Es uno de los libros del año y se entiende por qué. El 5 de diciembre de 1990, Martín Sivak tenía 15 años. Ese día, su padre se suicidó, pero su muerte había comenzado unos años antes, posiblemente con el secuestro y asesinato de Osvaldo, su hermano, en lo que fue uno de los casos emblemáticos de la década del 80. El salto de papá ya va por la quinta edición y se convirtió en uno de los más leídos y más celebrados por la crítica y también por los lectores. En su relato de los hechos que condujeron al suicidio de su padre, Sivak -periodista reconocido y autor de varios libros celebrados- dedica especial atención a dos miembros de la familia que, desde su perspectiva, menospreciaron, maltrataron y también dejaron muy solo a su padre. Ellos son su abuelo Samuel Sivak -ya muerto- y su tía Marta Oyanharte, viuda de su tío Osvaldo y también en su momento autora de un libro en el que relató su experiencia personal con el secuestro y asesinato de su marido. Ahora son las cuatro hijas de Oyanharte quienes, a través de la cuenta personal de Facebook de una de ellas, decidieron hacer oír su voz. Sorprendidas por el tono del libro y "con dolor", según declaran en su posteo, las primas del autor de El salto de papá decidieron salir públicamente en defensa de su madre, por lo que consideran un agravio. "El libro dedica un capítulo a nuestra madre, Marta Oyhanarte, a quien agravia con maldad y cinismo a través de un relato falso y tendencioso. Frente a esto, nos vemos obligadas a reivindicar su persistente lucha, durante larguísimos 27 meses, para desentramar mecanismos terroríficos y finalmente encontrar el cuerpo de nuestro papá", dicen, entre otras cosas. A continuación, el texto completo.
CON MOTIVO DEL LIBRO "EL SALTO DE PAPÁ", DE MARTÍN SIVAK
Escribimos estas líneas con motivo del libro El salto de papá de Martín Sivak, nuestro primo. Hacerlo nos resulta obsceno, pero Martín decidió inscribir su relato en la esfera pública y de la misma manera sentimos que es allí donde tenemos que poner nuestra palabra.
Nos enteramos del libro a través de su difusión en los medios de comunicación. La manera sorpresiva en que supimos de él nos ha causado gran dolor. Es un libro dedicado a la memoria de nuestro padre, Osvaldo Sivak, pero que agravia en sus páginas a dos de las personas que él más quiso: su esposa, Marta Oyhanarte, y su padre, Samuel Sivak.
Martín escribe sobre su padre, Jorge Sivak, con amor, ternura e irremediable dolor ante su pérdida, y pretende a lo largo del libro reconstruir su historia y las circunstancias que lo llevaron a la muerte. Toda reconstrucción es subjetiva y parcial, pero ello no admite que pueda ser antojadiza. La omisión de testimonios centrales sobre algunos hechos que relata, que no podrían escapársele a ningún periodista de investigación, le otorga esa calidad. La narración sesgada se acomoda a las necesidades del autor, que excluye deliberadamente las voces que no hubieran sustentado la construcción de sus personajes. Pero el libro no pretende ser ficción y los personajes son personas. Familiares y amigos se acercaron a manifestar desconcierto ante la manera en que algunos hechos son presentados.
Luego del secuestro de Osvaldo, sucedido el 29 de julio de 1985, el autor busca dentro de su familia responsabilidades emocionales que llevaron a su padre Jorge al suicidio. Lo ocurrido, que dejó una familia dividida, dolida y deshecha, no es responsabilidad de ningún integrante de la misma. Aún en la recuperada democracia quedaban resabios de la dictadura militar y sujetos que pretendían continuar con sus prácticas perversas de daño, secuestro, desaparición y muerte. Martín Sivak desatiende ese contexto.
El libro dedica un capítulo a nuestra madre, Marta Oyhanarte, a quien agravia con maldad y cinismo a través de un relato falso y tendencioso. Frente a esto, nos vemos obligadas a reivindicar su persistente lucha, durante larguísimos 27 meses, para desentramar mecanismos terroríficos y finalmente encontrar el cuerpo de nuestro papá. Desde entonces, dando cauce a su dolor, ha orientado todos sus esfuerzos a trabajar en pos de la transparencia y democratización de las instituciones.
Recordamos a nuestro tío Jorge con cariño, y le estaremos siempre agradecidas por su valiente participación en la búsqueda de su hermano. Recordamos a nuestro abuelo Samuel quien nos acompañó con amor y entereza. Recordamos los momentos de la infancia compartida que describe el libro, felices y constitutivos de nuestra manera de ser personas. Ellos han sido nuestra fortaleza y son nuestra guía. Es en honor a esa memoria que nos vemos obligadas a desmentir el intento de Martín Sivak de tergiversar públicamente nuestra historia.
Camila Sivak, Analía Sivak, Malena Sivak, María Sivak
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El salto de papá se inicia con la escena más dramática para un hijo: la del día en que el abogado y banquero marxista Jorge Sivak, acorralado por sus fantasmas, se tiró desde la ventana de una habitación de la casa de sus padres, en la calle Posadas, sin hacer caso a los gritos de los obreros que, desde una obra en construcción aledaña, le pedían que no se tirara. Antes había tomado un vaso de Coca Cola y había fumado varios de los 60 cigarrillos que consumía por día. Antes, aún, se había enterado de que el Banco Central había decretado la quiebra de Buenos Aires Building, el banco de su familia. Tenía 48 años, le gustaba leer, amaba la música, creía en la Revolución, se reía seguido con su mujer y sus hijos y pese a todos los esfuerzos que hizo para satisfacer la imperiosa demanda de sus ancestros, nunca logró ser un buen administrador.
El libro de Sivak lleva vendidos 16.500 ejemplares. En febrero será publicado en México, Colombia y Bolivia y después de abril, también tendrá su edición en España.