"La guerra contra la droga y lo que entendemos de las adicciones es falsa", dijo el periodista británico Johann Hari en los estudios de Infobae donde habló de su libro Tras el grito que está presentando en Argentina. En él hace cuenta el recorrido que realizó a lo largo de tres años y por más de 50 mil kilómetros, visitando decenas de países con la finalidad de develar los secretos de la guerra contra las drogas. En esa experiencia pudo constatar que existe una disparidad asombrosa entre "lo que nos han transmitido y lo que en realidad sucede".
—¿Por qué considera que en los últimos 100 años la "guerra contra las drogas" es equivocada?
—Es importante para mi responder a ello por razones personales. Una de mis más tempranas memorias es la de tratar de despertar a uno de mis familiares y no poder. Yo era un niño pequeño en ese entonces, y no entendía por qué no despertaba. Pero, una vez que fui creciendo me di cuenta de que teníamos problemas de adicción en mi familia. Cuando empecé a investigar, hace cinco años y medio atrás, creía que sabía un montón sobre el tema por la experiencia de mi familia, pero de pronto caí en la cuenta de que habiendo pasado 100 años desde la prohibición de las drogas, yo no tenía las respuestas básicas sobre ésta cuestión, como por ejemplo: ¿Por qué prohibimos las drogas hace 100 años? ¿Por qué lo continuamos cuando nos damos cuenta de que no funciona? ¿Qué alternativas tenemos para poner en práctica? ¿Cuál es la verdadera causa del uso de las drogas y de la adicción a las mismas? Entonces, para responder a estas preguntas, quise emprender un viaje. Comencé a recorrer más de una docena de países, 30 mil millas. Me quise sentar a hablar con aquellas personas cuyas vidas habían sido cambiadas tanto por la guerra contra las drogas, como con aquellas que se habían
visto afectadas por las alternativas a la guerra contra las drogas. A partir de allí conocí una mezcla muy loca de personas: desde un dealer de crack transgénero en Brooklyn, a un asesino a sueldo en México hasta el único país donde toda clase de droga es descriminalizada.
Lo más importante que pude notar es que casi todo lo que creemos que sabemos acerca de esta temática es incorrecto: las drogas no son lo que creemos que son, la adicción no es lo que creemos que es, y la guerra contra las drogas tampoco es lo que creemos que es, como tampoco las
alternativas a la guerra contra las drogas. Por ende, creo que hay una serie de grandes errores que venimos cometiendo que impiden dilucidar esta guerra.
—¿Cuales son esos errores? ¿Quiénes son las victimas reales de ellos?
—Nadie gana, además de los narcos y los bandas criminales armadas. Hay dos consecuencias desastrosas en la guerra contra las drogas: la primera es que cuando prohibís las drogas no es que éstas desaparecen sino que se transfieren de los lugares en donde pueden ser reguladas (de los negocios legales) y pasan a manos de los bandas criminales armadas. Y esas bandas cosechan una gran violencia, por simples razones: supongamos que vos y yo vamos a robar una botella de vodka a una tienda, el dueño llamará a la policía y la policía nos detendría y los de la tienda no necesitarían ser violentos porque están amparados por la ley. Pero si decidimos ir a robar una bolsa de cannabis o de cocaína no pasaría lo mismo porque, obviamente, si el sujeto al que le robamos llama a la policía será arrestado y entonces tendrá que pelear contra nosotros. De hecho, ese chico tiene que establecer su "lugar" en el barrio, a través de la violencia y peleando con bandas rivales. Por ende, la guerra contra las drogas crea una guerra por las drogas y esto es producto de la prohibición. Para entender mejor, preguntate, por ejemplo, dónde se encuentran hoy los dealers violentos de alcohol en Chicago. Todo el mundo supo quién fue Al Capone, todos le temían, pero hoy nadie le teme a la cabeza de Budweiser o Smirnoff, porque el jefe de Budweisser no va a ir a pegarle un tiro en la cara al jefe de Smirnoff. El mundo ha cambiado.
La droga no ha cambiado, lo que cambió fue volverla prohibida e ilegal porque cuando la droga fue legalizada y regulada la violencia se fue.
La manera en la que perdemos es engendrando una enorme violencia y lo he visto mayormente en países de este Continente, como por ejemplo en Colombia y en México. Allí muere más gente por esta violencia que la que muere en Siria. Las únicas personas que ganan, los únicos que se benefician son los narcos, en este espacio de prohibición.
—¿Quiénes más pierden por esa guerra?
—El segundo grupo de personas que pierde son las que tienen problemas de adicción. Y para entender esto, lo que hay que entender es cómo comienza la adicción. Si me preguntabas seis años atrás, cuando comencé con las investigaciones, qué es lo que causa adicción te hubiera respondido la adicción a la heroína… ¡y me mirarías pensando que soy estúpido! "¡Claro que la heroína causa adicción a la heroína!". Es una historia que nos han contado siempre, es prácticamente sentido común. Debe haber al menos veinte personas detrás de mí en este estudio y si los tomáramos a todos y los inyectáramos todos los días durante un mes con heroína, al final de ese mes todos ellos se habrían convertido en adictos a la heroína… Por simples razones hay ganchos químicos en la heroína que el cuerpo comienza a necesitar físicamente, ellos tienen esta especie de desesperado hambre físico… Y eso es la adicción o es lo que solíamos creer que era la adicción.
Lo primero que me hizo pensar que había algo mal en esa explicación es que cuando me contaron que, por ejemplo, si eres golpeado por un auto en Gran Bretaña y te rompes la cadera, te llevan al hospital y te suministran un montón de heroína medicinal. Entonces, si consideramos que la adicción es causada por esos ganchos químicos de la heroína ¿cómo se explica que ninguna persona sometida a un tratamiento médico que conlleve suministros de heroína medicinal o fuertes opioides se vuelva adicta a la misma? Ocurre en raras excepciones, casi nunca sucede. Entonces, comencé a entender realmente todo cuando fui a Vancouver y conocí a un hombre brillante, Bruce Alexander, profesor de psicología, que me explicó que la teoría que teníamos sobre la adicción era errónea. Me contó acerca de unos experimentos que se habían practicado en el Siglo XX sobre algunas ratas. Era realmente simple: las encerraban en una jaula con dos botellas con agua, una contenía heroína o cocaína. Si hacías eso, la rata prefería casi siempre el agua con droga y la mayor parte de las veces terminaba matándose (él daba a entender como que la rata se "suicidaba"). Entonces allí vamos, es la historia de la adicción. Pero, en 1970, el profesor Alexander pensó que si se pone a la rata sola, en una jaula vacía, con nada más para hacer que consumir estas drogas pasaba lo que pasó, pero pensó "¡Un momento! ¿Qué pasaría si lo hiciéramos diferente?"… Entonces construyó una jaula a la que denominó
el "Parque de las Ratas", que es básicamente un paraíso para las ratas, donde tienen un montón de amigos, pueden tener mucho sexo, tienen mucho queso y, por supuesto, también tienen las dos botellas: una que contiene agua regular y otra que tiene droga agregada. Y aquí viene la parte fascinante: ¡En el parque, las ratas no prefirieron el agua con droga, casi no la probaron y casi ninguna sufrió sobredosis! De casi un 100% de adicción, de consumir el agua con droga cuando llevaban vidas terribles cambiaron a cero cuando tuvieron una buena vida. Lo opuesto a la adicción es la conexión. El adicto no quiere personas en su vida porque su vida le resulta demasiado dolorosa y cuando se entiende eso se llega a comprender por qué la guerra contra las drogas falla: porque se basa en la idea de que lo que hay que hacer con los adictos es infligir más dolor sobre ellos para hacerlos parar, pero el dolor es la razón por las cual ellos usan drogas y lo que vuelve la adicción peor.
—Con ese concepto sobre lo que pasa en realidad por la mente y la sensibilidad de los adictos ¿de qué manera se puede sacar del abismo a quienes hoy consumen una de las drogas mas nocivas, el paco?
—Estuve investigando cómo es la droga en Uruguay y en Argentina y hay un contexto más amplio: es muy tentador enfocarse sobre la droga en sí misma. En Inglaterra, en el siglo XVII muchos campesinos fueron empujados de las ciudades a los barrios obreros, donde vivían hacinados, en condiciones muy precarias, muy difíciles. Todos ellos terminaron bebiendo gin en los bares y había un terrible problema de alcoholismo, entonces se consideraba que el gin era un desastre, que destruía… Ahora allí no hay alcoholismo en masa y el gin ya no interesa tanto. Lo que ocurría es que la gente sufría y se anestesiaba porque estaba pasando por un dolor muy profundo. Lo que quiero decir es que entonces, el tema no era el gin sino el contexto social por el que estaba pasando esa gente. Con el paco y la pasta base pasa algo similar: si queremos entender por qué hay una crisis de drogas en las zonas más pobres de Argentina tenemos que preguntarnos por qué tanta gente está pasando tanto dolor que tienen que anestesiarse todo el tiempo. Ése es el problema central. Si el paco desapareciera mañana esa gente encontraría algo distinto para anestesiar el dolor hasta que podamos lidiar con la causa del problema, hasta que hagamos su vida mejor. Entonces, en cada lugar donde lidiaron exitosamente con las adicciones, persiguieron un enfoque que es la recuperación social. Más que en el individuo, hay que enfocarse en cambiar el contexto general. Pensá en el parque de las ratas… La gente que está usando paco compulsivamente tienen vidas muy similares a las ratas en esa jaula, con muchas privaciones, sin propósito. La gente en los barrios donde vivimos nosotros vive vidas distintas a las del parque de ratas, por lo que es mucho menos probable que se vuelvan adictas. Creo que la droga causa problemas, seguramente, pero el núcleo del problema no es la droga sino la razón por la cual la gente quiere la droga. Lugares como Portugal, que despenalizaron la droga como Portugal, o que la legalizaron, como Suiza, lograron liberar una gran cantidad de dinero para lidiar con esos problemas… Creo que en eso tenemos que pensar acá en Argentina. Es lo que el ex presidente uruguayo (José) Mujica estuvo diciendo en Uruguay sobre la pasta base.
Traducción: Tamara Kapitula