Vestida de negro, María Eugenia Cadamuro dejó su casa familiar sobre el boulevard Agüero, en la ciudad cordobesa de Jesús María, el miércoles 15 de marzo para visitar amigos. Nadie la volvió a ver desde ese entonces. Desapareció.
Nadie en su entorno directo tiene una explicación de por qué no está: nadie habla una posible venganza, un enemigo, o siquiera un motivo para que Cadamuro desaparezca sin dejar alguna señal. Tampoco nadie vio cómo raptaban a la mujer de 46 años, inscripta en el rubro inmobiliario ante la AFIP y co-dueña de una parrilla en Las Cañitas, si es que la raptaron, hasta hoy no se sabe de testigos ni cámaras de vigilancia que den una clave.
Los rastrillajes en la zona de Jesús María, rodeada por campos de soja y maíz, fueron infructuosos. El fiscal a cargo de investigar el caso, el doctor Raúl Almeida, ordenó cinco allanamientos en Jesús María y zonas aledañas como Totoral. Los resultados de esos procedimientos son desconocidos hasta el momento, hasta para la familia Cadamuro misma; Almeida decretó un férreo secreto de sumario sobre la causa.
Sin embargo, por orden de Almeida, ya hay un detenido: es Pedro Jeremías Sanz, de 21 años, el hijo menor de María Eugenia. La Policía cordobesa lo arrestó hace una semana en la entrada de una casa que alquila cerca de un camino rural. La imputación en su contra: privación ilegítima de la libertad.
Hoy, Jeremías está preso en un pabellón común en el penal cordobés de Bouwer. Su abogado defensor, el doctor Ignacio Carranza, lo visitó ayer por la mañana. "Hemos solicitado la excarcelación, entendiendo que las hipótesis investigativas no están agotadas. El fiscal tiene que seguir investigando todas las hipótesis. Jeremías puede seguir imputado, pero en libertad", asegura el abogado.
Con el secreto de sumario impuesto por el fiscal Almeida, Carranza todavía no pudo ver las pruebas en contra de su cliente. Infobae se contactó con la fiscalía; fuentes allí aseguraron, sin adelantar ningún detalle, que los motivos para mantener preso a Jeremías "son suficientes". Sin embargo, el abogado oyó extraoficialmente de qué se tratan esas pruebas: dichos y testimonios en contra de su defendido, nada que el defensor considere contundente.
La desaparición de María Eugenia fue desarrollada por medios cordobeses como La Voz del Interior y Cadena 3 además de diarios locales de Jesús María a lo largo de este mes. La supuesta mala relación de María Eugenia con su hijo fue una de las principales teorías alrededor del caso. Pero lo cierto es que, a Jeremías, su familia lo defiende.
Guadalupe Sanz es su hermana mayor. Actriz y estudiante de artes dramáticas, radicada en Buenos Aires desde los 18 años, volvió a Jesús María a pocas horas de enterarse de la desaparición de su mamá. Este es el primer reportaje que da al respecto. En diálogo con Infobae, Guadalupe afirma: "Las pistas no son suficientes para mantener preso a Jeremías. Esto es muy apresurado de parte del fiscal, por eso se pidió la excarcelación, para que pueda seguir imputado en libertad. No hay pruebas. Sinceramente, no sé. Lo culpan a mi hermano escondiendo algo". La hija mayor de María Eugenia Cadamuro, por su parte, se atreve a señalar las acusaciones contra su hermano: "Son amigos de mi mamá que lo involucran, pero son dichos de dichos. O sea, el sumario se integra de dichos de dichos".
No es la única integrante de la familia Cadamuro que señala a los amigos de María Eugenia como presuntos responsables de que Jeremías haya terminado en la cárcel. Otro miembro clave de la familia asevera: "Los amigos hicieron alusiones a la familia desde el comienzo. Pero era todo cotilleo de pueblo, conventillo, hasta que apareció escrito en Facebook por una mujer de la ciudad. Poco después, Jeremías es detenido". El joven dio un reportaje a Radio Jesús María antes de caer preso. Aseguró que a su mamá la veía "inestable".
Guadalupe Sanz apunta: "Mi relación con mi mamá es buena, pero no hablamos todos los días. Lo mismo mi hermano. Es más, él era el que mayor capacidad de diálogo tenía con ella, hasta podían hacer un negocio juntos. Mamá le alquilaba su casa a gendarmes. Jeremías la ayudó con eso". El joven, por su parte, no mantuvo oculta la desaparición de su madre, no la calló: se la comunicó a su abuelo paterno, Jorge, a la mañana siguiente.
La vida de Cadamuro y sus hijos no fue precisamente lineal. Cada uno siguió su rumbo. En el año 2000, María Eugenia decide separarse de su primer marido, Pedro Sanz, para radicarse en Buenos Aires junto a su hija y poner una parrilla en Las Cañitas. Jeremías decidió quedarse en Jesús María junto a su tía, Mabel, hermana de María Eugenia. Al momento de la desaparición de su madre, Jeremías trabajaba junto a Mabel, que cría cerdos y engorda ganado en un campo familiar en la zona. El criadero fue uno de los puntos allanados por el fiscal Almeida.
En 2015, María Eugenia decidió radicarse en Miami para probar suerte. Allí conoció a Pedro García, un cubano trabajador de la construcción con ciudadanía estadounidense, con quien tuvo, según Guadalupe, algunos altibajos en la relación. En noviembre del año pasado, María Eugenia decidió regresar a Jesús María. García la acompañó allí hasta enero, para luego volver a Miami.
¿Había problemas de dinero entre madre e hijo? Esa fue otra de las hipótesis barajadas por la prensa cordobesa. Lo cierto es que Cadamuro y Jeremías conformaron una sociedad anónima en septiembre pasado llamada Barranco Yaco, registrada según el Boletín Oficial en el rubro inmobiliario y creada a pedido de María Eugenia. Guadalupe también participa: ambos hijos tienen igual parte del paquete accionario.
La herencia de la madre de Cadamuro, centrada un campo de 300 hectáreas en Jesús María "fue algo que se resolvió en el último tiempo", afirma Guadalupe. La información comercial de María Eugenia tampoco revela deudas abultadas. "Es más, Jeremías a fin del año pasado se fue a Europa. Le pidió una plata prestada a la madre, apenas volvió se la devolvió", apunta otro familiar.
Pedro García, al momento de la desaparición de su mujer, no estaba en el país. Sin embargo, no se tomó el primer avión de vuelta a Ezeiza precisamente. Guadalupe asegura: "Me hace ruido, su forma de comunicarse no fue grata. Me insistía por teléfono que yo no hacía nada por la búsqueda de mi vieja, pero me tomé un avión y vine". García, por lo pronto, envía señales. En una entrevista esta semana con Radio Jesús María, aseguró que Cadamuro estaba "con proyectos, de buen ánimo". Guadalupe, por su parte, prefiere ser cauta: "Me cuesta ser dura. No me gusta hablar sin pruebas".
Con respecto al cubano, la fiscalía del caso comenta, parca y protocolarmente: "No descartamos ninguna hipótesis".