Son "dibujos que no buscan ilustrar lo ocurrido sino que componen rostros imaginarios: los de las víctimas de las tragedias que azotan nuestro país". Así explica Elio Kapszuk, el curador de la muestra "Multiplicando Memoria. Retratos del alma", que se exhibe en el Espacio de Arte AMIA, en la sede de la mutual judía en Pasteur 633.
Se trata de una exposición surgida de una experiencia original y plural. Junto con el artista Pedro Roth, que de niño estuvo recluido con parte de su familia en un gueto en Hungría, fueron convocados otros sobrevivientes, de otras tragedias, para un recorrido por el barrio y los escenarios de sus tres heridas.
Humberto Chiesa llevó al pequeño grupo al sitio donde funcionaba su imprenta en la calle Pasteur, y donde murieron por el atentado contra la AMIA del 18 de julio de 1994, Favio Enrique Bermúdez y Guillermo Galarraga. Mailín Blanco guió al grupo por el santuario de Cromañón, la puerta por la cual logró escapar del incendio del 30 de diciembre de 2004, en el cual murió su hermano Lautaro. Y Norma Barrientos los llevó al andén de la estación de Once, donde chocó un tren el 22 de febrero de 2012, y donde un mural recuerda a las víctimas, entre ellas, su hija Karina.
Esa es la experiencia que Roth volcó en 200 retratos que luego fueron trasladados, en pintura acrílica, a otras tantas libretas, obsequiadas a cada periodista que pasó por la muestra.
"Siguiendo con la costumbre de reconocer a los profesionales con un presente, la AMIA continúa transformando su obsequio en un vinculo entre el arte, la memoria y el reclamo de justicia", escribió Elio Kapszuk en la presentación de la muestra.
Además, la Mutual, junto con SBASE (Subterráneos de Buenos Aires) editó un libro-objeto, PASTEUR – AMIA. Estación de la memoria.
El libro, desplegable, representa la transformación de la estación Pasteur de la Línea B del subte porteño en un sitio de memoria y "en un espacio permanente de homenaje a las víctimas y de reclamo por verdad y justicia", en palabras de Ralph Thomas Saieg, vicepresidente 1º de la AMIA.
En el libro, y en la estación, pueden verse las obras de los artistas que fueron invitados a participar de esta transformación de la estación: Caloi, Crist, Daniel Paz, Grondona White, Langer, León Gieco, Liniers, Maitena, Rep, Sábat, Rudy y Sendra, entre otros.
"Historietas, ilustraciones, murales, fotografías y canciones de artistas locales que homenajean a las víctimas del atentado del 18 de julio de 1994 pasaron a formar parte del patrimonio cultural del subte", explica Juan Pablo Piccardo, presidente de Subterráneos de Buenos Aires, en un breve texto de presentación.
Una idea original que tomó diez años en concretarse. "Uno de los principales desafíos era que no se trataba de crear un memorial o un monumento en un lugar especial pensado a tal efecto, sino hacerlo en un espacio cuya función primaria es muy distinta", explican Elio Kapszuk y Gabriel Scherman, en un texto titulado "Memoria ilustrada. El arte pide justicia".
Se trataba por lo tanto de imaginar formas de pasar el mensaje adaptadas a un sitio de tránsito, de permanencia breve y de un público no necesariamente informado de los pormenores del tema.
Se apeló a una variedad de formas y soportes en los andenes y se creó un Centro de Interpretación al nivel de las boleterías donde se puede acceder a información sobre cada una de las víctimas. El resultado es impactante y, como señaló Piccardo, ya es parte del paisaje, de la memoria y del patrimonio cultural de la Cuidad de Buenos Aires.