Un lugar: Traslasierra, Córdoba.
Dos hombres.
Uno, pobre de toda pobreza material, dejó una luminosa leyenda de amor y sacrificio por el prójimo.
El otro, rico de toda riqueza, sólo dejó una leyenda de avaricia y egoísmo, una fortuna sin herederos, y abrió la puertas a la fantasía, la codicia y la guerra de un centenar de personajes que juran llevar su sangre…
Los dos eran cordobeses, aunque no nacidos en Traslasierra, pero sí el punto del mapa donde dejaron su indeleble huella.
Uno fue el cura José Gabriel Brochero (1840-1914), beatificado por el papa Francisco el 14 de septiembre de 2013.
El otro, Juan Feliciano Manubens Calvet (1904-1981). Un terrateniente multimillonario que dejó, sin testamento, una fortuna de –dólar más o menos–… ¡400 millones! Suma que surge de sus cuentas bancarias y de sus estancias: en kilómetros cuadrados, casi un millón y medio: tres veces la superficie del centro de Córdoba Capital.
De este último hombre se ocupará esta nota. No por elección histórica. Porque hace pocos días, a los 86 años, murió el abogado Reginaldo Manubens Calvet, sobrino del potentado y último administrador de la fortuna de su tío.
Hasta su muerte, un blanco móvil para quienes, con alguna razón o sin ella, se relamían con apoderarse de esa herencia fantasma… Por todos los medios intentaron sacarlo del medio. Lo acusaron de inepto, irresponsable, y mentalmente incapaz de manejar ese deslumbrante botín. Sin éxito: al parecer, su tarea no exhibía ninguno de esos cargos.
En rigor de verdad (frase que suele ser usada como comodín, y no siempre con fundamento), la heredera natural –aun sin testamento escrito– hubo de ser Margarita Woodhouse, su pareja durante cuatro décadas. Pero murió "pobre y olvidada", como en una letra de tango. Y sin respeto por su memoria: durante años, dos falsos descendientes de la mujer batallaron en la Justicia para heredar la fortuna: ese cofre repleto de oro que la superstición jura que yace en uno de los extremos del arco iris…
Pero no fueron los únicos. Sin dueño posible, probable ni sospechable… ¡más de cien almas de toda laya juraron sobre la Santa Biblia que por sus venas corría sangre de Manubens Calvet!
Refrán que viene como anillo al dedo: "A río revuelto, ganancia de pescadores". Pero ninguno de ellos, con caña casera o altamente profesional, logró un centavo…
Y mientras la encarnizada pelea sigue, vale la pena –es imprescindible, en verdad– contar quién fue ese Rey Midas cordobés.
Muerto a los 77 años –no demasiado viejo pero muy deteriorado, a juzgar por su última foto–, partió de este valle de lágrimas sin hijos (reconocidos, por lo menos), ni herederos ya no en el papel, ante escribano, y con su firma ológrafa: acaso ni en su pensamiento y/o voluntad…
Su vida y sus negocios transcurrieron entre Río Cuarto, Villa Dolores y (en especial) Traslasierra.
A los 14 años decidió ser rico. Poco se sabe de su biografía, pero acaso con dinero de su familia se lanzó a la aventura –no siempre exitosa– de comprar tierras. No mucho más allá de sus 25 años era ya "un fuerte productor agropecuario de la ciudad de Villa Dolores", como es posible leer en un diario local de la época.
Pero no le bastó ser millonario. Intentó el camino de la política: diputado provincial, y dos veces intendente de su ciudad. No poco, pero no demasiado: el Sillón de Rivadavia le quedaba demasiado lejos…
Pero, en la mitad de su vida terrenal, era el dueño de una de las mayores fortunas de América latina.
Aquellos que lo conocieron lo recordaban como un hombre frío, silencioso, implacable, cruel. Desesperado por Don Dinero, ese poderoso caballero que tan bien definió el genio de Francisco de Quevedo y Villegas en el centro del Siglo de Oro español.
Quizá senil, pero todavía con el eco de su personalidad latente en un cerebro que se apagaba, vivió sus últimos días encadenado a la cama, acusado de reducir al estado de servidumbre a los peones de su estancia Pinas, en Cruz del Eje.
¿Señor de horca y cuchillo? En tanto y en cuanto esta sentencia es a veces sólo un modismo, podría caberle. Pero no ahorcó ni apuñaló a nadie. En todo caso, si lo hizo sin soga ni puñal, fue en los negocios…
Pero cuando su carne mortal estaba aún caliente, "como perros de presa" (según el tango "Sus ojos se cerraron", de Gardel y Le Pera, 1935), se lanzó a la aventura de apropiarse de esa fortuna cualquier hijo de vecino sin más relación con el millonario que la noticia de su fin publicada en los diarios.
Es posible que alguno tuviera cierta atendible razón difícil (o imposible) de comprobar.
Pero en un bar de Córdoba ciudad, los hermanos Mercedes, Humberto y Matías Rodríguez reconstruyeron esta historia. "Nuestra abuela se llamaba Lola Solohans, de madre griega y padre desconocido. Llegó a la Argentina en 1912, a los ocho años, con un grupo de niños europeos huérfanos. La entregaron a un convento de monjas en Buenos Aires, en 1914 la enviaron a otro convento en San Luis, por fin la adoptó una familia de apellido Morales. Le decían La gringa por su pelo rubio y sus ojos verdes. Manubens Calvet la conoció cuando ella fue a vender pan a Villa de Praga, un paraje puntano, y le propuso una relación. Habló con los padres, y les ofreció llevarla para que trabajara en un estancia: Los Paraísos, en Río Cuarto.
Ella amasaba pan para el personal, y recibía a Manubens, su pareja y patrón. En 1928 quedó embarazada y dio a luz un varón. Lo anotaron con un nombre falso: Oscar Rodríguez, el chofer de Manubens".
Según el relato, Lola y Manubens volvieron a verse varios años después, cuando murió Rodríguez, y el millonario, de camino al cementerio, le preguntó "¿Cómo está el chico?".
Dos días después, Lola recibió la llamada de un abogado:
–Ahora es dueña de dos propiedades en Río Cuarto: una para vivir con su hijo, y la otra para alquilar y asegurarse un ingreso.
Desde ese día, el niño habría recibido una suma mensual que le entregaba un colaborador de Manubens. Un tal Castellano…
Lola murió en 1984. Su único hijo, Oscar, que murió en 2012, juró ante sus hijos que su padre fue Manubens Calvet. Sin embargo, y acaso como desesperado contraataque, varios sobrinos nietos del Gran Señor de Traslasierra juraron que "era estéril desde su adolescencia".
Pero más allá de la muerte, la historia se complica más que en vida… Diez supuestos sobrinos nietos de M.C. y su abogado dice que el ADN es cierto. Pero no cobraron. El caso sigue abierto. Serán necesarias nuevas pruebas. De lo contrario, el martillo del juez ya habría bajado…
Otra pregunta de no tan clara respuesta: ¿la fortuna, hoy, es tan grande como se la calcula?
Algunos expertos en economía dudan: "Es posible que esas estancias no hayan producido ganancia a lo largo de los años". Pero el juez Osvaldo Pereyra Esquivel asegura que en noviembre de 2015 entraron en las cuentas bancarias de la sucesión… 174.423 pesos. Lugar: sucursal Tribunales del Banco de Córdoba. A esa suma se agrega un plazo fijo de 6.314.551 de igual moneda. Y aún faltan investigar qué cuentas off shore tendría…
La pelea por la herencia, que empezó un minuto después del entierro de M.C., no sólo no ha terminado. A casi tres décadas y seis años de su muerte, el caso es un océano de supuestos herederos que llegan desde las provincias patrias, y hasta de países limítrofes.
Algunos reclamos parecen tener algún asidero. Y otros son francamente jocosos. Detrás del dinero, y recurriendo otra vez a Gardel–Le Pera (pero al revés), el músculo no duerme y la ambición no descansa… Pero las pruebas de sangre siguen mudas.
Un tal Manuel Maidana, correntino (57), que jura ser el único heredero, tramitó su DNI… con el apellido "Manubens Calvet". Resultado: condena a tres años de prisión condicional por falsedad ideológica, luego revertida por otro juez.
Mientras, es incalculable, además de la fortuna en danza, el número de carpetas y expedientes acumulados desde 1981. Y con show.
Pocos han olvidado la ruidosa aparición, como un terremoto, en 1981, de una mujer paraguaya que dijo llamarse Dolores… y ser la única hija de Manubens Calvet. Llegó acompañada por el obispo de Venado Tuerto, monseñor Mario Picchi, con el apoyo del dictador Alfredo Stroessner, y un tal José Luis Cora, que alardeaba ser asesor del Vaticano (¿?) y estar a partir un confite con el papa Juan Pablo II. Final: procesados y condenados por estafadores, vivieron prófugos varios años. Hasta que llegó la policía…
Síntesis. Hasta mediar el año pasado, según el tribunal, había casi sesenta familiares o pseudofamiliares de M.C., de cinco provincias, proclamando su derecho a cobrar la herencia.
Realismo mágico puro… Y el Estado frotándose las manos. A este paso, la fortuna caerá en sus arcas.
Y una advocación. Traslasierra, el pago chico del cura Brochero y de Manubens Calvet, es también el lugar en el mundo de la exótica astróloga Ludovica Squirru.
Tal vez ella y sus astros tengan la respuesta.