Eran cerca de las ocho de la noche del domingo. Manuel se acomodaba en su humilde casa de Valparaíso para leer algunas noticias en internet. Se había mudado a Chile desde Argentina hacía cuatro años. Apenas un click en el mouse fue preciso para que su mundo se derrumbara. Fueron apenas segundos. Un portal de noticias revelaba que una niña de ocho años había muerto en una pequeña ciudad cercana a Zaragoza, España. La identidad de la pequeña era Naiara Valentina Abigaíl Briones, su única hija, a la que no veía desde hace cinco años.
Pasaron seis días del brutal crimen, con horas de torturas físicas incluidas, perpetrado por un tío sobre la pequeña argentina en la ciudad de Sabiñánigo. Y todavía Manuel Briones no encuentra el rumbo. Su dolor profundo se mezcla con la ira, el desconsuelo y la desesperanza. La sensación de injusticia y el deseo de venganza lo invaden.
"Se me terminó el mundo. No puedo dormir por las noches. No puedo describir lo que me pasa por el cuerpo cuando pienso en Naiara. No sé cómo se puede ser tan cruel, cómo alguien puede golpear así a una nena de ocho años. No puede ser que exista gente así", explicó Briones con enorme angustia en una charla telefónica con Infobae.
El joven de 30 años vive desde el 2012 en Valparaíso. Es prácticamente el mismo período que acumuló sin ver personalmente a su única hija. Lo que en un principio parecía el inicio de una familia perfecta junto a Mariela Alejandra Benítez cuando iniciaron la convivencia en Misiones, terminó en un abismo.
"Con Mariela nos habíamos conocido por un chat de internet. En el 2007 me fui a vivir con ella a Misiones y después nos volvimos para Buenos Aires. A los dos años nació Naiara, pero todo se empezó a poner feo cuando se empezó a meter la madre de ella. No soportaba que yo trabajara en la construcción, me decía que era un vago. Quería para su hija un abogado o un policía", describió Briones.
Y el final de la relación se hizo inevitable: "Mi ex pareja no me defendía ante esas acusaciones y así decidimos separarnos. Ella se volvió a Misiones con Naiara y yo me quedé en Buenos Aires".
Si bien el vínculo se mantenía mediante chats y algunos diálogos telefónicos, el contacto con Naiara, que apenas tenía dos años, empezó a desvanecerse.
La última vez que estuvieron juntos fue a finales de 2011, cuando Alejandra y Naiara viajaron a Buenos Aires para que Manuel les firmara el permiso de viaje a España. La madre de la nena había conocido a un hombre y ambos decidieron mudarse a Zaragoza, con la familia de él.
Briones no puede evitar el llanto desconsolado al recordar esos últimos instantes: "La abracé con toda mi fuerza (se quiebra, el llanto se mezcla con un profundo silencio profundo en la conversación). Le dije que yo iba a estar siempre y que me iba a tener para cuando me necesitara. Pero no pude estar, no me dejaron…", dijo.
Una vez que Mariela Alejandra se mudó a España junto a su nuevo marido, Carlos Pardo Pena, el vínculo entre Manuel y su hija Naiara se cortó por completo.
"Durante cinco años, apenas podía hablar unos segundos por internet. Ella me inventaba excusas, me decía que estaba con amigas, que se estaba bañando, que no estaba en casa. Yo no podía hablar nunca con ella. Hasta le tenía controlada las redes sociales", describió Briones.
Así y todo, después de unos años fue la propia Mariela quien le reconoció a Manuel que la familia española no terminaba de aceptar a Naiara y que incluso se mostraban muy violentos con la niña en el día a día.
"Ella me contó que constantemente agredían verbalmente a Naiara. Le decían cosas como 'tú no eres de nuestra familia porque no tienes nuestra sangre'", relató.
Briones comentó incluso que su ex mujer le había dicho que iba a presentar una denuncia contra su cuñado, Iván Pardo, por haberle pegado a Naiara. Sin embargo, esa presentación nunca se hizo ante la Policía española.
Con el pasar de los años, la relación entre el padre y la hija ya pendía de un hilo. Sin que la madre permitiera el contacto entre ambos, para la chica los recuerdos quedaron cada vez más lejanos.
"No me dejaba hablar nunca. De hecho, el último contacto que tuve fue en enero de este año mediante una videollamada. Mi hija ya no sabía ni que yo era el padre. Su madre no me dejaba verla y logró eso. Incluso, en su familia de España ni sabían que yo existía", le dijo Briones a Infobae.
Manuel se enteró de la muerte de Naiara dos días después del asesinato. En un principio pensó que había muerto por causas naturales, hasta que una amiga de su prima que vivía en España dio detalles del macabro crimen.
"Apenas me enteré de eso, le empecé a escribir a mi ex mujer. No disponía de dinero suficiente como para hacer llamadas a España. Y ella, sin decirme una palabra, me bloqueó en todas las redes, no me dijo una palabra. Es terrible".
Naiara murió en condiciones macabras. El cuerpo presentaba golpes en el cuerpo y en la cabeza, tenía el bazo destrozado y había signos de haber sido maniatada y torturada por unas 12 horas.
La niña vivía en Zaragoza, pero se encontraba unos días en la casa de su abuelastra Nieves Sabiñánigo. Su padrastro la había castigado y enviado allí "porque se negaba a estudiar". En esa casa también vivían dos primas.
Fue el propio hermano de su padrastro, Iván Pardo Peña, ese mismo que Mariela Benítez había insinuado con denunciar, quien asumió la autoría del crimen.
Incluso, la autopsia reveló que Naiara había sufrido años anteriores una fractura en el fémur y que el hueso se le soldó sin ningún tipo de atención médica.
"Tenía un fémur roto que se le soldó sólo. Imagínese cualquiera lo que es que te rompan una pierna y que no te lleven a un hospital. Vivía con animales, no con personas. No puedo entender cómo mi ex mujer todavía puede defender a esa familia", relató Briones.
Hasta el momento, Mariela Alejandra Benítez permanece junto a Carlos Pardo. De hecho, ambos redactaron un escrito de agradecimiento a los vecinos de Zaragoza por el apoyo recibido en los últimos días.
Mientras tanto, la abuelastra de la niña, Nieves Pena Corbelles, perdió la tenencia de las primas de la chica.
Por su lado, Briones ahora persigue dos metas: poder viajar a España para visitar la tumba de su niña y encargarse de que su ex mujer y su marido también vayan presos: los acusa de ser cómplices del crimen.
"Yo ahora no tengo dinero. Trabajo como electricista y gasista y no puedo juntar plata para viajar a España. Encima, no hay nadie que me ayude, ni el consulado español en Chile, ni la embajada argentina en España. Recién hace unos días recibí un contacto de la Cancillería argentina, pero no me dieron ninguna solución", reclamó con bronca.
Y agregó: "Nadie la salvó. Ni los servicios sociales de España hicieron su trabajo como correspondía. Se veía que a Naiara le iba a pasar algo así. Ahora yo tengo que ir a España como sea. Ya no sé qué hacer. Si tengo que salir a robar, lo haré, pero quiero ir a despedirme de mi hija".
Y la desesperación de Manuel Briones se vuelve a mezclar con la rabia, en el medio de ese silencio, de esos mates con el termo y de esa computadora todavía encendida con la foto de Naiara en el fondo de pantalla.
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