Una violenta banda de gitanos con vínculos en el Estado está acusada de vender autos robados y armar secuestros virtuales

Se enfrentaron a trompadas con la Policía Federal al ser detenidos. Uno de ellos le disparó a matar a un efectivo. Una funcionaria del Registro de la Propiedad Automotor fue arrestada como su cómplice. Hubo más de 30 vehículos secuestrados con gran cantidad de documentación falsa

La “concesionaria” ligada a la banda en Lanús Oeste.

Los picantes no caen sin dar pelea. El 4 de abril pasado, un equipo de la división Sustracción de Automotores de la Policía Federal llegó a la plaza Martín Yrigoyen en Liniers para detener por orden del juez federal Sergio Torres a Sergio Athanassier, de 28 años, y Carlos Christon, alias El Loly, ambos miembros de la comunidad gitana. Los policías los vieron junto a otros dos gitanos, apoyados sobre un Ford Ka, que estaba en poder de Athanassier.

La voz de alto no sirvió de nada: los cuatro se trenzaron a patadas y golpes de puño. El Ford Ka fue secuestrado por la PFA. No solo las chapas patentes habían sido planchadas y vueltas a enmarcar; la numeración de chasis correspondía directamente a otra patente de un auto denunciado por robo en Vicente López en mayo de 2013.

P.S.I, también gitano y presunto cómplice de Athanassier y Christon, prefirió atrincherarse y tirar a matar en su casa sobre la calle Fonrouge de Liniers, no muy lejos de la plaza. El efectivo de la división Sustracción de Automotores encargado de arrestarlo golpeó la puerta y le exigió a PSI que se entregue de cara a la orden judicial: se negó a hacerlo.

Así, el policía encontró un hueco en una ventana y entró: se encontró cara a cara con PSI, que le apuntó de frente con un viejo pistolón monotiro calibre 14 mm. PSI no dudó en dispararle al policía a corta distancia, de acuerdo al relato policial que llegó al juez Torres; el efectivo salvó su vida al correrse de la trayectoria de la bala. El pistolón fue incautado, con un cartucho disparado y dos cartuchos más en su recámara aunque no hubo marcas de impacto en la mampostería; el gitano fue finalmente reducido y detenido. Mientras todo esto ocurría, las tres hijas de P.S.I estaban dentro de la casa.

El descaro total de trenzarse a golpes con policías de cara a una orden de detención remite a otro caso reciente en la comunidad gitana; el de Jorge Luis Miguel, con causas penales desde sus 17 años y vínculos con la banda narco Los Monos, que protagonizó una gresca ebria en Costanera. Y el Ford Ka robado que le incautaron a Athanassier era solo la punta del problema o un signo evidente. Torres mandó a detener al gitano y sus presuntos cómplices Christon y PSI luego de casi un año de investigación a cargo del secretario Martín Yadarola: el juez los acusa de conformar desde fines de 2015 una banda altamente organizada dedicada no solo a vender autos robados sino también a montar secuestros virtuales muy lucrativos.

Los secuestros telefónicos que le atribuye Torres a Athanassier, una modalidad repetida entre miembros de la comunidad gitana, fueron sencillos, lineales, hechos típicos. El juez federal imputó a la banda gitana por dos casos. El primero ocurrió en enero de este año: la víctima fue el tesorero de un sindicato vecino de Monte Grande. Con el pretexto de que su hijo estaba secuestrado, el tesorero dejó un sobre con 160 mil pesos, un reloj Citizen y las alianzas de su matrimonio en el tacho de basura frente a su casa.

El segundo hecho fue un poco más elaborado. Un comerciante de Avellaneda fue contactado el 6 de febrero último, un mes después. Oyó una voz masculina que se hacía pasar por su hermano secuestrado. El comerciante obedeció las directivas y corrió a la sucursal Avellaneda del Banco Provincia para retirar 130 mil pesos y dejarlos, otra vez, en dos tachos de basura para ser recolectados. Mientras tanto, el hermano del comerciante estaba de vacaciones, sano y salvo. Vender autos robados, por otra parte, requiere una ingeniería mucho más compleja que llorarle a un incauto por celular.

La banda tenía una concesionaria sobre la calle Máximo Paz en Lanús Oeste; varios testimonios apuntan a Sergio Athanassier como el máximo responsable del lugar. El lugar fue allanado por la PFA el 4 de abril, el mismo día que cayeron los miembros de la banda. Todavía sigue el cartel sobre el frente de ladrillo negro, "Consignaciones, automotores, multimarcas, permutas", dice. Había once vehículos cuando la Policía entró en el lugar, autos, camionetas y jeeps, marcas como Fiat, Renault y Peugeot. Athanassier había dejado su Audi TT Sport valuado en más de medio millón de pesos en un taller mecánico de la zona para arreglarle la suspensión pocos días antes; la PFA llegó al taller y se llevó el auto también.

Un reloj Citizen idéntico del tesorero sindical fue encontrado en un allanamiento a otro miembro de la banda que manejaba un Fiat Palio con pedido de secuestro. PSI también tenía un gusto por los relojes caros: le encontraron dos piezas marca Baume & Mercier en su casa de Liniers junto a su pistolón monotiro.

Hubo más vehículos ligados a la banda en un depósito de la calle Chile en Avellaneda: un Volkswagen Vento, dos motos, una pistola Bersa, municiones y más relojes. Se allanaron ocho puntos en total. En casi todos se incautó lo que hacía posible el presunto negocio de Athanassier: documentación legal y documentación falsa, mucha documentación para muchos autos. La falsificación de documento automotor, un delito federal es, precisamente, el delito que caratula el expediente.

Los papeles que no son falsos, por otra parte, son documentos legales que dependen del Estado. En la imputación de Torres, la banda de Athanassier tenía una cómplice oficial en un puesto clave: Alicia Laphitz, "mandataria", según documentos de la causa consultados por Infobae, del DNRPA, el Registro de la Propiedad Automotor que depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.

Alicia Laphitz.

La denuncia que inició el expediente llegó a Comodoro Py en mayo del año pasado, hecha por un titular de una dependencia porteña del Registro Automotor. Los papeles fueron precisamente el problema. Se trataba de un Volkswagen Gol cuya patente comenzaba con la letra G; su cédula verde y título automotor tenían denuncias de robo. Su titular registral, en los hechos, era otro, un hombre santafesino. El comprador del auto comenzó el negocio al ver el auto en una agencia porteña; rápidamente fue derivado al local ligado a Athanassier en Lanús Oeste. Le pidieron 55 mil pesos por el Gol, los cuales pagó.

El negocio se habría hecho con Jorge Alé, uno de los detenidos por orden de Torres. Alé ya había tenido un arresto previo: la división Robos y Hurtos de la PFA lo encontró el 17 de enero de este año junto a un pariente de Athanassier a bordo de un Volkswagen Voyage con pedido de secuestro. Solo faltaba un formulario 08 para cerrar el trato del Gol. El supuesto Jorge Alé le dio al comprador un teléfono que resultó ser de Sergio Athanassier para recibirlo. Tiempo después, luego de varias demoras, lo recibió. Los problemas surgieron de inmediato cuando el comprador fue a registrar el Gol: falso dominio, denuncia de robo y dueño original trucho.

La PFA también entró el 4 de abril en un depósito en la calle Sequeira al 6200, barrio de Mataderos, un punto repetido en varias tramas protagonizadas por gitanos. Allí había títulos automotores con números borrados y regrabados, cédulas y obleas de GNC falsas, formularios 08 de 24 dominios, doce cédulas, quince formularios 12P de verificación y 19 formularios de dominio entre otros papeles. Se secuestraron más de doce vehículos, con camionetas como Volkswagen Tiguan y Amarok. La mujer de uno de los miembros del clan Athanassier estaba en el lugar y se le incautó su iPhone. Jorge Alé apareció en el lugar en pleno allanamiento: se lo llevaron preso.

Sin embargo, la casa en Lomas del Mirador de Alicia Laphitz, la funcionaria del Registro Automotor ligada a la banda, fue el premio gordo. Tenía una oficina cargada de documentación del rubro automotor, hasta DNI de varias personas. Los papeles alcanzaban a todo el proceso de registro, pero lo más preocupante fue el hallazgo de 70 títulos y trece cédulas que de acuerdo a la Justicia deberían haber sido destruidos. Por lo menos cinco de esos dominios tenían pedido de captura de varios juzgados porteños y bonaerenses.

Tal como Athanassier, Laphitz fue allanada y arrestada. Siguen presos hasta hoy, con su situación procesal en vistas de resolverse.

Esta no fue la única banda gitana en caer en las últimas semanas. La división Delitos Complejos de la Policía de la Ciudad arrestó tras una investigación de la Fiscalía N°25 a dos hombres de la comunidad acusados de estafar ancianos por teléfono para robarle sus ahorros, un clásico cuento del tío.