En la mente de la reina del cine porno feminista: la historia de la cineasta que graba las fantasías sexuales que le manda la gente

Erika Lust se hartó del porno clásico y se propuso hacer pornografía explícita pero "con valores". Recibió tantos mensajes de usuarios que le confesaban sus aventuras eróticas que decidió llevarlas a la pantalla.

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Lust, al fondo, en pleno rodaje de una “confesión sexual” anónima.
Lust, al fondo, en pleno rodaje de una “confesión sexual” anónima.

Erika Lust tenía 27 años y ya había terminado su formación en Ciencias Políticas y su especialización en estudios de género. Estaba estudiando para ser directora de cine cuando llegó el momento de hacer su primer cortometraje. Era consumidora de porno y había algo que siempre le había molestado: el porno sólo mostraba historias "de mujeres rubias con vestidos ceñidos, labios rojos y pechos como sandías dando mamadas de agradecimiento a un semental que le había arreglado el auto".

Se propuso, entonces, hacer un experimento: un porno explícito, protagonizado por mujeres y hombres reales, capaz de provocar excitación sexual y, a la vez, capaz de transmitir "valores". La película tuvo, en pocos días, más de 2 millones de descargas y ganó premios en festivales internacionales. Con el tiempo, Lust se instaló como "la reina del cine porno feminista" e independiente, un porno más cercano a las fantasías sexuales de las personas reales. Tanto se acercó al público que desde hace 4 años cumple sus deseos: graba cortometrajes basados en las fantasías sexuales que le envían sus seguidores de todo el mundo.

¿Qué es lo que no te gustaba del porno que veías?
El porno mainstream (clásico) tiene valores que para mí son muy problemáticos. Es un porno muy agresivo con las mujeres, sexista, habla de someter, de castigar, no de tener una relación sexual sino de coger mujeres, avasallar adolescentes. Además, tiene un lenguaje muy racista, fíjate en la manera en que se lo etiqueta: negras, latinas, asiáticas. Y tiene una manera de ver los cuerpos: gordas, enanas, MILF, el concepto de "madres a las que me follaría". Es un porno en el que el hombre siempre es dominante y la mujer es la que acepta, y eso no representa para nada la forma en la que yo vivo la sexualidad y la imagen que quiero dar a otras generaciones.

¿Por qué el porno tiene un rol importante en la sociedad?
El porno se ha convertido en el medio que usan los adolescentes para aprender sobre sexualidad. Fíjate que un tercio de todo el tráfico en Internet está destinado a ver porno. En la gran mayoría de las escuelas, si hay educación sexual está enfocada en el miedo a contagiarte algo, a quedarte embarazada o a ser violada, nunca en el placer. Antes de tener una relación sexual, los adolescentes aprenden viendo éste tipo de pornografía, ¿y qué les enseña? Que el rol de las mujeres es conseguir que los hombres sientan placer y eyaculen.

¿Para qué crees que sirve el porno que hacés?
Para dar una visión más realista, más cercana a nosotros y a nuestra propia sexualidad. Hay que quitar esta idea de que el porno de por sí es cutre, feo, agresivo, fuerte, asqueroso. Para mí el porno es la idea de ver sexo explícito pero tú lo puedes hacer con los valores que tú pones. Y lo que percibo es que en la gente hay una necesidad enorme de ver películas que retraten relaciones sexuales, no sólo actos físicos sexuales. Lo que yo quiero mostrar es cómo las personas comunes nos relacionamos sexualmente con nuestros cuerpos y nuestras emociones.

¿Hay prejuicios con la idea de que el porno también puede ser feminista?Ufff, claro. Esta idea está llena de prejuicios. Muchos creen que el porno feminista es una pareja haciendo el amor delante de la chimenea, todo alfombrado de rosa, lleno de chocolates y príncipes que llegan en caballos. Y está muy lejos de eso. Muchos se asustan con la palabra 'feminista': imaginan un montón de mujeres armadas, feas y con pelos en las axilas que vienen con sus cuchillos a cortar pollas. Aquí en España me han criticado mucho más por ser feminista que por hacer porno, increíble. Afortunadamente eso está cambiando.

Erika Lust (40) se ríe cuando dice "cortar pollas" del otro lado de la pantalla. Es sueca pero vive en Barcelona desde hace 20 años, donde tiene su productora y distribuidora de material porno. Está casada con un argentino, tiene dos hijas de 6 y 9 años y es la cabeza de un movimiento de mujeres que quiere cambiar la forma de hacer porno. Ese fue el eje de su charla TED, llamada "Change porno" y del protagonismo que tuvo en el primer capítulo de la serie "Hot girls wanted: Turned on", que lanzó este año Netflix.

 

¿Por qué decidiste llevar a la pantalla las fantasías sexuales que te enviaba la gente común?
El proyecto se llama XConfessions y comenzó hace 4 años. Lo empecé cuando me di cuenta de que la gente me escribía porque tenía la necesidad de compartir sus fantasías y aventuras sexuales pero en el porno mainstream sólo encontraba representado este mundo de hombres de mediana edad, heterosexuales y blancos, que le gustan las tetas de sandía. Al principio me escribían unos pocos. En este momento me llegan 6 o 7 fantasías sexuales por día, es muchísimo. Yo elijo las que me interesan, elaboramos la idea, el guión, los personajes y cada dos semanas estrenamos una nueva confesión sexual.

No son historias de chicas llenas de "besitos" e imágenes que sugieren pero no muestran. Hay una historia de una pianista que da un concierto desnuda, frente al público, mientras un hombre le practica sexo oral abajo del piano. En la serie cuenta lo difícil que fue encontrar a una verdadera pianista que pudiera hacer las dos cosas a la vez. Cada volúmen contiene 10 fantasías y se consiguen online. Comprar uno cuesta 185 pesos, alquilarlo, 100. Las confesiones son anónimas y se las envían desde acá. Las elegidas tienen, además, derecho a un año de porno gratis y la chance de ir a una filmación.

 

¿Convocás actores profesionales?
Algunos son profesionales, otros no, son personas que sienten que protagonizar una película erótica enriquece sus fantasías. Puede ser alguien que trabaja de camarero y quiere venir a grabar, por ejemplo. Al principio fue difícil encontrar a esta gente real, ahora no tanto, porque la gente me escribe, especialmente en Twitter, porque en Facebook y en Instagram no se puede mostrar ni un pezón. Yo busco gente interesante, no gente bella. No busco cuerpos de modelos sino personas a las que les apetece tener sexo delante de las cámaras y son seguros de ellos mismos. No es tan fácil: hay que encontrar personas que estén convencidas de que quieren hacerlo y cuidarlos, hacer un trabajo ético, porque finalmente es un trabajo sexual.

¿Qué te pasa sexualmente durante una filmación?
(se ríe) Uy, muchos me preguntan, ¿te pone? Y claro, un buen día de rodaje donde todo está funcionando y ves a unos actores que se lo están pasando "la bomba", tú dices, uhhh, ésto es guay, me encanta lo que estoy viendo. Sin embargo, la verdad es que hay una parte muy técnica, somos 15 personas detrás de cámara. Y yo a veces estoy grabando y a la vez estoy gestionando problemas o buscando los mejores planos, y uno se olvida de que tiene a alguien masturbándose o a varias personas teniendo sexo ahí delante.

Erika Lust y su equipo, formado por mujeres, en la filmación de una escena en la playa.
Erika Lust y su equipo, formado por mujeres, en la filmación de una escena en la playa.


¿Por qué hay más mujeres que hombres en tu equipo?
Es algo que yo quiero promover, que haya mujeres en roles de liderazgo. Les asombraría ver la cantidad de mujeres que hay en el equipo, porque en el sector audiovisual no es común. Tenemos una productora, una directora de fotografía, una sonidista, la ayudante de dirección, la maquilladora, la estilista, la directora de arte: todas son mujeres. No sólo es así durante el rodaje. En la oficina trabajan 18 hombres y dos mujeres. A veces también hay algunos hombres, los eléctricos, que son los que vienen a conectar los cables, por ejemplo (se ríe). Lo cierto es que la mirada de una mujer es distinta. Cuando tengo hombres detrás de la cámara, siempre hay un montón de planos de las tetas de ella y de la polla de él. Cuando tengo a una mujer detrás de la cámara los planos son diferentes: buscan pechos y pollas, claro, pero también la expresión de todo lo que está sucediendo.

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