La única condición era no dejar testigos. Eso se dijeron Carlos Eduardo Robledo Puch y su socio Jorge Ibáñez cuando, luego de robos menores, quisieron pasar a las ligas mayores.
Fue a fines de los 70 cuando el chico de pelo rubio y ensortijado, labios carnosos y mirada celeste y pétrea, tuvo por primera vez un arma en sus manos. Ibáñez se la dio. Y él se sintió poderoso.
El 3 de mayo de 1971 mataron por primera vez. Luego sumaron diez víctimas más, en un raid sangriento que tenía una característica única: a todos los acribillaron por la espalda o mientras dormían.
Los despiadados crímenes del joven de clase media, colegio privado, casa en Vicente López, padre empleado de General Motors y madre que lo sentaba a estudiar piano todas las tardes -que hoy inspira la película "El Angel" que filma Luis Ortega-, horrorizaron a la sociedad.
Hace 45 años, el gran escritor Osvlado Soriano realizó una extraordinaria crónica para el diario La Opinión, donde reveló los detalles más escalofriantes de cómo "El Angel de la muerte" asesinó a cada una de las 11 víctimas, cómo fueron las 2 violaciones y qué ocurrió durante los 17 robos por los que fue condenado a cadena perpetua.
Aquí, los párrafos más reveladores del texto del gran escritor, donde cuenta el dramático final de las víctimas del adolescente a quien los medios bautizaron Bestia humana, Fiera humana, Muñeco maldito, El verdugo de los serenos, El Unisex, El gato rojo, El tuerca maldito, Carita de Ángel, El Chacal y El Ángel de la muerte.
3 de mayo de 1971: Cuatro balazos y una mujer violada
"Una noche, mientras toman una copa, se ponen de acuerdo. Ibáñez sabe que habrá peligro: se juramentan y Robledo será el ejecutor de quien se cruce en el camino.
Por fin, la noche del 3 de mayo llegan a la calle Ricardo Gutiérrez al 1500, en Olivos. Por la pared de una estación de servicio saltan al techo del baño de una casa de venta de respuestos para autos. Entran por una claraboya.
El encargado y su mujer duermen en camas separadas. A un lado descansa una hija del joven matrimonio. No se despiertan. Bianchi no despertará jamás: Robledo le pega dos balazos. La mujer se sobresalta y Robledo gatilla dos veces más. Una bala da en el pecho de la mujer que cae hacia atrás.
Carlos Eduardo se lanza sobre el placard y comienza a buscar. A su espalda oye gemidos débiles. La mujer se desangra pero no puede moverse porque Ibáñez ha caído sobre ella. Robledo los mira; no abarca la tragedia en su totalidad.
Hay un muerto y una violación, pero para él los hechos no tienen dimensión ni nombres comunes. "Había que sobrevivir"', diría más tarde. Cuando salen, lbáñez está manchado de sangre pero no cambian una palabra. Robledo se detiene un momento y sonríe. Ha visto la vidriera de los accesorios. Recoge una palanca de cambios y dos instrumentos de medición "Son para el 600", dice, y los mete junto a los 350 mil pesos que halló en el placard".
15 de mayo de 1971: "Dormían, ¿qué quería, que los despertara?"
"Doce días después del primer golpe importante-, Ibáñez y Robledo visitan "Enamour", una boite de Olivos. En el fondo hay un jardín que da al río. La noche es fresca cuando los dos hombres fuerzan una ventana y entran. Revisan minuciosamente y reúnen casi dos millones de pesos.
Cuando se retiran, Robledo ve una puerta cerrada y la entorna para mirar adentro. Dos hombres -Pedro Mastronardi y Manuel Godoy- duermen el último sueño. Carlos Eduardo dispara varias veces sobre esos cuerpos. No hay un gemido. Cuando le preguntaron por qué los había matado, respondió: "¿Qué quería, que los despertara?".
24 de mayo de 1971: Brindis con whisky sobre un cadáver
"La visita al supermercado "Tanti" no tendrá como huésped a Héctor Somoza (DdeR: un joven de 17 años que trabaja en la panadería de su madre y que Puch quiere como socio e Ibáñez rechaza). Sin embargo, éste presta su revólver a Robledo. No están seguros de que el techo se abra con facilidad. Robledo lleva una barreta y cuerda de nylon para descender. Jorge se queda de campana y Carlos trabaja. Siempre es así. Por fin, el material cede.
Dos chicos sin experiencia profesional han destrozado otra vez la seguridad de un comercio. Entran. En plena oscuridad tratan de no derribar las montañas de latas de conserva para no despertar al sereno Juan Scattone. Pero éste se despierta y avanza. Robledo se agazapa y gatilla dos veces. Scattone se derrumba.
En las cajas hay cinco millones de pesos. Destapan una botella de whisky y brindan en la oscuridad. Revisan al muerto y encuentran la llave de la puerta del personal. Salen repletos de billetes y montan en la motocicleta que habían dejado muy cerca. Les esperan 20 días de pacífica juerga. A una mujer le quedan 20 días de vida".
13 de junio de 1971: Violación y muerte de una adolescente
"Ibáñez quiere probar a Virginia Rodríguez, una adolescente de 16 años que frecuenta las boites de Olivos. Robledo para en un hotel de Constitución y no tiene tanto interés por las mujeres. A Ibáñez se le antojaban seguido, como ahora la Rodríguez.
La noche del 13 de junio, Ibáñez va a buscarlo al hotel para dar un paseo. No tienen coche y eso deprime a Robledo Puch, Ibáñez le pide que lo espere en una pizzería. Minutos más tarde vuelve con un Dodge Polara. Lo estaciona y entra en la pizzería; en voz baja le dice a Robledo: "Metele que le tuve que hacer la boleta al sereno". Es la única vez que Ibáñez dispara por su cuenta. Espera un premio: Virginia Rodríguez. Se lo dice a Robledo, le pide que se la consiga.
Esa noche la encuentran y Carlos baja con el revólver. Virginia sube. Toman la ruta Panamericana. Ibañez, que maneja el auto estaciona a un costado del camino. Pasa al asiento trasero y desnuda a la muchacha que se resiste. Robledo mira, pero su compañero lo echa. Se sienta en un costado y espera.
Cuando los ve bajar del auto se acerca. "Andate", dice Ibáñez a la chica. Ella corre."Tirale", ordena a Robledo. Este dispara cinco veces. Más de lo necesario. Carlos se acerca y la revisa. Encuentra mil doscientos pesos en la cartera de la muchacha. Se van, pero apenas han recorrido un par de kilómetros a toda velocidad cuando chocan contra un cartel indicador. El auto no funciona y lo dejan abandonado".
24 de junio de 1971: Una modelo con siete disparos en la espalda
"Eligen y toman lo que está al alcance de la mano. Cada vez es más fácil. El 24 de junio esperan a Ana María Dinardo, una aspirante a modelo de 23 años, que ha ido a visitar a su novio que trabaja en la boite "Katoa". Cuando sale, la encaran. Según cuenta Robledo, bastó que le mostraran una billetera con 250 mil pesos para que ella subiera al auto.
Toman por la Panamericana, hasta el mismo lugar donde once días antes dejaron el cadáver de Virginia. Ibáñez pasa al asiento trasero, pero la muchacha le cuenta que está indispuesta. Sugiere una cita. Ibáñez vive sus cosas muy rápido y la desviste. Ella -que al parecer practicaba Karate-, se defiende. Jorge Antonio se cansa y la deja vestirse, pero se queda con la ropa interior de la chica.
Le dice que se vaya. Ella alcanza a caminar unos pasos y Robledo le mete siete balazos en la espalda. Luego se acerca y le saca cinco mil pesos y un encendedor. Antes de subir al auto Robledo se detiene, mira el cadáver, toma puntería y le destroza una mano de un balazo. Ibáñez observa a su amigo, quizá con un estremecimiento de temor. Vuelven. Para Ibáñez sería la última aventura".
5 de agosto de 1971: La sospechosa muerte del socio de Robledo
"Los trascendidos de la investigación no aclaran el destino de Jorge Antonio Ibáñez, muerto el 5 de agosto en un accidente de auto. Viaja junto a Robledo y se estrellan. Ibáñez muere, pero surge la sospecha de que Robledo haya ultimado a su amigo y simulado el accidente. Este es el caso del que menos noticias han trascendido. Héctor Somoza tendría su oportunidad…"
15 de noviembre de 1971: Disparo a quemarropas y un regalo para mamá
"Somoza consigue dos revólveres ambos se introducen en el supermercado "Rolón", de Boulogne. El método clásico: Robledo abre el techo y bajan con la ayuda de una manguera de plástico. En medio de la oscuridad comienzan a buscar el dinero. El tiempo pasa y no hay rastros de la recaudación.
Furioso, Robledo abre una y otra puerta en busca de las cajas de seguridad. Es inútil; al único que encuentra es al sereno Raúl Delbene, que duerme en una pieza. Este se levanta cuando escucha que alguien abre la puerta. No alcanza a preguntar nada: Robledo lo mata de un balazo.
Siguen revisando pero no hay dinero. Indignado, Somoza patea cuanto halla a su paso. Robledo toma un teléfono y le dice a su cómplice: "Se lo regalo a tu vieja". Al día siguiente, la madre de Héctor recibe el insólito obsequio."Deberías ser tan bueno como Carlos", le dice a su hijo".
17 de noviembre de 1971: El sereno que nunca despertó
"Somoza está apurado por hacerse de unos pesos. Su incorporación a los "negocios graneles" ha resultado un fracaso. En una rápida inspección del lugar, deciden dar el próximo golpe dos días más tarde, el 17 de noviembre, en la agencia de automotores Pasquet, de Libertador al 1900, Carlos y Héctor encuentran sólo 90 mil pesos.
Robledo empieza a sospechar que su nuevo compañero le trae mala suerte. Esa noche, el sereno Juan Carlos Rosas dormía junto a una fosa del taller. Robledo se acercó a él por detrás de un coche. Tomó puntería y sostuvo su brazo derecho con la otra mano: Rosas no alcanzó a despertar".
25 de noviembre de 1971: Un millón de pesos y dos tiros en la noche
"Una semana más tarde, Robledo y Somoza entran en la concesionaria de automotores Puigmarti y Cía de Santa Fe 999, en Martínez. Allí, Carlos Eduardo había ido tiempo atrás con su madre a comprar un coche. Lo pagó al contado y vio el lugar donde estaba empotrada la caja de caudales. Nunca lo olvidó. Ahora armados de sendos revólveres, los dos jóvenes entran al salón y sorprenden al sereno, Bienvenido Serapio Ferrini.
Somoza lo golpea con su arma y lo llevan al primer piso. Allí Robledo le pega dos balazos. Más tarde, al ser reconstruidos los hechos, intentó atribuir este asesinato a su compañero, pero luego confesó su culpabilidad.
Este es el golpe más arduo de cuantos ha practicado Somoza. Están cinco horas en el lugar. Con un soplete, abren la caja y encuentran un millón de pesos. Escapan en un Chevy que luego abandonan. Había sido el primer éxito de Héctor Somoza. Era también el último".
3 de febrero de 1972: Un soplete para quemar la cara del amigo muerto
"Manuel Acevedo es un trabajador sacrificado. Tiene varias casas alquiladas que le dan una buena renta, de la que podría disfrutar a los 58 años. Pero él prefiere trabajar. Se emplea de sereno en la ferretería Masseiro Hnos., de Carupá. No pasa la Nochebuena ni la Navidad con su esposa, sus tres hijas y sus yernos, por cuidarle los intereses al patrón.
Para eso le pagan, dice, y espera a jubilarse para dejar su sueldo de 53 mil pesos por mes. Lo iba a dejar mucho antes. La noche del 3 de febrero de 1972. Cuando Robledo y Somoza entran al negocio, Acevedo podría estar pensando en la renta de sus casas, edificadas a lo largo de casi una cuadra en la calle Castiglione, de Tigre. Le sorprendió recibir dos balazos, pero no alcanzó a pensar mucho. Robledo no lo dejó.
Había llegado con Somoza en una moto, que estacionaron en el lugar. Ahora se dedican a trabajar en la caja fuerte. Un rato cada uno, quemándose las manos con el soplete. Hasta que a Somoza se le ocurre hacer la broma. Justo cuando la caja iba a saltar.
Héctor no comprende por qué su compañero le dispara. Muere enseguida. Robledo utiliza el soplete para quemarle la cara y las manos para que no queden huellas. Un error lo perderá: olvida quitar la cédula que Somoza guardaba en un bolsillo.
Apurado, huye en la moto. Era su último escape. Ese día, el subcomisario Felipe Antonio D'Adamo lo detiene frente a su casa y le pone las esposas".
El final
"El tuvo lo que buscaba: dinero, autos, vértigo; para ello tuvo que matar una y otra vez, entrar en un torbellino que lo envolvió hasta devorarlo.
Cuando mató al primer hombre, Robledo Puch ya se había aniquilado a sí mismo…".
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