La voz de Maximiliano Bosch, presidente de la Asociación de Ex Alumnos del Politécnico de Rosario, se expandió en la esquina de Pellegrini y Ayacucho desde un megáfono: "Acérquense, juntémonos acá y hagamos un minuto de silencio". Habían pasado 16 minutos de las 21 y las cerca de 300 personas que se juntaron en la puerta del colegio del que egresaron hace 30 años las víctimas del atentado en Nueva York se apretaron en la vereda y dejaron correr su congoja, iluminados por las velas que habían apoyado contra una de las paredes.
Un poco apartadas, y con lágrimas en los ojos, las hermanas Graciela y Norma Daneo, junto a Mabel Benvenuto sostenían sus velas y se abrazaban con una sensación de espantosa contradicción. Su primo, Ariel Benvenuto, uno de los ocho amigos rosarinos que viajaron a celebrar la amistad, sobrevivió increíblemente al atentado, igual que Juan Pablo Trevisán e Iván Brajkovic "El camión le pasó a 20 centímetros. Está a salvo. Físicamente él está bien, pero anímicamente está destrozado", contó a Infobae Mabel.
Ellas fueron de los pocos familiares que se acercaron a la esquina del "Poli". También estuvo la suegra de Ariel Erlij, uno de los asesinados, quien acercó una vela al muro del colegio pero prefirió no hablar con la prensa. "Los allegados a los fallecidos y a los sobrevivientes eligieron el perfil bajo y nosotros desde el colegio tampoco quisimos molestarlos", explicó Bosch.
El clima que hubo durante la vigilia fue de profunda consternación. El discurso que flotaba en cada una de las personas que se acercó era similar. "El 'Poli' es un lugar de pertenencia y todos nos sentimos hermanados por haber pasado por aquí. Fueron los chicos de la promoción 87, pero pudimos haber sido nosotros", comentó Enzo Larosa, quien junto a otros amigos, el mismo sábado que las víctimas del atentado viajaban a Nueva York, se reunieron a comer un asado para celebrar los 50 años de su promoción, la 1967.
"El Politécnico es estar en los buenos momentos y en los malos. Es así durante toda la vida. Uno es de acá para siempre", comentó Raúl Zuza, también de la promoción 67, padre e hijo de ex alumnos de esta institución.
El rumor que corrió en la esquina de Pellegrini y Ayacucho era la posibilidad de que velaran los restos de las víctimas en el colegio, pero lo cierto es que eso dependerá de lo que decida cada una de las familias afectadas.
Luciano terminó un año después que Hernán Diego Mendoza, Diego Enrique Angelini, Alejandro Damián Pagnucco, Ariel Erlij y Hernán Ferruchi. Los conoció en los viejos pasillos de este colegio centenario. Pero no era amigo. Sin embargo, no puede contener la tristeza. "A cualquiera que le pase, estamos para acompañarnos. Y también, para que se vea en todo el mundo este dolor y que podamos mandar un mensaje de paz. Esta locura no puede continuar", comentó Luciano, en cuyos ojos humedecidos se reflejaban las cientos de velas.
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