Eleonor Faur: "Es un mito hablar del instinto maternal"

La socióloga -coautora del libro "Mitomanías de los sexos"- habla sobre el neomachismo, la falsa idea de que las mujeres cuidan mejor a sus hijos y los mitos que hay desechar para acceder al siglo XXI

"Los hombres son más inteligentes que las mujeres", "las mujeres son más emotivas", "los hombres necesitan más sexo que las mujeres", "todo el mundo se quiere casar", "las mujeres tienen instinto maternal", "los hombres son mejores para liderar". Estas son algunas de las frases hechas que según la socióloga Eleonor Faur, especialista en relaciones de géneros y familia, repetimos cotidianamente creyendo que son verdad. "Vivimos entre mitomanías sobre las relaciones entre hombres y mujeres".

Faur junto a Alejandro Grimson escribieron "Mitomanías de los sexos" donde reflejan, luego de una intensa investigación, las frases que a lo largo de los años hemos ido adoptando en la sociedad de manera inconsciente, como que muchas veces no se diferencia entre un género y otro cuando decimos en voz alta que buscamos la igualdad entre el hombre y la mujer.

Con mucha información y un poco de humor abren el debate poniendo la lupa sobre el machismo explícito. Es así como tratan de igualar oportunidades y vivir más libres.

-¿Cuáles serían los mitos que se escuchan frecuentemente sobre los sexos?

– "los hombres son más activos y las mujeres somos más pasivas" o "los varones son más racionales que las mujeres".

-¿Cómo se hace para no caer en estas frases?

-Ninguno de nosotros está exento de repetirlas porque somos parte. Somos hijos de una cultura que fue sembrando este tipo de desigualdades. Decimos en la puerta de un colegio "tengo una nena y son más tranquilas", en lugar de ver que hay nenas que no son tan tranquilas y que hay nenes que no son tan activos. A veces nos dejamos llevar por ese caudal de frases hechas y no nos detenemos a pensar. El ejercicio es ese un poquito, pensar para poder ser más libres.

-¿Cuál es el peligro de pensar así?

-Creemos que el machismo es una jaula para los varones porque les impone una hoja de ruta, una forma de vida que tiene que ver con la acumulación de prestigio, de poder y entonces se sobreexplotan en el trabajo, como que siempre la zanahoria está más lejos. Si uno escucha o mira las encuestas, todos dicen que quisieran tener más tiempo para la familia, o para los placeres, o para el deporte pero están en una especie de carrera. Hay una cultura que de alguna forma empuja a los varones a mostrar ese tipo de éxito, de fuerza.

¿Donde notas la mayor diferencia entre los hombres y las mujeres?

– Los ingresos de las mujeres son un 27% menos que los de los varones, las mujeres le dedicamos mucho más tiempo a los cuidados de nuestros hijos, de los mayores y es un tiempo en que no podemos poner esa energía en otras cuestiones como el trabajo. Hay una responsabilidad asignada que también limita algunas cuestiones, no porque no sea hermoso cuidar hijos, sino porque no tiene porque ser pensado solamente o exclusivamente como una responsabilidad femenina ni maternal. Hay muchas personas y muchas instituciones que contribuyen a ese tipo de cuidados, como bien dice un proverbio africano: "Para criar un niño se necesita toda una aldea".

¿Es un mito que las mujeres tienen instinto maternal?

– Todavía sigue estando bastante instalada la idea de que las mujeres cuidamos mejor y supuestamente lo hacemos mejor por el hecho de tener útero, de gestar, de tener la capacidad de parir. Pero si bien es cierto que las mujeres tenemos útero, podemos gestar, podemos parir, no es cierto que las mujeres seamos las únicas que podemos cuidar. Nadie nace sabiendo ser mamá ni ser papá. Creo que hombres y mujeres tenemos la posibilidad de practicar y de ejercer y nos vamos desarrollando como mejores cuidadores a medida que más lo hacemos.

-¿Por qué se cree esto?

-No hay nada que tenga que ver con el instinto, son construcciones. Algunas mujeres pueden desarrollar su maternidad de forma muy interesante, y otras no necesariamente, o no quieren tener hijos. Eso lo demostramos con una investigación histórica donde se mostraban formas de crianza en el antiguo régimen francés, donde lo que estaba de moda era que los hijos fueran criados por nodrizas muy lejos de sus madres y de sus padres, formas culturales que se van desarrollando.

-En el libro también hablan del neomachismo. ¿Qué sería?

-En ocasiones hay como una reacción que tiene que ver con hombres que son muy machistas, sin embargo, no todos los hombres son machistas, ese es uno de los mitos que desandamos. En algunos hombres que realmente se resisten mucho a encontrar y a observar y a desandar esas desigualdades entre los géneros, hay una reacción bastante fulminante contra las nuevas libertades de las mujeres. A veces surgen algunas ideas sobre que los femicidios tienen que ver con que las mujeres ahora contestan, o hacen su vida, o quieren salir, como que hay unas formas de machismo que se van rearmando en función de cómo fue cambiando el contexto. Entonces culpabilizan a las mujeres, a las víctimas de los femicidios de ser víctimas, o sea, la mató porque ella se puso una pollera corta, por ejemplo. La igualdad nunca es extremismo.

-Si tuvieras que decir los cuatro mitos más recurrentes y completamente erróneos que te llegan. ¿Cuáles serían?

-Que las diferencias entre los sexos son biológicas y no sociales; que están inscriptas en el cerebro.

-Que las redes sociales disminuyen la interacción y los encuentros entre las personas.

-Que el abuso sexual es un invento para molestar a los varones.

-¿La Argentina es un país avanzado en esos términos o no?

-Yo diría que no estamos en los peores lugares y tampoco en los mejores. Tenemos muy buenos niveles educativos en las mujeres. Hay países, en África, en los que todavía cuesta muchísimo que las mujeres ingresen a las escuelas. Tenemos buena representación política gracias a la ley de Cupo Parlamentario. Las mujeres tenemos una actividad laboral bastante activa, o sea, tenemos muchísima actividad pero al mismo tiempo todavía nos faltan pasos en nuestra cultura. Y hay otros países donde los avances han sido mucho más importantes.

-¿Cómo cuales?

-Por ejemplo, el tema de compartir los cuidados. Hay países en donde sería impensable que en una pareja formada por un varón y una mujer que tienen un hijo, sea ella la que tiene la licencia extendida, y al varón le queden solo dos días para cuidar de su hijo. Es decir que los varones no se tienen que ocupar de los cuidados y muestra que las mujeres son las responsables. En los países nórdicos y en algunos otros países europeos tienen amplias licencias que son compartidas y alternadas, los varones también pueden elegir. Hay mecanismos para promover esa incorporación, ese cambio de rol, esa mayor igualdad en las vidas y un mayor disfrute de la familia que incluye a los varones. Eso, desde mi punto de vista, son políticas que todavía nos están faltando y que serían muy saludables para pensarnos como responsables, como iguales, como pares.

– ¿Nos pensamos cómo iguales?

– No. A los hombres no se les pregunta: ¿Cómo haces para seguir trabajando después de haber sido papá?¿Cómo haces para seguir con tu vida amorosa después de los 50? ¿Cómo te cuidas? Esas son preguntas que jamás le harían a un hombre. Entonces muchas veces hay que ver si realmente nos estamos pensando como personas con los mismos derechos. Lo que podemos hacer es un ejercicio muy sencillo de cambiar las personas dentro de la misma situación y pensar: ¿A una mujer se le preguntaría tal cosa? ¿A un varón se le preguntaría tal otra? Están los típicos programas de chimentos en donde dos mujeres se pelean por un señor. Eso no sucede nunca al revés. A pesar de todos los avances que hemos descripto, nunca hay dos varones que sean como el foco de esos programas en ese sentido, y siguen siendo parte de esto que llamamos "Mitomanías de los sexos", que es la manera en que pensamos las diferencias.

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