Su nombre es Irene Julia García, tiene 72 años y publicó una carta en Facebook casi como último recurso para dar cuenta del difícil momento que atraviesa tras la muerte de Hugo, el hombre con el que pasó casi la mitad de su vida. Su pareja falleció en julio del año pasado, luego de luchar varios meses contra una grave enfermedad; como si eso fuera poco, aparte de su gran pérdida, el Estado se encargó de que su vida siguiera siendo un calvario. Después de una serie de reclamos y de presentar todos los documentos posibles, la Anses le negó sin motivo alguno su derecho a cobrar la pensión por viudez.
"'Su trámite ha sido resuelto desfavorablemente'. Con esa frase, la Anses sentenció que esta viuda indigna no merece una pensión", escribió Irene en el comienzo de su carta. A lo largo del mensaje contó todas las trabas burocráticas que el organismo previsional le impuso. Reflejó cómo le exigieron por todos los medios posibles demostrar el vínculo que la unía a Hugo y pese a que lo hizo, su reclamo finalmente fue rechazado.
Entre varios detalles, la jubilada habló acerca de cómo estaba constituida la relación y del difícil momento que tuvo que pasar antes y después de la muerte de su pareja. "Con Hugo nos conocimos en el 83, ambos estábamos separados de relaciones anteriores y el divorcio vincular era por entonces una utopía. Inauguramos la experiencia de familia ensamblada sin papeles ni rótulos, aunque él ejerció de segundo papá de mis nenas, de marido y de sostén. Después el nido quedó vacío, nosotros seguimos juntos, nos mudamos, nos jubilamos, la vida. El año pasado él se enfermó. Fueron meses durísimos, nueve internaciones, noches desveladas en el hospital, la lucha por un tratamiento ambulatorio y asimilar que estaba llegando el final", contó Irene, quien agregó que en su lecho de muerte, Hugo le propuso casamiento para "asegurarle la pensión".
Una "fortuna" empeñada para llevar adelante el trámite, documentos de todo tipo presentados ante la oficina de la Anses y hasta el aporte de dos testigos. Todo para dar cuenta del fuerte vínculo que los unía. Pero nada sirvió. El resultado siempre fue el mismo.
Como dato insólito de toda esta odisea, a los testigos que fueron a brindar su testimonio les hicieron llenar una planilla donde debían decir, bajo declaración jurada, "quién había sido responsable de la ruptura matrimonial del finado", con el objetivo de descartar que Irene no hubiera sido "culpable" de su divorcio.
"Llevo ocho meses de gestiones y unos 1250 pesos gastados en taxi (ando con bastón y no puedo viajar de otra manera hasta la oficina de Anses que tramita mi expediente); presenté boletas de servicios certificando mismo domicilio, las credenciales de PAMI donde figuramos con idéntica dirección, comprobantes de un plazo fijo compartido, la epicrisis de su última estadía en el hospital. Aporté dos testigos que acreditaron el vínculo", detalló la mujer. Siempre disconforme, la Anses le siguió pidiendo más pruebas, pero no había más para decir o mostrar. La mujer simplemente se agotó y bajó los brazos. El Estado, que debería estar para darle una mano, le dio la espalda y de la peor manera.
"El último llamado de Anses fue para pedirme más pruebas. Pero ya no tenía más documentación que aportar y tampoco ganas de seguir mendigando. Pensé en las fotos, en las tres cajas de zapatos atestadas de pruebas: Hugo con las nenas, montones de cumpleaños, nosotros más gordos, más flacos, más viejos", sostuvo.
Su hija revisó la web de Anses y el trámite figuraba ya finalizado. "Resolución no positiva. Rechazada la pensión. Archivado el trámite". Por ahora, no hay nada más que hacer.