Habló la jueza que permitió que una amiga de una pareja gay geste sus embriones: "Entendió que va a tener un bebé que nunca va a ser su hijo"

Lo decidió la magistrada de Familia de Viedma, María Laura Dumpé. El fallo no tiene precedentes. Habrá una triple participación: el semen de uno de ellos, los óvulos de una donante y el útero de una amiga.

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Una mañana, la jueza de Familia de Viedma, María Laura Dumpé, se encontró con que debía tomar una decisión que no tenía precedentes en la Argentina. Una pareja de varones -uno abogado, el otro veterinario- solicitaba que la Justicia autorizara a una amiga de ellos a gestar sus embriones. Fue la entrevista con esa mujer de 35 años, que ya tenía 3 hijos, lo que terminó de convencerla: "Me dijo que ellos son como su familia, sus hijos los consideran sus tíos, y que ella quería ayudarlos. Que ya lo había conversado con sus tres hijos y que lo habían entendido: el menor de ellos, de hecho, le dijo: 'mamá qué bien, vamos a tener un primo".

La sentencia, que se conoció el viernes, es inédita en el país: la jueza autorizó a que se lleve adelante una gestación en la que habrá una triple participación. Con el esperma de uno de los integrantes de la pareja y los óvulos de una donante anónima se formarán los embriones. La amiga de ellos será el tercer eslabón de la cadena: prestará su vientre para gestar esos embriones. El valor del fallo es que pone el foco en el "antes": como en Argentina no hay regulación, las parejas suelen hacerlo de manera clandestina y en "el después" pelean para que un juez los inscriba como hijos propios.

"Este caso es distinto. Ese bebé o esos bebés van a salir de la clínica en la que nazcan como hijos de ellos: papá y papá, no va a haber madre", explica Dumpé. Eso no es lo que sucede habitualmente: como para la ley madre es quien da a luz, los bebés salen anotados como hijos de la mujer. "En este caso, no hay forma de que se reclame que ella es la madre biológica, porque no va a aportar sus óvulos, solo va a prestarles el vientre", dice Dumpé, que es titular del Juzgado de Familia n° 7 de Viedma. Los hombres se harán cargo de los gastos que demande el tratamiento y el cuidado de la mujer y de su hijo durante el embarazo. 

Los varones están juntos desde hace 14 años. Tienen registrada una unión convivencial, lo que significa que la jueza tampoco necesitó que fueran un matrimonio para creer que su deseo de ser padres era genuino. "Tenía claro que, al momento de decidir, tenía que sacar del medio la cuestión del dinero: asegurarme de que no se trataba de un negocio", cuenta a Infobae.

"Cuando se lo pregunté, ella se quedó helada, como diciendo '¿cómo les voy a cobrar? Y me recalcó que lo hacía por ellos, porque los adora. Y dijo que sabe que ellos anhelan tener hijos desde hace mucho tiempo para completar su proyecto de familia". La jueza también le preguntó: ¿Vos entendés perfectamente que vas a tener un bebé en tu vientre pero no vas a ser su madre?" Ella dijo sí.

La mujer autorizó a que le transfieran un máximo de dos embriones por vez. Y la jueza estableció que se le hará un seguimiento psicológico durante el embarazo y luego del parto, tanto a ella como a sus hijos.

Como en la zona no hay un Comité de Bioética, la jueza ordenó que el Cuerpo Médico Forense, formado por médicos, psicólogos y psiquiatras, hiciera entrevistas exhaustivas a todas las partes e informes socio ambientales. Quería asegurarse de que no se tratara de una mujer sin recursos a la que se estuviera explotando. "Y no. Es una docente de música de clase media que tiene 3 hijos (los tres nacieron por cesárea), uno de ellos mayor de edad y que estudia afuera. Además, ella me aseguró que ya no iba a tener más hijos propios: solo éste y para ellos".

La jueza, que arrancó con dos pesos en la balanza -la posible cosificación de una mujer y el derecho de una pareja a formar una familia-, arribó a una conclusión: la mujer no estaba siendo tratada como un envase y los testigos confirmaban que tenían una amistad anterior y genuina. "Me parece un gran acto de amor de parte de ella. Ella, que puede, se puso en su lugar y decidió darles una chance".

La jueza también se puso en el lugar de ellos: "Yo soy mujer, tengo 42 años y no tuve ningún impedimento para tener a mis hijos. En el caso de ellos, no: ésta es la única posibilidad que tienen de tener un bebé biológico", dice. La posibilidad de adopción, claro, siempre existe: "Pero seamos honestos. Adoptar un bebé es casi imposible. Sabemos que los chicos que hay están arriba de los 12 años. Soy una jueza de Familia, si entiendo que ese niño va a estar en la mejor familia posible y puedo ayudar a que eso suceda, lo voy a hacer".

Para las parejas de hombres, además, es más difícil lograr una adopción. Los expertos dicen que es porque muchos jueces aún creen que a los niños les va a faltar el rol materno. Las parejas de lesbianas, por esto mismo, tienen más chances.

Lo que hizo Dumpé, entonces, fue basarse en la "voluntad procreacional" que firmaron los padres: "Esa voluntad prima sobre la biológica, que dice que madre es quien pare". Como en la Argentina existe un vacío legal, determinó que todo lo que no está prohibido, está permitido. Y remarcó que el Código Civil reafirma los derechos de las personas para constituir una familia. Los padres asumieron el compromiso de informar a los hijos que tengan cuál fue su origen gestacional. 

Así, ordenó que se haga la transferencia de embriones y que, después, la huella que se tome en el hospital o en la clínica en la que nazcan "donde deben constar las huellas dactilares de la madre y de la/s beba/s o el/los bebé/s, se imprima la huella dactilar del aportante del material genético y no de la mujer". El proceso de "Fertilización Asistida de Alta complejidad con Ovodonación y Subrogación de vientre" ya está en marcha: la semana que viene arrancan el tratamiento.

 
 
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