Siete jaulas del zoológico de Colón quedaron vacías, finalmente. Esta mañana dos leones, tres tigres y dos osos fueron liberados y trasladados al aeropuerto de Ezeiza, desde donde saldrán con destino al Wild Animal Sanctuary en los Estados Unidos, lugar en el que pasarán el resto de sus días.
El proceso que hoy terminó con la primera etapa de liberación de los animales llevó varios años y no podría haber sido posible sin el compromiso de un conjunto de personas que dieron todo para que esto sucediera.
"Arrancamos antes de 2010 siendo un grupo de ciudadanos que decidimos actuar después de ver la situación de los animales. Comenzamos a llevarles comida… el lugar era deprimente. Luego dejamos de ir por un breve tiempo y nos dimos cuenta de que necesitábamos hacer algo para cambiar esa situación, supimos que necesitábamos visibilizar lo que estaba pasando ahí adentro", dijo a Infobae Melisa Burzio, activista de la organización Cerremos el zoo, de Colón.
La localidad de Colón está ubicada a 18 kilómetros de la Capital Federal y el predio del zoológico -cerrado en 2013- está en el centro de la ciudad, al igual que el actual Ecoparque de CABA, con la salvedad de que el primero linda con un estadio de fútbol que hasta tiene uno de los ingresos en ese lugar.
Luego de decidir dar visibilidad a la situación lamentable que padecían los centenares de animales encerrados en un espacio reducido, sucio y sin atención médica, los activistas comenzaron a ir al zoo una vez por semana. Allí, hicieron inventarios extraoficiales porque no había control interno de nada. Los animales estaban mal alimentados, muchos de ellos enfermos y otros, heridos. "Una semana íbamos y a la otra notábamos que faltaban animales y no había registro de salida ni explicación posible. En ese momento contamos con la ayuda de la agrupación Libera de Rosario", explicó Burzio.
El panorama que la activista describe es peor cuando se sabe que los "dueños" del lugar eran veterinarios que jamás hicieron lo mínimo por esos animales. "No había fichas sanitarias, no había control de nada", se quejó.
El inicio del fin
Luego de darse a conocer la realidad que vivían los animales dentro del zoológico de Colón, Buenos Aires, no pasó mucho tiempo para que el repudio social y la unión de diferentes organizaciones de los derechos animales se unieran en un solo pedido: cerremos el zoo. Lamentablemente, los tiempos de los animales y de las autoridades no fueron los mismos y pasaron tres largos años para que, finalmente, se cerrara.
"En 2013 el zoo cierra al publico porque Fauna, que ya no pudo hacer la vista gorda, lo inhabilitó. Había cuestiones insalvables". Mientras aún estaba abierto al público —que notaba el pésimo estado y la poca salud de los animales exhibidos como mercadería en una góndola— los dueños del predio se llevaron a los animales que estaban en peores condiciones para que los visitantes no los vieran. "Supuestamente fue parte de un proyecto de reproducción, pero una Aguará guazú hembra —que es una especie en peligro de extinción y una de las pocas que quedaban— nunca volvió. En aquel momento, también se trasladó a una leona de quien no supimos nada hasta hace un tiempo, cuando nos contaron que murió hace tres años y que la necropsia develó que tenía todos los órganos negros por un cáncer que se expandió a todo su cuerpo… Mientras estuvo en Colón apenas podía comer y le daban huesos que no podía morder, entonces no la alimentaban", lamentó.
El trabajo iniciado desde ese momento fue constante. Proteccionistas y animalistas de todo el país comenzaron a actuar. Desde el día en que el zoo fue inhabilitado se pidió por el traslado de los animales, pero las demoras (o las trabas, en realidad) llevaron años, pese a la comunicación establecida con personas de Estados Unidos que desde el inicio se mostraron dispuestas a llevarlos a un santuario y a correr con todos los gastos. "Por años intentamos que el municipio acepte esta oferta de colaboración que es única y casi milagrosa porque estamos hablando de un traslado de un zoológico a un santuario, estamos hablando de algo de una magnitud que jamás ocurrió en Argentina y que daría a estos cautivos, que vivieron por años en una jaula ínfima en un predio lindero a una cancha de fútbol, la posibilidad de vivir dignamente el tiempo que les resta de vida. En 2013 el veterinario a cargo del zoológico, Julián Sabbatini, nos decía: 'A los yankies no les doy ni un caramelo'… Con estas mentes lidiábamos. En 2015 (y no sin antes haber ofrecido a estos siete cautivos exóticos a 13 zoológicos nacionales, recibiendo de todos ellos una rotunda negativa pues son animales que estas cárceles ya tienen en exposición) Mario Quagliardi, secretario de Producción, Empleo y Turismo, inicia las gestiones para que leones, tigres y osos viajen al Wild Animal Sanctuary".
Lo que ocurrió esta mañana, y que tendrá fin mañana cuando los siete animales lleguen a destino, es una experiencia que debe servir de ejemplo a los zoológicos y predios en los que aún conviven animales fuera de su hábitat natural. Es verdad que muchos no están en condiciones de ser reinsertos en los hábitat de los que los arrancaron o que jamás conocieron (porque nacieron cautivos en otro zoológico o en un circo), pero también es cierto que un espacio de cemento, rodeado de alta contaminación ambiental y sonora, nunca debió ser el lugar para ellos. Mientras los siete animales recuperan la libertad, los activistas esperan que llegue el día de la liberación mayor: "La próxima y más importante liberación moverá, se estima, a 136 animales a Sierra del Tigre, una reserva en Tandil. Pero tiene que pasar por el Concejo Deliberante de Colón y allí deben aprobar el presupuesto para el traslado". Esperamos que lo decidan pronto, hay muchas vidas esperando ser libres.
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