El argentino al que le ofrecieron trabajar para Star Wars y pensó que era una broma

George Lucas vio su trabajo y lo quiso contactar. Convencido de que era un engaño, él no respondía los mensajes

Claudio Aboy todavía vivía en la casa familiar de Avellaneda cuando descubrió un gusto particular por las historietas, los superhéroes y la fantasía. Esa primera fascinación lo llevó a convertirse en ilustrador. Hace ocho años recibió un correo de Lucas Films, la empresa de George Lucas y creadora de la mítica saga Star Wars, en el que le pedían un trabajo suyo. Él, convencido de que era una broma, no les respondió.

Discípulo de los dibujantes José Marchi y Osvaldo Walter Viola, alias "Oswal", -el creador de Sonoman, el primer superhéroe de estilo norteamericano de la Argentina- Claudio buscó especializarse en el género que lo había enamorado desde chico. Sin embargo las primeras ilustraciones por las que le pagaron estuvieron lejos de eso que lo apasionaba: dibujó para un médico flebólogo que necesitaba reproducir sus técnicas quirúrgicas, para agencias publicitarias, para particulares, para revistas y fue freelance.

Pero a pesar de que hoy trabaja para las compañías más importantes del género fantástico y de superhéroes, la historia que más sigue sorprendiendo a cada persona que la escucha, es la del día que lo vinieron a buscar de Lucas Films y él no les creyó.

Si existe algo que tiene fanáticos incondicionales en todo el mundo, ese algo es Star Wars. La creación de George Lucas marcó y sigue marcando a generaciones que encuentran en la saga un mundo que cautiva y que casi siempre deriva en un fetiche especial por los personajes y por todo lo que los rodea.

En el caso de Aboy lo primero que le llegó del film fue una réplica diminuta del afiche promocional de la película de 1977. Lo encontró impreso en una de las páginas de una revista norteamericana que una ex novia le había traído de Los Ángeles, mucho antes de que el mundo supiera de qué se trataba. De todas formas fue verlo y buscar una lupa para reproducirlo en grande. A pesar de volverse un seguidor incondicional de la producción, no volvió a dibujar nada más de la Guerra de las Galaxias, hasta que George Lucas quiso contactarlo.

"Hace aproximadamente unos ocho años, Geroge Lucas hace una convocatoria mundial para buscar ilustradores. Me llega un mail de una persona que yo no sabía quién era pidiéndome un dibujo de Star Wars y pensé: o es una broma o una chantada", se sinceró Claudio en diálogo con Infobae, sobre ese encargo soñado, pero al que no respondió porque no creyó que fuera real.

A finales de ese mismo año un nuevo mail de Lucas Films llegaba a su casilla. Lo saludaban por las fiestas y no dejaban de mencionarle que le escribían "siempre con la intención de que tomes en serio nuestra propuesta". Correo que una vez más Claudio no contestó.

Sería recién unos días más tarde, cuando ante la falta de respuestas un mexicano que trabajaba en la compañía lo llamó por teléfono, que el argentino cayó en la cuenta de que todo era cierto y de que no había contestado -dos veces- a quizás una de las oportunidades más grandes de su carrera. No mucho después recibía una carta firmada por el propio Lucas, pero para ese momento el argentino ya garabateaba modelos para presentar.

"Hice un boceto del que era, en realidad del que sigue siendo mi personaje favorito, Obi-Wan Kenobi, una pintura al óleo", deja saber Claudio, antes de agregar: "de la que ahora sólo tengo réplicas, porque el original lo compró George Lucas". El afiche se reprodujo en edición limitada por Lucas Films y el propio Lucas quiso comprar la obra para para su colección personal. Comenzaron entonces algunas colaboraciones y desde hace dos años que Claudio trabaja en forma permanente para la compañía haciendo afiches exclusivos.

La ilustración de Claudio Aboy que hoy es parte de la colección personal de George Lucas

Como Clark Kent o Peter Parker, Claudio Aboy camina por la calle sin llamar demasiado la atención, dueño de un presente con el que muchos sueñan. Puede que en ese momento vaya pensando en algún nuevo encargo de Lucas Films, en reflotar sus colaboraciones con DC Cómics, la empresa dueña de Superman y de Batman, o quizás en que ya es tiempo de abrir los horizontes y probar suerte en Marvel. ¿Pero cómo un chico de Avellandeda enamorado de las historietas consigue hacerse un lugar en las empresas de superhéroes más grandes del mundo?

Las revistas de superhéroes entraban a cuenta gotas a casa de los Aboy, cada vez que sus papás o su tía conseguían alguno de los pocos ejemplares de DC Cómics que en aquel momento llegaban desde México a la Argentina. Como era imposible acceder a muñecos, Claudio y su hermano dibujaban a los personajes en cartón, los pintaban y fabricaban así sus propios juguetes, para una vez que se acababan las viñetas, poder seguir las historias en guiones imaginarios.

"Mi familia me decía vos tenés que estudiar esto, te vas a llenar de plata, pero yo lo que quería era divertirme con el dibujo", admitió Claudio en diálogo con Infobae, que ya en aquellos primeros años elegía el lápiz a la pelota. Mientras tanto seguía devorando cómics en su habitación y a medida que pasaba el tiempo ya no sólo se concentraba en las historias de los personajes, sino que también empezaba a prestar atención a los trazos, el equilibrio de las imágenes, las luces y las sombras, todo lo que hacía posibles esos mundos fantásticos de los que soñaba ser parte. Pero el camino -como en toda buena historia de superhéroes- no fue fácil.

Claudio trabajó ilustrando libros de medicina, haciendo campañas publicitarias, afiches para teatros, tapas de revistas y distintos trabajos por encargo, hasta que logró poco a poco abrirse paso en el rubro de las editoriales y empezar a cumplir su sueño. Pero no lo hizo totalmente solo.

Así como Superman tiene a Lois Lane, Spiderman a Mary Jane Watson o Han a la Princesa Leia, Claudio cuenta con Mónica. Ella lo sigue de cerca y envía sus trabajos a todos lados, haciendo que su producción llegue a oficinas en distintas partes del mundo. Fue quien logró despertar el interés de DC Cómics, hoy parte de Warner Bros y dueños entre otros de Superman, Batman, La Mujer Maravilla, Flash, Linterna Verde o Aquaman.

El género del cómic, la historieta, la ciencia ficción, tuvo en los últimos años un resurgir estrepitoso de la mano de los tanques del cine. Cada fin de semana cientos de fanáticos asisten a convenciones, en las que dibujantes como Aboy demuestran que desde Argentina también se puede ser protagonista de este nuevo boom y estar a la altura de los grandes. Un fenómeno a veces subestimado, que guarda en sus raíces mucha más historia de la que se cree.

"Los superhéroes en general no son simplemente un dibujito de un extraterrestre. En casi todos los casos hubo una circunstancia social que desencadenó la creación de un determinado superhéroe" explica Aboy y suma poniendo el foco sobre Wonder Woman, uno de los últimos estrenos del cine local: "La película la sitúan en la Primera Guerra, pero en realidad Wonder Woman surge en la Segunda Guerra para luchar contra el nazismo. Y la gente lo podía tomar como un cuentito, pero también le estaban haciendo la guerra a Hitler. Dick Tracey siempre nos contaba Oswal, era el paladín que luchaba contra la mafia en los Estados Unidos".

Sobre algún consejo para esos que hoy se las ingenian para conseguir cómics, que empiezan mientras los leen a reparar en la técnica, en las líneas, en el entintado, que sueñan con dibujar algún día superhéroes mientras viven de dibujar otras cosas, Claudio comparte: "que cuando manden una muestra a algún lado estén en un 80% o 90% conformes con eso que hicieron, porque si uno manda algo por compromiso o con lo que no estaba satisfecho se va a sentir mal. Y lo segundo ser perseverante y siempre pelear. Yo siempre quiero seguir trabajando en esto, más y mejor".

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