Lleva casi ocho años en pareja y uno y medio casado con Sergio Paglini. El vínculo entre ellos no cambió tras pasar por el registro civil, pero sí el propio con el mundo: "Caminar por la vida mostrándose tal cual uno es, es sanador", confiesa en esta charla con Infobae. Y recuerda los prejuicios que él mismo sintió durante la adolescencia, en esa búsqueda de lo que consideraba normalidad.
Hoy el momento es pleno: amor, el estreno en la pantalla de El Trece de Las puertitas del Sr. López, junto a Guillermo López, y un éxito teatral consolidado. Como el culo es una comedia desopilante donde un grupo de teatro prepara una muestra en la que todo lo que puede salir mal efectivamente sale pésimo. Las buenas críticas y el boca a boca mantienen la obra en el top de la cartelera porteña.
Hace memoria y dice que lo peor que le pasó en un teatro fue junto a Facundo Arana interpretando Poder se puede: "En medio de una escena, apareció un murciélago. Estábamos con la luz muy tenue, con lo cual el murciélago se hizo una panzada en el escenario. Facu mantuvo la calma… y yo no, grité '¡A la mierda!'. Fue tremendo", cuenta entre risas.
—¿Es más difícil hacer comedia o hacer drama?
—Comedia. La comedia es muy complicada. No porque la tragedia sea sencilla, pero me parece que hacer reír es mucho más difícil que hacerlo llorar. De hecho, en la actualidad, la gente elige ver espectáculos donde de verdad pueda divertirse. Necesitan reírse y pasarla bien.
—¿Hay un rol social importante del teatro ahí?
—Siempre. Y en épocas de crisis, en la Argentina, a nivel teatral surgen espectáculos e ideas. Para aquel que participa de un hecho teatral, es una sanación, es un despeje, es como salir un poco de la vida real.
—¿El teatro o el entretenimiento son unos de los primeros afectados en épocas complicadas económicamente?
—Yo creo que el ocio es lo que la gente primero resigna. Aquellos que se salvan tienen que ver fundamentalmente con el boca a boca y con el saber que la gente pone 500 pesos en un espectáculo que sabe que no se va a equivocar.
Hay gente que todavía es prejuiciosa con el tema de la homosexualidad
—Te cambio de tema, ¿cómo te llevaste a lo largo de tu vida con los prejuicios?
—Aprendo día a día del prejuicio. ¿Por qué? Muchas veces me sentí prejuicioso y muchas veces aprendí a no ser prejuicioso.
—¿Con qué, dónde tenías vos puesto el prejuicio?
—Quizás en algunas personas. Quizás en algunos compañeros actores. Quizás en el medio mismo. El ser humano de por sí es prejuicioso. Hoy siento que soy menos prejuicioso que años atrás.
—Eso desde tu mirada hacia el resto. ¿Y del resto hacia vos?
—Y hoy día hay gente que todavía es prejuiciosa con el tema de la homosexualidad. Muchas veces es también por desconocimiento
—¿Lo viviste en carne propia?
—No. Cosas comunes o banales, pero nada agresivo, nada que de verdad me hiciera replantear mi existencia por así decirlo.
—Nada que te angustie.
—Nada que me angustie o que me angustie demasiado.
—¿Qué cambió a partir del casamiento?
—Todo.
La adopción en la Argentina es un trámite tan burocrático que a veces es más doloroso que feliz
—¿Ustedes ya convivían?
—Sí, habíamos convivido unos meses con Sergio. En octubre serán ocho años desde que estamos juntos; y en septiembre, dos de casados. Caminar por la vida mostrándose tal cual uno es, es sanador. Y no porque antes yo no me mostrara como tal, pero había algo que me estaba faltando, que tenía que ver conmigo y no para mostrárselo al mundo. Una vez sanado y aceptado en mí, y conversado con quien lo tuve que conversar, saqué varios ladrillos pesados de la mochila.
—¿Tienen ganas de ser papás?
—Sí, nos gustaría. Con la misma responsabilidad con la que asumimos el hecho nupcial. Pero al mismo tiempo se dificulta, viste que el tema de la adopción en la Argentina es un trámite tan burocrático que a veces es más doloroso que feliz. Hay mucha gente que quiere ser papá y no puede porque se les va el tiempo. No es inmediato el tema de la adopción. Yo no digo que se resuelva de un día para el otro, pero debería ser más flexible. Nos gusta y al mismo tiempo nos echamos para atrás, y después avanzamos… Que fluya, si tiene que ser,será.
—No es algo que sea condicionante en tu vida.
—No, y en la de Sergio tampoco. Sabemos la responsabilidad que eso implica. Es muy importante.
—¿Cómo te llevás con los celos?
—Perfecto.
—¿Podrías tener una pareja abierta?
—No. Me curé en el tema de los celos, porque yo era celoso. Siempre digo que los celos no son sólo tu propia inseguridad, también es la persona que tenés al lado, la seguridad que te da. Sergio me da toda la seguridad. Los dos coincidimos en esta sintonía y entendemos que el amor, al menos en nuestro propio universo, es de esta forma.
—¿Es verdad que tu primera vez fue con una mujer?
—Sí, claro, estuve con varias mujeres.
—¿Novias o sexo?
—Novias y sexo.
En mi adolescencia tenía un conflicto conmigo muy fuerte, porque para mi mirada yo necesitaba ser ‘normal’
—¿Y hoy no te gustan las mujeres o sí?
—Las mujeres me parecen bellas, preciosas. No soy el típico gay que ve a la mujer como "¡ay, Satanás!". Estuve con mujeres, pero en determinado momento de la vida… no es que se despertó… ¿cómo decirlo? Hay una información que vino con mi ADN, y es la historia que verdaderamente tengo que contar.
—Te aceptaste…
—Si. Yo luché mucho en mi adolescencia. Era otra época -estamos hablando de la década del 80- y era difícil. Yo no quería… tenía un conflicto conmigo muy fuerte, porque para mi mirada yo necesitaba ser "normal".
—En tu adolescencia ser gay era ser anormal.
—Exacto. Yo mismo tuve prejuicios conmigo…
—O sea, en algún momento la pasaste mal, no por la mirada del afuera, no por la discriminación, sino por cómo ubicarte en el mundo.
—Exacto. Cuando nos referimos a pasarla mal conmigo, ahí sí, la pasé mal.
—¿Y cómo llega la tranquilidad y el poder ubicarte distinto?
—Muchos de los temores que yo tenía eran en relación con lo profesional. Siempre pensé que abriendo el abanico a esa posibilidad me iba a restar trabajo. El hecho de salir a la luz con toda esta historia también ocurrió en un momento profesional muy pleno para mí, en donde he logrado un recorrido interesante, en donde ya no se ve a Nico Scarpino desde el plano personal.
—En lo personal tampoco te hiciste responsable de llevar una causa adelante.
—No en esa dimensión. Pero, por ejemplo, nosotros nos casamos y al poco tiempo un chico se estaba matando porque sus padres no aceptaban su condición homosexual. A partir de todo lo que se generó con nuestro casamiento sentimos la responsabilidad de contarlo y saber que uno no está enfermo.
—¿Cómo lo contarías?
—Diría que el amor no tiene que ver con el sexo, que lo más maravilloso de la vida es poder ser uno sin dar explicaciones, porque no le estás haciéndole mal a nadie, eso es fundamental. No vas caminado por la calle recolectando chongos o pretendiendo transformar a la gente. Nadie transforma a nadie, ni los padres hacen que sus hijos sean gays, ni sus hijos gays tienen que hacer responsables a los padres por ser gays, uno es, tan simple como eso.
—Al principio de la charla me decías que te preocupaba Donald Trump. De los que están en la Argentina, ¿quién te preocupa hoy?
—Me preocupan todos los políticos, todos, todos… los que se fueron y los que están.
—¿Te sentís identificado con alguien?
—No, cero. No me embandero por nadie, eso le sirve más al político que a los actores. Es mi sensación, no juzgo a quien apoya partidos políticos. Pero yo soy más de la línea de [Enrique] Pinti: pasan estos, pasan los otros, quedan los artistas.
—Charlamos con Pinti hace poco, está presentando Otra vez sopa y hablaba de cómo nos repetimos.
—Es asombroso y me preocupa. Me gustaría ver a la gente bien. Nos merecemos ser felices, tenemos un país que tiene absolutamente todo para ser feliz. Pero no sé qué pasa con los políticos. No sé cuáles serán también los poderes extremos de la política. Muchas veces siento que nos ponen personajes, pero que ninguno de ellos corta el bacalao, como dicen los gallegos.
—¿Si hablamos en cinco años y salió todo genial, cómo te voy a encontrar?
—Genial. En teatro, seguro. En tele, puede ser, viste que nuestra profesión es muy… Con un hijo, puede ser… Ya voy a tener casi 50, así que me tengo que poner las pilas pronto… Pero feliz, me vas a ver feliz.
LEA MÁS: