Tras un año del nacimiento de Antonio, su primer hijo, logró compatibilizar el papel de madre con el de periodista. Lo que le parecía imposible finalmente sucedió y hoy le dedica el tiempo que quiere a la maternidad, sin descuidar su carrera en televisión, radio y su propio portal: "Es un motor para la vida tener un hijo, aunque con mucho sueño, nunca más te levantás sin ganas, no pasa un día sin que estés feliz porque el momento en que estás con él, por más que esté insoportable, que grite, que llore, que sea un día que esté muy cansada, te hace bien".
Sobre cómo se ve a sí misma y las contradicciones de la maternidad en la mujer actual explica que es más comprensiva de lo que imaginó que sería: "Contrariamente a lo que hubiese esperado de mi propio carácter, siempre pienso que si está fastidioso es algo que hice mal yo, tengo que comprender qué me está diciendo con ese llanto. Me enojo, me fastidio, pero enseguida la doy vuelta y trato de entender ese lenguaje terrible de llanto que tienen los bebés".
—¿Cómo estás viendo los medios hoy?
—Estamos ante un gran desafío que es ver qué hacemos con esta nueva forma de comunicación que tiene este Gobierno. Venimos de una etapa realmente muy frustrante para los periodistas, porque no podíamos sentarnos con un funcionario. Sorteada esa valla, tenemos que lograr sortear también las campañas de prensa, los trolls, las operaciones, la cuestión del marketing vinculado a la información. Nuestro desafío es volver a la información pura y dura. No quedarnos tanto con el metamensaje que nos quieren transmitir y poder ir a fondo con los funcionarios. Por otro lado, hubo un cierre enorme de cantidad de medios que hace que hayan quedado muchísimos colegas sin trabajo. Me parece realmente un drama que haya tantos talentos que no tengan en este momento un lugar donde escribir y es muy complicado.
—¿Hay más libertad de expresión hoy o en ese sentido no cambió?
—La libertad siempre estuvo, lo que pasa es que ejercerla en el kirchnerismo era bastante incómodo y violento. No creo que haya habido mordazas, pero a nadie le gusta la violencia por el solo hecho de ejercer la profesión, a nadie le gusta que por hacer una pregunta un presidente de la nación increpe a un periodista. Estamos mucho mejor en ese sentido y lo celebro, celebro que se siente el jefe de gabinete ocho horas a dar cuentas en el Congreso y celebro que el Presidente, aunque se equivoque y diga una barbaridad en una conferencia de prensa, dé una conferencia de prensa. Ahora, nosotros seguimos teniendo siempre el desafío por delante de ir a fondo, el político siempre va a tratar de hacer lo posible por desviar las respuestas hacia sus intereses o hacia el ocultamiento de los datos más duros que nosotros queremos. Sí digamos que podemos ejercer el periodismo más tranquilamente. En Radio Nacional hacemos Border Periodismo Radio y hacemos muchas investigaciones en las que hablamos del conflicto de intereses y de los conflictos que tienen en la Justicia los ministros actuales. Nunca nadie me llamó, nunca nadie me dijo nada, nunca nadie me sugirió nada, y la libertad no se agradece, pero de donde venimos realmente, resulta saludable poder trabajar en un medio público con ese nivel de alegría y de respeto por el trabajo.
Macri creyó que el empresariado lo iba a acompañar más y que las inversiones iban a llegar
—¿Se terminó el periodismo militante?
—No. Hay periodismo todavía militante. Que un periodista no esté permanentemente criticando todo lo que hace un gobierno no lo convierte en militante de ese gobierno. Lo que te convierte en militante de un gobierno o de un partido político es defender a muerte sin dejar el espacio para hacerte ninguna pregunta.
—¿Fuera de Intratables cómo te llevás con [Diego] Brancatelli?
—Ahora mejor, está más tranquilo. Desde que se fue Agustina Kämpfer del programa volvió a ser un chico tranquilo, antes estaba muy violento con todos nosotros. Le tengo aprecio porque lo conozco desde hace muchísimos años, fui profesora de él en la Facultad, aunque tenemos más o menos la misma edad.
—¿Cómo estás viendo hoy el país?
—En una trampa, ¿no? Estos que quieren que todo salga mal contra los que quieren que salgamos adelante. Otra trampa, el Gobierno cree que la única solución económica macro va a venir a través de las inversiones extranjeras y la industria nacional con baluartes e insignias como el caso de Sancor y tantos otros casos, se deprimen, cierran, les dan vacaciones a sus trabajadores.
—¿Macri pensó que iba a ser más fácil?
—Macri creyó que el empresariado lo iba a acompañar más, que iba a cumplir con sus compromisos sobre no despedir a los trabajadores, compromiso que firmaron con el Ministerio de Trabajo y que no cumplieron, y que las inversiones también iban a llegar. Los inversores están pidiendo reglas más claras o más beneficiosas hacia ellos. Hasta tanto no cambien algunas cosas que el Gobierno está tratando de cambiar y que muchos grupos de trabajadores están resistiendo probablemente no vengan a hacer las inversiones necesarias. Apostar a una sola herramienta de la macroeconomía me asusta. Y, por otro lado, hay que modificar el sistema de asistencialismo en la Argentina, no puede ser que tanto dinero nos lleve a tan pocos resultados en pos de que la gente salga de una situación de indigencia o de pobreza. Hay países en donde el asistencialismo acompaña a la persona a reincorporarse en el mercado laboral. Falta articular algo como para que la gente que recibe planes sociales pueda salir de la situación de pobreza. Eso no se está logrando ni siquiera aumentando el gasto. Más que una cuestión de dinero es una cuestión de sistema de asistencialismo que está fallando desde hace muchísimos años en nuestro país, si no, no tendríamos 30% de pobreza.
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—Mientras hablabas pensaba en educación, todos los años discutimos las paritarias y no logramos nunca revisar el problema de fondo que tiene que ver con el sistema educativo en la Argentina.
—Pasa lo mismo que con el asistencialismo. Estamos muy enfermos en el país de corrección política y de transformar todo en problemas políticos. Acá el problema político del Gobierno, que los periodistas nos cansamos de analizar, es desactivar un paro que está debilitando para algunos, para otros no, al Gobierno de María Eugenia Vidal, al Gobierno de Macri. Pero el problema real que tenemos es que, cuando los chicos vayan al colegio, el sistema que les estamos ofreciendo va a ser el mismo sistema que hace que no sepan comprender un texto cuando terminan el colegio. El Gobierno que va a ser recordado es el que pueda encarar el cambio que todos estamos pidiendo y necesitando, es el que se anime a ir a fondo con un cambio que no tiene nada que ver con lo que estamos discutiendo todos los días.
—¿Este Gobierno creés que se va a animar a eso?
—El plan que presentó el ministro Bullrich a mí me parece bastante novedoso para lo que estamos acostumbrados. Va siempre en el camino de incrementar las horas de clase. A mí me interesa, por ejemplo, saber el tema de la conectividad, el tema de cómo van a hacer para que los chicos puedan utilizar los dispositivos informáticos para estudiar. El Gobierno tiene un plan que pareciera que va a estar bueno. También tiene un plan de Justicia 2020, pero los planes son hermosos, un besito, hasta que no los vemos instrumentarse, hasta que no los vemos asociarse al presupuesto y a las políticas públicas.
—¿Estamos mejor en materia de seguridad?
—Desgraciadamente no creo que estemos mejor. No veo que haya menos delitos. Lo que sí me parece muy saludable es que comiencen a aparecer los traficantes vinculados con la política de toda la frontera y de las provincias de nuestro país, que siempre estuvieron vivitos y coleando manejándolo todo. Es una cosa insólita que no se haya descubierto antes siendo que esto pasa hace muchísimos años, todos lo sabemos.
Hay un grupo de gente que se robó el país y hay un grupo de gente que siempre es la misma que paga los platos rotos
—¿Hay un intento desestabilizador o es la gente manifestándose lo que pasa?
—Hay una situación indiscutiblemente social crítica, un movimiento, agrupaciones sociales enojadas con el gobierno de Macri, porque no cumplió con la ley de emergencia y un conjunto de organizaciones sociales vinculadas con el kirchnerismo que operan políticamente también porque no están de acuerdo con el Gobierno y están haciendo la oposición en las calles. Hay una mezcla de estas cosas muy fuerte. La repartida de guardapolvos en la marcha docente es un escándalo, ya estamos acostumbrados a que estas cosas pasen, pero es un escándalo.
—¿No hay también un sector que votó a Macri descontento?
—Sí, hay un sector que votó a Macri y está desencantado. El tema de la carga impositiva que cada vez es más fuerte y que las cosas que el Estado tendría que darnos no nos las está dando aún hoy, seguridad, educación, salud. La infraestructura es lo único que arrancó en este país. Hay un grupo de gente que se robó el país y hay un grupo de gente que siempre es la misma que paga los platos rotos. Eso es lo más doloroso de este país, que a nadie le cierra hacer las cosas bien porque todos saben que el que hace las cosas mal zafa. Tenés, por un lado, a la AFIP presionándote con muchísimos impuestos y todo un grupo de gente que se maneja en la ilegalidad y que recibe beneficios. Eso es lo que hace que ser argentino sea un mal negocio. Ese humor social lo siento en mucha gente que votó a este Gobierno y que está muy desencantada porque el Gobierno sigue presionando a esos que siempre pagan los platos rotos de lo que robaron los demás.
—¿Con Cristina qué va a pasar?
—Cristina no tiene el plafón de apoyo político dentro del PJ como para poder generarse o transformarse en una líder del espacio, pero sigue teniendo un capital político importante en la intención de voto, porque todo tiempo pasado fue mejor y porque efectivamente mucha gente en el Gobierno de Cristina estaba mejor. Hay mucha gente que sostiene que estábamos mejor porque había más actividad económica y más trabajo para un montón de gente. El capital político de Cristina tiene una fecha de vencimiento y es el momento en el que a este Gobierno le empiece a ir mejor y que pueda empezar a activar productivamente y económicamente a este país; ahí el capital de Cristina desaparece instantáneamente.
Los argentinos estamos un poco enfermos de operaciones políticas
—¿Mientras tanto no le es funcional al Gobierno el fantasma de Cristina?
—Sí. Está clarísimo a partir del cambio en la estrategia de discurso de Marcos Peña, que es el generador de la comunicación. Pareciera que nuestro país, nuestra política y también los medios de comunicación estamos en la trampa de la pelea; si no te peleás, no encontrás a alguien contra quien pelearte, no estás pudiendo ganar una elección, no estás pudiendo hacer un programa de televisión, no estás pudiendo tener rating, porque la pelea garpa. ¿Es porque la pelea efectivamente garpa o porque no hay otra cosa que nos animemos a ofrecerle a la gente?
—¿Considerás que vamos a ver a alguien preso?
—Tengo mis serias dudas y me fastidia bastante el accionar de los jueces federales. Me molesta mucho el show mediático que se arma en torno a las causas de corrupción. Hay causas en las que no se entiende por qué no se avanza, es un misterio. Es un misterio por qué Amado Boudou… Está ahora por ser el juicio oral pero fue el más dilatado de todos los funcionarios. No se entiende por qué estuvimos meses y meses viendo los allanamientos de Marijuán a todas las propiedades de Lázaro Báez. ¿Qué nos quedó de eso? ¿Nos quedó un Lázaro Báez más comprometido? ¿Nos quedaron más pruebas? ¿Nos quedaron más documentos? ¿O nos quedaron solamente cuarenta programas de televisión con mucho rating? Me molesta mucho que los jueces federales también obviamente operan políticamente, entonces estamos un poco enfermos de operaciones políticas y de corrección política los argentinos. El que se anime a no fijarse en eso y a pensar en hacer un cambio profundo, el que tenga coraje para hacerlo va a hacer el cambio.
ENTREVISTA COMPLETA:
—¿Si volvemos a hablar dentro de un año, qué país te parece que vamos a tener?
—Creo que se va a reactivar toda la parte energética. Dentro de un año el país va a tener efectivamente muchísimas obras públicas hechas que son muy necesarias. Deseo con todo mi corazón que el Gobierno revea la enorme presión impositiva que hay sobre la mayoría de los argentinos que trabajan y que deje de perdonar retenciones, impuestos y etcéteras a grandes pools de empresas que no se comprometen a sostener el trabajo que necesita este país. Si vos le das un beneficio a un sector, ese sector tiene que comprometerse fuertemente a cuidar el trabajo más que nada. La crisis del trabajo espero que cambie y también que cambie el tema del freno en la actividad económica.
—¿Tienen razón los que dicen que Macri gobierna para un sector de la sociedad?
—Yo no sé si él realmente quiere gobernar para un sector de la sociedad, pero si no quiere gobernar para un solo sector de la sociedad, le está saliendo bastante mal.
Agradecimiento: Paula Balmayor, producción de vestuario