"No recuerdo dónde leí que un paisajista debe tener el entusiasmo de un creador, la sensibilidad de un artista, la inspiración de un poeta y la paciencia de un sabio".
Esas palabras escribió Carlos Julio Thays, quien falleció a los 91 años en las últimas horas en Buenos Aires, para recordar en 2009 a su abuelo Carlos Thays, el célebre paisajista francés que diseñó los espacios verdes más importantes de Buenos Aires.
Entre lo público y lo privado, el apellido Thays es sinónimo de plazas, jardines, parques nacionales y todo tipo de arboledas.
El Jardín Botánico, los bosques de Palermo, el Parque Centenario, los jardines de la quinta presidencial de Olivos y numerosos parques y paseos públicos en Salta, Tucumán y Mendoza, o el Parque Nacional Iguazú, entre otros, además de las arboledas de las estancias más importantes del país, llevan detrás el trabajo inconfundible y metódico de los Thays.
El que comenzó la tarea fue el francés Jules Charles Thays, que nació en 1849 en París. El padre de la dinastía fue alumno y luego discípulo del afamado paisajista Edouard André, con el que trabajó durante años y bajo cuyas directivas atendió obras para diversos proyectos europeos.
Convocado para llevar adelante un proyecto de parque en la ciudad de Córdoba, Thays llegó a la Argentina y no se fue más. Enamorado del país, se nacionalizó y adoptó al país como su lugar en el mundo y hasta tradujo su nombre al español.
Fue precisamente en Buenos Aires donde se dedicó a lo que lo apasionaba: trazar cada espacio verde, plantar la diversidad de árboles que hoy tiene la ciudad y regalarle con su tarea el legado verde a las próximas generaciones.
Para llevar adelante esa tarea en la Dirección de Parques y Paseos Públicos de la ciudad puso una sola condición: él aceptaría el cargo solamente si ganaba un concurso público. Y así sucedió.
Mientras ejerció la función pública, entre 1891 y 1913, Thays y su familia vivieron un una casa dentro del Jardín Botánico, lugar que para él sería un espacio clave para la investigación científica de las especies vegetales.
Los expertos aseguran que Thays era "una máquina imparable de trabajar". Además de los espacios verdes públicos, el paisajista también diseñó los jardines de unas 40 estancias, entre las que se cuentan tres que pertenecieron a Julio Argentino Roca: La Larga (en la localidad de Daireaux, provincia de Buenos Aires), La Paz (en Ascochinga, provincia de Córdoba) y La Argentina (en San Andrés de Giles, provincia de Buenos Aires).
"Era como un hombre del Renacimiento: artista y científico. Dominaba el arte de diseñar un jardín, pero además dibujaba planos y era un gran acuarelista. Fue botánico, jardinero, horticultor y ambientalista", sintetiza Sonia Berjman, quien fue curadora de "Carlos Thays, un jardinero francés en Buenos Aires", muestra que se realizó con gran éxito en noviembre de 2009 en el Centro Cultural Recoleta.
El hijo del patriarca, Carlos León Thays, no se quedó atrás en su misión. Continuó la labor de su padre como paisajista y director general de Paseos de la Ciudad de Buenos Aires, rol que desempeñó desde 1920 hasta 1945.
Entre otros trabajos célebres, uno de los más recordados fue el del diseño de los jardines de la residencia presidencial de Olivos, que hasta entonces era un lugar de trabajo agrícola más bien rústico.
"Thays inventó el parque. Tal como se estilaba entonces, eligió más especies exóticas que nativas. Volvió comprensible, lógico, un espacio más bien llano; le dio un sentido de circulación que privilegiara –con dramatismo– la llegada al chalet. Ese trazado sobrevive hasta hoy", describe la periodista Soledad Vallejos en su reciente libro "Olivos. Historia secreta de la quinta presidencial".
Entre otras arboledas célebres, el camino de tilos por el que transitaron Raúl Alfonsín y Carlos Menem en la foto emblemática que inmortaliza la mañana en la que el radical le propone a su sucesor asumir antes de tiempo es obra de la dinastía de paisajistas también.
Fanático de la naturaleza como sus predecesores, Carlos Julio Thays -o Carlos III-, nieto del iniciador de esta estirpe de amantes del verde, se encargó de parquizar unas 400 estancias, entre las que se destaca la de La Biznaga de Roque Pérez, Provincia de Buenos Aires.
Quienes lo conocieron aseguran que una de sus preocupaciones era la conservación del patrimonio histórico y natural. Como no podía ser de otra manera, el paisajista se desempeñó en el ámbito privado en el diseño de parques de estancia y en la función pública, como presidente de Parques Nacionales hasta 1982.
"Con mucha frecuencia abuelo repetía que para ser feliz era preferible vivir en una cabaña dentro de un bosque que en un palacio sin jardín", escribió Carlos III en el programa de una muestra realizada para recordar al patriarca.
Quien hoy continúa el legado familiar es el ingeniero agrónomo Carlos Thays, representante de la cuarta generación, y director de un estudio de arquitectura y diseño que se dedica al trazado de parques y jardines. Entre otras tareas, él también tuvo la misión de recomponer el jardín de la Quinta Presidencial en el año 2000, durante el breve mandato de Fernando de la Rúa.
"Me pasa caminar bajo la misma sombra de los árboles que plantara mi abuelo, mi bisabuelo o mi padre. Me pasa que el tiempo, el de los árboles, confunde la cronología lineal de mi familia. En los bosques de Palermo sentí una vez la presencia de todos los Carlos anteriores, en los árboles de siempre", escribió Carlos, el hijo de Carlos Julio Thays.
Esta mañana, mientras él despedía a su padre, su amigo Daniel Capdevila lo abrazó y -quizás sin darse cuenta-, le regaló el mejor homenaje: "Ahora sabré por quién lloran las tipas".