Muy raro. Rarísimo. Casi excepcional. Sucedió el martes 16 de mayo en un aula de la Universidad Nacional de La Plata.
¿Fue descubierto ese día el último secreto del Universo, de la Materia Oscura, de las partículas y sus caprichos? No.
Un grupo de ex alumnos de varias generaciones, con amor, admiración y agradecimiento, organizó una clase–homenaje a la licenciada en Matemática María Inés Baragatti (68).
Ya que de eso hablamos, quiero ser más preciso: sucedió ese martes, a las dos de la tarde, en el aula E-35 del segundo piso del Departamento de Electrotecnia de la Facultad de Ingeniería.
De pronto hubo un silencio casi religioso. Y ella, la profe coronada de laureles, desplegó una clase especial sobre "Fundamentos de números complejos".
Para todos… un volver a vivir. Y ser felices en un ámbito de árida (y no siempre injusta) fama, de temor, de aplazos como espadas letales.
De pronto, el estudiante Damián Pedraza, autor de la iniciativa y mentor de "Docentes apasionados" (alumnos que no olvidan a los que pusieron en esa tarea pasión, amor, compromiso y hasta sacrificio), definió a Baragatti con precisión matemática y tono poético –dos artes que, contra viento, marea y prejuicio, no son antagónicos–:
–La idea es registrar y recordar hoy su arte, su magia, porque dando clases… ¡es brillante! Nos daba todo. Dejaba el alma en el aula. Por eso no podemos permitir que pase inadvertida. Si logramos que un chiquito, una chiquita, vea el video que vamos a hacer de sus clases, y el día de mañana deciden dedicarse a la docencia… ¡estamos cambiando a la sociedad!
Y no fue el único homenaje.
La profesora también enseñó en la Universidad Nacional de Quilmes, y sus ex alumnos evocan anécdotas en la página de Facebook "Yo cursé con Baragatti".
Más que una mujer y una docente… una leyenda.
Pero…, ¿cuál fue su secreto? ¿Cómo pudo despertar tanta emoción y gratitud alguien que enseñó la materia más temida, según lo prueban los altísimos niveles de fracasos en las pruebas?
De eso habló Infobae con ella, en la tarde del viernes 19…
–Leí que usted le quitó a la Matemática su fama de cuco, y debe ser cierto… ¿Pero cómo?
–Muy simplemente. Haciendo lo mismo que hacía cuando era alumna. Preguntando por qué. Siempre, a cada paso, por qué.
–Pero dicen que la inclinación hacia los números, como la inclinación hacia las letras, nacen con uno. Y que son incompatibles. ¿Es cierto?
–No. Conozco matemáticos que son excelentes músicos, y viceversa.
–¿Nació de padres afines a la Matemática? ¿Qué influencias tuvo?
–Ninguna. Mi padre no terminó el secundario, y mi madre era maestra de escuela.
–Digamos que nació para eso…
–Es posible, sí. Recuerdo que un profesor nos tomó el Test de Dominó –algo de aquella época: yo me licencié en 1970–, y al dar los resultados me dijo: "Es la primera vez en mi vida que alguien saca 45 puntos… sobre 45 preguntas".
Viuda desde hace dos décadas y madre de dos hijos, María Lía Roda y Francisco Roda, no confiesa hobbies ni distracciones que la aparten, aunque ya jubilada, de la sinfonía de los números. Ni siquiera le gusta internet, "porque hay muchos errores y cosas mal explicadas".
–¿Qué les decía a sus alumnos cuando quedaban en blanco, o dudaban de algún concepto?
–Muy fácil. "¿No me creen? Entonces vayan al libro".
–Pero era difícil que no le creyeran…
–Siempre y cuando acudieran a la gran pregunta: ¿por qué? ¿Por qué tengo que saber qué es un coseno?, por ejemplo.
Huelga decir que, como alumna de Matemática, fue brillante, y que una nueva generación de alumnos todavía estudia sobre sus apuntes: un valioso legado.
Vergonzosa confesión final. Me hubiera gustado tener una profesora como María Inés Baragatti. Porque mi terror a la Matemática me obligaba a esconderme en un armario cuando ella (o él) avanzaban hacia el aula. Con los años, muchos me dijeron que eso sucedía porque nunca me habían enseñado bien los misterios y la danza de los números. Pero ya era demasiado tarde.
Tal vez el día en que podamos viajar en el tiempo y el espacio nos encontremos, profesora… Y le juro que mi primera pregunta, y la segunda, y la última, será "¿Por qué?"