En el lobby del Sofitel Buenos Aires Arroyo, en Retiro, todo funciona con normalidad. O eso parece. Mientras, una pareja ingresa con sus valijas, realiza el check in y es acompañada hasta su habitación. Y en el Café Arroyo, lindero al emblemático hotel de la Ciudad, las reuniones transcurren como si nada sucediera.
Pero hay una noticia que explotó en las últimas horas y todavía no tiene explicación para los empleados que caminan por los pasillos del hotel con total desconcierto: el 17 de diciembre deben abandonar el edificio. Abundan las caras largas y los rumores; escasean las respuestas precisas.
La noticia los sorprendió por completo. Olivier Falchi, chef de Le Sud, restaurante del hotel, confirmó en diálogo con Infobae que ya le notificaron que el 16 de diciembre debe dejar la cocina porque cierran. "Esa es toda la información que tengo. Me dijeron que el grupo que lo maneja no va a renovar el contrato de alquiler y se va a retirar del edificio", precisó.
Un comunicado de prensa difundido esta tarde por la dirección precisó: "Luego de 15 años de operación ininterrumpida, Sofitel Buenos Aires Arroyo finaliza sus operaciones debido a la conclusión del contrato con el propietario del inmueble sito en la calle Arroyo 841, donde hasta ahora operaba el hotel".
El "inmueble" es un lugar con historia para Buenos Aires. Se trata de la Torre Mihanoivhc, ubicada en la calle Arroyo 841. La mandó a construir el empresario naviero Nicolás Mihanovich en 1925 y fue inaugurada en 1929 con un solo propósito: que su magnitud pudiera ser apreciada por los inmigrantes que llegaran en barco a Buenos Aires y allí poder vivir. Hoy, perdido entre las construcciones y las tiendas de ropa, se exhibe como un edificio emblemático que albergó durante décadas a visitantes europeos con pocos recursos para luego convertirse en un hotel de lujo.
Un año después de la inauguración, el empresario murió y los hermanos Bencich, dueños de la prestigiosa empresa que había construido el edificio, se lo compraron a la sucesión de Mihanovich. Durante 73 años funcionó como un edificio de departamentos en alquiler. En 1997, el Grupo Accor Hoteles inició su refacción para convertirlo en el hotel que es hoy en día. Se inauguró en 2002, manteniendo la fisionomía general de la obra original en el exterior.
La propiedad seguiría siendo de la familia Bencich que, disconforme con el canon locativo que percibían, habría forzado la ruptura de la relación con los dueños del hotel. Según las inmobiliarias de la zona, el metro cuadrado en esa cuadra de Arroyo puede costar hasta 4 mil dólares.
Los empleados fueron informados y es el único dato que repiten: "El 17 de diciembre hay cese de actividades en el hotel". Ante la presencia de Infobae en el lugar, las voces se callan. Solo uno persigue el micrófono y asegura que "el grupo quiso comprar el edificio y los dueños no están interesados en venderlo". "Ya vinieron de otra cadena hotelera a verlo, pero no sabemos más que eso", se rumorea.
Este medio se contactó con la recepción del hotel con el propósito de alquilar una habitación para el mes de enero. "El hotel cierra en forma permanente", explican. Ante las dudas, aseguran desconocer qué va a suceder con el edificio: "Estamos derivando las reservas para otros hoteles". Los trabajadores del lugar, incómodos, confiesan haber recibido órdenes de no hablar con la prensa.
Su preocupación va más allá de la nostalgia que emana el lugar. Muchos de ellos son trabajadores tercerizados, y serán reubicados en los demás hoteles de la cadena cuando finalice el año. Pero otros tantos, contratados directamente por el hotel, perderán su trabajo. "Estamos muy tristes", confesó una empleada de limpieza.
En la esquina de Suipacha y Arroyo se encuentra la Plaza Embajada de Israel en homenaje a las víctimas del atentado terrorista de 1992. Marcela, comerciante de la zona, recordó que los inmigrantes que todavía vivían en el edificio comenzaron a vender sus cosas tras el ataque. "De golpe, los departamentos se convirtieron en muestras de exposición, en donde cada uno vendía sus prendas, objetos de valor y otras reliquias para irse a vivir a otro lado", repasó con nostalgia.
¿Qué pasará con el edificio? Por ahora es una incógnita. Fuentes del gobierno de la Ciudad aseguraron a Infobae que se trata de una propiedad privada y su futuro depende de los dueños. Ojalá no se imponga la tentación del olvido.
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