Silvia Fernández Barrio, la voz de la guerra psicológica durante el conflicto por Malvinas

La periodista recordó su pasado por radio Liberty, con la que se buscó desmoralizar a los soldados ingleses. El antecedente de la “Rosa de Tokio” y la “Operación Moonshine” de los británicos

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Pocos lo saben: la periodista Silvia Fernández Barrio tuvo un rol importante durante la Guerra de Malvinas. Ella nunca tuvo una dimensión real de lo que significó su trabajo. Desde una emisora de radio que ella define como "un cuarto pequeño y secreto", hizo lo que pudo por evitar la guerra, cuando aún había esperanzas de que la recuperación sólo fuera una ejercicio de presión para el gobierno de Reino Unido que los obligaría a negociar la sobernía. Y cuando empezaron los combates, hizo todo lo posible para desmoralizar al enemigo. Fue una suerte de "Rosa de Tokio criolla".

Primero que nada, un poco de historia. En la Segunda Guerra Mundial, Iva Toguri D'Aquino, conocida por las tropas aliadas como la "Rosa de Tokio", era la locutora de radio responsable de las transmisiones japonesas emitidas con la intención de desmoralizar a los enemigos en el Pacífico. Ciudadana estadounidense, a Iva la atrapó la guerra cuando visitaba una tía en Japón. Se cree que hubo muchas locutoras que encarnaron a la Rosa de Tokio, pero su historia es la más conocida. Al finalizar la guerra, D'Aquino fue la única estadounidense identificada entre las locutoras acusadas de practicar la guerra psicológica. En 1949, se convirtió en la séptima persona en ser declarada culpable de traición en los Estados Unidos, por lo que pasó 6 años en prisión. Fue finalmente perdonada por el presidente Gerald Ford en 1977.

Iva Toguri D’Aquino
Iva Toguri D’Aquino

Aunque pasó a la historia como la "Rosa de Tokio", en Japón era conocida como "Ana, la huérfana", puesto que sus padres habían muerto en los Estados Unidos mientras ella se encontraba en la isla, y no pudo regresar. Había comenzado trabajando como mecanógrafa en la radio y luego se pidió que varias mujeres que fueran preparadas para hablarles a las tropas enemigas, con el fin de desmoralizarlas.

EL 22 de febrero de 1944, Iva le decía a las tropas aliadas: "Hola, ¿qué tal enemigos? ¿Qué tal las trampas cazabobos? Aquí está Ann, de Radio Tokio, y nosotros estamos justamente para comenzar nuestro programa regular de música, noticias y la Hora Cero, para nuestros amigos… quiero decir, nuestros enemigos en Australia y el Pacífico Sur. Así que estén en guardia, y quieran que los niños no estén escuchando. ¿Todo listo? OK, aquí está el primer ataque a su moral, la Boston Pops, tocando Strike Up the Band".

En la pequeña ciudad de Grandtham, en Inglaterra, donde nació Margaret Thatcher, un radioaficionado captó, en abril de 1982, una transmisión que le recordó a la Rosa de Tokio. Una voz sensual, con perfecto acento inglés, hablaba a la flota británica que había sido enviada a las Islas Malvinas. El hombre dio aviso a las autoridades y, según una publicación del Daily Mail de esos días, el ministro de Defensa de Reino Unido, John Nott, se refirió a ella como un procedimiento de propaganda negra, ya obsoleta, usada por última vez en Vietnam.

Malvinas fue una guerra breve, donde se pusieron en práctica procedimientos bélicos propios de la Segunda Guerra Mundial, como la guerra de trincheras, la lucha cuerpo a cuerpo y el uso de bayonetas. Entonces, ¿por qué no habría de usarse como estrategia la desmoralización de tropas?

Silvia Fernández Barrio, la voz sensual de la guerra de Malvinas en el mar, en Europa y en los Estados Unidos, según fue el alcance de radio Liberty, se educó en un colegio inglés, el William Shakespeare. Su acento británico era perfecto. "Aprendí al mismo tiempo a rezar en inglés y en español y a cantar los dos himnos. A mí sí que me cabe Borges", recordó en una entrevista con Infobae.

Estaba trabajando en el viejo Canal 7 el día que colocaron en el estudio mayor una foto de Leopoldo Fortunato Galtieri, pasado el 2 de abril, y pidió irse a trabajar a otro lugar. La pusieron a hacer un programa de música, pues tenía que cumplir con su obligación laboral. Y en eso estaba cuando un comité militar la llamó para hacer un programa, llamado Hora Cero, bajo el más absoluto secreto, que se proponía hablarles a los soldados de la flota británica.

No le molesta hablar de aquellos días. "Yo sentía que estaba haciendo mi aporte para evitar una guerra que era impensada desde mi lugar; tuve la ilusión de colaborar con que no suceda. Trataba de convencer a los ingleses de que era innecesaria la guerra, que estas tierras lejanas nada tenían que ver con ellos. Cuando los contenidos del programa eran demasiado bélicos, los suavizaba porque en mi inconsciente primaba la idea evitar las acciones bélicas", contó.

La voz de Fernández Barrio se podía escuchar en una hermosa casa en Belgrave Square o en un barco navegando en altamar. "Hola soy Liberty, he decidido mostrarme al mundo desde un lugar que está muy lejos de usted, en Malvinas, Sandwich y Georgias del Sur, soy una voz, un espíritu, un país", dijo alguna vez, mientras el tema Yesterday, de The Beatles, sonaba de fondo.

Fernández Barrio supo después, antes que muchos argentinos, que el capitán Alfredo Astiz, a cargo del grupo comando Los Lagartos, se rindió incondicionalmente ante la llegada de la flota británica, sin disparar un sólo tiro, arriando de inmediato la bandera argentina.

En algunas ocasiones, a pesar del secreto, la emisión de Liberty se transmitía por Radio del Plata, los sábados por la noche. Tras hacer escuchar las campanas del Big Ben, se daban los resultados del fútbol inglés y se les recordaba la los soldados lo lejos que estaban de sus hogares. "Nos hemos encontrado, soy Liberty y tú eres Tomy, simpatizante del Tottenham, sí, debes estar navegando en alta mar, por eso hemos decidido brindarte compañía. ¿Te gustaría que te recuerde tu pueblo?", leía Fernández Barrio.

Un lustro atrás, había tenido un encuentro cara a cara con la primera ministra británica, Margaret Thatcher, en Londres, en la casa de unos amigos portugueses que se habían escapado del gobierno comunista. Nunca se sabrá si la "Dama de Hierro" se acordó de aquella cena y de su voz cuando escuchó Liberty. Lo cierto es que fue ella quien ordenó que el 19 de mayo de 1982, desde la Isla Ascensión, comenzara a transmitir Radio Atlántico Sur, con el único fin, obsoleto a decir del Ministro de Defensa, de desmoralizar o engañar a las tropas argentinas. Se pasaban mensajes para los soldados de tal o cual batallón, en los que sus familias les decían, supuestamente, que estaban bien y que los esperaban de regreso. Los ingleses llamaron a esta emisión "Operación Moonshine", que significa luz de luna. En el Reino Unido sabían que que estaban perdiendo la guerra mediática y la opinión pública salía tomar como verdaderas las noticias argentinas, buena parte de ellas erróneas, engañosas o de propaganda.

Para junio de 1982, Diario Popular publicaba: "Liberty está viva y goza de buena salud. La prueba de la eficacia de esas emisiones ha quedado demostrada por la aparición en respuesta de una emisora inglesa ubicada en la Isla Ascensión". No obstante, Liberty no se podía escuchar siempre en la Ciudad de Buenos Aires, salvo en el caso de los radioaficionados, ya que usaba una técnica que sólo llegaba al hemisferio Norte.

"Un día vino una compañera, secretaria del directorio de Canal 7, me dijo que había escuchado una grabación de una emisión de radio y me dijo 'es tu voz, en inglés, es tu voz'. Yo no podía decir nada, todo era secretísimo", repasó Fernández Barrio.

La guerra en los medios de comunicación fue compleja. Si bien el Reino Unido contaba con la cobertura mundial de la BBC, pero no era suficiente para contrarrestar el exitismo de la prensa argentina. Necesitaban un contrapunto más real.

"Como todos dicen, en la guerra la primera baja es la verdad. Aquí se cometieron muchos errores periodísticos, como relatar en tiempo real el movimiento de las tropas argentinas, lo que ponía en alerta a los británicos. Es que no había experiencia. Todo lo que se decía en los noticieros estaba guionado, como la famosa frase a la que murió atado José Gómez Fuentes, 'que venga el Principito'. Cuando lo llamaron las autoridades para saber por qué lo había dicho, mostró un cable de Télam, donde Mario Benjamín Menéndez decía esa frase en Puerto Argentino", evaluó.

Las mujeres han sido tan protagonistas como los hombres en la Guerra Malvinas. Fernández Barrio no había tomado mucha dimensión de eso hasta que vio las notas de aquella época, se enteró que hay marinos argentinos que participaron de la guerra, que conocían entonces su trabajo y que la admiran por eso.

No obstante, aclara que siempre fue consciente de la imposibilidad de ganarle una guerra a la OTAN, pero que cumplió la orden que le dieron como empleada del canal público, y que obtuvo la ilusión de hacer desistir a los británicos de la guerra. "No tomamos conciencia de que la guerra era verdad hasta el 1 de mayo, con el primer combate aéreo. El 2 de mayo, cuando se produjo el hundimiento del Crucero General Belgrano, allí supe lo que vendría", confesó.

Su trabajo en la televisión pública le valió que el kirchnerismo la vinculara de manera insultante con la dictadura. Para ella se trató, mas bien, de un problema político relacionado a la famosa grieta. "Nunca tuve problemas en hablar de la guerra, sólo tuve problemas con los k, que me acusaron de ser pro dictadura por haber trabajado en el noticiero, pero con mi trabajo en Liberty, no se animaron a meterse, porque era Malvinas", repasó.

Claro, Malvinas es una causa nacional. Nadie se atrevería a cuestionarla. Aunque ella no lo sabía hasta ahora, su voz resuena todavía en el recuerdo de cientos de marinos argentinos y británicos. Son muchos los que se acuerdan de ella, esa "Rosa de Tokio criolla" que para los soldados era una voz anónima, pero que detrás tenía una persona con nombre y apellido: Silvia Fernández Barrio.

* La autora escribió "Mujeres Invisibles", el primer libro sobre el rol de las mujeres durante la Guerra de Malvinas.

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