El miércoles, por mayoría y por unanimidad, la Corte Suprema de Tucumán absolvió a Belén, la joven de 27 años que en 2014 fue condenada a ocho años de prisión, acusada de haber asesinado a su bebé luego de tener un aborto espontáneo. Del total de la condena, llegó a estar en la cárcel casi tres años, gasta que el máximo tribunal de esa provincia ordenó su liberación por considerar que la detención "fue irregular".
Hoy, luego de que la Justicia finalmente admitió que no se trató de un crimen, lo único que quiere Belén es dejar atrás los casi 900 días que pasó tras las rejas y comenzar una nueva vida. "¿Ahora quién me va a devolver los tres años que pasé encerrada?", se pregunta la joven aún sin encontrar respuesta. En diálogo con Página 12, Belén dejó ver que sólo tiene una cosa en claro: "No quiero volver a Tucumán porque tengo recuerdos malos".
A sus 29 años, la joven sostuvo que ahora va iniciar una nueva vida en algún lugar del Conurbano bonanerense junto a su novio y sólo piensa en conseguir trabajo. Algo que antes se le hacía difícil, ya que cargaba con el peso de haber sido condenada por homicidio doblemente agravado por el vínculo y alevosía. El fallo de la Corte le cambió la vida y puso fin a su pesadilla. Reflexiva, Belén dijo que la decisión de la justicia y su caso le pueden servir a muchas mujeres.
"Les va servir a muchas otras para darse cuenta de que tenemos derechos. No tienen que tener miedo de ir a una guardia porque no todos los médicos son como los que me denunciaron a mí. Pero lo que me pasó a mí le podría haber pasado a varias. A mí, además, no me defendieron bien. Los abogados que tuve me señalaron con el dedo. Hasta que apareció Soledad (Deza), que me enseñó que tengo derechos, que tenía que hablar, que no estaba sola", dijo Belén.
"Espero superarlo", agregó. Por el momento, tiene planes de estudiar Literatura y casarse. Su novio trabaja en una mueblería y estudia ingeniería industrial. "Lo llamé cuando me avisaron del fallo y se fue del trabajo para venir a abrazarme. El viernes vamos a ir a bailar para festejar", adelantó al matutino.
No ha sido fácil. Después de dejar la cárcel le costó superar el golpe de estar presa. "Me agarraban ataques de ira y gritaba un montón en mi casa. Por todo lo que pasé. Empecé a hacer terapia. Lloré un montón. Después tuve ataques de pánico, y no podía salir a la calle, salvo que saliera con mi mamá o mis hermanos. Y tuve que dejar la terapia porque no podía ir. Gracias a Dios lo superé. Anoche trataba de dormir y se me venían recuerdos a la cabeza del penal, cuando ingresé, que fue horrible. Por ahí me vienen flashes a la cabeza, me veo rodeada de gente. El otro día me desperté llorando, me veía rodeada de hombres, de policías, tal cual como cuando desperté en la guardia y me estaban mirando abajo (en sus partes íntimas). Ahora estoy más tranquila", señaló.
El caso de Belén -no se conoce su verdadero nombre- comenzó el 21 de marzo de 2014 cuando llegó a la guardia del hospital Avellaneda de San Miguel de Tucumán con una hemorragia vaginal intensa. Comenzó a sentir contracciones abdominales cada vez más fuertes y el sangrado no se detenía. Llevaba 20 semanas de embarazo, aunque ella siempre contó que no sabía. En ese momento estaba perdiendo el hijo que ese día se enteró de que existía. Por estos hechos, los integrantes de la Sala III de la Cámara Penal de Tucumán (Dante Ibáñez, Néstor Macoritto y Fabián Fradejas) la condenaron a ocho años de cárcel por "homicidio doblemente agravado por el vínculo y alevosía".
En el comienzo del caso, fue mal representada por su abogado. Se trató de Abraham Musi, un ex fiscal penal destituido por su vinculación con la venta de autos mellizos. Poco antes del juicio dejó el caso porque la familia de Belén no logró juntar el dinero para la defensa. "Le pagamos 7500 pesos y él quería 20 mil. Y encima se los quedó. Musi me decía que había un ADN que me condenaba. Yo le decía, me inventaron todo", recordó.
Fue ahí que entró en escena la abogada Deza (Católicas por el Derecho a Decidir) y todo cambió. Fue con ella que se enteró de su ilegal encierro y articuló su defensa, que no había ni ADN ni cuerpo que la incriminara. "No entiendo por qué me hicieron eso. La defensora oficial Norma Bulacio vino a verme justo antes del juicio. Ahí la conocí. Vino con sus tacos, con su cartera. Yo voy a ser tu defensora, se presentó. Es un embarazo muy grande, de ocho meses, te tenés que hacer cargo, me dijo. ¿Cómo me voy a hacer cargo de algo que no hice?, le dije a los gritos", contó.
Tras una larga lucha y la exposición del caso en los medios, finalmente la justicia le dio la razón y hoy, Belén puede reiniciar si vida. En una de las marchas a favor de Belén hubo más de 1.500 personas solo en Tucumán y se extendió a distintos puntos del país: en la Ciudad hubo masivas concentraciones en la puerta de la Corte Suprema de Justicia nacional y luego se realizó una marcha desde el Obelisco hasta la Plaza de Mayo.