luego fui actualizando a medida que avanzaba la legislación en otros países sobre esta problemática. Propongo la tipificación o penalización de la difusión no consentida de material íntimo a través de plataformas virtuales o cualquier medio de transmisión de datos – aún cuando hubiese sido obtenido con consentimiento de la persona retratada- con pena de prisión. También propongo la penalización del acoso virtual o sea el acecho y persecución de una persona a través de plataformas virtuales siempre que se comprometieran sus datos sensibles o que se la obligara a modificar su vida normal, dando cuenta de la gravedad que implica encontrarse observada y amedrentada constantemente y los efectos que tiene, principalmente, cuando la víctima es mujer.
-¿Creés que, además, se debe modificar algún aspecto de la legislación actual?
-Propongo que se modifique el art 153 bis del código penal y se agregue expresamente al delito de "acceso indebido a sistemas informáticos", a las redes sociales. Así se reconocería al hackeo de las redes sociales como un delito también. Considero que las tres modalidades son formas de violencia, en distintos niveles. Para hacer más adecuada la respuesta de la justicia, planteé que las dos primeras figuras, puedan articular con agravantes entre los que está el que se efectuara el delito con violencia de género, con perfiles anónimos, apócrifos o identidades falsas, y la viralización, entre otros. Esto agravaría la pena, que es de 6 meses, a 2 años de prisión.
-¿Qué rol juega la educación digital en este tema?
-Hay que educar y visibilizar. La alfabetización digital es crucial. Es importante que como sociedad digital sepamos utilizar las plataformas virtuales y en general toda herramienta propiciada por las TIC. Me refiero a cómo utilizar una red social hasta de cómo "blindar" los espacios digitales en donde desarrollamos nuestras actividades. Esto implica navegar de forma segura, conocer las redes informáticas que utilizamos a diario, tomar conocimiento de buenas prácticas como usuarios en internet. Alternativamente sugerimos el uso de programas para "sextear" seguros. Bajo ningún concepto profesamos la censura de las mujeres. Sí el límite y la condena a los agresores. Ser libre digitalmente, disfrutar de nuestra imagen y relacionarnos a través de chats con fotos eróticas o similares, así como ser usuarias de plataformas virtuales, opinar y mostrarnos como queremos no habilita a que se ejerza ningún tipo de violencia, bajo ningún concepto.
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