Doctora en Filosofía, recibida en Bioética en Australia, docente e investigadora, fundadora y directora de la Asociación Civil Usina de Justicia -que creó para ayudar a las familias de las víctimas de delitos a obtener "una justicia justa"-, Diana Cohen Agrest es todo eso. Y algo más: es una mujer que supo transformar el dolor en acción. Es una resiliente.
El 8 de Julio del 2011 es una fecha grabada para siempre en su historia. Marca un antes y un después. Es la fecha en que la tragedia sacudió su vida como el más feroz terremoto. Su hijo Ezequiel Agrest, de 26 años, fue asesinado cuando intentó defender a una amiga frente a un ladrón armado. El incidente ocurrió en el pasaje Bertrés al 500, casi Pedro Goyena, del barrio porteño de Caballito, donde vivía Lucía Agosta, su compañera. Ambos jóvenes estaban bajando cosas de su auto, cuando fueron sorprendidos por un delincuente. El hombre los amenazó e ingresó a la casa para robar. Hubo forcejeo y un disparo. Ezequiel cayó herido de muerte. Su asesino, Sebastián Pantano -hijo de un ex policía de la Federal- tenía una condena a cinco años y nueve procesos por delitos anteriores, pero el Tribunal Oral en lo Criminal 5 de Morón le había otorgado la libertad.
El año 2013, llegó la sentencia: 18 años de prisión por la muerte del joven estudiante de cine. Desde entonces, la búsqueda de justicia es el motor que empuja a Diana y a su marido Gustavo a investigar la situación de las víctimas en la Argentina y las falencias del sistema judicial. Investigación que la llevó a publicar en 2013 el libro "Ausencia perpetua: inseguridad y trampas de la (in) justicia".
Hoy Diana tiene un nuevo libro, que es la continuación de aquel que publicó en abril de 2011: "¿Qué piensan los que no piensan como yo?"
En este nuevo texto, Cohen Agrest vuelve a poner sobre la mesa 13 controversias éticas: la eutanasia, el aborto, las drogas de diseño, los alimentos transgénicos, la locura por el cuerpo… Sobre cada tema plantea una situación actual, ofrece casos reales, confronta opiniones y busca encontrar una respuesta a estos dilemas.
-¿Qué opina sobre los jueces que liberan a aquellas personas que violaron y vuelven a violar?
-A mí me parece que los jueces deberían tener una responsabilidad civil y penal por sus actos. Porque así como un médico que realiza una mala praxis puede ser demandado, creo que debería suceder lo mismo respecto a los jueces. Pero, lamentablemente, los magistrados en la Argentina se han acostumbrado a una total impunidad. Y con el argumento que no pueden "hacer futurología", largan a delincuentes y violadores. En realidad con un violador que ya violó dos o tres veces, es fácil hacer futurología, porque hay datos científicos que concluyen que de cada 100 individuos violadores hay 93 que reinciden.
-¿Qué le generan jueces como Eugenio Zaffaroni, Axel López y Carlos Rossi?
-Creo que son más culpables que los asesinos y los violadores. Porque no sólo se mata con un arma, también se puede matar con una firma. Estos jueces que nosotros conocemos son apenas unos pocos de los tantos que hacen fallos que nunca salieron de la superficie. Estos jueces son cómplices, son asesinos, porque firmaron muchas excarcelaciones que terminaron después en otras violaciones y en otros asesinatos. Yo, como tantos otros, los acuso.
-Según estadísticas, la justicia por mano propia crece año tras año. ¿Cree que hay relación?
-Por supuesto. Cuando una persona tiene medios, un abogado que la defiende y puede pagar, es escuchada en un tribunal y tiene un nivel sociocultural que le permite tener acceso a determinadas cosas, obviamente no va a hacer justicia por mano propia. Pero un chico, por ejemplo, que vive en un asentamiento precario al que le matan al hermano… ¿pensás que va a esperar que se haga justicia? De cada 100, solamente tres son perseguidos y menos de dos son condenados. Ese chico no espera que se haga justicia. Y la justicia y la venganza son dos caras de una misma moneda.
-Con esos jueces, ¿dónde queda la esperanza para los argentinos?
-La esperanza es que haya una remoción de todos estos jueces, que se vuelvan a cambiar los programas en las universidades, y que la gente preste atención sobre aquellos que nos dirigen. Porque, lamentablemente, no solamente el Poder Judicial es el problema, también lo es el Legislativo. Durante 12 años no se hizo nada y cuando se legisló siempre se legisló en contra. El día que los jueces logren resucitar a los muertos… que ese día liberen a los delincuentes.
-Imagino que debe tener el mismo sentimiento cuando ve que mientras se piensa en la Ley de la Víctima, los presos de la cárcel de Devoto protestan para evitarla…
-Porque es un mundo al revés. Que protesten los presos o que los presos estén sindicalizados es un absurdo. Lo único que falta es que tengan vacaciones. Es un absurdo que solamente existe en Argentina. Este país está absolutamente puesto de cabeza. Y que los presos, encima, sean avalados por el Poder Judicial, por el Legislativo y por el Ejecutivo me resulta sumamente irritativo.